En el quinto aniversario del fallecimiento de Di Stéfano, hablamos con un hombre que le conoció íntimamente: Luis Miguel Beneyto, quien compartió vestuario con el gigante en los 50 y lo trató como entrenador en los 80, cuando Beneyto formó parte de la directiva de Luis de Carlos y estableció una amistad imborrable con D. Alfredo. Charlar con Beneyto es un placer inconmensurable merced a su sencillez y sabiduría, de modo que hablaremos de otras cosas también. Porque no sólo de Di Stéfano vive el madridista.
En un artículo que publicábamos el miércoles, con ocasión del que habría sido el 93 cumpleaños de D. Alfredo, glosábamos algunas opiniones sobre él. Muchos de los más grandes, entre ellos Pelé y Eusebio, le consideraban el más grande que ha habido. ¿Estás de acuerdo con ellos?
Pues mira, yo tengo una predilección especial por Puskas, pero probablemente Alfredo fuera el más completo. Una cosa que la gente no sabe es que Puskas era centrocampista. En la selección húngara jugaba en el medio campo junto a Bozsik y Zakarias, siendo los delanteros Budai, Hidegkuti y Czibor. Pero en el Madrid le adelantaron y se vio que era un extraordinario goleador.
Pero menos completo que Di Stéfano, nos dices, ¿verdad?
Alfredo era el más completo. El techo (además, como digo, de Puskas) está conformado por Alfredo, Pelé y Maradona, siendo el primero el jugador más perfecto de ellos. Cruyff fue también un gran innovador.
¿Y Platini, ahora en boca de todo el mundo por razones extrafutbolísticas?
Uno o dos escalones por debajo. Es más, yo lo situaría un peldaño por debajo de Denis Law, aquel delantero escocés del Manchester United que tanto me fascinaba cuando yo vivía en Londres, allá por los sesenta.
¿Y Messi y Cristiano?
Estarán por ahí arriba cuando se retiren, pero lo juicioso es esperar para poder juzgar su carrera en su conjunto, como ya podemos hacer con los otros. Hay que esperar a que entren en la academia (Risas). Pero ninguno se aproxima a Alfredo.
Di Stéfano llega al Madrid en el 53. ¿Cuándo comienza tu relación de amistad con él?
Yo era juvenil del Madrid, y de ahí pasé al Amateurs, que era el equivalente al actual Castilla. Subí a entrenar con el primer equipo y con contrato profesional junto a Santisteban y Antonio Ruiz, y Casado un poquito más tarde. Así que entrenaba con el equipo de los mayores cuatro días a la semana. Ahí les empecé a tratar. A Alfredo. A Gento. A Rial. Alfredo no se abría fácilmente. Era de primeras hosco y parecía agresivo, pero cuando le conocías a fondo encontrabas un ser humano interesantísimo.
¿Y allí se forjó la amistad?
Allí solo nos conocimos. La amistad se fraguó muchos años después. Yo dejé el fútbol profesional para dedicarme a la ingeniería, y el contacto con Alfredo tuvo que esperar para reanudarse a más allá del año 78, cuando entré como directivo en la junta de Luis de Carlos. Con aquella junta directiva tuvimos como entrenador a Di Stéfano. Te hablo de aquella etapa en la que perdimos cinco finales. En realidad llegar tan lejos en todas esas competiciones fue todo un éxito si consideras las restricciones presupuestarias que el club tenía en aquella etapa.
Ahora tú eras directivo y él entrenador. ¿Se acordaba de aquel chaval con el que compartió entrenamientos en los cincuenta?
Me tuve que acercar yo a comentarle. Ten en cuenta que habíamos perdido el trato durante décadas. Le recordé que éramos ex compañeros, medio en broma y desde la modestia de mi carrera deportiva, que incluía un único partido amistoso internacional con el equipo. “Pero qué decís, che”, fue su respuesta. A la semana siguiente me viene y me dice: “¡Era verdad! Vos jugaste el 30 de enero del 56 con el primer equipo. ¡Vos sos veterano del Madrid!”
¡Se había ido a comprobarlo!
Claro. Y ya te digo, volvió incluso con la fecha de mi único partido, que a mí se me había olvidado. Y desde entonces siempre acudo a la asamblea y la cena de navidad de los veteranos del club, como mínimo esas dos ocasiones, y otras a lo largo de las cuales me hice también muy amigo, además de Di Stéfano, de Gento, Pachín, Zoco, Amancio... Amancio fue nuestro entrenador en mi época de directivo.
Así es. Fue un gran entrenador del Castilla pero en el primer equipo no llegó a cumplir un año.
En efecto. Y es la razón por la que yo siempre pongo a Luis de Carlos como un presidente ejemplar. Es el único presidente que ha dimitido, quedándole un año y medio de mandato, por solidaridad con un entrenador al que tuvo que cesar. Yo era su tesorero cuando esto ocurrió. La prensa presionó mucho. Luis lo cesó, pero diciendo: “Si le despido pocos meses después de nombrarlo, no tengo dignidad para seguir aquí”. Así que convoca elecciones en lugar de aferrarse al puesto. Y fíjate que ganamos la primera Copa de la UEFA al término de aquella temporada.
Con Luis Molowny rematando la faena de Amancio.
¡Molowny! Qué falta haría un Molowny en la estructura actual del club. Un manager general de quita y pon que forma parte de la política de fichajes y que también, cuando hay dificultades, da un paso al frente y es capaz de ejercer como entrenador del primer equipo. Era una figura esencial.
Volviendo a Di Stéfano, ¿cómo fue tu relación con él en los ochenta, cuando él entrenaba y tú eras directivo?
Muy frecuente y entrañable. Algunas veces yo viajaba con el equipo en los desplazamientos. Por las noches, Alfredo y yo nos quedábamos tomando una copa y hablando de fútbol hasta las 3 de la madrugada. Una noche, entre whisky y whisky, le confesé mi predilección por Puskas. Y es la única vez en que yo le he oído decir lo que me dijo: “Che, como el coronel ninguno”. Eso fue lo que dijo. No es que no admitiera habitualmente la grandeza de otros, por ejemplo la de Pancho. Pero solía hacerlo con cierta sequedad, con algún laconismo. En aquella ocasión, sin embargo, aquel elogio a Puskas le salió del alma.
¿Cómo vivió aquellos años de entrenador Di Stéfano?
Fue frustrante porque fue subcampeón de todo pero no alzó ningún trofeo. Con todo, hay que ver su trayectoria al frente del equipo como un gran éxito porque era un Madrid con muy pocas opciones financieras y sin ninguna ayuda oficial. En realidad el Madrid casi nunca ha tenido ayuda oficial alguna. La insignia de oro y brillantes a Franco no se la puso precisamente el Real Madrid (risas). La recalificación fue algo que solo se logró con Florentino y después de décadas de intentarse, desde Bernabéu a nosotros, pues también con Luis de Carlos se trató de conseguir, pero nada. Aquel de los ochenta, entrenado por Di Stéfano, era un Madrid financieramente modesto que llegó admirablemente tan lejos como pudo. Nos faltó el poder fichar un punto más de calidad que nos habría permitido alzar algún título en ese tiempo. Di Stéfano padeció esta situación porque era un ganador nato. Jugaba con la misma intensidad un entrenamiento que la Final de la Copa de Europa.
Y se quedó tan cerca...
Hubo muy mala suerte. Aquel partido contra el Aberdeen. Aquel final de Liga donde nos bastaba con empatar en Valencia y nos metió un gol Tendillo que luego no pudo igualar Santillana mandándola al poste. Di Stéfano tuvo mala fortuna como entrenador. Fueron años difíciles por lo que te digo. Menos mal que pude disfrutar como directivo la mayor exhibición de madridismo que se ha visto jamás: la Final de Copa entre el Madrid y el Castilla.
Luego dejas tu puesto como directivo y retornas al mundo de la empresa, donde llegas a ser consejero delegado de una importantísima bodega. En esos años, ¿vuelves a alejarte de Di Stéfano?
Estoy un poco más alejado durante diez o quince años por mi carrera profesional, pero reanudo de nuevo mi trato con Alfredo a través de la Asociación de Veteranos. Hablamos de finales de los 90. Volvemos a vernos con mucha frecuencia en esos años. Creo que vivió con mucha alegría su nombramiento como Presidente de Honor, que fue casi la primera decisión que tomó Florentino al llegar, y muy bien tomada, claro. Aunque Alfredo no exteriorizaba muchos sus sentimientos, para él fue algo muy halagador.
Cuéntanos aquel viaje de vuelta desde San Sebastián, ya en la década de los 2000.
Un club gastronómico famosísimo del cual yo era socio, Gaztelubide, le dio a Alfredo el Tambor de Oro de las fiestas de San Sebastián. Me avisó Javier Gil de Biedma y acudí al acto con mis dos hijos mayores, Javier y Luis. Alfredo tenía pánico a volar. El avión no le gustaba nada. De manera que, a la vuelta, me dice: “¿Cómo vuelves?” “Como vine: en coche con mis hijos”. “Ah, pues anulo mi vuelo y me vuelvo contigo”. Imagina la emoción de mis hijos al saber que iban a compartir esas horas de trayecto en coche con alguien de esa magnitud.
Imagino. Cuéntanos cómo fue aquella conversación.
En aquel viaje hablamos de todo. Di Stéfano tenía un gran respeto y admiración por Telmo Zarra, con quien le unía una gran amistad. Hablamos de que Telmo no estaba bien de salud y de que tampoco tenía, por razones políticas, pues no era nacionalista, el reconocimiento institucional que merecía en Bilbao. “Che, ¿y si un día agarramos el coche y nos vamos a Bilbao a verle?”, me propuso Alfredo. La idea era loable y además, cómo supondrás, me atraía mucho pasar una jornada con aquellos dos genios del fútbol, verlos juntos, escucharlos hablar. Por desgracia, cuando estábamos ya organizando ese viaje, a los quince o veinte días, Telmo Zarra falleció. No pudo ser.
Qué lástima. Una última cosa. Tras la conocida disputa final entre Bernabéu y Di Stéfano, ¿sabes si llegaron a arreglar su relación personal?
No lo sé. Supongo que sí, porque se querían un disparate. Bernabéu, tras aquella final contra el Ínter, ofreció a Alfredo quedarse en el club en la condición que quisiera, menos como jugador. Di Stéfano se indignó entendiendo que a él no lo retiraba nadie, y se marchó con cajas destempladas. La reacción de D. Santiago es conocida: “Si te vas por esa puerta, no volverás mientras yo esté aquí”. Y así fue.
Entrevista: Jesús Bengoechea
La Galerna trabaja por la higiene del foro de comentarios, pero no se hace responsable de los mismos
Pancho Puskas, ese genio que tenia una de las mejores zurdas de la historia del futbol, y que actualmente está semi olvidado por esta ignorante e indecente prensa deportiva, tan dada al elogio con verdaderas medianias. Y no es el único caso
No se si es error de transcripción o una mala pasada de la memoria, pero el partido que jugo Beneyto en realidad fue el día 29 de Enero que el Real Madrid jugo un amistoso ante el conjunto galo del Saint Raphael, que estaba entrenado por Louis Hon el defensa francés que jugo en el Madrid a comienzos de esa década. El equipo blanco fue una mezcla de reservas y algunos jugadores amateurs: J.Gonzalez (Visa), Seoane, Oliva (Calleja), Carrasco, Manolin, Sutter (Santisteban), Mateos , Perez Paya, Wilson, Molowny (Beneyto) y Marsal. Ese mismo día el equipo titular jugaba en Belgrado ante el Partizan la vuelta de los 1/4 de la Copa de Europa en el famoso partido de la nieve.
Desde luego, como persona, Alfredo tuvo que ser muy peculiar e interesante. Como corresponde a un genio. Por eso, cuando quieren meter con calzador al chequetito entre los más grandes , junto al mejor de los mejores, el alemán ( así apodaban -también- a "la Saeta rubia").Pelé y Maradona...me parece un sacrilegio , cuando no una herejía... sólo hay que ver como se desenvuelve el rosarino, en cuanto a lenguaje, y como se expresaba Don Alfredo. La noche y el día.
Entrañable y didáctica entrevista.
Hala Madrid y salud.
Que disfrute de entrevista, otra más. Todo lo relacionado con el Madrid de Don Alfredo y Don Santiago me atrapa. Además de aquellos grandísimos jugadores como Puskas y Don Francisco Gento y de algunos más. Estos tienen un reconocimiento impresionante, pero claro, fuera de España. Los que vieron o conocieron al Madrid de las primeras copas de Europa, dentro y fuera de España, el reconocimiento es brutal. Pero sobre todo fuera, aquí se ningunea y se politiquea sin criterio. Los británicos, franceses, italianos, alemanes, portugueses, saben que fue el mejor equipo que ha habido sin discusión y que gracias a ese Madrid, sobre todo, el fútbol se convierte en ese fenómeno de masas y que hoy está exagerado.
Siempre lo digo y lo diré. La figura más importante de la historia del fútbol es Don Santiago Bernabeu. Sin él estariamos en otro mundo paralelo y no sólo el Madrid, si no el futbol mundial.