Nos citamos con Lorenzo Sanz Durán en su local Crêpes and shakes, de Pozuelo, en un templado día del junio madrileño. Es una entrevista que tenía muchas ganas de hacer y que inevitablemente sugiere una continuidad con la que tuve el privilegio de hacer a su padre hace unos años. Citaré ese encuentro varias veces a lo largo de este, inevitablemente también. La familia Sanz vive aún un duelo en el que son acompañados por todo el madridismo, y el recuerdo emocionado del presidente surcará sus ojos en varios momentos. Pero Lorenzo Sanz Durán tiene muchas otras cosas que contar.
-De todas las facetas que te adornan, tal vez la menos recordada es tu etapa como jugador del Madrid...
-Sí, porque fue breve y terminó para mí en una gran frustración. Tras formarme en la cantera, y pasar luego por la Universidad de Lafayette y por el Canoe, quería comerme el mundo y estaba convencido de que sería un gran jugador de baloncesto. Sucede que luego subes al primer equipo y, aunque aguanté dos años, en los que Obradovic no me dio muchos minutos, competía con gente como Bodiroga (la gran estrella), Mike Smith, Herreros y Angulo. Esos cuatro fantásticos aleros estaban por delante mía. Muy difícil. Ten en cuenta además que no había tantos partidos como ahora y por consiguiente no había tantas rotaciones. Ahora hay muchas más. Creo que hoy, con Pablo Laso, yo habría jugado mucho más.
“Hoy, con Pablo Laso de entrenador, yo habría jugado mucho más”
-Teniendo a tu padre como presidente, ¿tuviste que pelear continuamente por despejar las insistentes acusaciones de nepotismo?
-Puedo contar cosas que supe a posteriori y que desmienten esas acusaciones. Ferrándiz, tras hablar con los técnicos del Canoe, fue a mi padre para decirle que yo estaba para jugar en el primer equipo. Mi padre dijo que de ninguna manera, que bastante lío tenía ya con las cosas que le decían por el hecho de que mi hermano Fernando estuviera en el primer equipo de fútbol.
-Entonces, ¿tu padre no quería que estuvieras en el primer equipo.
-Al principio no. Pedro Ferrándiz lo puede corroborar. Le decía: “Pero es que tu hijo Lorenzo lo merece. Puede ayudar mucho en el primer equipo”. Fíjate hasta qué punto se negaba que tuvo que intervenir el mismísimo Saporta, que no estaba en el club pero seguía teniendo gran ascendencia en la toma de decisiones. Saporta me hizo llamar a su despacho en la calle Serrano. “Y que venga con su novia”, añadió. Luego he sabido que era algo muy típico suyo. Le gustaba conocer todo de los jugadores para calibrar si eran válidos para el Madrid.
-¿Y es Saporta quien convence a tu padre de que merecías jugar con los mayores?
-Así fue. Saporta le convenció. Y es así como jugué dos años con el primer equipo, al término de los cuales, desilusionado, dejo el baloncesto.
-Pero ganasteis la Recopa. Y cuando jugaste, sí bien con pocos minutos, hiciste un papel más que digno.
-Pero eso no impedía mi frustración. Yo aspiraba a ser muy bueno.
-Entonces ¿no te retiras como jugador porque tu padre te ofrece llevar la sección de baloncesto? Son cosas independientes.
-No, no, son independientes. Primero pierdo la ilusión y me retiro, sin saber a qué voy a dedicarme. Me caso y me voy dos meses a Estados Unidos. Luego viene la oferta de mi padre.
-¿Cómo surge esa idea?
-La temporada 98/99 comienza con la estructura tal cual estaba en la sección, o mejor dicho con la falta de estructura. Estaba Clifford Luyk de entrenador y un directivo, Eduardo Peña Abizanda, como responsable de la sección. Era una gran persona, un caballero, pero su cargo no era el de un auténtico gestor. No era alguien que dijera “vamos a fichar a este”.
-La sección estaba en un estado lamentable desde el punto de vista de títulos (en muchos años precedentes no se había logrado ni siquiera el subcampeonato) como de dotación financiera. ¿Era por la carencia de una estructura?
-Yo creo que sí. Y mi padre también lo creía. Por eso en noviembre del 98 me ofrece llevar la gestión. Lo que queda de temporada lo dedico a hacerme con el puesto: ir a la ACB, conocer cómo funciona el mundillo de los agentes, jugadores...
-O sea, la primera temporada que planificas es la 99/00, que a la postre terminaría siendo también la última. Con todos, ganas la ACB. Podríamos decir que es una carrera fugaz pero exitosa, ¿no?
-Sin duda.
-¿Te sentiste reivindicado después de todo el runrún de descalificaciones por nepotismo?
-Desde luego. Así como la experiencia como jugador fue frustrante (porque tenía nivel pero el nivel Real Madrid era excesivo para mí) mi tiempo como directivo fue totalmente gratificante. Me encontraba en mi salsa.
“Me sentí reivindicado al lograr la Liga ACB en mi primer año completo como director de la sección”
-¿Y a qué se debió tu éxito como directivo, aparte de los cruciales fichajes de Scariolo y Djordjevic? ¿Qué medidas tomaste?
-Reestructuré toda la sección. Luyk se quedó en el club como ojeador. Era una figura muy importante y de hecho ahí sigue. No teníamos ni siquiera un jefe de prensa ni una secretaria, y también los busqué. Traje a mi íntimo colaborador García Chapuli. Y llegó Scariolo en lugar de Luyk.
-¿Y cómo fue el fichaje de Djordjevic?
-Muy complicado. Me costó mucho. No renovaba por el Barça, con quienes acababa contrato, y nosotros nos interesamos por él. Pero su representante pedía un sueldo que no nos podíamos permitir, de modo que desistimos. Lo que sucede es que eso mismo le fue sucediendo con todos los clubes que se interesaron por sus servicios, con lo que poco a poco se le fue acabando el tiempo. Se le cerraba el mercado. Y, en el último momento, cuando ya no tenía más remedio que rebajar un poco sus pretensiones, volví a la carga y lo fiché.
-¿Y de ahí el éxito deportivo.
-Así es, pero yo más que del éxito deportivo me enorgullezco de la eficacia estructural. Pusimos los cimientos para el buen funcionamiento de la sección.
-¿Cómo viviste aquel mítico quinto partido de la Final? Aquella victoria en casa del eterno rival. Djordjevic levantado los puños y siendo empujado a los vestuarios, que fue donde os entregaron la Copa. Los disturbios en la grada.
-Yo estaba en el palco y, si te digo la verdad, de los disturbios apenas me enteré porque me pillaron primero saludando a las autoridades presentes, recabando sus felicitaciones, y luego corriendo en dirección al vestuario para celebrar con los míos. Recuerdo que, cuando enfilaba la salida del palco, Joan Gaspart me paró para felicitarme también. Muy caballeroso.
-¿Estaba en la salida del palco?
-Sí. Me extrañó.
-Solía desaparecer durante los partidos porque se ponía demasiado nervioso y no se controlaba.
-Pues conmigo fue un señor, lo tengo que decir. Cuando llegué al vestuario, el júbilo era inenarrable.
-¿Crees, visto el partido ahora, con la perspectiva del tiempo, que Djordjevic provocó al público con sus gestos?
-Bueno, él se vio ganando el título en el pabellón del equipo donde había jugado, y donde finalmente no se había sentido valorado, y lo quiso celebrar diciendo “aquí estoy yo”. Era un ganador y un crack.
-¿Y cómo te quedas cuando, en el alborozo de la celebración en el vestuario, alguien te dice el trofeo os lo van a entregar allí mismo, en lugar de hacerlo en la cancha como es costumbre?
-Recuerdo que Juan Martín Caño, el Presidente de la Federación Madrileña, me dijo que no podíamos consentirlo. Que era indigno. Alguien de la organización me comentó en ese momento que no había otro remedio para evitar problemas de orden público. Yo lo acepté, pero realmente el Barcelona tuvo un detalle feísimo. Desalojas del pabellón a los que estén armando bronca y entregas el trofeo en el centro de la cancha, como mandan los cánones de la deportividad. Ese desplante quedó y quedará para la historia.
-El caso es que ese prometedor inicio en tu carrera como director de la sección, con el logro de aquella legendaria Liga ACB, se ve truncada por algo imprevisto: tu padre pierde las elecciones ante Florentino Pérez.
-Así fue, y yo decidí que no era ético quedarme, que tenía que irme con mi padre.
-Sin embargo, se dijo que Florentino te ofreció continuar.
-Y así fue. Pero yo sentía que no habría sido ético seguir.
-¿Y tu padre que decía de todo esto?
-No decía nada.
-¿Le habría disgustado tu continuidad?
-Yo creo que sí. Ten en cuenta que mi padre estaba muy dolido. Había perdido la presidencia después de ganar dos Champions (la primera ansiada durante 32 años) en dos temporadas y media. Había sido derrotado después de haber renegociado los derechos de Dorna (algo capital para salvar al club) y de haber puesto en marcha proyectos como la Fundación y Real Madrid TV. Y lo había hecho merced al voto por correo, lo cual le dolía especialmente. Se sentía, en cierto modo, medio traicionado por el madridismo. Yo no podía seguir en el Madrid tras su partida.
“Tras ganar las elecciones a mi padre, Florentino me pidió que siguiera en el puesto, pero no me parecía ético el hacerlo”
-Pero fíjate que por ejemplo Míchel Salgado, que ya por entonces era tu cuñado, y también era por tanto miembro de la familia Sanz, decide quedarse. Tú podías haber hecho lo mismo y no habría sido ningún desdoro. De hecho, estabas en la mejor posición para hacerlo.
-Pues tienes razón. Es un buen punto. Pero yo sentía que no es lo que tenía que hacer. El puesto, por otro lado, era no retribuido. A mí me puso mi padre como director de la gestión sin cobrar un duro.
-Y Florentino pretendía que siguieras sin que fuera retribuido, ¿o se proponía cambiar eso?
-No lo sé. No llegamos a hablarlo.
“El puesto de Director de la sección de baloncesto era no retribuido. Mi padre me puso ahí sin cobrar un duro del club”
-Pero sí llegaste a hablar con Florentino.
-Claro. Me llamó a su despacho. Me dijo: “oye, lo has hecho muy bien y tienes que seguir”. Pero yo ya iba con la carta de dimisión en el bolsillo.
-¿Te llegaste a arrepentir?
-Más adelante sí. Ese puesto me colmaba. No sé cómo habrían sido las cosas con Florentino, cuya gestión, por otra parte, es brillantísima. Nadie puede discutírselo.
-¿Cuántas veces ha podido estar cerca de dejar de existir la sección?
-(Se encoge de hombros, sonríe y levanta las cejas). Sin ir más lejos, con mi padre.
-¿Tu padre pensó en cerrarla?
-Él no quería cerrarla, pero las presiones eran tremendas.
-¿Presiones de quién?
-De directivos. Especialmente de Onieva. Cada vez que yo venía con la idea de un fichaje, sabía que tenía que enfrentarme a él. “Es una sección deficitaria”, me repetía él. “Vale, ahora dime cuánto vale un título, cuánto vale la foto del capitán levantando la copa”, le contestaba yo. Eso no se cuantifica. Pero vale mucho para la imagen de la empresa, porque esto va de ganar.
-Ese razonamiento vale para hoy, porque la sección, que vive una era dorada en lo deportivo, sigue siendo deficitaria. Probablemente siempre lo sea.
-¡Claro! Esta no es una empresa que atienda solo a su cuenta de resultados. Aquí las ganancias son también los títulos. Eso hay que saberlo. Es verdad que el baloncesto no da dinero por sí mismo, pero te da unos trofeos que son vitales para la marca Real Madrid. Eso se lo trataba de explicar yo a Onieva, pero nada. Al final tragaba porque mi padre era muy consciente de la importancia de la sección.
“Si no hubiera intervenido mi padre, que entonces era directivo, Redondo nunca habría fichado por el Madrid”
-Esto lo podemos extrapolar fuera del Madrid. ¿Qué futuro tiene el baloncesto como deporte de élite en Europa? Hay clubes históricos como el Maccabi que no esconden un hondo temor por su viabilidad.
-Ahora mismo, si eres un club en problemas, solo te resta que llegue un millonario como el ruso del CSKA y ponga el dinero, porque por sí mismo el baloncesto no genera dinero como lo hace el fútbol, o como lo hace el propio baloncesto en la NBA, donde se genera a espuertas.
-Algunos sugieren que la NBA es precisamente la clave. Europa es el caladero de pesca de los americanos. ¿No es la salida el convencerles de que la viabilidad del baloncesto europeo es en su propio interés, llegar a una verdadera asociación?
-Sí. Eso o limitar las ganancias de los jugadores en Europa. No puede ser que el CSKA tenga un presupuesto de 20 millones, porque cómo compite el Madrid contra eso? Y eso que tenemos el fútbol y tiras de él. Habría que poner límites. “Pero es que entonces se van a la NBA”. Pues lo tendremos que aceptar.
-Bueno, eso no pasa ni en el fútbol.
-Ya. Pero debería hacerlo. Y la Euroliga desde luego debería sentarse y poner coto al gasto. Por cierto que la Euroliga, saliéndonos de la FIBA, fue una de las cosas que impulsó el Madrid mientras yo llevé la sección.
-¿El futuro del baloncesto se ha puesto más complicado todavía por la crisis del Covid?
-Como imaginarás, le estás preguntando a alguien que está muy sensibilizado con el tema. Por supuesto, lo primero es la salud, pero también la vida tiene que seguir. Yo confío, por ejemplo, en que se esté haciendo bien ahora con el retorno de la ACB.
-¿Qué te parece el nuevo formato?
-Bien. Aunque lo hayan forzado las circunstancias, es atractivo.
-¿Y qué opciones tiene el Madrid? (Nota: la entrevista tiene lugar antes de los dos primeros partidos del equipo).
-Las condiciones son extrañas, lo que hace todo un poco imprevisible, pero seguimos siendo el mejor equipo de la competición. El inconveniente de lo apretado del calendario es común a todos. Entra en luego la suerte porque por desgracia puede haber lesiones, pero nadie tiene una plantilla más profunda que la nuestra para hacer frente, incluso, a esa eventualidad. Todo ello es fruto de la gran gestión actual de la sección, con Juan Carlos Sánchez al frente seguido por varios de los que fueron mis compañeros: Herreros, Angulo y el propio Laso.
“El Madrid tiene el mejor equipo de la Liga ACB, y lo extenuante del calendario es común a todos los que participan”
-Cuando tuve la fortuna de entrevistarle, hará unos tres años, tu padre me dijo: “Después de todo el tiempo que ha pasado, me siento reconocido y apreciado por el madridismo. Cuando voy al palco del Bernabéu tardo media hora en llegar allí, dada la insistencia de la gente por darme abrazos y hacerse fotos conmigo”...
-De eso soy yo testigo, porque le acompañé muchas veces al palco. Afortunadamente, todo el dolor que le quedó por su salida del club fue cediendo con el tiempo. En una peña madridista, después de unos diez años tras su derrota electoral, le juntaron con Florentino, y allí se firmó la paz Lo contrario era darse contra un muro. A partir de ese momento, volvió a ir al campo, a su Bernabéu. Ahí se di cuenta de hasta qué punto la gente le quería. Es lo que dices. El camino al palco significaba pararse a cada metro. “Presidente, una foto”. “Presidente, muchas gracias por todo”. Tengo que decir que Florentino se portó espléndidamente con él.
-Me consta que en la familia estáis abrumados por las muestras de cariño recabadas tras su fallecimiento. Os han sorprendido?
-Sabíamos que le querían, pero no tanto. Ha sido enormemente conmovedor. Es una desgracia que se tenga que morir tu padre para que puedas asistir a tantísima muestra de agradecimiento, pero estas cosas son así. No soy muy de redes sociales, pero me he visto desbordado con mensaje de ánimo y de cariño hacia su persona. Eso te enorgullece sobremanera.
-¿Qué es lo que crees que el madridismo valora de él en mayor medida?
-Creo que la gente valora de él que fue un visionario. El equipo que creó para ganar la primera Liga de Capello, seguida por la Séptima, tiene una calidad como pocas en la historia del club. Mijatovic. Suker. Roberto Carlos. Seedorf. Karembeu. Illgner. Panucci. Pero es que ese equipo se le desmorona mucho antes de lo esperado, se agota pronto aunque estaba destinado a ser hegemónico. Y reinventa al Madrid con algunas piezas que permanecen y muchas nuevas: Morientes, Helguera, McManaman, Karanka... Hace falta mucho valor para decidir que toda esa gente se ha acomodado de pronto, que ya no te sirve, traspasar a casi todos y rehacer el equipo. Y con ese nuevo equipo gana la Octava! Y luego están las cosas que mencionaba antes: la recompra de los derechos de Dorna, la Fundación, Real Madrid TV...
-¿Alguna otra cosa que el madridismo le deba a tu padre sin que el madridismo lo sepa?
-El fichaje de Redondo, pieza clave tanto de la Séptima como de la Octava.
-Pero ese fichaje se cierra con Mendoza...
-Sí, pero de ninguna manera se habría cerrado sin la intervención de mi padre, que por entonces era directivo de D. Ramón. Mendoza tenía un orgullo muy grande. La negociación con el representante de Redondo se estaba enquistando. El buen señor salió del despacho presidencial dando voces, despotricando de la dureza negociadora de la otra parte. Las conversaciones se habrían abordado de no haber andado mi padre por el club. Paró los pies al representante, que ya se iba indignado, y le convenció para que volviera a la mesa. Él arregló las cosas.
“Mi padre está en el Top3 de presidentes del Madrid, tras Bernabéu y Florentino”
-En aquella entrevista me dijo que le gustaría, una vez hechas las paces con Florentino, haber contribuido más al club. “Creo que puedo dar más”. Hay un consenso en que sabía muchísimo de fútbol.
-Seguro. El legado que deja mi padre es impresionante, y a mí me gustaría continuar con ese legado, aún no sé de qué manera. Después de lo que nos ha pasado, he reafirmado en la idea de potenciar su legado. Tengo que pensar cómo.
-Vuelvo a aquella entrevista. Le pregunté (o tal vez fue Manuel Matamoros, que me acompañaba) quiénes eran los 3 presidentes más importantes de la historía del Madrid. “Bernabéu, Florentino y Mendoza”, respondió. ¿“Mendoza mejor que usted?”, inquirí. “No”, contestó.
-(Risas). Es que creo que no hay duda. Mi padre, con Florentino y Bernabéu, está en ese podio.
Entrevista: Jesús Bengoechea
Fotos: Pablo Estellés
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En primer lugar. ya que es probable que Lorenzo Sanz hijo lo lea, trasmitirle mis sinceras condolencias. Lo hice ya a través de la Galerna, pero no soy partícipe de redes sociales. Su padre reanimó el club y consiguió 2 Copas de Europa casi consecutivamente. En su etapa , se acertó en los fichajes. Siempre lo recordaré , además de con su imponente habano, con ese rictus que consistía en una sonrisa entre tímida , un poco amarga y bella.
Sobre Lorenzo, como jugador de baloncesto, respeto y comprendo sus decisiones. Fue un buen jugador de baloncesto, llegó a la élite. En el baloncesto actual, incluso estando en el Real Madrid, tendría más minutos. En cualquier caso, "que le quiten lo bailao". Sabe de baloncesto y así lo demuestra en sus trasmisiones e intervenciones en Real Madrid tv. Un tipo, además, de los que se visten por los pies. Caballeroso, leal e inteligente éticamente. Podía haber continuado al frente de la sección de baloncesto, tras la presidencia de su padre, Florentino le ofreció continuar...Quizás, pueda volver en un futuro no muy lejano.
Buen trabajo y gracias, Don Jesús.
En primer lugar, mis condolencias a toda la familia.
D. Lorenzo Sanz, con sus luces y sombras, como todos, ocupará siempre un lugar de honor en la historia del Real Madrid y su nombre ligado a la Séptima, como el presidente que fichó a aquellos jugadores que la hicieron posible.
Tuve el honor de saludarle y de hablar un ratito con él y me pareció una persona amable y cercana.
Magnífica entrevista y magníficos personajes que nos llevan a una época anterior, que quizá recordamos con cariño por el mero hecho de que eramos todos más jóvenes. No la vamos a idealizar con respecto a la actual, simplemente era diferente. Aunque a veces, con cierto espírtitu naif, se echa de menos más frescura, más días de partido en los aledaños del Bernabéu y menos redes sociales y menos canales de pago.
En cuanto a la familia Sanz, madridismo por todos los costados. Son y serán de los nuestros.
En primer lugar, mis condolencias también a la familia Sanz. DEP Don Lorenzo Sanz Mancebo.
Además, me ha resultado muy interesante la entrevista, sobre todo la parte de la relación Sanz-Florentino y los entresijos de algunas situaciones.
Con sus aciertos y errores (¿Quién no tiene de ambos?) D. Lorenzo contribuyó decisivamente a devolvernos ilusión deportiva y sitio en Europa creando equipazos y más cosas que se cuentan aquí.
Y me ha refrendado la imagen de sensatez, mesura y madridismo de Lorenzo Sanz Durán.
Para muchos (me incluyo), la muerte más impactante de todas las que ha sufrido este país por esta devastadora pandemia. D.E.P. un madridista de pies a cabeza. Y Lorenzo Sanz Durán puede estar absolutamente orgulloso de su padre, y es un dignísimo hijo de él.
Tenía que haber contado aquel via crucis que pasaron, con Lorenzo ya directivo, en la cancha del Fenerbahce, en los octavos de final de la Euroliga en 1999.