José Luis Llorente Gento. Los apellidos deberían ser suficiente carta de introducción para una entrevista con vocación enciclopédica, por la largueza de su estirpe deportivo madridista. Sin embargo, los afortunados que tenemos el privilegio de ameritar su amistad de quien realmente disfrutamos es de José Luis, Joe, persona aún por encima del mito deportivo. Por su bondad, sentido del humor, inteligencia y generosidad. Por sus conocimientos, anécdotas, análisis y abrazos, tan difícil determinar cuáles de ellos son los más valiosos. De Joe se disfrutan sus chistes, alguno bueno, sus consejos nutricionales, sus análisis sociopolíticos y sus lecturas culturetas. Ojalá les interesen las reflexiones de esta fusión entre Leónidas de Rodas (según la Wikipedia uno de los deportistas más famosos de la Grecia clásica) y Zenón de Citio (fundador de la escuela estoica). Y, por si fuera poco, un excelso escritor, como demuestra en su último libro “Gento Real”. Alguien con tanta suma de cualidades sería objeto de envidia, pero cuando le conozcan, se sumarán a la exclamación habitual de Jesús Bengoechea cuando se encuentra con Joe: “¡Que suerte haberte conocido!”
José Luis Llorente Gento. ¿Es usted más Llorente o más Gento?
Tengo mi propio camino en el deporte y en la vida, pero estamos inevitablemente marcados por lo que nos enseñan. En mi caso, la pasión por el deporte viene marcada por mi madre, a quien le interesaba muchísimo, y obviamente por mi tío Paco, mientras que el entendimiento de la necesidad del esfuerzo para la vida viene de mi padre. En este sentido, en el de las enseñanzas paternas, desde pequeño me di cuenta de que cumplir con lo que se espera de ti ofrece buenos réditos.
O sea, haces el bien pero puramente por el interés.
(Risas). Exacto. La vida es mucho más tranquila si haces el bien. Eso viene de mi padre, que era muy reglamentado, pero el factor Gento también pesa mucho. Luego resulta que también he tenido impulsos rebeldes, como aquel de jugar al baloncesto en lugar de al fútbol, que era lo que determinaba el antecedente de mi tío.
¿Y esa rebeldía es Llorente o Gento? Cíñase a la pregunta, por favor.
Yo creo que es cosecha propia, aunque hoy ya sabemos que la epigenética determina mucho. La programación de tus genes, y cómo estos interactúan con esas variables, determinan lo que vas a ser en la vida.
Pongámonos freudianos, que es una cosa que te gusta. Tú no mataste al padre, tú mataste al tío. Tenías que haber sido futbolista y fuiste baloncestista, forma muy sutil y a la vez grosera de matar metafóricamente a la leyenda que vivía en la familia.
(Risas). Lo niego. Paco era un supertío.
Peor me lo pones, mataste al supertío.
Qué va, hombre. Le quería muchísimo.
Le querías muchísimo, no lo dudo, pero en términos psicoanalíticos sí lo mataste un poco.
(Más risas). No, a ver. Lo adoraba. Paco vivía aquí al lado, a cien metros del Bernabéu. Íbamos a su casa siempre en navidad. Todo esto lo cuento en el libro. Simplemente ocurrió que, por lo que sea, empecé a encontrarle más gusto a jugar al baloncesto. Me parecía más retador. Yo crecí viendo a los yeyés en el fútbol, y a los héroes primigenios de la sección de baloncesto, los Luyk, Emiliano, etcétera. El baloncesto lo daban por la tele, y quizá lo siguieran más las mujeres. Por eso digo que mi madre, que no se lo perdía, tuvo una importancia decisiva en mi vocación como deportista.
¡Otra cosa freudiana!
Bueno, es que veíamos todos los deportes, sobre todo en verano en Santander. Nos juntábamos toda la familia y que si el tenis, que si el Tour, que si los Juegos Olímpicos… Todos opinábamos. Lo cuento también en el libro.
¿Alguna vez te arrepentiste de no haberte dedicado al fútbol, como el tío Paco?
(Piensa). No te negaré que tal vez hubiese algún momento, sobre todo el pastizal que ganaban otros… (Risas)
Tus hermanos, por ejemplo. Paco y Julio sí siguieron los pasos del tío.
Sí, pero vamos, que no. Cogí un camino y enseguida obtuve recompensas.
¿Paco y Julio fueron más valientes que tú?
(Falsamente indignado): ¿Cómo?
Afrontaron con valentía la comparación con el tío. Tú escapaste vilmente. (Risas).
(Risas). Oigan, que yo he venido aquí a hablar de mi libro. (Más risas). En casa todos hemos jugado al fútbol y baloncesto, y todos hemos tenido la disyuntiva. Bueno, mi hermano Paco no, y eso que jugaba muy bien al baloncesto, como Julio. Pero Paco estaba más marcado que los demás.
¿Por jugar de extremo izquierdo, como el tío?
Más bien por lo bueno que era, simplemente. Cogía el balón y se regateaba a dos o tres como si nada. En el primer equipo lo demostró.
Pero no niegas sus cojonazos, con perdón. Ser sobrino de Gento y jugar de extremo izquierdo es un atrevimiento. En una escala de valentía, puntúa muy alto.
Pues sí. Nuestra historia (la de Paco y la mía) es muy curiosa, porque ambos salimos de la institución y después volvimos a ella, que es un recorrido muy poco habitual. Paco salió del club siendo juvenil, en año y medio lo fichó el Atleti y luego volvió al Madrid de profesional, y yo seguí ese camino de ida y vuelta ya de profesional. Romper lazos con el Madrid y luego volver a tejerlos nos da bastante mérito, modestia aparte.
Cumpliste muchos sueños que quedan incumplidos para la gran mayoría de niños. Jugar en el Madrid. Ganar la Copa de Europa. Ganar una (histórica) medalla olímpica con la Selección. ¿Te quedó algún sueño por cumplir?
Yo creo que no. De niño soñaba simplemente con jugar en el Madrid, y eso que jugaba en el patio del colegio, en esas canchas de minibasket de cemento puro. Cualquier parecido con lo que luego me encontraría en el baloncesto profesional sería mera coincidencia. Lo que sucede es que luego entras en el Madrid y el camino queda marcado por la exigencia forjada por Santiago Bernabéu y Raimundo Saporta. Esa exigencia te va conduciendo a otras metas: ser campeón de España, después la Copa de Europa… Pero venía todo tan rápido que no te daba tiempo a asimilarlo, porque además seguías estudiando. En el libro hablo mucho del gran énfasis que aquel Madrid de Bernabéu y Saporta otorgaba a la educación de sus deportistas. En aquella época, tanto los baloncestistas como los futbolistas no ganábamos el suficiente dinero como para mantenernos después de nuestra carrera deportiva, y el Madrid nos preparaba concienzudamente para esa vida de después.
¿Para los de fútbol también?
Yo creo que sí, y se encargaban de ello Bernabéu y Saporta.
El espíritu de aquel Madrid de los 50 y 60 sigue presente en el club, y es la clave de los éxitos
Insistes en mencionar ese dúo. Bernabéu y Saporta. ¿Cómo explicarías el funcionamiento de ese binomio?
Era el encaje perfecto. Cada uno representaba una cosa complementaria a la del otro. La energía imparable frente a la reflexión. La impulsividad frente al sentido diplomático.
¿Estrategia frente a táctica?
No tanto. Creo que los dos eran estrategas, aunque es verdad que D. Raimundo iba quedando más para las cosas del día a día y D. Santiago más para el largo plazo, pero sin perjuicio de que las grandes decisiones estratégicas las compartían. No olvidemos que, aparte de llevar todo lo relativo al baloncesto, Saporta comparte con Bernabéu toda su visión relativa a la Copa de Europa de fútbol. Saporta está en el germen de la competición tanto como su jefe, ten en cuenta que era además el que hablaba francés. Saporta es también el que empieza a vislumbrar la enorme importancia de la televisión para el negocio, amén de los primeros ingresos por mercadotecnia.
¿Qué es lo que hace que aquel Madrid de los cincuenta despegue como un cohete y deje al planeta con la boca abierta? ¿Cuál es la clave?
El olfato de Bernabeú para los fichajes. De una tacada ficha a Saporta (que era mucho más joven que él pero estaba destinado a complementarle perfectamente), a Di Stéfano y a mi tío Paco. El Madrid sólo había ganado dos Copas desde el fin de la guerra, era con Franco, un equipo de clase media-alta, nada más, y de repente se convierte en el mejor club del mundo.
Claro que Gento jugaría hoy en el Madrid. Tenía un físico descomunal
¿Qué es el Real Madrid, Joe?
Una escuela de vida. El liceo de Aristóteles. La academia de Platón. Y el mejor club deportivo del planeta. En los 50, el Madrid representaba la excelencia en una España que no era excelente, la virtud en un país condicionado por las normas políticas y morales del momento. Era la cima a la que podía aspirar un deportista. Ponerte la camiseta del Madrid era sentir el peso de la historia.
“La excelencia en una España que no era excelente”. ¿De verdad hablas sólo de los 50?
El Madrid sigue siendo lo que es porque sigue manteniendo su esencia.
Aunque en el libro lo explicas bien, dinos: ¿benefició al Real Madrid el régimen franquista?
En absoluto. Cuando me senté a escribir este libro, no sólo quería pintar un retrato impresionista y emotivo de Gento, sino describir aquel Madrid legendario y su contexto. Al final, por tanto, respondo a esa pregunta con algún detalle, y la respuesta es no. El equipo más beneficiado al término de la guerra es el Atlético de Madrid, que se convierte en el equipo del ejército y cambia su nombre a Atlético Aviación. El Barcelona después es beneficiado con las recalificaciones de Les Corts. Sucede que el Madrid explota inesperadamente de una manera global, ecuménica, sin ayuda del régimen, y es entonces cuando el régimen se sube propagandísticamente al carro de ese éxito, sin perjuicio de que Bernabéu le meta el dedo en el ojo a Franco en varias ocasiones, que voy contando en mi narración: la expulsión de Millán Astray del estadio, la condecoración de Bernabéu a Moshé Dayán en un momento en que los países árabes eran aliados del franquismo… Fueron episodios que levantaron ampollas en el caudillo y su entorno. Bernabéu no se cortaba.
Centrémonos en Paco y pongámonos distópicos. ¿Qué habría sido del Real Madrid sin Gento? ¿Y qué habría sido del Barcelona con Gento?
Pachín contaba que, de todas las cosas que la llamaron la atención cuando llegó al Madrid en el 59, la más impresionante de todas era cómo todo el mundo “hacía la pelota” a Gento. ¡Hasta Di Stéfano! En el libro cuento con cierta profundidad el gran alcance de la amistad entre ambos, y cómo Alfredo ponía en valor a Paco en cuanto se presentaba la menor ocasión. No sólo Alfredo. Hay un capítulo donde recopilo halagos a Paco por parte de sus compañeros, y en otro por parte de sus rivales. Era un formidable disruptor de defensas, y así se lo reconocía todo el mundo. Fue declarado el mejor punta izquierdo del mundo, y por eso está en la selección mundial de 1963. Es imposible saber qué habría sido del Madrid sin Paco, pero estoy convencido de que la historia no habría sido la misma, y hoy no sería el club que es. Tendría varias Copas de Europa menos, aunque sólo fuera porque Paco fue decisivo, como goleador, en no menos de dos finales, y en cuanto a juego ya ni te cuento. Era un equipo muy compensado, y quitar de la ecuación a cualquiera de sus piezas habría sido fatal. No sólo Paco, sino Rial, Santamaría, el propio Di Stéfano, Puskas… Ahí tenemos la célebre sentencia de Alfredo: “Ninguno es tan grande como todos juntos”.
¿Hasta qué punto esos genios se admiraban unos a otros?
Alfredo, ya de mayor, en una entrevista común con Paco, le suelta al periodista: “Pero ¿por qué me preguntas a mí todo el rato si el bueno era este?” Paco se ruboriza como en él era inevitable, y dice que no, que el mejor era Alfredo de calle. Sin embargo, ambos reconocían también que nadie tenía un pie izquierdo como el de Puskas, a quien todos permitían correr un poco menos porque su disparo, a cambio, era letal. La supeditación de todos los egos en favor del equipo llama mucho la atención cuando examinas las crónicas y sobre todo las declaraciones de la época, porque individualmente eran estrellas rutilantes. En aquella selección mundial del 63 hay cuatro jugadores del Madrid: Gento, Di Stéfano, Puskas y Kopa, que ya no estaba pero había estado. Jamás tuvieron problemas de ego. Y jugaron juntos bastantes años. Eso, perdonadme, es acojonante.
Desde fuera, ¿te recuerda al ambiente de ahora?
¿En fútbol o en baloncesto?
En ambos.
Creo que estamos cerca. El Madrid de baloncesto de Luyk, Emiliano, etc. copió este modelo ejemplar del de fútbol. Lo replicó. Es el que conocí yo cuando entré y el que nos hizo ganar la Copa de Europa en el 80, y el que se ha mantenido después. El éxito es haberlo mantenido tantos años hasta llegar a nuestros días, en el de fútbol con algunos matices en algunos momentos. Pero ahora lo tiene. En fútbol, la Decimocuarta, o la liga que acabamos de ganar, o la clasificación para la final de Wembley, son manifestación clara de la vigencia de aquel modelo del Madrid de los cincuenta. Se nota en el espíritu y las declaraciones de los jugadores. Nuestras lagunas han tenido lugar cuando nos hemos desviado de ese rumbo.
Quizá nunca fui más madridista que en aquel paréntesis de mi carrera en el Madrid. Nunca dejé de ser consciente de que el Real Madrid me conformaba
Preguntas rápidas. ¿El mejor jugador de baloncesto que vieron tus ojos?
Mirza Delibasic. Hay un encantamiento aquí.
¿El mejor equipo que vieron tus ojos?
En baloncesto, el Madrid de los setenta, con los clásicos (Cabrera, Brabender, Ramos, Luyk, Rullán) más Walter Szczerbiak, equiparable al Madrid de Rudy, Llull y el Chacho. En fútbol, el Madrid de la Decimocuarta.
¿El jugador más sobrevalorado?
Joe Llorente Gento. (Risas)
¿La mayor alegría deportiva?
Como protagonista dos: Copa de Europa del 80 y medalla en Los Angeles 84. Como espectador, la Copa de Europa de fútbol del 66, la de los yeyés. Era un niño y se me quedó marcada.
Hablando de Los Angeles. ¿En algún momento pensasteis que podíais ganar el Oro?
No.
¿Ni por un segundo?
Nada.
¿La mayor tristeza?
Más que tristeza, pesadumbre. La primera vez que dejé el Madrid. Fue un acto de rebeldía. Me causó un gran conflicto interior, aunque no me arrepentí. Había entrado en el club con 15 años y me fui con 24, aunque luego volvería. Un año después de irme, estaba en el podio de Los Ángeles. Es paradójico, porque hice lo que el propio Real Madrid me había enseñado: aferrarme a la oportunidad deportiva que se presentaba. Quizá nunca fui más madridista que en aquel paréntesis de mi carrera en el Madrid. Nunca dejé de ser consciente de que el Real Madrid me conformaba.
¿Crees que eso mismo les pasa a otros que se van del Madrid? Desde fuera no da la sensación de ser muy común, si nos atenemos a ciertas declaraciones.
Es que yo mamé el Madrid desde pequeño. Tuve contacto frecuente y directo con los hacedores de la grandeza del club. Tuve enormes maestros: Saporta, Luyk, Vicente Ramos, Carmelo Cabrera, Corbalán, Brabender… Tengo hacia ellos una gratitud enorme. Incluso hacia mis entrenadores. ¡Incluso hacia Lolo Sainz! (Risas). Le quiero mucho.
Tu libro, Gento Real, es quizá el mejor libro sobre fútbol que se ha escrito. ¿Cómo se come esto de que el mejor libro sobre fútbol haya tenido que venir a escribirlo un jugador de baloncesto?
Gracias. Bueno, pero yo soy muy futbolero.
Vale, pero no hay ningún futbolista que haya escrito ningún gran libro sobre fútbol. (Tampoco sobre baloncesto, desde luego).
Ten en cuenta que he sido jugador de baloncesto de un club que es primordialmente un club de fútbol, y que es mundialmente famoso por serlo. Tampoco el libro es estrictamente un libro sobre fútbol. Es un libro sobre el Real Madrid. Sobre la familia. Sobre las relaciones personales.
¿No es también un libro sobre el recuerdo de un mundo mejor y más edificante?
Sí, lo es, ¿por qué no?
Los deportistas profesionales ¿morís dos veces?
(Piensa). Cuando te retiras, si es a lo que te refieres, y aunque intentes disimularlo, sufres un desgarro interno brutal. Eres joven para la vida, pero un anciano para el deporte de alta competición. Ya no vas a volver a hacer lo que más te apasiona. Puedes seguir haciendo algo parecido (sólo parecido) con los veteranos, y estiras y estiras, hasta que ya no puedes más y dices “mira, soy una caricatura de mí mismo”, y ya dejas hasta esas pachangas. Incluso semanas antes de su muerte, Paco decía que aún soñaba que jugaba al fútbol. Yo aún sueño que juego al baloncesto.
¿Hay un problema de salud mental, no debidamente tratado, con los deportistas de élite que se retiran?
Sin duda. En el sindicato de baloncestistas, que fue una de mis ocupaciones cuando colgué las zapatillas, pusimos un gabinete psicológico. Copiamos la idea de la asociación sudafricana de rugby y de la irlandesa de fútbol gaélico. El impacto es enorme. Si eres profesional del deporte, estás quizá entre los 100-200 mejores de lo tuyo. Los 100-200 mejores de lo suyo en otros ámbitos siguen en ello hasta que les da la gana, se retiran cuando quieren, pero en el deporte tienes que abandonar llegada la treintena. El golpe es brutal. El deporte además es muy dopaminérgico. Tienes las hormonas revolucionadas y mucha gente que te sigue. Y todo eso se detiene de golpe.
“Gente que te sigue”. ¿Eso ayuda a sobrellevarlo?
A la larga es muy gratificante. Gente que te dice que les entretuviste en fases difíciles de su vida o, mejor aún, que les animaste a hacer deporte. Cuando acabas de retirarte, no obstante, sirve de algún consuelo, pero el golpe está ahí.
Incluso semanas antes de su muerte, Paco decía que aún soñaba que jugaba al fútbol. Yo aún sueño que juego al baloncesto
¿Por qué muchos deportistas profesionales se abandonan tanto cuando dejan de serlo?
Yo creo que ahora sucede menos. Es un tema de educación. Hoy cualquier deportista es consciente de la correlación deporte-salud, y cuando dejan de ser profesionales continúan entrenando. Es una forma de mitigar el disgusto también. Ya no puedo competir, pero puedo seguir exigiendo a mi cuerpo a través del entrenamiento.
¿Y cómo llevó su propia retirada Gento? ¿O tal vez, por lo reservado que era, nunca llegaste saberlo bien?
(Piensa). No lo sé muy bien, pero por lo que he leído en alguna entrevista lo llevó mal, con la angustia y el vacío vital del que estamos hablando.
Tú perteneces a una generación de baloncestistas que, siguiendo las enseñanzas de Saporta, preparó su futuro profesional a conciencia. Casi todos estudiabais mientras duraba vuestra carrera. Tú eres abogado, Corbalán y Del Corral médicos, etc. ¿Eso ayuda a aplacar el vacío existencial de la retirada?
Ayuda para tu futuro, pero el vacío no lo aplaca. Es verdad que el estar estudiando mientras llevas a cabo tu carrera deportiva induce a pensar en otras vías, ajenas al deporte. Eso te relaja en tu relación con el deporte.
Una cosa que los Gento no habéis hecho, después de ser deportistas profesionales, es entrenar. Paco tuvo una breve experiencia y enseguida vio que no era para él. Y tú tampoco, o no a nivel profesional.
He entrenado a jóvenes. Tengo un campus de verano en Cantabria. Hay una parte de ser entrenador que me desincentiva totalmente, y es la misma que me desagradaba cuando era jugador: los viajes, la presión, aguantar las críticas superficiales… Y la imprevisibilidad de la profesión. Estos factores me echaron siempre para atrás a la hora de pensar en entrenar profesionalmente.
Y eso que eres base. Siempre se dice que los bases son entrenadores en la pista, y hay muchos ejemplos de bases que devinieron grandes entrenadores, como Karl, Obradovic o el propio Laso.
Lo sé, pero ni por esas. Y Paco no tenía carácter para entrenar. Recuerdo oírselo decir a su hermano Julio. Las noches previas a dar las convocatorias casi no dormía, porque conocía el disgusto que se lleva quien se queda en casa. Entrenó muy poco tiempo, unos cuantos partidos al Castellón. Otros en el Palencia por hacer un favor a su hermano…Y nada más.
¿Qué convierte a un deportista en deportista de élite?
Hay muchos factores, pero el fundamental es la pasión. La dedicación. Las horas.
O sea, entre talento y trabajo…
Trabajo.
¿Y entre trabajo y carácter?
Carácter. Pero es que el carácter también es lo que te lleva a trabajar tanto. Mágico González tenía todo el talento del mundo. Ves los vídeos y hace cosas que no hacía nadie más. Pero no tenía la perseverancia, el interés.
¿Hay un Mágico González del baloncesto?
Claro. Tendría que pensarlo. Lo encontraría si lo pienso.
Volvamos a Paco. Siempre hay que volver a Paco. ¿Jugaría hoy en el Madrid?
Claro, porque tenía algo único: un físico descomunal. Era muy rápido, pero su principal virtud no era esa, sino que podía repetir sus jugadas fulgurantes muchas veces. Además centraba muy bien, y marcó muchísimos goles para ser extremo izquierda.
Ese libro confirma a Joe Llorente como lo que los amigos ya sabíamos que era: un autor excepcional, discípulo de la escritura de Pla o Escohotado. ¿Tú cambiarías tu palmarés deportivo por haber escrito la obra escohotadiana?
(Se lo piensa). A ver, es que Los Enemigos del Comercio es una de las mejores obras de no-ficción que he leído. (Se lo sigue pensando). ¡Pero no, hay algo dentro de mí que se niega a haber vivido una existencia distinta de la mía!
Pero, si no hubieras elegido el deporte, ¿qué habrías sido?
Pues quizá me habría decantado por la medicina, fíjate.
(Silencio). ¿Qué has aprendido en la vida?
(Risas). Pero ¿esto qué es? ¿Ha vuelto a la vida Jesús Quintero?
Responda a la pregunta, por favor.
(Piensa). Que tenemos que labrarnos nuestro propio camino, aprendiendo a apasionarnos por algunas cosas, y que este camino lo debemos recorrer junto a la familia y a los amigos. Sin amigos ni familia no eres nadie. Pasé por una operación delicada hace poco, aunque afortunadamente estoy muy bien. Pero fue revelador, porque hasta ese momento yo había interpretado la vida en términos de flujos. De repente eso se canceló, y por algún extraño mecanismo, en lugar de ver esos flujos, empecé a ver personas.
La familia y los amigos. ¿La amistad no está infrarrepresentada en las canciones, en las películas, en los libros?
No en el mío.
Tienes razón. En cierto modo, Gento Real es un homenaje a un grupo de amigos, Alfredo, Paco, Pancho… Con la particularidad de que ese grupo de amigos conquistó el planeta.
Eso es lo trascendente. Que, mientras se hacían amigos, hicieron felices a millones de personas. Gracias a ellos, eso mismo sigue sucediendo en el club. Y la amistad tiene gran importancia en mi vida también, en particular la que mantengo, a través de la Asociación de Veteranos, con tipos con los que jugaba hace casi cincuenta años, como es el caso de Romay o Iturriaga. Incluso puedo decir que disfruto de una relación de amistad con mis maestros, con Clifford, con Vicente Ramos… Eso no tiene precio.
¿Qué mensaje querrías dejar para finalizar?
Simplemente, que los protagonistas de mi libro son héroes, leyendas, que tenemos la obligación de contar y cantar porque la palabra es lo que nos queda, dado que hay pocas imágenes de ellos. Ese es uno de los impulsos que me condujo a escribir el libro. Cuando murió Paco, muchos jóvenes me decían: “No vi jugar a Paco, pero lo conocía a través de las palabras de mi padre o de mi abuelo. Me hablaban siempre de él”. Así fui comprendiendo que tenía que escribir el libro. Estos pioneros marcaron el camino, y lo hicieron desde puntos de partida tremendamente modestos. El libro, que es muy rural y muy cántabro a ratos, cuenta cómo Paco jugaba al fútbol, con balones que se fabricaba él, mientras llevaba a pastar a las vacas.
¿Crees que parte del encanto de la figura histórica de Gento reside en el contraste entre la exuberancia de su juego y lo hermético del personaje?
En su forma de ser era muy cántabro. Me encanta cómo suele definirle Santamaría: “Era un hombre muy prudente”. Pero su juego no era nada prudente, sino una sucesión de mareas cántabras, o de galernas. Una aventura permanente. Llamó la atención porque entonces, sencillamente, nadie jugaba así. Era totalmente diferente a lo que había.
Entrevista: Jesús Vega, Jesús Bengoechea
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Qué maravilla de entrevista, una delicia. Nada más que añadir.
Pues ya lo dice Jesús Bengoechea y, en la introducción de la magnífica entrevista , su tocayo sobre la manera de ser de José Luis Llorente. Me alegro que haya superado convenientemente alguna dificultad en la salud. Ya lo comenté en una ocasión y me apetece reiterarlo. Hace 30 años, aproximadamente, coincidí con su hermano Paco , muy estricto y cuidadoso de la alimentación, en un establecimiento sito en Barcelona y muy cercano al hotel Calderón , donde se alojaba la expedición de fútbol del Real Madrid. Ambos como clientes dispuestos a obtener X productos. Me impresionó gratamente la educación a la hora de ceder el turno a otra persona y el modo en como se comportó. Ese local era un lugar donde se vendían productos ecológicos o naturistas y también era un restaurante vegetariano. El lugar destilaba armonía , paz interior y un moderado misticismo. Creo que a Paco Llorente, sensacional futbolista, algunos de sus compañeros le apodaban "el lechuga". Un adelantado en una cuestión vital como es la nutrición.¿Qué me dicen de Rafa Carvajal , desde que ha habido cambiado hábitos alimenticios?
Del base solo puedo decir que era muy bueno y que tenía una potencia física impresionante. Y que espero siga escribiendo en la Galerna.
*Escohotado y Pla...no están nada mal sus influencias.
*Dani Carvajal.
*ha cambiado hábitos alimenticios.
Disculpad. Escribir cuando uno está falto de sueño y descanso , conlleva consecuencias.