(Segunda parte de la entrevista de Joe Llorente con Juan Antonio Corbalán).
Nos hablabas de Bernabéu, a quien has halagado. También de Saporta, a quien yo también tengo en altísima consideración. Has dicho que ambos tenían un trato muy personal con vosotros.
Personal no, porque podría parecer que estaba todo el día con nosotros. No. Tenía un trato en la distancia, porque coincidíamos con él muy de vez en cuando. Es el mensaje lo que sonaba siempre muy cercano. Y también era muy cercano con el pueblo, digamos. Cuando le veías, veías a un padre, y veías a alguien que te ayudaba. Cuando me presentaron a Bernabéu yo tenia 16 años y era juvenil del Madrid. Nos invitaron a un partido de Copa de Europa. Recuerdo que nos obligaban a ponernos traje y tal. Y cuando me presentaron, le dijeron: “Don Santiago, este es un chaval que va a ser muy bueno y empieza ahora. Y se llama Corbalán”. Y me dijo Bernabéu: “Chaval, a partir de ahora quien haga las cosas ya no es Corbalán, es el Real Madrid. Pon eso siempre en tu cabeza”.
Y claro, eso te marca.
Claro, imagina. Un presidente que te dice eso. Una vez, jugando en Den Bosh, en Holanda, después de la charla de Lolo, dice el delegado: “Don Santiago quiere hablaros”. Y en nuestro equipo, tú Jose lo sabes muy bien, si entraba cualquiera que no fuera el entrenador, aunque fuera el presidente, Saporta o el ministro de Asuntos Exteriores, siempre nos pedían permiso. “El Presidente quiere entrar”, dijo el entrenador. “Pues que entre”. Bueno, pues después de la charla de Lolo llegaBernabéu y dice “Chavales, todo lo que os ha dicho Lolo es muy importante, pero a mí me toca los cojones”.
Así, literal.
Literal. “¿Sabéis lo que me importa a mi?”. Todos nos quedamos callados. Todo el mundo pensaba que iba a decir “ganar”, pero lo que dijo fue: “Me importan 900 españoles emigrantes que hay en la grada, que están trabajando y viviendo aquí desde hace 30 años, y que si ganamos les vamos a hacer pasar los mejores quince días de su vida. Eso es lo que me importa a mí. Cómo lo hagáis, me da lo mismo”. Y nada, salimos, les metimos un palo de 50 puntos, y los inmigrantes disfrutaron.
¿Y vosotros, disfrutasteis?
Casi siempre lo hacíamos. Disfrutábamos del jugar por una estupidez emocional, si quieres, pero es que todas las cosas importantes en la vida son emocionales. Yo a eso lo llamo trascendencia. La trascendencia no solamente es religiosa o espiritual. Hay una trascendencia de saber lo importante que eres o que puedes ser para otras personas, y nuestro equipo generó una trascendencia acojonante. Hay detalles tremendos. La prima que recibimos por ganar al Barcelona la primera vez que les ganamos por 60 puntos (lo hicimos dos veces) fue comprar una lavadora a Paniagua.
Qué maravilla.
Sí. Y eso que Paniagua era un cabrón. Las hostias que daba en los entrenamientos. Pero todo era así. No había un solo equipo en el mundo que se nos pareciera. Y notabas cuando te ibas al extranjero a jugar Copa de Europa, la gente de 200 kilómetros a la redonda venía a vernos, no a ver el partido. Venían a conocer a Brabender, a conocer a Luyk, a ver cómo era aquel Madrid, o se presentaban en el entrenamiento previo al partido. Todo el mundo quera jugar en nuestro equipo. Mike Davis, cuando pasamos por Francia, donde estaba jugando, vino a cenar con nosotros, con Iturriaga y con Fernando Martín y conmigo, y recuerdo como nos decía que éramos el equipo de referencia.
Lo cual no le impidió estar a punto de estrangular a Iturriaga un año después.
Es verdad. Qué lástima que fallara. (Risas). Habríamos perdido a un buen amigo pero ganado muchas cosas. Pero a lo que vamos. Es que todos han querido jugar en el Madrid. Yo he coincidido en alguna reunión con Mishkin, y Mishkin, con lágrimas en los ojos me decía: “Hubiera dado todo por poder jugar en el Real Madrid”. Y lo dijo Mishkin, y lo dijo Óscar Schmidt Becerra, y lo dijeron muchos grandísimos jugadores.
La prima que recibimos por ganar al Barcelona la primera vez que les ganamos por 60 puntos (lo hicimos dos veces) fue comprar una lavadora a Paniagua.
Qué tiempos aquellos. ¿Era mejor aquel baloncesto?
En algunos aspectos. Antes el juego se paraba mucho menos, había menos tiempos muertos, había menos posibilidades de cambiar. En ese sentido era mucho mas dinámico. No había cuatro tiempos, solo dos.
Aquella Final de Berlín, la volvía a ver en Nueva York. Walter (Szczerbiak) me dijo: “Vente para casa y vemos la final”. Y es que el partido no paraba, era mucho más divertido. Y obligaba más al jugador. El quinteto titular jugaba 35 minutos de media, o 34.
Cierto. Yo jugué con Paco Velasco, Carbonell, Quique Ruiz Paz, Fede Ramiro… Todos fueron bases que pasaron, pero que no tuvieron gran proyección por lo que apuntas. Nadie esperaba que se quedaran de segundos, y no se quedaban, porque eran mis suplentes y yo jugaba 38,35, a veces 40 minutos. Tu caso fue distinto, tuviste una gran proyección porque eras un rebelde. En un joven es necesaria la rebeldía, ya sea un deportista o en cualquier otro campo de la vida.
Y de los bases de hoy en día, ¿cuál te recuerda a ti? Porque Vicente (Ramos) piensa que Campazzo.
¿Que Campazzo se parece a mí?
No, no. A él.
Comparar jugadores con 40 años de diferencia es muy difícil. Yo creo que hay unas ciertas similitudes en determinados perfiles. Por ejemplo, Campazzo hace mil cosas que se le ocurren como el jugador genial que es, y que Vicente no hubiera hecho nunca, aunque se le hubieran ocurrido, porque Vicente era la responsabilidad y el no asumir riesgos. Y Campazzo es un jugador que vive casi permanentemente en el riesgo. Lo que pasa es que físicamente es un portento y técnicamente tiene un altísimo dominio del juego. Entonces claro, tendrá defectos, todo el mundo los tiene, pero es buenísimo.
¿Que defectos tiene?
Bueno, no es cosa solo suya, pero uno de los problemas que tiene nuestro equipo actual es que para mí perdemos muchos más balones de los que tendríamos que perder teniendo los buenos jugadores que tenemos. Campazzo, cuando lo fichamos, me parecía que era un ejemplar que podría aportar algo, como así ha sido. Tu te parecías mucho a Campazzo. Pero es que tu te parecías a mí también, y ambos nos parecíamos a Nacho Solozábal. A partir de ti y de mí el base español se hizo como muy estándar. Vicente Gil casi jugaba también como nosotros.
uno de los problemas que tiene nuestro equipo actual es que para mí perdemos muchos más balones de los que tendríamos que perder, teniendo los buenos jugadores que tenemos.
No solo en el Madrid. Era una escuela. “España es tierra de bases", decía Wayne Brabender.
En todos los equipos. Tú cogías cualquier base, y luego cada uno teníamos un elemento que te hacía destacar o no. Pero la idea era un jugador que defendía bien o muy bien, un jugador que tenía un gran concepto de lo que es el grupo. Un jugador rápido. Esos eran los rasgos.
Quim Costa, Creus…
Eso te iba a decir, Creus. Tu hermano Toñín, también. Todos, todos los bases éramos como… como muy parecidos. Yo creo que un base ahora es mucho más polivalente. Antes los bases sabíamos que nuestra misión era coger el balón y cagando virutas estar allí. Y que se acercaran lo máximo posible para que nos permitiera tomar la mejor decisión, siendo todos muy cerebrales y metiendo la pata muy poco. Pero ahora esto ha cambiado. Yo en la vida tuve una jugada donde a mí se me hiciera un bloqueo. Nunca. Bueno, miento, había una jugada que estaba hecha para hacer como una falsa penetración mía que me daba la oportunidad de tirar un tirito desde la personal pero que en realidad estaba diseñada para que el alero, que era Brian Jackson, la enchufara. Pero me decías jugadores actuales que me recuerden a mí. Llull en algunos momentos, aunque Llull no es base. Campazzo, también. Ahora mismo los bases tienen más ojo asesino, son más anotadores, más polivalentes…
Ricky Rubio, ¿no?
Sí, Ricky Rubio también. A mí, bases que me hayan encantado… pues te diría que el Chacho. Siempre pensé que tenía un dominio magnífico, brillante. Pero además tenía esa connotación anotadora que ahora tienen casi todos los bases y que nosotros, los que la teníamos, como tu y como yo, la acabábamos perdiendo porque el oficio de base se entendía de otra manera. Y acabamos jugando a lo mejor treinta minutos, y tirabas cuatro veces. Pero era también estar en el Madrid.
Yo, como me iba del club y luego volvía, lo notaba mucho. Cuando salía del Madrid volvía a meter 14, 16… Me acuerdo un día que Fernando Martín me decía “Joe, tienes que tirar más". Digo “coño, ¿qué quieres, Fernando? En veinte minutos he tirado 6 veces. Si jugara todo el partido tiraría 12 veces". Me mira con cara de sorna y me dice: "Tiras demasiado". Y nos echamos a reír.
Cuando yo estaba en mi segundo o tercer año, que fue cuando ya empecé a pintar algo en el equipo, cuando se lesionaba Walter, salíamos Paniagua o yo de aleros, y a mí me sacaban muchas veces de alero titular para suplir a uno de los aleros habituales porque yo era muy hábil jugando, entrando a canasta… Con Carmelo Cabrera, jugar de alero era un chollo. Yo me hubiera comprometido en aquella época a meter 20 puntos en todos los partidos, porque todos los que jugué de dos metía 20-22-24. Porque teníamos un equipo que estaba hecho para meter contraataques.
Oye, de esta filosofía de la trascendencia que estabas comentando antes, de ese afán por quedar en la memoria de la gente ¿cuánto de eso queda ahora en la institución?
¿En la institución o en el baloncesto?
En la institución.
No voy a caer en el error de contestarte a esa pregunta. (Risas). Te hablare del baloncesto. Te diré que creo que nuestro equipo de baloncesto ha recuperado parcialmente eso que teníamos nosotros. No sé cuánto, porque no estoy dentro. Pero parcialmente seguro. Cuando veo cómo se mueven en el campo, cómo se sientan en el banquillo, noto un cierto estado de bienestar, como de decir “joder, me gustan”. Te recuerdan un poco el espíritu de entonces.
¿Y en la sección de fútbol encuentras ese espíritu? Por cierto, tú has jugado mucho al fútbol, no sé si la gente lo sabe.
Yo jugué dos años con los veteranos del Madrid de fútbol. Yo era rematador, delantero centro. Yo he jugado un partido contra el Gijón veteranos, ganamos 2-0.
¿Marcaste?
No, no, porque yo era delantero centro, pero Pachín, el entrenador, me ponía siempre como centrocampista defensivo, y siempre donde veía un charco, ahí me ponía a mí. Y digo “joder, el único charco en todo el campo que hay, ahí me coloca”. Me encantaba jugar al futbol. De hecho, jugaba en el colegio y el entrenador de fútbol se llevó un grandísimo disgusto cuando me cambié de deporte, cuando vio que destaqué tanto en el baloncesto y que tenía que dejar el fútbol Le veo a veces cuando voy al colegio. Miguel, se llama. Y entre todos los futbolistas dijo “oye, chicos, que tenemos que ir a jugar un deporte, que es un baloncesto para pequeños que se llama minibasket y necesitamos diez chavales”. Y diez nos apuntamos y quedamos campeones de Madrid con el colegio. Ese año. Salió una generación muy buena donde estaba Bubu, estaba Peña, había un montón de jugadores que luego fueron más o menos destacados.
Respóndeme a lo de la trascendencia en la sección de fútbol. ¿Hay ahí un espíritu que te recuerde al nuestro?
Puede que haya algunos. Por ejemplo, Sergio Ramos. Me parece que sería un jugador que en un equipo como el nuestro se le hubiera moldeado muy bien. Creo que Benzema es otro tío que en un equipo como el nuestro podría haber mejorado mucho. Pero es que yo creo que el fútbol actual es muy difícil. Claro que ese espíritu, como dicen los matemáticos, es condición necesaria pero no suficiente. Luego tienes que tener un equipazo.
¿Y no lo tenenos?
Tener en tu equipo a un jugador como Cristiano define algo tu forma de jugar. Y nuestro equipo se hizo muy dependiente de ese monstruo. Y luego el resto pues se descolocó.
¿El post- cristianismo está siendo duro?
Cuando tienes un hiperlíder es muy fácil que haya un defecto de liderazgo en los años sucesivos. Un equipo que sabe jugar al fútbol bien, y que además sabe que va a meter al menos un gol porque tiene una bestia así, pues eso te da una tranquilidad enorme. Y es verdad que jugar con Ronaldo o jugar con Messi hace muy difícil que te quedes en cero. Yo no digo que el tipo sea modélico, lo que digo es que en un gran equipo, un jugador como Cristiano le da un plus, aunque luego su marcha lo descojone. Creo que en los últimos tiempos el Madrid ha hecho un fútbol muy muy malo. Para mí.
¿Muy malo?
Muy malo.
¿Desde cuándo?
Ya te digo, en los últimos años, quizá alguna de las Copas de Europa cayera también allí dentro. La última, por ejemplo. Pero es verdad que luego los partidos importantes los supo jugar bien y el Madrid se hizo un equipo de eliminatoria, cuando históricamente el Madrid había sido un equipo de Liga. En eliminatoria, un buen equipo puede ganar al mejor equipo del mundo. En una Liga es difícil que eso suceda…
Y volviendo al baloncesto, ¿a Carlos Alocén lo ves de base?
Me dicen que ya es nuestro y eso me hace muy feliz. El otro día hizo un partido contra el Barcelona acojonante. Este es uno de los chicos, igual que los Hernángomez, que yo no sé si serán los mejores del mundo, o no lo serán. Pero son jugadores que obedecen a nuestro modelo y que tendrán que estar a nuestro alcance. Su padre además fue del Madrid y su forma de jugar es una forma de jugar muy del Madrid, pero independientemente de los puntos.
¿Cómo ves al Barcelona? ¿Tú le ves de favorito en la Euroliga este año?
Bueno, ahora va primero, no lo sé. Yo creo que el Barça tiene un equipo aspirante a cualquier cosa. Igual que podemos decir que el año pasado y los anteriores no lo era, y que lleva como 8 años sin serlo, ahora tiene un equipo fenomenal. Y un entrenador que sabe lo que se hace siempre. Como todos los entrenadores, a veces acierta, a veces no acierta, pero Pesic sabe lo que se hace, es muy bueno. Nosotros jugamos contra él cuando era jovencito. Desde que está Pesic, es un equipo que defiende con muchísima intensidad. Tiene un equipazo. Deshilvanado, pero un equipazo.
Volvamos al pasado. Has hablado de lo que nuestro equipo en su momento representó para el mundo del baloncesto. Pero, ¿qué significó para ti?
Cuando haces recuento de dónde has estado y qué has hecho en tu vida, de las cosas que te han dejado buen gusto, de dónde has disfrutado y has compartido con más gente momentos de felicidad… Nuestro equipo yo creo que ha sido el que más felicidad dio, en aquella etapa por lo menos. Eso me enorgullece mucho. Y me da a mí me da mucha pena cuando vamos por ahí y te encuentras situaciones como Santi Abad, o te encuentras situaciones con muchos otros jugadores…Eso en nuestro equipo era prácticamente imposible. Habrá algunos que están mejor que otros, unos habrán ganado más dinero, otros menos. Otros habrán brillado más, otros menos. Pero tú coges toda aquella generación y haces un equipo donde todo el mundo guarda una sensación de haber sido muy feliz. Yo tengo que decir clarísimamente: yo fui muy feliz jugando al baloncesto, no solo en el Madrid, sino en el colegio y… vamos, el baloncesto fue un elemento que me causó una felicidad enorme. Y otra cosa muy importante, cuando decía “un equipo que aprendió a quererse”. Es que de verdad, aquellos que conformábamos los ambientes en los que nos movíamos acabamos teniendo todos muchos nexos de unión, es decir, el que tenía algo enseguida lo aportaba al grupo. Pani (Paniagua) tenía un tío que se llamaba Mariano, que era de la Rioja y que tenía bodegas, y traía vino. El recuerdo que tenemos es tan bueno que incluso ahora cuando nos reunimos siempre experimentamos, yo por lo menos, una emoción enorme.
Hace poco vino Walter a España y nos reunimos, no pudiste venir…
Sí, vi las fotos. Estabais ahí mogollón.
Ese día yo estaba completamente emocionado, porque claro, yo, aparte de jugar con la mayoría, es que antes de jugar con ellos habían sido mis ídolos. Yo con 13, 14 y 15 yo iba a verlos todos los domingos, porque teníamos un acuerdo con el Madrid, a mí me tocaba en las sillas del fondo, con el colegio, en segunda fila, ahí estaba yo todos los domingos. Ni se me ocurría que llegaría a jugar con ellos. Contigo. De hecho, tengo una historia que nunca te he contado.
Cuenta.
Yo llegaba al pabellón una hora antes del partido para verte en la rueda, para verte calentar. Bueno, a ti y a todos. En la radio habían dicho que no ibas a jugar porque tenías un golpe, pero yo te veía ahí calentando. Así que te pregunté y me respondiste, aunque yo era un mocoso. Cayó un balón por ahí, por donde yo andaba. Pero al lado de mí. Y te dije: “Decía la prensa que no ibas a jugar” Tú me señalaste el labio, que tenias hinchado, y te fuiste sonriendo.
Ese labio hinchado fue por Paniagua, macho. Que me dio un codazo en el entrenamiento. Ya te dije que era un cabrón. Me dio un codazo porque le salió de los cojones. Estábamos entrenando una jugada de banda, y estaba alguien en nuestro lado, en el lado de nuestro banquillo, para sacar. Paniagua estaba puesto en el poste bajo y yo defendiéndolo detrás. Y llevado por el ambiente que había de competencia en el equipo hizo “plaf” y me dio una hostia que me rompió el labio. ¡Y sin haber salido el balón todavía!
Wayne (Brabender) también repartía, ¿no?
De cuando en cuando. Wayne llegó a romperle la boca, no, la nariz, a uno del Emerson o del Milán, en el salto inicial. Y esto es literal. Salto inicial y, de repente, el que le defendía a él se cae. Todo el mundo: ¿qué ha pasado? Entre todos rodeamos a Wayne, y le decimos “Pero Wayne, cabrón, si no había empezado el partido”. Y dice: “Me ha estado mirando MUY mal en la rueda”. (Risas) Pero a él también le daban…Le rompió la nariz uno en Zadar, y siguió jugando, macho, con la nariz así puesta, como si fuera un sello, todo el partido. Y Cristóbal le pegó un tirón y se la medio colocó. Aguantó, aguantó, aguantó y, al final, en una jugada, se levantaba de una suspensión corta de esas que tiraba él tan bien, y el cabrón del yugoslavo se le mete justo debajo para putearle, para que se torciera un tobillo, o lo que sea, y él, que era prodigioso cómo veía las oportunidades para pegar codazos, porque daba unos codazos de la hostia, según tira, plas, con el codo cayendo así, le rompe la nariz. Se la devolvió. Contra el KK Zadar, en un partido que duró 3 horas y cuarto. 117-130 y 41 puntos de Wayne Brabender.
Entrevista: Joe Llorente, Athos Dumas, J. Bengoechea
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Una delicia. Interesante y divertida 2a. entrevista.
Es evidente que si hay talento , como lo había en aquellos tiempos, además de compañerismo y amistad , el rendimiento de un equipo es alto. Me quedo , también , con el “hijoputismo” ( ser bastante cabrón y tener el colmillo retorcido ),las hostias que se reparten son necesarias y útiles para ganar campeonatos. El Real Madrid actual de baloncesto en esos aspectos , tal como reconoce el doctor Corbalán, es parecido al de aquel tiempo.
Un gran recuerdo de Santiago Santiago Bernabéu, Raimundo Saporta y Mariano Jaquotot. Directivos que hicieron mucho por el bien del Real Madrid y , por ende, del baloncesto.
Muy pocos dorsales se han retirado de mi admirada sección del Real Madrid de Baloncesto, para los títulos obtenidos y los JUGADORES que lo lograron.
Hoy en día, casi tendrían que jugar desde el número 50 en adelante.
Una verdadero lujo tener a representantes del madridismo a la altura de Don Juan Antonio Corbalán.
Real Madrid, t'estimo més que a la meva Mare.
Me acuerdo de una anécdota con Corbalán en Tel Aviv, donde era muy querido. Enero de 1987, Copa de Europa. Salen los jugadores del Real Madrid en la típica presentación y empiezan los pitidos: primero para Rullán, el capitán, y por orden numérico para Fernando Mateo, Del Corral, Romay, Branson, Ruiz Paz y... ovación y aplausos para Corbalán. Luego vuelta a los silbidos con Iturriaga y Larry Spriggs.
Esperando ansiosamente el artículo baloncestístico del próximo día 3 de diciembre, por el 30 aniversario de la trágica efeméride de la muerte del Gran: FERNANDO MARTÍN ESPINA.
https://www.youtube.com/watch?v=u3QxpYbah2M
He disfrutado enormemente de esta entrevista por cuatro motivos:
1- Corbalán chorrea madridismo por los cuatro costados. Es estupendo ver cómo fuera de los medios de comunicación, cuando se puede soltar el pelo, la parte más políticamente correcta se diluye y sale más el madridista irredento, con todos los valores que hicieron al Real Madrid lo que es (y no siempre por el lado más pulidito)
2- Bernabéu: enlazando con lo anterior, la anécdota que se cuenta ilustra perfectamente lo que era el Madrid, en fondo, en forma, en el mensaje, en la mentalidad. Nada de Valors y Humilitat, nada de postureo hueco. Ganar, alegrar a la gente, dar lo máximo, ser honrado, ser buen compañero, ser buen trabajador.
3- El lenguaje: no me gusta oir tacos ni a la gente hablar en público como en una verdulería, pero precisamente ver cómo Corbalán entre colegas y para un medio amigo se suelta el pelo (ejem... va sin segundas) y empieza a comunicarse como se hace en un equipo y en competición, y el tremendo contraste que eso ofrece a sus intervenciones públicas, demuestra un cuidado y un respeto a lo que supone hablar en público, con una educación, unas formas y una compostura acorde con la situación, algo que las figuras mediáticas de hoy en día se pasan por el arco del triunfo en pos de una supuesta "espontaneidad".
4- Wayne Brabender era un crack. O un catacrack. De narices.