Juan Antonio Corbalán Alfocea ha sido uno de mis maestros en el baloncesto y en la vida. Aprendí a jugar viéndole cuando era un júnior y, más tarde, cuando se convirtió en el base titular del Real Madrid y del equipo nacional, como le gusta decir. Luego, tuve la inmensa fortuna de ser su compañero durante muchos años y comprender la profundidad de nuestra posición en la cancha, así como muchos de los comportamientos que han guiado mi vida. Es un honor para La Galerna poder entrevistarle y una suerte para nuestros lectores acceder a sus pensamientos. Gracias, Juan.
Háblanos de algo que poca gente conoce: tu francofilia.
Me parece que, históricamente, España siempre ha dado un paso atrás cuando tenía que darlo hacia adelante, o al menos, que se ha abstenido de dar ese paso en dirección al progreso cuando le tocaba. Cuando echamos a los franceses perdimos el tren de la modernidad. La gente habla de la Guerra del 36, pero no se da cuenta de que nosotros llevamos 300 años en guerra civil, y que aquellas guerras de los siglos XVII y XVIII prueban lo que digo, porque las posiciones más centralistas en relación a la estructura del estado eran las más aperturistas y éstas se correspondían con los que apoyaban a los Borbones, dinastía francesa. En cambio, las posturas de la periferia, afines a los Austrias, eran más cerradas, como por ejemplo el carlismo.
Hablas de guerras civiles de centralismo y, sin que afortunadamente sea tan grave el caso, ahora tenemos un problema serio con el secesionismo catalán. ¿Qué opinas de esto, así como de la postura oficial del Barcelona sobre este particular?
A mí me parece que las directivas que ha tenido el Barça siempre han querido estar al plato y a las tajadas.
¿Ves algunas diferencias entre su posicionamiento actual y el que siempre han mostrado? ¿No están más radicalizados ahora?
Los veo igual. Con esa dualidad. Ellos saben que su negocio está en España y Europa. Pero viven permanentemente influidos por la presión social allí. A mi la independencia de Cataluña me parece imposible. Ellos saben que no va a poder ser, y son conscientes de que esa idea supone el secuestro de un territorio que muchos que no somos catalanes podemos sentir como nuestro. El Barcelona siempre ha estado entre dos aguas. Por un lado son estatalistas y europeístas, pero por otro lado son anti centristas. Sacan banderas independentistas en el estadio, pero luego tampoco se les caen los anillos por fichar a tíos de Albacete y por fichar a tíos de Jaén o de Cuenca, o de donde sea, porque a veces son muy buenos, como Iniesta. Creo que son muy ambiguos.
De hecho, el baloncesto lo tienen en manos de un chico de Madrid. Rodrigo de la Fuente.
Y de un malagueño, Nacho Rodríguez. Cuando empecé a ir a Cataluña, en los primeros 70, la sensación era muy uniforme porque parece que había como un enemigo muy por encima, que eran la dictadura y Franco. Pero claro, cuando murió Franco, lejos de que la libertad nos uniera, lo que pasó fue que el estado de las autonomías quedo un pelín cojo y ellos siguieron a lo suyo. En el supuesto de que yo hubiera tenido algo que ver con el Barcelona, en el momento actual o en otros momentos previos, me habría costado mucho trabajo seguir en el club, por culpa de este permanente conflicto.
¿Y qué te parece la actitud actual con el famoso comunicado criticando la sentencia del Tribunal Supremo? ¿No te parece que es un paso más allá? Porque hablas de ello como que es el Barcelona reconocible de siempre. ¿Te parece de verdad que hay el mismo grado de catalanismo?
Sí, a mí me parece que es exactamente igual. Es decir, ellos saben que su barcelonismo se basa en el catalanismo y consideran (para mí equivocadamente) que el catalanismo debe ser independentista. Yo creo que es al revés. Creo que el buen catalán, el catalán que de verdad ha entendido su historia, no puede ser independentista. Tiene que ser… No digo que sea constitucionalista, pero tiene que ser como alguien que se ha implicado dentro de lo que es el resto de España. Que eso no les envilece, sino que al revés, les ennoblece. Deberían entenderlo. A mí me da mucha pena lo que te voy a contar, pero fui dos veces a ver fútbol al Nou Camp, y me tuve que ir las dos.
¿De los improperios de la gente?
Sí. Una de las veces iba con la Selección, y otra iba solo con Miguelito López Abril, base de mi época que jugaba en el Barça. Y nos tuvimos que ir porque llegó un momento que yo dije “mira, Miguel, vámonos”. Cuando empiezas a ver que hay dos o tres que dicen más cosas de las que deben y tú callas, aunque tú calles, hay un momento que estás incómodo. Llega un momento en el que dices “Bueno, y ¿por qué tengo yo que aguantar esto?”.
Encima a ti, que no eras un jugador nada polémico. Eras un jugador de una deportividad intachable.
Pero eso a ellos les da igual. Ellos no están juzgando si uno es bueno o malo. Es mejor tu ladrón que la persona más virtuosa de tu enemigo. Es así cuando estás hablando entre gente cerril . Esto es realmente lo único que siempre me ha molestado del Barça. Aquí terminaban los partidos, en los años ochenta, y los jugadores del Barcelona salían por la puerta de la Ciudad Deportiva. Salían andando tranquilamente, entre los aficionados blancos que salían por ahí y que obviamente los reconocían sin que pasara nada.
Fui al Camp Nou dos veces y me tuve que ir
Y en Barcelona no era así, en cambio… Ahí siempre tenían que ponernos el túnel este de la policía…
Claro, protegidos por la policía…
Pero luego se contagió también un poco el pabellón nuestro, hemos de admitirlo.
Luego se contagió, sí, aunque no hasta esos extremos. Nosotros íbamos completamente escoltados desde el hotel, ¿te acuerdas?, con un furgón de la Policía. En el inicio, era muy duro salir, era el campo más duro. Y era el único así en Cataluña, curiosamente. Mucho más duro que el campo del Joventut, por ejemplo, y mucho más que Manresa… Una cosa es que tú animes a tu equipo, y otra que insultes como elemento consustancial de tu presencia en el Palau. Ellos se empeñaban en acusarte de fascista, o de otras cosas aun más peregrinas.
Como los de la fiesta de la bicicleta, ¿te acuerdas? Que se sentaban justo detrás de nuestro banquillo.
Sí, claro, fueron los precursores de los hooligans españoles. Los Moreno se llamaban, y fue el primer grupo Ultra que existió en España. Además, no eran jóvenes, eran talluditos, unos 50-60. Eran unos veteranos de guerra, ya.
“Ios pá Madrid con la fiesta de la bicicleta”, gritaban. (Risas). “Fills de puta, fills de puta”.
Pero luego hablabas con el resto de catalanes, cuando íbamos con la selección y tal, y la gente pues lógicamente era normal…
Estuviste, jovencísimo, en los Juegos Olímpicos de Múnich. Aquello sí que fue violencia…
Lo viví con la boca abierta y una consternación enorme. Lógicamente nadie podía esperar, y mucho menos en Alemania, que pudiera ocurrir algo de esa magnitud. Nosotros... Bueno, nosotros y todo el mundo, nos quedamos en la zona donde estaba el comedor. Desde allí se veían los edificios donde estaban los israelíes. Veíamos a toda la policía alemana subida a los tejados. Estuvimos así durante todo el día, y cuando ya se dijo que los helicópteros iban a venir, como a las cinco de la tarde, a nosotros nos sacó la Federación. Y nos llevaron a cenar a Múnich, fuera de la villa olímpica. Pero bueno, era una consternación tremenda entre todos los atletas, lógicamente. Porque aquello seguía... Unos iban a competir, otros volvían, pero todos acabábamos allí, claro, unos Juegos Olímpicos tienen como 10 mil personas en atletas. Lo que supuso para todos nosotros fue una sensación de que ni siquiera en los grandes acontecimientos deportivos podías estar seguro. Y todo el mundo, me refiero a los atletas, como que tuvo que tomar una postura frente a lo que era Israel y frente a lo que eran los judíos, que no es lo mismo. Lo judío es una cosa y lo israelí es otra, aunque para todo el mundo parece que es todo lo mismo. No. Hay un concepto que es religioso o cultural donde son todos, si no religiosos, sí son judíos culturalmente hablando. Yo creo que en Israel no habrá más de un 10 por ciento de religiosos practicantes. Podría ser una cosa como en España con el catolicismo. Sin embargo, todos son judíos culturalmente hablando. Bueno, pues eso hacía que allí todo el mundo, en función de ser del este o si era del oeste, o eran americanos o rusos, tuvieran una visión digamos distinta. Y todo eso acabó explotando con la celebre final olímpica de baloncesto entre rusos y americanos.
¿La vivisteis in situ?
Claro, yo estaba debajo de la canasta, porque entonces los Juegos Olímpicos no estaban tan bien hechos como ahora, donde los jugadores tenían zonas asignadas, no, estuvimos allí, tenías un pase y pillabas lo que pillabas y a veces no pillabas nada porque estaba todo vendido, lo que sea, y yo me quedé con un grupo de fotógrafos debajo de la canasta donde Alexander Belov acabaría metiendo la última canasta.
Me enteré hace poco que uno de los cronometradores de la mesa era Joseph Blatter, el que luego ha sido presidente de la FIFA.
No lo sabía.
¿Has visto una película sobre ese Partido que se llama Tres segundos?
La vi, la vi. Es una bazofia.
Es una bazofia y está mal hecha, pero ¿es verdad todo lo que cuenta?
Es mentira, es mentira. Las tres repeticiones fueron justas y se tuvieron que hacer, y fueron la razón por la que ganaron los rusos, cuando a los americanos nunca les había ganado nadie. Pero la película añade cosas totalmente fantasiosas. Yo estaba allí. La primera de las tres repeticiones, ocurrida en los momentos finales del partido, fue así. Quedaban muy pocos segundos y el de la mesa, que tú me dices que era Blatter, le dio al tiempo antes casi de que el árbitro le diera el balón al ruso, con lo cual según cogió el balón sonó la bocina. Claro, no valía. Los americanos se tiraron a celebrarlo, pero, claro, había que repetir. Entonces se repitió.
Y la segunda vez que repitieron ocurrió algo muy parecido, ¿no?
Sí, estaba el árbitro, uno de los árbitros, era un brasileño que se llamaba Righetto, y estaba con Edeshko debajo de la otra canasta, en la que estaba yo, con el balón esperando, y entonces ahí pasó al revés: en lugar de que la mesa diera el bocinazo antes de tiempo, ahora fue que la mesa le hizo la seña al otro árbitro que estaba al lado de la mesa, le dijo "dale", y éste, Righetto, estaba distraído y se quedó con el balón en la mano. Y entonces Edeshko le trincó el balón y también sacó medio tarde, con lo cual se repitió otra vez. Fue un cúmulo de errores entre la mesa y los árbitros. Y a la tercera repeticion es cuando sucede la famosa canasta de los rusos. Y es verdad que el único momento en que el balón salió con el tiempo correcto de la mano de Edeshko atravesó todo el campo, y es curioso, porque en el salto, si os fijáis, salta Alexander Belov, que era un armario, y saltan dos americanos brincadores acojonantes, tres a por un balón, pero él que lo trinca, lo coge.... y los otros es como si hicieran "Pum" y se cayeron, y se quedó tan solo que le dio tiempo a botar...
Y a colocarla tranquilamente.
Yo no me acuerdo ya, pero creo que botó el balón una vez, y metió la canasta. Que creo que no la metió para abajo, no machacó, la dejó suavemente. O sea que aquello para mí deportivamente fue justo porque las tres repeticiones fueron inapelables. Fue justo, aunque los americanos siempre piensan que fue un robo, y de hecho no fueron a recoger la medalla de plata.
¿Qué aprendiste tú en el Madrid? ¿Cómo eran tus compañeros? Cuéntanos un poco el ecosistema.
Era una gran institución, con un Santiago Bernabéu que pensaba en términos de la entidad como un equipo. Bernabéu era un presidente en ese sentido ejemplar. Era alguien muy cercano que hablaba tu idioma, que veraneaba donde podías veranear tú, que estaba fuera de todos los elementos de cierto elitismo. Y de ahí hacia abajo hay que hablar de Saporta, su mano derecha. Saporta era un individuo ecléctico. Era un individuo que sabía perder batallas para ganar guerras, y que tenía muy claro que el secreto de que hubiera un gran equipo era fichar buenos jugadores y que hubiera una autoridad. Y para eso fichó a Ferrándiz. Todos aprendimos de todos los demás en el equipo, porque éramos los mejores del momento sin discusión, pero de Ferrándiz aprendimos ese criterio de autoridad. Era un equipo muy bueno, muy brillante, un equipo donde los entrenamientos, cuando llegué en el 71 al equipo, eran mucho más duros que cualquier partido, porque los mejores jugadores estábamos allí, y nosotros entrenábamos siempre con ritmo permanente de partido. Y creo que ahí se formó un equipo donde había una grandísima unión emocional entre los jugadores: éramos realmente amigos, aunque no fuéramos íntimos, aunque no salieras por ahí. Yo lo he escrito en algunas ocasiones, en mi libro está: éramos un equipo en el que aprendimos a querernos. No a querernos de una manera infundada, sino aprendiendo a quererte. Es saber por qué acabas queriendo a la gente, y nosotros tuvimos todo el influjo de nuestra directiva. Ferrándiz era muy listo y se hizo como el enemigo de todos, y el enemigo común une mucho a la gente.
¿El enemigo de los jugadores?
Llegábamos a un hotel y Ferrándiz decía "deme la mejor habitación del hotel, y seis habitaciones para estos hijos de puta, en el sitio más alejado". (Risas). La disciplina incluía la puntualidad. Decía "si vais al cine, a las 12 en el hotel". Pero nunca me encontré a Ferrándiz viendo si habías llegado. Si alguien nos vigilaba yo nunca tuve la sensación de estar vigilado. Y tuve una sensación de bastante libertad, pero bien entendida, porque la libertad mal entendida, o mal aprendida, es uno de los principales problemas que tienen los grupos humanos y la humanidad. Y yo, como heredero de ese legado, lo que quise transmitir a los más jóvenes que llegaron después fue que aquello merecía la pena.
Siempre hablas de tus predecesores, Ramos y Cabrera. Me consta que Vicente (Ramos) te decia: "Tú eres muy bueno, Juan, seguramente eres mejor que yo. Pero lo que importa es lo que vas a aportar para el equipo".
Exacto. Iba yo una tarde en el R8 de Vicente Ramos por Alfonso XIII, hacia el pabellón, y me iba diciendo, Vicente: "Juanito, tú puedes ser el mejor jugador de este equipo, pero en este equipo nadie te va a reconocer porque seas muy bueno. Te va a reconocer por la medida en que tú puedas hacerles mejor a ellos". Y eso además creo que es bueno para todos los jugadores, pero es especialmente crucial para los bases.
¿Cuanto te influyó Vicente?
Mucho. Era el niño que dices "vamos a cantar", y Vicente cantaba, y cantaba de puta madre. Vamos a comer, y Vicente comía, con el tenedor a la izquierda, esto, aquello. Vicente hacía todo muy bien siempre. Era el modelo a seguir.
El arquetipo.
Sí, el arquetipo.
Y Cabrera era el canario loco.
Sí, Carmelo era el que entendía que no se podía jugar a baloncesto, no se podía hacer nada en la vida que no causara placer. Carmelo era un hedonista en esencia, prefería perder un pase si le divertía imaginarlo y darlo, que dar uno más fácil que no tuviera mérito. Entonces él vivía para disfrutar, y el baloncesto era algo que hacía muy bien y de lo que disfrutaba...
Y tú aprendiste de los dos y, de alguna forma, ¿hiciste síntesis de ambos modelos? Porque según lo cuentas suenan muy distintos, casi opuestos.
Yo me inicié más como Cabrera, era más Cabrera que Ramos, pero era mucho más anotador que Cabrera. Yo, en la Selección junior, metía la mitad de los puntos del equipo. Y en mi colegio pues lo mismo, yo era un anotador. Pero Lolo Sainz me dijo: "Oye, Juan, yo tengo mucha gente para meter puntos, y tengo menos para llevar el balón como creo que tú lo puedes llevar”, porque yo era mucho más rápido que Vicente, y mucho más rápido que Carmelo. Carmelo era un jugador rápido pero zigzagueante. Vicente era un jugador muy seguro, excelente, pero más lento. Y yo era un jugador rápido y vertical, porque estaba acostumbrado a mirar el aro, y a buscar las canastas.
no soy nada de nostalgias, pero aquel equipo nuestro...
Y Lolo te reinventó…
Lolo me dio orden. Me embridó. Me dijo "Oye, espera un poquito, no le metas tanta velocidad, que si tú te esperas un segundo entre el centro del campo y la bombilla del equipo contrario, en un segundo ya verás cómo aparecen los aleros y cómo aparecen otras posibilidades de juego": Y es una de las cosas que he mantenido siempre. En el centro del campo tú tienes que ver qué vas a hacer. Si paraba un poquito, enseguida aparecían dos aleros extraordinarios como teníamos entonces, que eran Walter y Wayne (Szczerbiak y Brabender), que la metían con el culo. Tirabas el balón a una esquina y allí había un pavo que hacía "pum" y "pum".
Y encima te decían "buen pase", ¿te acuerdas?
(Risas). Exacto, Encima te daban las gracias., “Buen pase". Lo más hiriente fue cuando debutó Walter jugando contra Indiana. Yo acabo de pasar el centro del campo, le doy el balón, estaría a 9 metros, y desde 9 metros tira y mete, y me dice "buen pase". ¿Pero cómo buen pase? Si no había ni un adversario a pesar de ser Indiana, ni un adversario en 7 metros a la redonda.
¿Cómo es el entrenador ideal?
A mí me gusta mucho más el entrenador maestro que el entrenador autoritario o estratega; me gusta el que te enseña no solamente a jugar, que también, lógicamente, pero también te enseña cómo tienes que comportarte. Yo en eso tuve mucha suerte. Por ejemplo,Nikolic, que era un yugoslavo que me entrenó en la selección europea, y a quien todo el mundo llamaba “El maestro”. Hubo un partido en que nos ganaba la selección checa, casi por 10 puntos. Y cuando salimos para el segundo tiempo, Nikolic me llama y me sienta en el sillón y me dice, hablando italiano: "Juan, ¿qué te parece el resultado?" Y yo respondo: "A mí me parece que es una vergüenza. Tenemos un equipazo, pero es que la Selección Europea tiene el problema de que hay mucha gente que piensa que esto da igual, que viene a veranear, o que viene de excursión", algo así le dije yo. Y responde: "Me gusta tu forma de pensar y me gusta que mis bases piensen así". Entonces quitó a todos los rusos, a los aleros rusos que se estaban tocando la breva todo el partido, y jugamos con 3 bases y dos largos. Marzorati y creo que venía incluso Eremin en aquella convocatoria, y yo. Jugamos un resto de Partido de guerrilleros, y ganamos al final por casi 30 puntos. Era un entrenador que se daba cuenta de que un técnico, por muy listo que sea y por muy bueno que sea, nunca juega un partido. El entrenador lo piensa y lo vive como algo ideal, en su mundo, como cree que se jugaría, pero cuando tú estás dentro del campo, tú juegas el partido real. Hay que ser un muy buen técnico para percatarse de eso y reaccionar en consecuencia.
Tú podrías haber sido un gran entrenador. De hecho lo eres, pero no has ejercido. ¿Te tiraba más la medicina?
No llegué nunca a plantearme si me tira más una cosa o me tira más la otra. Ya retirado, tuve ofertas a través de Mendoza. Quería que me quedara como técnico, como médico, como directivo… Y las tres cosas me parecían que ocurrían demasiado pronto tras la retirada. Yo estaba muy fatigado. Desde los 15 años, y tú conoces esa dinámica en la que te metes, nunca estaba en casa, nunca había pasado unas vacaciones en familia, nunca con mis amigos… Vas perdiendo a los amigos que fueron referentes. En ese momento sentí que necesitaba oxígeno, irme del mundo del baloncesto un poquito. Y te admito que en muchas ocasiones he tenido la sensación de decir "joé, yo tendría que haber entrenado", pero también sé que si hubiera entrenado no habría sido tampoco un entrenador muy diferencial. Y si vas a estar en algo es para marcar la diferencia. No conozco ningún entrenador que gane con malos, aunque algunos son muy capaces de perder con buenos. Tengo mucho respeto por los entrenadores.
Eso incluso lo decía Valdano. Él decía "Lo más importante, si tienes buenos jugadores, es no estropear las cosas".
Ahí está, hay hasta artículos, que dicen que un entrenador puede mejorar un equipo un 15- un 20%, pero que un mal entrenador lo puede empeorar un 90%.
¿Y Pablo Laso? ¿Qué te parecía como base (te pregunto como especialista) y que te parece como entrenador?
Fue un gran base. Lo que pasa es que no lanzaba especialmente bien y no era un jugador especialmente rápido, pero si era por contra muy hábil y muy listo, y sabía leer muy bien los partidos. Por eso, cuando ese tío se encuentra al mando del equipo hace una primera lectura para mí magnífica, porque volvió a jugar el baloncesto que históricamente jugaba el Madrid. Un baloncesto donde lo que veíamos era el aro contrario. El Madrid tradicional, el nuestro, supo también defender muy fuerte, cosa que ni nosotros sabíamos que estábamos haciendo. Pensábamos que solo defendían los italianos, y yo hablando después con algunos jugadores del Barça, que considero buenos amigos míos, me decían "Macho, es que vosotros defendíais muy bien". Es que en aquellas épocas, para ganar a un Barça por 60 puntos dos veces, como les hemos llegado a ganar, tenías que defender muy bien.
Es verdad. Dos veces por sesenta puntos. Aquella de Walter, que les metió 47 puntos. 125-65 al final.
Así es. Bueno, pues lo que quería decirte con esto es que Pablo Laso fue una magnífica aparición después de un mogollón de entrenadores que lo único que tenían era un concepto muy fijo y casi diría que fuera de la realidad de lo que tendría que ser SU baloncesto, como si un entrenador pudiera decir cuál va a ser MI baloncesto. Tu baloncesto será el que puedan tocar y expresar tus jugadores. ¿Qué es TU baloncesto? Hay entrenadores que difícilmente podrán enseñar nunca nada, aunque si tienen buenos jugadores podrán ganar muchísimos títulos.
¿Y esa rigidez de varios técnicos se acaba cuando llega Laso?
Se acaba. Con Laso se recuperaron muchas cosas, casi todas muy buenas. Es mucho más flexible que otros entrenadores que pasaron, por muy buenos que fueran de nombre.
¿Cómo definirías la época que transcurrió entre nuestro Madrid y el actual?
El equipo fue perdiendo masa crítica, cada vez había más jugadores que venían de otros equipos sin haber vivido lo que era la institución. Era muy difícil que mantuviera los niveles de concentración, de talento, que mantuvimos en algunos momentos. Empezaron a cambiar mucho los americanos, se cambió el campo, se cambiaron muchos entrenadores y el equipo fue perdiendo un poquito esa alma que iba desapareciendo cada vez que se iba uno de los que habíamos mamado en la etapa previa. Yo no soy nada nostálgico, pero bueno, no creo que sea malo tener nostalgia de aquella etapa. Se perdió mucho cuando de golpe nos fuimos Juanma Iturriaga y yo, y Alfonso del Corral, que, aunque estuvo muy poco con nosotros era un individuo que parecía criado en el club, parecía nuestro de toda la vida. Y creo que ahí se perdió mucho y luego ya solamente quedabas tú, que volviste ese año, y Chechu que había convivido mucho con nosotros, y Fernando Romay, que os quedasteis ya como últimos reductos. Y tú digamos en una etapa ya avanzada de tu carrera, porque tú al cabo de un par de años te fuiste a Andorra.
En el 92. Y nos encontramos a la puerta del despacho de Mendoza. ¿Te acuerdas?
Claro. Yo, dos años después de retirarme, había decidido volver a jugar en el Valladolid. Pero al ver que el Madrid se había quedado sin base, porque tú parecía que te ibas al Atleti, pensé: "Espera un momento, tiene cojones que yo vuelva a jugar y que el Madrid no tenga un base. Pues tendré que volver al Madrid, ¿no?”
Claro. Se avecinaba una temporada en la que no teníamos segundo base si yo me iba al Atlético de Madrid. Porque yo tenía una oferta de Gil.
Claro, y yo cuando me enteré dije: “No puede ser que yo me vaya al Valladolid y el Madrid se quede sin base”. Pues cuando yo vi eso, que cabía la posibilidad de que te fueras al Atlético de Madrid, yo llamé a Gonzalo (presidente del Valladolid, con quien ya estaba comprometido) y le dije: "Mira, Gonzalo, te voy a dar una mala noticia. He dicho que iba a volver a jugar al baloncesto y que lo iba a hacer con vosotros, pero el Madrid está sin bases porque Joe Llorente se va al Atleti. Creo que si soy bien nacido primero tengo que preguntar al Madrid si quieren contar conmigo primero". Y el tío lo entendió. Lo entendió muy bien.
¿Esto lo has contado alguna vez antes?
No me acuerdo. El hecho es que voy al despacho de Mendoza para hablar con él y me encuentro contigo allí.
Exacto. Yo iba a decirle a Mendoza que no me iba al Atleti.
Y yo te pregunté: “¿Vas a fichar por el Atleti o te vas a quedar?” Y me contestaste: "No, vengo a confirmar que ya me quedo”. Momento en el cual le dije a la secretaria de Mendoza que no me anunciara porque ya no necesitaba ver al presidente.
Te podías haber quedado de segundo base.
Sí, pero ya ni entré.
Ya ni entraste.
Bien pensado, yo podía ser un buen base para ayudar a un equipo como el Valladolid, pero yo ya no podía estar en un equipo como el Real Madrid. Llevaba dos años entrenando con buenos jugadores, estaba en forma y tal. Pero llevaba sin jugar en la ACB dos años. Y ya no entré, le dije a la secretaria “dígale a Don Ramón que no voy a entrar”. Y ahí se quedó. Cuando vi que tú te quedabas en el Madrid.
Entrevista: Joe Llorente, Athos Dumas, J. Bengoechea
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He disfrutado mucho con la entrevista.
Con Laso lleva razón. El día que deje el Real Madrid, se le valorará con justicia.
Una maravilla de entrevista a uno de los mejores bases europeos de todos los tiempos.
Gracias, Don Juan Antonio Corbalán.
Extraordinarios bases. Míticos.
La entrevista , también, extraordinaria, como no podía ser menos. Muchas gracias.
(*) Hoy hemos perdido en Bilbao. Pero, el equipo lo ha dado todo. Los jugadores actuales son dignos herederos, dignísimos, de los de antaño, los Emiliano, Sevillano, Brabender, Walter, Rullán, Corbalán, Romay...
Tengo una anécdota que explicar de aquella época, en los inicios de Corbalán con el primer equipo. Relacionada con la famosa final en Munich contra Maccabi. En aquella época yo era un joven estudiante de Instituto, lo suyo era ser progre y tal...Pero, me gustaba mucho el baloncesto. Sucedió una fatalidad , coincidió un examen de recuperación de Mates con la final mencionada. Putada . Así que, ni corto , ni perezoso -según como se mire- "puse" una bomba en el centro. En realidad jugué con la imaginación. Llamé desde una cabina telefónica, un cuarto de hora antes del inicio del partido - y del examen- haciéndome pasar por alguien de extrema derecha. La única posiblidad de ser creíble , pues los "rojeras" éramos mayoría absoluta. En teoría yo pensaba que tenía simpatías por las ideas libertarias. En fín, era un tierno, además de un ingenuo y "echao palante". Total, que cuando cogió el bedel el teléfono, proferí una amenaza que llevaba implícita la "colocación" un artefacto explosivo y acabé con un "Dios, Patria y Justicia" de evidentes connotaciones ideológicas. Pues, resultó que todo el Instituto salió y dejó de hacer clase, menos los que tenían el examen de mates... ¡ Joder !. Votaron y decidieron quedarse. Yo creo que un "amigo" mío se pudo ir de la boca , de ahí la ineficacia de mi acción. Aunque, lo importante es que mi Real Madrid obtuvo la ansiada victoria, por un ajustado resultado, en un partidazo donde un chaval que no pasaba de los 18 años contribuyó mucho a la obtención de la Copa de Europa-. A la conclusión del partido, radiante por la victoria blanca me repetía "menos mal que ha ganado el Madrid ".
Grande, Corbalán, me encantaba. Su juego y su deportividad. Me ha gustado la entrevista y estoy expectante ante la segunda parte, excepto por una cosa: todo ese primer tercio dedicado al Barça y sus inclinaciones políticas podía haberse dejado para el final. Ya está bien de hablar de los cansinos culés. Prefiero leer sus palabras sobre la final de Múnich, anécdotas con Brabender y Walter, o con Romay y Fernando Martín, los Juegos de Los Ángeles, la final perdida con la selección en Nantes en el 83, opiniones sobre Meneghin, Epi, Solozábal, Petrovic o tantos otros, antes que devolverle el protagonismo a ese partido político con secciones deportivas. Pero supongo que así salió la entrevista, es la actualidad la que manda. Bravo a La Galerna por contar con madridistas como Juan Antonio Corbalán.
Hola, amigo Barney
Créeme si te digo que la segunda parte es todavía mejor que la primera. Y no habla del Barça.
Espero impaciente la segunda parte.
Saludos.
Impresionante. Una entrevista para leer con reverencia y saborear con deleite. Placeres que convierten un lunes en un día festivo.
¡Y aún queda la segunda parte!
Los "morenos" eran un grupo de seguidores futboleros del Barcelona, a los que llamaban así porque estaban morenos del sol de los campos de entrenamiento del equipo de fútbol. Eran seguidores veteranos, y que parece que no tenían otra cosa que hacer que ver los entrenamientos. Y se convirtieron en una especie de "grupo de presión" barcelonista. En aquellos tiempos, se pemitía, que los aficionados, y los periodistas, asistieran a los entrenamientos.
¿Son estos morenos a los que se refiere Corbalán? ¿También iban al Palau a dar por ahí cuando jugaba el Madrid?.
Saludos.
“Los morenos” creo que eran de etnia gitana y eran una especie de guardia pretoriana de la directiva. A veces iban ataviados con alguna prenda y/o elemento en plan “The Ramones” ( chupas de cuero y esa especie de sombrero-gorra de policía norteamericana-. No puedo asegurarlo, aunque yo les vi en una ocasión “in situ” en el palau babaugrana; tengo interiorizado, por algo será, que Gaspart tenía ascendencia sobre los mismos.
(*) Estoy seguro que el bueno de Siro López tedrá información veraz sobre el origen y misión de “ Los Morenos”.
Si es que esto es lo que mola. Madridistas ilustres. Que han mamado el Madrid, con calidad y que lo han dado todo.
Insisto en una entrevista a Chendo, él es madridismo y ha visto todo de los últimos 35 años.
Pedazo de entrevista a un auténtico mito del Real Madrid. Gracias
Yo he visto jugar a Corbalan en Madrid, donde he vivido, y era una verdadera figura del baloncesto, siempre me ha entusiasmado, después tuve la ocasión de estar comiendo a su lado en una de sus visitas a Ferrol, con Paloma Lago tambien se desplazó a conocer las rias, yo creo que habiamos ido en barco a Mugardos, en fin una gran figura y un gran señor.