El penúltimo presidente del Madrid durante la República, el último electo, se llamó Rafael Sánchez-Guerra. Su nombre, que a los madridistas de ahora pudiera no sonar de nada, pertenece a uno de los linajes políticos más rancios de la primera mitad del siglo XX español. Su vida, el año que le tocó vivir al frente del club, las circunstancias que lo desplazaron de la presidencia durante la guerra y sobre todo, la anacoresis en que decidió pasar sus últimos años, hacen del periplo de este hombre una historia interesante. Soldado en Marruecos, fue periodista, diputado republicano-socialista electo en las Municipales del 31 que trajeron la República, concejal del Ayuntamiento de Madrid, Secretario de la Presidencia de la República, hombre del Coronel Casado al final de la guerra, preso y prófugo de la justicia franquista y fraile dominico. Es una historia digna de ser contada y me dispongo a ello.
En una nota del 1 de junio de 1935, ABC informaba: El Madrid C.F. elige nueva Junta Directiva. Aprobado el nuevo Reglamento por el que ha de regirse el Madrid F.C., ayer fue elegida la Junta Directiva de acuerdo con los Estatutos recientemente aceptados. Los votantes fueron 444 y los elegidos son: Presidente, Rafael Sánchez-Guerra; Vocales, D. Luis Coppel, D. Laureano Ortiz de Zárate, D. Gonzalo Aguirre y D. Valero Ribera. De estos cinco hombres, sólo dos, Coppel y Ortiz de Zárate, pudieron formar parte de la Junta de Salvación que se hizo cargo del Madrid en abril del 39, finalizada la guerra. Rivera (o Ribera) y Aguirre sucumbieron al Terror Rojo en Madrid, y Sánchez-Guerra, el presidente depuesto, estaba a punto de ser condenado a muerte por los vencedores.
Nacido en 1897 en Madrid, Sánchez-Guerra era hijo del destacado prócer conservador José Sánchez-Guerra, el hombre que, siendo Gobernador Civil de Madrid, selló oficialmente los estatutos originales del club, en 1902: en lo que puede considerarse, prueba de la raigambre madridista de los Sánchez-Guerra. José, su padre, cordobés como Niceto Alcalá Zamora, ocupó carteras fundamentales e incluso presidió el Gobierno durante las décadas anteriores a la dictadura de Primo de Rivera. En 1929, junto a su hijo Rafael, estuvo involucrado en una intentona militar contra el régimen, que acabó en desastre. Comenzaba así la aventura política del futuro presidente del Madrid, quien llevaba algunos años siendo diputado, jovencísimo, en Cortes, mostrando una inclinación tan diferente de la de su padre, como igual parecía ser el convencimiento de ambos en que una República salvaría España. El patriarca, liberal-conservador. El heredero, republicano-socialista.
Educado en el semillero célebre del Colegio del Pilar, en donde trabó amistad con los Luca de Tena, en 1918 marchó a África como voluntario, enrolado en los Regulares. En Marruecos, cerca de Melilla, fue herido en una pierna. Era 1921, y regresó a España. Sólo temporalmente, porque volvería pronto al frente, imbuido de un patriotismo que le acompañó hasta el final de su vida, como se desprende de la lectura de su dietario monacal Mi convento. En 1923, condecorado con la Medalla Militar, se establece definitivamente en Madrid, iniciando su carrera de periodista crítico con la recién instaurada dictadura. En ABC, sobre todo, cultivó tanto la crítica política como la crónica taurina. Empieza también aquí su afición por la actividad deportiva. Reconoce en Mi convento que además del fútbol, también era adicto a la esgrima, arte que le sirvió para eludir el peligro en más de un duelo provocado por quienes desairaba en sus artículos, cuando aún existían los duelos.
Cuenta Juan Carlos Pasamontes, en un estupendo artículo en el diario Gol, que fue Sánchez-Guerra, Rafael, quien enarboló la bandera republicana en el Ministerio de Gobernación, despacho de trabajo de su padre durante tanto tiempo, el 14 de abril, por la tarde, cuando todavía Alfonso XIII no había abandonado el Palacio de Oriente. Desde entonces y hasta meses antes de empezar la guerra, fue una especie de valido del Presidente de la República: un lugarteniente, desde la Secretaría General de la Presidencia. El hombre fuerte, el tejedor. Una posición, ciertamente, delicada tanto política como socialmente. Prueba de ello fue el recelo que provocó su candidatura a otra Presidencia, la del Madrid, desde 1931 cabeza huérfana de corona. Ya en 1933, Sánchez-Guerra fue propuesto como presidente, aunque el elegido sería finalmente Luis Usera Bullagal, el hombre que construiría el gran Madrid de la era republicana. En 1933, Rafael Sánchez-Guerra no era socio y la fuerte oposición de los conservadores dentro del Club le hizo declarar que no lo volvería intentar hasta contar “con el voto casi unánime de los socios”. España entraba entonces en un período de convulsiones que precedería al estallido de 1936. Dos años después, en junio de 1935, Sánchez-Guerra lograría, “con amplísima mayoría”, ser elegido presidente, aunque Miguel Ángel Lara cita en Marca la dura oposición a su candidatura de los socios conservadores, quienes se abstuvieron de votar, con Bernabéu a la cabeza.
La presidencia de Sánchez-Guerra fue breve, pero intensa. Le dio tiempo a ganar dos títulos, salvar el Estadio de Chamartín, acrecentar la base social del club y fichar a algunos buenos futbolistas, competitivos. La guerra lo privó de gozar de más éxitos. No obstante, trasladó la sede social del club a un confortable piso en el Paseo de Recoletos, que el verano siguiente sería colectivizado por el Frente Popular, como todo el Madrid. También evitó que el Plan Prieto, una ambiciosa remodelación urbanística de La Castellana dispuesta por el ministro de Obras Públicas en 1933, Indalecio Prieto, asfaltase medio Chamartín. Utilizó toda su influencia política para lograr, mediante permutas de terrenos y cabildeos administrativos, que el plan definitivo, aprobado en Consejo de Ministros, no afectase al estadio, en el cual el Madrid tenía invertidas casi setecientas mil pesetas de la época con vistas a una futura ampliación de las instalaciones.
El Madrid presumía, por entonces, de un triunvirato defensivo de élite: Zamora, la leyenda del arco; Quincoces y Ciriaco. Sánchez Guerra, audaz, quiso reforzar el equipo con Simón Lecue, puntal del Betis campeón de Liga en 1935. Trajo además a Kellemen y Alberty, dos prometedores húngaros, y el Madrid estuvo cerca del doblete. Quedó segundo en Liga, a dos puntos del Athletic de Bilbao, y ganó la Copa. Fue la famosa final de Mestalla, el 2-1 frente al Barcelona, partido envuelto en el nimbo mitológico por significar el último match oficial disputado en la España republicana. Zamora guardó el cofre con la victoria con una postrera parada que levantó una nube de humo; en esa nube permaneció flotando el Madrid, proyecto truncado, paralizado durante tres años y al que costó más de una década resurgir, una vez establecida ya en España la pax sangrienta de Franco. De aquel equipo campeón apenas quedó un recuerdo. La guerra se llevó casi toda la plantilla, devastó el estadio deportivo más moderno de España, Chamartín, hipotecó económicamente los siguientes diez años del club y llevó al Madrid al borde de la Segunda División en varias ocasiones. Y también dejó al Madrid sin su presidente.
Rafael Sánchez-Guerra fue apartado de la presidencia del Madrid entre el 2 y el 4 de agosto de 1936. El Madrid quedaba incautado por el Frente Popular, como todos los cines, clubes, federaciones, asociaciones, empresas o fábricas de Madrid, Barcelona y la mayoría de la España republicana. Así lo contó el periódico Informaciones: Un club democrático como el Madrid, con un plantel de socios netamente republicanos de izquierda, no podía temer nada. La Deportiva Obrera, que tiene un gran concepto de los principios deportivos, encontró justos los razonamientos de algunos socios, y juntos concibieron un plan que ha sido puesto en práctica y aprobado sin excepción alguna, por todos los sectores deportivos de Madrid. Reunidos socios del Madrid y directivos de la Federación Obrera acordaron designar un Comité directivo que sustituya a la actual Junta directiva. El citado Comité, nombrado ya, está integrado por dos directivos pertenecientes a la Federación Deportiva Obrera. Uno de ellos, era Juan José Vallejo.
Concibió la entusiástica estrategia para agrandar el número de socios del Madrid, y quizá, hacerlo más popular -con las connotaciones graves que tenía ese adjetivo en aquel momento- según cuenta Miguel Ángel Lara. Fútbol a peseta, la bautizó, con objeto de llenar el magnífico graderío de Chamartín. Se iluminaba, al fondo del túnel, la vela del fútbol de masas. Es probable que Bernabéu advirtiera lo certero de esta política y la tuviera en cuenta cuando, años más tarde, encauzara los esfuerzos del Madrid en esa dirección, con el consabido éxito. A pesar de ser despojado del cargo, y de que el Madrid entrase en una suerte de fase-REM con el único pilotaje -milagroso, a la postre- del secretario, Hernández Coronado, Sánchez-Guerra no abandonó Madrid. Pasó los tres años de guerra en la capital asediada sin ocupar ningún cargo político, tan sólo el de oficial del Estado Mayor del Ejército durante los peores combates de la Defensa de Madrid. A pesar de su notable desempeño público durante los cinco años anteriores, tendió a ser irrelevante, como todos los republicanos moderados; logró cierta consideración por parte de comunistas y anarcosindicalistas, a pesar de todo. Católico y de costumbres que en la época se motejaban de “burguesas”, mantuvo un status quo personal que no le obligó, por fortuna para él, a participar en ninguno de los múltiples atropellos acaecidos en Madrid durante la guerra.
Cercano de Antonio Ortega, el coronel del Ejército Popular que presidió el Madrid tras el comité de incautación de Vallejo, y también de Julián Besteiro, personalidad política radicalmente opuesta a Ortega, Sánchez-Guerra se movió además en torno al círculo de confianza de Segismundo Casado, el hombre que acabaría dando un golpe de Estado en los últimos días de la República para entregar Madrid a Franco y finiquitar la contienda. Sánchez-Guerra intervino en la rendición, no sin antes nombrar junto con Besteiro, a Melchor Rodríguez García, el “ángel rojo”, último alcalde republicano de Madrid. Luego esperó gallardamente a que lo detuvieran, cosa que ocurrió cuando el ejército sublevado ocupó la ciudad. El 9 de junio de 1939, lo condenaron a muerte, aunque sus singulares circunstancias -destacado republicano con pasado izquierdista, de familia eminentemente conservadora, católico y sin las manos manchadas de sangre- lo libraron con una pena conmutada de treinta años de prisión. Hasta 1944, deambuló por varios presidios españoles, hasta que aprovechó para huir a Francia en el maletero del coche de unos espías franceses.
En París, fue ministro del Gobierno de la República en el exilio, puesto tan simbólico como inútil que abandonaría en 1947. Esto precipitó el derrumbe de este simulacro de Gabinete, que pretendía mantener desde Francia la legalidad republicana tras la derrota militar. Sánchez-Guerra se estableció entonces en esa ciudad y fundó Prensa Intercontinental, una agencia con la que surtió de artículos, crónicas y textos acerca de la actualidad francesa y europea a muchos periódicos de Hispanoamérica. Prosperó y vivió cómodamente hasta que a finales de los 50 su mujer enfermó de cáncer. Amigo personal de Gregorio Marañón, ni siquiera la sapiencia médica de éste pudo salvarla. Profundamente enamorado de su esposa muerta, Rafael Sánchez-Guerra movió sus contactos en el Consejo de Ministros de Franco y en 1960 se le concedió regresar a España sin ser molestado por su pasado político. Culminando una vida de azar, fortuna y desgracia, pidió ingresar como novicio en el convento dominico de Villava, Navarra, en donde llegó con el tiempo a tomar el hábito de la orden después de haberse desprendido de toda su riqueza personal, de su agencia y del calor de sus hijos y nietos en París. Murió en 1964, en la paz conventual, no sin antes recibir la visita, naturalmente, de su Madrid, equipo al que no había dejado de seguir nunca. En abril de 1963, el Madrid visitaba Pamplona para jugar en Liga contra Osasuna. En un acto de caballerosidad a la altura de su propio mito, Santiago Bernabéu llevó a toda la plantilla a Villava, en donde rindieron homenaje al viejo y sorprendido presidente, fray Rafael, causando el alboroto de frailes, novicios y jóvenes seminaristas, entre quienes, como cuenta el propio Sánchez-Guerra en su libro, el fútbol y las competiciones profesionales tenían una legión de seguidores.
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Excelente artículo. Sigo aprendiendo con estos textos dedicados a la historia del Madrid, que me confirman que este club, contra la leyenda negra con que sus enemigos lo difaman, siempre ha sido interclasista y verdaderamente popular.
Buenas tardes D. Antonio, sus artículos son monumentos en la tarea ineludible, imprescindible
irrenunciable y sobre todo urgente en la recuperación de nuestra verdadera Memoria Historica
No sabe el placer que da, cuando discuto con algún culerdo en los foros y siempre terminan
sacado a su presidente fusilado por los franquistas, yo a continuación, les coloco la historia de
D. Rafael que a grandes trazos concocia, ( no con tanto detalle) y las del noveno presidente,
( D. Antonio Ortega) no hay dinero para pagar el gozo que da ver que se quedan con un palmo de narices.
Les animo a usted y a D. Manuel Matamoros a seguir con esta tarea tan necesaria, como
olvidada institucionalmente por el club, en otra prueba de supina incompetencia en la comunicacion
Muchas gracias.
Saludos blancos, castellanos y comuneros
Historia que tú hiciste, historia por hacer...
No he podido evitar emocionarme, Fantan, al terminar de leer tu texto. Tal vez porque hoy sea un día en que estoy especialmente imbuida de madridismo, respeto y admiración por nuestro Real Madrid.
Si alguien todavía pregunta qué es señorío, yo no intentaré dar conceptos de aquí y de allá, simplemente le enseñaré este artículo y lo invitaré a que lo lea hasta el final, y que ese último párrafo lo vuelva a leer un par de veces más. 😉
Gracias, Fantan, gracias por estos artículos que siempre nos regalas.
¡Hala Madrid y nada más!
Conocía la historia, pero aquí está esplendorosamente bien contada, como siempre sabe hacerlo el autor.
Muchas gracias por tan buena lectura.
Emocionante como sabes, Antonio. Bravo.
Hasta en esta competición absurda que creó la propaganda culé, pierden:
Presidentes de FCB condenados a muerte por Franco 0 - presidentes de Real Madrid condenados a muerte por Franco, 2
Buenas tardes La Galerna llevo 3 mensajes que no me publican, quisiera saber el porque, si es culpa
mía o no, GRACIAS