Ayer nos dejó a los 71 años, víctima de una larga enfermedad, Francisco "Ico" Aguilar. Nacido en Santander el 26 de marzo de 1949, el cántabro tuvo una extensa carrera como futbolista, primero en el Racing, luego en el Real Madrid durante ocho campañas, y más tarde, pasada la treintena, en el Sporting de Gijón y el Rayo Vallecano.
Aguilar era un extremo derecho rápido, hábil, refinado y con mucha calidad en sus botas. Sus detractores le achacaban que era algo frío y miedoso y decían que por eso no explotó tanto como se esperaba en sus inicios. Descubierto por el mítico Laureano Ruiz, pasó por el juvenil racinguista y llegó a la primera plantilla siendo un chaval. Pronto fue decisivo con un golazo ante el Ilicitano en el Santiago Bernabéu que significó el ascenso a Segunda del Racing en 1969. Un gol que cambió el rumbo del club.
Dos cursos después, en la temporada 1970-1971, rindió a un nivel espectacular en Segunda, logrando diez goles en la temporada de sus veintiún años y llamando la atención de grandes equipos que buscaban su fichaje. El Racing tenía una gran deuda de 23,9 millones de pesetas y se vio obligado a vender jugadores para sanear las cuentas y no hacer peligrar su supervivencia o la del estadio El Sardinero.
El Real Madrid se fijó en Aguilar y además en un joven delantero llamado Carlos Alonso ‘Santillana’ que fue máximo goleador de la categoría de plata. Los dos fueron en un pack al que se añadió el arquero Corral por un costo total de veintitrés millones. Los tres firmaron en 1971 y la prensa madrileña criticó la alta cifra pagada por unos jóvenes de Segunda. El tiempo dio la razón a la directiva madridista.
Miguel Muñoz le asignó ser el sustituto de Gento en sus dos primeras temporadas y, además de la derecha, también frecuentó la banda izquierda jugando a pie cambiado. De esta forma integró un gran ataque blanco junto a Amancio y Santillana. El cántabro cuajó dos años magníficos y en el primero de ellos, la temporada 1971-1972, se conquistó la Liga.
En 1974 amplió su palmarés con la Copa, en aquella célebre final frente al Barcelona. Los culés habían vencido en el Bernabéu 0-5 en Liga y los blancos se vengaron con un 4-0 en un torneo del KO que aún no admitía extranjeros. Aguilar fue titular y además marcó el tercer tanto blanco que Mundo Deportivo describió como una “internada de Aguilar que se coló por la derecha y cruzó ante la salida del meta barcelonista (Sadurní)”.
La llegada de Miljanic en 1974 le costó un porcentaje de minutos, pero siguió siendo un pilar importante del equipo aunque era discutido desde la grada por su frialdad. El cuadro blanco consiguió un gran doblete de Liga y Copa y el extremo colaboró con cuatro tantos ligueros, uno de ellos un golazo que dio la victoria en el derbi, y otro la diana decisiva en la tanda de penaltis de la final de Copa frente al Atlético.
En el verano de 1975 y 1976 el club fichó competencia para los extremos con la contratación de ‘Chupete’ Guerini del Málaga, la recuperación de Sánchez Barrios desde el Salamanca o el fichaje estrella del danés Jensen. Aguilar lo sufrió en sus carnes y en las tres siguientes campañas pasó a ser un jugador de refresco. Se especuló sobre su salida en varias ocasiones por el exceso de jugadores de banda, pero se quedó hasta la temporada 1978-1979. Aquel año Molowny le dio muchas oportunidades, alternándose con el internacional danés, y tuvo una campaña notable con nueve dianas ligueras y siendo el segundo máximo artillero del equipo. El Real Madrid alzó el Campeonato de Liga por delante del Sporting y Aguilar se despidió a lo grande.
El club blanco y el jugador acordaron separar sus caminos y la entidad, debido a su gran trayectoria con la zamarra madridista, le concedió la carta de libertad. Terminaba así su trayectoria tras ocho temporadas y unas estadísticas de 190 partidos oficiales, 50 goles y siete títulos repartidos en cinco Ligas y dos Copas. Se fue al Sporting. “Tuve bastantes ofertas y a última hora apareció el Sporting. En un par de horas alcanzamos un acuerdo y cogí un avión hacia Asturias” declaró hace unos años en una entrevista.
Allí estuvo dos temporadas en un cuadro gijonés muy potente con los Quini, Ferrero, Ciriaco, Mesa, Joaquín o Jiménez, que peleaba por los títulos nacionales. Su último equipo fue el Rayo Vallecano entre 1981 y 1983. El conjunto de la franja militaba en Segunda y Aguilar continuó dando muestras de su calidad con 18 dianas en dos temporadas hasta que colgó las botas definitivamente con 33 años.
Aguilar también fue internacional español en la época de Kubala como seleccionador en tres oportunidades. Hizo su debut el 24 de noviembre de 1971 en un partido de clasificación para la Euro del 72 ante Chipre. El duelo lo ganó España por 7-0 en Los Cármenes y Aguilar marcó el quinto. Así lo contaba ABC: “Minuto veintiuno: centro pasado de Chechu Rojo por la banda con remate de Aguilar muy preciso que es el quinto gol”. Unos meses después también participó en otro encuentro de la calificación contra Irlanda del Norte que finalizó empate a uno; y ya en 1973 actuó en el amistoso contra los Países Bajos de Cruyff en Amsterdam donde la oranje venció por 3-2. Un choque muy recordado por la pifia entre Reina y Violeta, una de las más importantes del fútbol español.
En su vida posterior a los terrenos de juego tuvo varias experiencias como entrenador en la RSD Alcalá o el Logroñés en la Segunda división B, y también colaboró con distintos medios de comunicación en la función de comentarista.
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Era yo muy pequeño , cuando leí en el Mundo Deportivo que el Real Madrid fichaba a 3 jugadores del Racing de Santander: Corral, Santillana y Aguilar. Recuerdo que me ilusioné con estas incorporaciones. El optimismo y la esperanza de un niño feliz.
Descanse en paz , un buen futbolista.
Yo lo vi jugar en su primera temporada en el Real Madrid en La Rosaleda; yo tenía 13 años y era la primera vez que veía un partido de fútbol profesional. Recuerdo que en una incursión por la banda derecha (la izquierda la ocupaba el argentino Anzarda), el defensa malaguista Monreal le rompió la camiseta tras un agarron. Era un extremo muy técnico y fino en su juego. Luego, lo vería algunas veces más, también en La Rosaleda.