Si el presente artículo le puede parecer desactualizado al lector que hace la gracia de leerlo, ello se debe a que la información que en él se contiene ha tardado más de lo debido en ser contrastada, acción esta muy cara para la actual clase periodística española.
Retrotraigámonos al partido que enfrentó en el estadio de Montjuic al Barcelona y al Real Madrid. Abundante fue el ruido en torno al hecho de que la camiseta culé estuviera patrocinada en este encuentro por los Rolling Stones, que, a la sazón, estrenan un nuevo álbum. El disco es estimable, añado. En el palco estuvieron junto a Laporta Mick Jagger y Ron Wood, es decir, el CEO de la multinacional en que llevan años convertidos los Stones, y el Pájaro Loco Woody, el último miembro de la banda en convertirse en Stone de pleno derecho en 1990. Faltaba uno de los fundadores. Posiblemente el más Stone de los Stones. No me refiero a Florentino Pérez, cuya omnipotencia y tesón le habrían convertido en un miembro de la banda si se lo hubiera propuesto, y que también excusó su presencia del palco, en su caso por las opiniones excretadas por un directivo culé. No puedo decir que me apenara ninguna de las dos ausencias.
Fuentes cuya identidad reservo por su seguridad, me confirmaron que Keith Richards fue visto antes del partido en Madrid, en una zona no demasiado alejada del Bernabéu, donde, al parecer, Keef y Florentino Pérez almorzaron y vieron juntos el encuentro en la residencia de este último. Testigos oculares sostienen que Richards, todo un señor a pesar de la fama que le persigue y que él mismo se ocupa de fomentar, no apareció con las manos vacías en casa del presidente del Real Madrid, sino que, al parecer, portaba una bolsa azul de Ikea en la que se identificaban varios tipos de doritos y patatas fritas, vodka, zumo de naranja, seis litronas de Mahou clásica, una bolsa de mezcla de snacks de chocolate con versiones pequeñas de Mars, Twix, Snickers, Bounty y MilkyWay y un cartón de Winston de las rías gallegas.
Keith Richards se presentó en casa de Florentino para ver el Barça-Madrid con doritos, patatas fritas, vodka, zumo de naranja, seis litronas de Mahou clásica, snacks y un cartón de Winston de las rías gallegas
El encargado de la seguridad de Florentino Pérez, poco versado en lengua inglesa, apuntó que un visitante de peculiar acento, ataviado con una camiseta de Juanito y que se hacía llamar Querrechas entró en el domicilio con una bolsa azul a las 13:50 exactamente. No podemos culpar de nada al bueno de Nicanor, que así se llama el vigilante, natural de Puerto Lápice, pues el acento inglés cerrado, años de abusos de vaya usted a saber qué, el cigarrillo colgado de la comisura de la boca y la media docena de vermús que se había tomado antes de ir a ca Floper, hacían de Keith una persona, digamos, complicada de descifrar.
Conforme al testimonio de alguien que allí estaba, el almuerzo transcurrió sin sobresaltos, si tal pudiéramos denominar a la práctica extinción de un par de añadas de tinto Arzuaga Ribera del Duero por parte de Richards mientras Florentino daba buena cuenta del agua de Madrid, la mejor, con los comensales alternando español e inglés en su parla. La previa del partido tuvo lugar en torno a la mesa del salón, presidido por el propio Florentino y, sobre todo, por una pantalla de 115 pulgadas gracias a la cual ambos advirtieron, regocijados, el buen cutis que tiene Bellingham. Keith alternaba su sillón y la ventana, a la que salía a fumar cada pocos minutos presa de la inquietud y de la tensión competitiva, mientras que el presidente madridista le preguntaba cómo se apellidaba Kepa, pues la manera en que el guitarrista inglés pronunciaba “Arrizabalaga” le despertaba honda hilaridad.
El tempranero gol de Gündoğan y, en general, el primer tiempo jugado por el Real Madrid, irritaron en extremo a Florentino y a Keith. El primero comentaba el choque vía WhatsApp con un destinatario desconocido cuyo contacto sólo respondía a “José”, y el segundo, armado con un Alcatel One Touch Easy, no escribía a nadie, sino que encadenaba cigarrillos y los alternaba con Snickers y patatas receta campesina. El descanso sirvió para que el presidente explicara a su invitado que el que comentaba el partido en la televisión no era el mismo que cantaba en Guns n’ Roses y para que ambos, hombres de edad, visitaran el cuarto de baño.
La segunda parte elevó los ánimos, los de Florentino por la notable mejora en el juego del Madrid, y los del Stone gracias al contenido de la botella de medio galón de Stolichnaya que fue menguando en forma de destornilladores, es decir, con zumo de naranja, si bien el contenido de una copa casi llena se fue al suelo tras volar por el salón tras el tremendo disparo de Bellingham en el minuto 67 que supuso el empate. Ante eso, Keith sólo pudo reír de manera ronca y repetir con acento inglés “¡Alegría, alegría!”, mientras Florentino se negaba a permitir que el pensamiento del cerco de zumo con vodka en la alfombra le distrajera del golazo del nuevo ídolo madridista. En ese momento, le asaltó el pensamiento de que Bellingham es idéntico al faraón Akhenatón y que Jude estaba, como este, llamado a grandes gestas.
Todos sabemos que el presidente es un visionario, porque en el minuto 92, Jude de nuestras entretelas, marcó el gol que completaba la remontada y corroboró la idea que le rondó la cabeza segundos antes. Se consumó la locura, saltos, gritos, abrazos, Florentino aprovechando para quitar un cigarrillo a Keith y fumárselo en el salón tras brindar por Negreira una vez el partido concluyó. Tras ese momento, no tengo más información, pero hay un rumor de que Keith se fue a su hotel pasadas las 2 de la madrugada, que Florentino tiene varias guitarras en casa y que hace de manera más que correcta los coros en Sympathy for the Devil y los falsetes de Miss You. Lo que sí que confirmó Nicanor es que los dos se despidieron con un abrazo, Keith exclamó un “¡Hala Madrid!” y Florentino le respondió con un “¡nos vemos en la gira!”.
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Jajajaja!!
Gracias, me he reído mucho!!! Lo de los falsetes del presi en Simpathy for the Devil es brutal
¡Qué bueno!
Keith Richards simpatiza , entre otras cosas, con el Madrid. Su ausencia en el palco culer no fue casual.