De todos es conocido el compromiso social del Real Madrid, demostrado con creces a lo largo de su historia y con especial énfasis durante esta pandemia. Florentino Pérez ha ido más allá y se ha presentado voluntario a la campaña “Que te vacune un famoso” en representación del club. La iniciativa surgió de los Cuerpos y Fuerzas de Vacunación del Estado para paliar la posible reticencia que pudieren presentar algunos especímenes humanos a ser inoculados con esta sustancia farmacológica. Como su propio nombre indica, se trata de que una persona conocida inyecte la vacuna a los eslabones más descreídos o temerosos de la sociedad, así como a niños pequeños que presenten fobia a las agujas (o abujas, como dicen ellos).
También ha salido a la luz que Messi se encuentra en Madrid disfrutando del periodo navideño. Cada año por estas fechas, acude a Galerías Preciados a comprarse unas polainas. El argentino no ha encontrado otras mejores en todo el planeta y la visita a la capital es obligada para proveerse de esta prenda. Messi las utiliza para ir a buscar níscalos (o rovellons, como diría Sazatornil en La escopeta nacional) y protegerse la zona baja de la pierna de posibles pinchazos y arañazos de cardos y demás maleza que puebla el campo.
Encontrábase Messi probándose polainas cuando recibió una llamada de su centro de salud:
—Buenos días, ¿Lionel Andrés Messi Cuc… Cuchitín… Cucú…?
—¡Cuccittini! Sí, soy yo, bueno días, ¿qué desea?
—Soy Mamen, su enfermera. Le llamo porque los Cuerpos y Fuerzas de Vacunación del Estado han decidido que pertenece usted a uno de los grupos de riesgo y ha de vacunarse de manera inmediata. Hoy.
—¿Grupo de riesgo?
—Sí, aquí pone que por jugar en el Barça. Al parecer, la pertenencia a ese club puede provocar frustración y abandono aeroportuario, lo cual aumenta el riesgo de contraer covid-19.
—Pero ahora estoy en Madrid, no puedo ir a vacunarme al ambulatorio de mi barrio. Además, me dan miedo las abujas. Tengo un trauma.
—No se preocupe, podemos darle cita ahora mismo en cualquier centro de salud de la Comunidad de Madrid.
—Jo, no, ¡me da miedo! ¡Buaaaah! —llora Leo al aparato.
—Está bien, si lo prefiere, puede acudir a una fiesta en la que habrá chuches globos, mayores, niños y famosos vacunando. Y allí será usted inoculado.
—¿Y no puedo vacunarme vía burofax? —intenta Messi a la desesperada.
—No, señor, ha de ser de manera presencial. Además, debe llevar usted su propio brazo, no puede traer el de otro.
—Está bien, si no hay más remedio, acudiré a la fiesta que usted dice, me parece la mejor solución.
Y allá acudió Leo Messi, a la sede de la Real Federación Española de Esgrima, donde un nutrido grupo de voluntarios famosos se entretenía poniendo banderillas a quienes optaban por esta forma de vacunación. También intentó participar un desnutrido grupo de voluntarios famosos, pero no les permitieron la entrada porque tenían muy mal aspecto.
—Hola, soy Messi, vengo a que me vacunen.
—Buenos días, adelante, primera fila a la derecha, descúbrase el brazo que más rabia le dé.
Messi se se quitó la americana —debajo lucía una elegante camisa de manga corta con chaleco— y aguardó paciente su turno. Había una fila única, como ocurre ahora en el Carrefour, y la sensación era que la vacunación se desarrollaba con agilidad. Los personajes públicos que mejor estaban desempeñando la tarea eran los toreros. Alguno se adornaba a la hora de clavar la jeringuilla y la inyectaba al quiebro.
Delante de Messi había una abuelita que cuando llegó su turno fue vacunada por Sergio Dalma. La mujer, contentísima, pidiole bailar, pero el cantante le contestó que la eficacia de la vacuna no era tan rápida y lo mejor era no acercarse mucho todavía.
—Señor Messi, siéntese aquí y presente el brazo, haga usted el favor.
Leo obedeció al enfermero, se santiguó y ocupó una de las sillas vacantes, preguntándose qué celebridad se encargaría de vacunarle.
—¡Ni en pedo! —exclamó el rosarino—, ¿de todos los boludos del mundo tenés que ser vos quien me pinche?
—Querido Leo, yo he nacido para vacunar a Messi —declamó Florentino Pérez sin perder la sonrisa mientras inyectaba la vacuna al diez azulgrana.
Messi comenzó a llorar, tenía miedo. Florentino le regaló una foto dedicada de Pepe para que se le pasara el berrinche y Leo la abrazó y pareció calmarse. Como indica el protocolo, el argentino hubo de esperar unos minutos en observación por si se presentara o presentase algún efecto secundario. Pasado un cuarto de hora, Messi sonrió, miró a Florentino con los ojos repletos de ilusión y dijo:
—Presi, ¿me renueva?
—Claro que sí, claro que sí —calmole Florentino a Messi mientras lo acurrucaba cual bebé.
El presidente del Real Madrid le dio una servilleta a Leo para que se secase las recientes lágrimas y el argentino procedió a estampar su firma en ella sin pensárselo dos veces. Para Messi, la vacuna tuvo “afectos” secundarios, y desde entonces, quedó prendado del Real Madrid y decidió que no correría más para defender la camiseta del Barcelona.
Afectos secundarios, qué bueno...ja ja jaaaaaa. Un buen cuento de Navidad pandémica. Por cierto, yo llevaba a mis hijas a los Reyes Magos de Galerias Preciados de Callao...
¡Gracias, Cibeles! Espero que hayáis pasado una feliz Navidad y os deseo un buen 2021.
Saludos.
Yo iba al Galerías Preciados de Arapiles, pero no a comprar polainas.
Confío en no toparme con las Cuerpas y Fuerzos de Vacunación del Estado.
Imagino a Laporta vacunando con el puro y el champagne en la mano y tiemblo.
Saludos.
Si ves a Joan, cierra Laporta.
Saludos.
Es el artículo con el que más me he reído de todos los que he leído de la Galerna. Me dejo para mañana el del maestro ,Fred Gwynne.
Gracias, Paco, por hacerme reir y pasar tan buenos ratos este año, que tanta falta hacía. ¡Felices fiestas a ti también y a los tuyos!
¡Jajajajaja! Lo de no correr hace tiempo que lo viene poniendo en práctica, no ha sido por la vacuna.