Mayo. 2020
Siglo XXI
Las sondas espaciales Voyager (I Y II) fueron enviadas al espacio en agosto y septiembre de 1977. La misión, inicialmente prevista para una duración de cinco años, cumplirá dentro de pocos meses su cuadragésimo tercer aniversario, convirtiéndose de esta forma en los primeros instrumentos artificiales construidos por el hombre en alcanzar el espacio interestelar.
A una distancia en junio de 2018 de 141 UA (21 093 299 768 km) del Sol, y después de dejar atrás la heliopausa, el 25 de agosto de 2012, le quedan aproximadamente 300 años para alcanzar la nube de Oort, en los límites del sistema solar y 40.000 más para pasar por la siguiente estrella más cercana en su trayectoria.
Los valiosos datos enviados por las dos Voyager consiguieron, según palabras de Donald Gurnett, uno de los profesores de Astronomía encargados de la misión, que a las veinte escasas páginas que hasta ese momento ocupaban en los libros los planetas exteriores del Sistema Solar, hubiese que añadirles muchos más capítulos repletos de todo tipo de detalles.
—Presta atención, Fred, esto es lo más importante.
Ambas sondas, descritas en varios artículos como una de esas botellas que los náufragos lanzan al mar, llevan en su interior un mensaje, un disco gramofónico de cobre chapado en oro, cuyo contenido fue seleccionado por un comité de expertos dirigido por Carl Sagan. Este disco contiene, en previsión de que la nave fuese interceptada por alguna civilización extraterrestre en los confines del universo, sonidos e imágenes de las culturas humanas y de la vida de la tierra. En el disco podemos escuchar desde La Flauta mágica de Mozart hasta Johnny B. Goode de Chuck Berry, pasando por saludos en cincuenta y cinco idiomas o decenas de sonidos entre los que se incluyen la lluvia, el viento, el mar, lobos, pájaros, fuego, trenes, autos o besos. También podemos ver ciento dieciséis imágenes de la Tierra, Marte, el Mar Rojo, esqueletos, definiciones químicas, anatomía, óvulos, nacimientos, ríos, dunas, la Gran Muralla China, Monument Valley, nieve, supermercados, violines, delfines, bailarinas, gimnastas, velocistas, montañistas...
—¿Qué te parece?
Más que la pregunta, lo que me cogió por sorpresa fue el tono. Conocía lo suficiente a mi Presidente para saber que aquella interrogación escondía una mezcla de enfado e impotencia. No sabía qué tenía que responder ni qué me tenía que parecer, ni siquiera conocía el motivo por el cual Florentino me había llamado por teléfono y me estaba leyendo aquel artículo tan espacial. Afortunadamente él mismo se respondió:
—NO TIENEN VERGÜENZA, NADA DEL REAL MADRID, NADA. Coño, que en el 77 ya habíamos ganado seis Copas de Europa. ¿A quién se le ocurre mandar un disco al espacio con lo mejor de la Tierra y no meter al Real Madrid?
—Lleva usted razón, Presi —dije aliviado.
—Claro que tengo razón y precisamente por eso mismo ya he encontrado los cauces necesarios para solucionar este sinsentido. Escucha atentamente: si los plazos se cumplen lanzaremos al espacio un disco con lo mejor del Real Madrid el día de la inauguración del Nuevo Santiago Bernabéu. Será la mejor acción publicitaria de la historia, superará todo lo hecho anteriormente y se hablará de ello en cada rincón de la Tierra. De paso repararemos la injusticia histórica de las Voyager y conseguiremos ser el primer equipo del mundo en tener aficionados extraterrestres.
Me quedé mudo unos segundos. Luego estallé atropellando mis palabras.
—Es usted un genio, el Copérnico de los presidentes, el Galileo del fútbol. Ya sabe que puede contar conmigo para lo que necesite, ya conoce mi lema: “No preguntes lo que puedes hacer por el Real Madrid, pregunta lo que el Real Madrid puede hacer por ti”. No, espere, creo que es al revés: No te preguntes si el Real Madrid... no, tampoco, bueno, eso, que estoy a su disposición.
—Y tanto que estás a mi disposición. He pensado en ti para preparar el disco, tienes que ponerte en la piel de un extraterrestre que se acerca por primera vez a nuestro equipo y al que queremos comunicar lo que es ser madridista. Hay que llenar ese disco con lo mejor de la historia del Real Madrid: sus inicios, sus mitos, triunfos, jugadas inolvidables, las Copas de Europa, Ligas, anécdotas, remontadas, superación, fe, lucha, entrega... todo aquello que sumado dé, más o menos, una visión de lo que es el mejor equipo y la mejor institución deportiva de la historia. Quiero que empiece a escucharlo un extraterrestre y acabe de hacerlo un madridista.
—Será un honor hacer ese disco, Presidente, confíe en mí, le he demostrado sobrada experiencia.
—No me falles.
—No lo haré, puede estar usted tranquilo, le llamo en cuanto lo tenga acabado.
Enero. 2021
Siglo XXI
Ya tenía casi finalizado el contenido del disco. En lugar de ser de cobre y chapado en oro, lo había hecho de oro macizo con incrustaciones de diamantes. Tampoco era cuestión de racanear: ser el mejor equipo de la historia exigía los mejores materiales.
Después de consultar todos los fondos del Real Madrid decidí tomarme unas ligeras licencias creativas. El Club disponía de suficiente información en sus archivos como para llenar cien discos, así que me limité a transcribir lo que consideré más importante. Hasta aquí ningún problema, pero ¿qué sucedía con la información del futuro? Es decir, si un extraterrestre se encontraba con el disco, pongamos, en el siglo XXV, ¿Quién le iba a informar de nuestras siguientes conquistas? ¿Quién iba a cantarle la gloria eterna de nuestros futuros éxitos?
Me entendéis, ¿verdad?. Es como si ahora llegase a nuestras manos una sonda espacial glosando los éxitos de las primeras seis Copas de Europa y nosotros desconociésemos el resto. Y las otras siete, ¿eh? ¿Qué pasa con las otras siete y la mitad de nuestra historia? ¿Nos íbamos a quedar sin saborear el aguanís de Raúl, la Quinta del Buitre, a Santillana volando, a Hugo Sánchez, el tacón de Redondo, Juanito, el cabezazo de Ramos, la chilena de Bale, a Cristiano batiendo todos los récords y las Cinco de Siete?
No lo podía permitir. Si llevábamos más de un siglo ganando, porque ganar era el Real Madrid, estaba claro que íbamos a seguir haciendo lo mismo.
Hice mis cálculos. Veamos, el Madrid gana de media una Copa de Europa cada cinco años, es decir, veinte por siglo. Cinco siglos: 100 trofeos, más las 14 que ya tenemos, 114, que convenientemente redondeadas con la inquebrantable fe madridista nos llevan a la redonda cifra de 150 Champions. Ligas puse 400, tengo la corazonada de que vienen unos siglos muy buenos. Intercontinentales: 147. Copas del Rey: 412. Y para terminar, el trofeo que consideraba más seguro: si habíamos sido elegidos como el “Mejor Club del Siglo XX” estaba claro que cinco siglos, cinco trofeos más.
¿Es una mentira incluir en el disco que el Madrid tendrá dentro de cinco siglos 150 Copas de Europa o es un simple adelanto del esplendoroso futuro que nos aguarda? ¿Quién soy yo para hurtar de gloria a nuestros futuros aficionados extraterrestres?
Inauguración Nuevo Santiago Bernabéu
Diciembre. 2022
Siglo XXI
Ya está el disco dentro de la sonda espacial. Me ha quedado precioso. Lo he ido perfeccionando cada vez más, añadiendo un devenir tan victorioso como nuestro pasado. Lo que más me ha costado ha sido inventarme los nombres de los futuros jugadores del Madrid. Quería que fuesen sonoros y a la vez, como un guiño a nuestros futuros aficionados, fichados en cualquier galaxia, por muy lejana que esta fuese. Siguiendo con el espíritu universal que siempre ha guiado al Real Madrid he confeccionado varios equipos de leyenda sin mirar si son españoles o galácticos. Estoy especialmente orgulloso de uno del siglo XXIV con una delantera brutal formada por Cassiopeio, Centauri, Geminio II y Telescopio, que conquistó 16 Copas de Europa seguidas.
En la portada del disco he enmarcado el título, una foto de Florentino y el escudo grabado. No quiero presumir, pero sobre el fondo de oro y diamantes queda todo monísimo.
HISTORIA DEL REAL MADRID.
CINCO SIGLOS DE ÉXITOS: 1902-2402.
En la contraportada he optado por un collage de jugadores de los cinco siglos sobre el que destaca la frase:
“El Real Madrid se pasea por Europa y los confines del universo como antaño se paseaban los vikingos, arrasándolo todo a su paso”.
He metido algunos jugadores sacados directamente de La Guerra de las Galaxias, no sé, he pensado que siendo extraterrestres los sentirán como mucho más cercanos, como si fuesen de la cantera o de la familia.
Como no conocerán la película, tampoco creo que se den cuenta de este pequeño engaño. Chewbacca, que está justo al lado de Sergio Ramos y Telescopio, es un histórico defensa del siglo XXII y Obi-Wan Kenobi, que aparece justo encima de Modrić, un centrocampista con gran salida de balón gracias a que levita y sortea defensas sin ninguna dificultad. A R2D2 lo fiché de portero en el año 2177. Ganó diez Guantes de Oro seguidos. Mito.
No sé cómo lo ha conseguido Florentino, pero la sonda espacial le ha quedado de lujo. Es blanca, con forma de Copa de Europa y con el escudo del Madrid luciendo en sus alas.
El lanzamiento, transmitido en directo a todo el mundo por los miles de periodistas que han pedido acreditación para este histórico evento, se va a realizar dentro de diez minutos desde Cabo Valdebebas, exactamente 24 horas antes de la inauguración del Nuevo Santiago Bernabéu.
Estoy muy nervioso. Esperando la cuenta atrás ya me he tomado cuatro vinos y una docena de croquetas. Tengo la lengua suelta y hablo hasta por los codos.
Ya faltan solo dos minutos...
Un minuto.
¡Quedan 10 segundos!
10, 9, 8...cuatro, tres, dos, uno, CERO.
El lanzamiento fue un éxito sin precedentes. Varios millones de personas vieron elevarse en directo el cohete en el cielo de Madrid y cientos de millones más lo siguieron por televisión o internet.
“De Madrid al cielo” tituló MARCA. AS dijo que Bale se había ido cinco minutos antes del lanzamiento y SPORT y Mundo Deportivo le dedicaron un pequeño faldón con el mismo texto: Ha sido un despegue con mucha suerte, pero sin estilo.
Al día siguiente, con la sonda madridista a miles de kilómetros de distancia de la Tierra, se inauguró el mejor estadio del mundo, el Nuevo Santiago Bernabéu.
Esa misma noche Florentino me invitó a una fiesta privada en su casa. Entre canapés, Dom Pérignon, jabugo y saludar a ilustres madridistas, el tiempo se me fue volando. Estaba a punto de marcharme cuando el Presidente se acercó a mí.
—Ha sido un gran éxito, felicidades. ¿Sabes que estamos pensando seriamente en mandar una nave tripulada a la Luna para plantar una bandera del Madrid? ¿Has pensado en ser astronauta?
Planeta Santia-GoxBE
Galaxia GN-z11 __
Unidad temporal terrestre: Siglo XXCDLVII
Los dos alienígenas miraron descender la sonda con indiferencia. Habían salido a caminar y tomar el aperitivo (se alimentaban exclusivamente de aperitivos dieciocho veces al día), cuando vieron caer aquel extraño objeto a unos cinco kilómetros del lugar donde se encontraban. No mostraron ningún tipo de sorpresa ya que hacía muchos miles de años que habían eliminado las emociones de todas aquellas actividades vitales innecesarias para su alimentación y reproducción. Aunque tenían órganos para la audición y articulación de los sonidos, los utilizaban en ocasiones muy especiales que se producían cada mil o dos mil años. Para comunicarse en el siglo a siglo se valían de una telepatía rudimentaria, una especie de eco de murciélago que tropezaba, produciendo errores e interferencias, con sus dos pensamientos más comunes: el sexo libre (su forma de reproducción más habitual al desconocer completamente tanto la pareja como la familia) y la caza de una especie de números primos de extrema dificultad. Como no tenían nada que hacer hasta el siguiente aperitivo se elevaron varios centenares de metros del suelo y recorrieron el espacio que les separaba de la sonda tarareando mentalmente un repetitivo sonido parecido al de un exprimidor eléctrico que les producía cierto gustito. Al llegar se fijaron en aquellas extrañas figuras que lucía el objeto en sus alas y en el brillo que irradiaba un disco en su interior. Abrieron la escotilla de la nave, cogieron el dorado disco y se fueron a tomar el decimosegundo aperitivo del día.
Planeta Santia-GoxBE
Siglo I d. D. (después del Disco).
¡Cómo podían haber sido tan idiotas! Todas las galaxias del universo jugando al fútbol y ellos sin enterarse hasta que habían descubierto ese disco de oro que les había enseñado el mejor sentimiento con el que nunca pudiesen soñar: ser madridistas.
Su ignorancia había hecho que se perdiesen varios millones de Copas de Europa ganadas por el mejor equipo del universo conocido: el Real Madrid. Habían cambiado el formato y el nombre del trofeo miles de veces, pero seguía siendo el mismo espíritu: dilucidar el mejor de los mejores, el rey del universo. Ahora se llamaba Copa de Campeones Interplanetaria y ese mismo fin de semana, en la Tierra, a diez mil millones de años luz, en el mejor estadio jamás construido, con capacidad para 17.000 millones de espectadores, el Real Madrid jugaba una nueva final contra un equipo vestido de rojo y blanco, al que el fútbol, según decían, le debía 109.217 Copas de Europa.
Y ellos iban a estar allí para comprobar, una vez más, como el Real Madrid no pensaba pagarla.
Como el viaje iba a ser largo se tomaron cuarenta aperitivos de golpe, se pusieron las camisetas blancas con el escudo del Madrid que tanto amaban y se montaron en la nave espacial que habían fabricado para la ocasión: una réplica exacta a tamaño natural del Nuevo Bernabéu construido por Florentino Pérez en el siglo XXI.
Ajustaron las coordenadas de Madrid en su brillante nave en la que refulgían soles de todos los colores, se pusieron cómodos en sus anatómicos asientos decorados con el escudo del equipo, y un momento antes de partir, gritaron, olvidándose de la fría telepatía, el inmortal grito que desde hacía millones de años se extendía de galaxia en galaxia por todo el universo:
¡HALA MADRID!
Una mente privilegiada, sí señor. Jejejeje.
Simplemente brillante Fred!...qué mejor manera de empezar este domingo. Hala Madrid! y un fuerte abrazo madridista desde Iquique, Chile.