El gran parto bernabeuísta
Ahora que se comenta con mucho entusiasmo «lo que deben Madrid y Barcelona», a colación de la situación ruinosa del club catalán, es necesario hablar de todo lo que significa la reforma del Santiago Bernabéu. La comparación no puede ser más tramposa naturalmente, pero estamos hablando del periodismo deportivo español, que es el patio de Monipodio. Metiendo al Madrid de por medio, ítem más, a Florentino, se diluye como por magia la responsabilidad de todos esos «órganos reguladores» encargados de ejecutar «los mecanismos de control» sobre las finanzas de los clubes, en concreto la responsabilidad suprema de la Liga de Tebas en que la plantilla del Barcelona, por ejemplo, no vea un duro desde hace meses. Con cualquier otro equipo esto hubiera supuesto automáticamente el descenso a Tercera o algo por el estilo. Me estoy acordando del Real Oviedo, que casi desapareció por algo semejante. El Barcelona debe hasta de callarse pero con la impunidad histórica que caracteriza al modo de conducirse de esa entidad, su quiebra ni siquiera espanta a nivel mediático porque se la equipara con fullería con la del Madrid, demostrando que no hay de qué preocuparse. Pero el grueso de la deuda madridista tiene que ver con una obra que es más que un lavado de cara de un estadio septuagenario. Esta reinvención del club en torno a un nuevo coliseo es seguir los pasos de la política «del corto y del medio plazo» que pregonaba Santiago Bernabéu como ejemplo para la gestión de un equipo de fútbol. Si el Barcelona está a pique de quebrar por culpa de pagar cantidades fuera de mercado a sus fichajes, de pagar con sobreprecio a multitud de futbolistas y sobre todo, de mantener encerrado a Messi en una jaula de oro macizo, el Madrid se ha endeudado para lograr la hegemonía futbolística del futuro. Hay, en el plano moral, una diferencia como la del día con respecto a la noche. Pero, ¿qué sabrán de moral en Movistar Deportes?
Pero ya a estas alturas, después de dos años y medio sin Cristiano y con la Copa de Europa, en el horizonte mental del madridista, tan lejos como a mediados de la década ominosa (2004-2011), parece claro que la búsqueda de la hegemonía del fútbol del futuro pasa por sacrificar la del fútbol del presente. Que el camino hacia la tierra prometida del nuevo estadio implica sangre, sudor y lágrimas. El Madrid sólo tiene equipo para competir a duras penas por la Liga pero, ¿se ha explicado por qué? La ausencia de comunicación club-afición es tal que no sólo no se cuenta que hay que hacer ahora un sacrificio grande (todos los clubes que se han hecho un estadio nuevo han abandonado la élite por algún tiempo, algunos de manera definitiva, como el Arsenal; el mismo Bayern, en el cambio del Olympiastadion al Allianz, no olió unas semifinales de la Copa de Europa entre 2001 y 2010) sino que además ese sacrificio pertenece a la tradición histórica madridista. Es genuinamente bernabeuísta, pues la filosofía de don Santiago no era sino una versión ampliada y adaptada a los tiempos de toda una escuela de acción y pensamiento «made in Real Madrid» que él mamó desde muchacho, haciendo de todo en el Madrid, desde utillero hasta vicepresidente. Florentino, que ha profesado públicamente una devoción absoluta a la memoria del patriarca, ha desistido de contarle al madridista cuál es su cosmovisión, a excepción de los períodos electorales. Por ejemplo, Bernabéu creía que al socio había que educarlo, pues, según el profesor Bahamonde, le parecía que «uno de los problemas de los clubes consistía en que éstos solían circunscribir su acción al corto plazo impuesto por las dinámicas electorales, pero una empresa privada no podría aguantar ese ritmo, de lo que se derivaba el principio de irresponsabilidad de muchos directivos, que adoptaba decisiones arriesgadas, demagógicas o estériles, siempre costosas y escasamente planificadas y reflexionadas, en las que primaban criterios electoralistas permanentes. Los socios se contagiaban de esta ambientación, respondiendo asimismo con actitudes irresponsables».
El Madrid ha aplicado siempre un principio fundamental, como club, para salvaguardar su independencia y posicionarse ante los cambios sociales de cada época: tener un estadio propio y adecuado a los tiempos, un estadio capaz de albergar a mucha gente, de dar salida a la masa social creciente y de soportar costosas inversiones en futbolistas que hagan girar la rueda del ciclo económico. Un gran estadio para un gran equipo que atraiga socios, socios que engrosen las arcas del club, etcétera. Ocurrió a finales de los años 20, cuando ante la profesionalización del fútbol muchos equipos optaron por acogerse a la tentadora oferta del Metropolitano, el primer gran recinto deportivo de España, y el Madrid optó por su propio camino. Todos los equipos que cedieron su independencia acabaron desapareciendo, salvo el Atlético de Madrid, que en julio de 1936 estaba en las últimas y que al acabar la guerra tuvo que transformarse en el equipo del Ejército del Aire para sobrevivir.
La postguerra, sin embargo, ofrece los mejores ejemplos de lo que, si en el club se reflexionase sobre ello, podría ser una cierta «pedagogía madridista» enfocada al aficionado de hoy que asiste frustrado a la impotencia de una plantilla incapaz de renovar los laureles de la reciente edad de plata. En abril de 1939, al término de la guerra, el Madrid, que había sido incautado por el Frente Popular, no tenía plantilla y su estadio lucía semiderruido, sembrado de frutas y hortalizas, con medio graderío hecho leña para el invierno. Se rechazó no obstante la propuesta de fundirse con el Atlético para fundar el Aviación y el club empeñó su supervivencia en un crédito por valor de trescientas mil pesetas que sirvieron para levantar Chamartín, para lo que se pidió a los futbolistas que quedaban en España de la plantilla campeona de Copa en junio de 1936 que jugaran gratis o, en algunos casos, que volvieran al fútbol como favor personal a directivos de la etapa republicana como era el caso de Bernabéu.
La década de los 40 no vio ninguna Liga blanca, sólo dos Copas, los primeros títulos en diez años. Hasta 1954, ya con Di Stéfano, no cae otra Liga: la última había sido en 1933. Pero ya Di Stéfano simboliza otra cosa: el Madrid de la postguerra no sólo levantó Chamartín sino que en poco tiempo afrontó un proyecto que ya aparece en estado embrionario bajo la presidencia de Rafael Sánchez Guerra, un estadio nuevo, más grande, que hiciera efectiva la política de aquel presidente republicano que tuvo que exiliarse en el capó de un coche cuando Franco entró en Madrid y que abandonó una privilegiada posición de periodista en París para meterse a dominico: la del «fútbol a peseta», que ya vislumbraba la conversión del fútbol en industria de masas. Y ese estadio nuevo permitió que el club adquiriese el volumen necesario como para llenarse de esa pequeña burguesía ávida de evasiones asequibles con las que olvidar el drama de la Guerra Civil. Estrellas mundiales que venían a sustituir a los toreros en la imaginación de los españoles, con las que competir en Europa por primera vez, abriendo las fronteras emocionales de una España cerrada sobre sí misma y devolviéndole parte del orgullo nacional herido con unas conquistas que elevaban el juego a una categoría distinta. Bernabéu llevó a cabo en 1943 lo que Sánchez Guerra no pudo y Florentino, ahora, está consiguiendo lo que el tardofranquismo no le dejó hacer a Bernabéu, otro estadio nuevo sobre el que saltar hacia el mañana. En vez de irse a Fuencarral, como don Santiago quería en 1973, Florentino rediseña el Bernabéu preparándolo para la inesperada circunstancia de un mundo que afrontará pronto (esperemos) la salida de la pandemia. A cada coyuntura difícil en lo económico el club, bebiendo siempre de sus mismas fuentes, ha respondido preservando materialmente su independencia en base a fuertes apuestas relacionadas con el futuro del fútbol como negocio. En esto Florentino es el epígono de una tradición de libertad que ha condicionado siempre la naturaleza de la institución y su forma de presentarse al mundo. Sin embargo, igual que pasa con el famoso «relato», dejado bochornosamente en manos de los antimadridistas, con la «pedagogía» (no sólo al socio, es grotesco que en la aldea global un club universal pueda pensar en hablarle sólo a los socios a través de asambleas de compromisarios) que Bernabéu creía necesaria para calmar al aficionado y convencerlo de la utilidad de unos años deportivamente difíciles, el Madrid como entidad no hace acto de presencia a pesar de la multitud de canales que los tiempos ponen a disposición de un gigante así para dirigirse a sus fieles en todo el mundo. En este caso, pareciera que Florentino, más que a Bernabéu, emulase al papa Pío XIII de Paolo Sorrentino, ese Jude Law que instaura la política del hermetismo encerrándose en el Vaticano, apagando las luces y dándole la espalda al mundo. Quizá esa sea, en el fondo, la mejor estrategia para suscitar la curiosidad.
Fotografías: Getty Images.
Muy interesante, coincido con el articulista en el valor de nuestra rabiosa independencia y que aquí ni periodistas, ni agentes, ni los tebas, ni amigos de ... pinten nada, aunque esto produzca la envidia de quienes ven pasar esta potentísima máquina de prestigio y dinero delante de sus narices sin oler nada. También en la necesidad de tener una presencia más "potente" en los medios, tenemos un portavoz que lo más contundente que ha dicho en su vida ha sido "mecachis".
Muy buen artículo. Interesante toda la comparación con el pasado y la búsqueda de libertad e independencia, que no es óbice para reprochar la comunicación incompleta y anacrónica del club. Articulista brillante como siempre.
Me alegro mucho de leer artículos tan pedagógicos como este. Hasta hace muy pocos días nadie parecia entender que la contención en la inversión deportiva de los últimos cuatro años tenia que ver con el estadio. Ahora cada vez hay más opiniones que relacionan ambos extremos. Durante un tiempo todo se limitaba a admitir que el estadio no impedía invertir en fichajes porque se pagaría solo ahora, menos mal, empezamos a entender que la deuda de 600 millones es real, aunque se pueda pagar, y obviamente uno no gasta con la misma alegria cuando tiene una deuda de similares características. Quiere esto decir que el estadio es algo malo?. No. Pero es cierto que la inversión que se podría haber dedicado a renovar un equipo claramente agotado se ha ralentizado por la asuncion de esa deuda. También ha tenido que ver en algunas ventas de jugadores jóvenes. Lo cierto es que la media de gasto en fichajes en los últimos cinco años no llega a 40 millones al año. Lo que explica la resiliencia de los veteranos en la mayoría de los puestos titulares. No hay recambios de calidad. Además el Covid ha empeorado aún más las perspectivas. De todas formas y en la línea del artículo considero que Florentino está fallando en la estrategia de comunicación con los socios. Creo que sería mucho mejor si se dirigiera a nosotros para explicarnos dónde estamos y hacia dónde vamos. Quizá de esa forma muchas de sus decisiones especialmente en el plano deportivo serían más fáciles de entender.
Los 300 millones de euros invertidos en fichajes el año pasado es el ejemplo de que no por gastar más vas a mejorar lo que había. Aquí se juntan la "política de contención en gastos por el estadio", con" vamos a contentar a la masa social invirtiendo 300 millones de euros en jugadores que tienen buena pinta " y por el medio, vendemos nuestros mejores activos del Castilla que están ofreciendo mejor rendimiento que los fichados. Era compatible la contención de gastos con reforzar la plantilla, sólo que no se acertó con los nombres.
Hola Francisco estoy bastante contenido en los comentarios pero me parece interesante lo que aportas. Efectivamente el Madrid hace una inversión cercana a los 300 millones el año pasado. Los últimos dos fichajes de jugadores de máximo nivel fueron en la 14/15 Kroos y James. En la 15/16 se trae a Danilo y Kovacic pero ahí la inversión todavía fue positiva ya que con ellos se ficharon también ha algunos jóvenes como Asensio y Vallejo. A partir de ahí todos fueron ejercicios donde se vende más que compra. En la 16/17 -7,5; en la 17/18 - 90 millones; en la 18/19 0; y en la actual - 100 millones. La única temporada en la que se ficha es la 19/20 y se produce tras una de los peores ejercicios de nuestra historia reciente. Esos 5 fichajes, efectivamente, casi llegan a los 300 millones, lo que pasa es que si divides la media ni siquiera te alcanzan los 60 millones por jugador. Es decir fichamos, pero con el freno de mano puesto y en realidad casi todo se fue para Hazard, el único crack al que podíamos traer por 100 millones. No estoy diciendo que esa política este mal, lo que digo es que esta clarísimo que hemos pasado en los últimos 5 años de fichar cracks de nivel mundial, porque eso hacía aumentar nuestros ingresos, a fichar más por menos. Para mí la respuesta esta en el estadio pero aquí cada uno que piense lo que quiera. Yo lo que digo es que es mucho más caro fichar jugadores cuyo rendimiento es una incógnita que jugadores de cierto nivel internacional. Me remito a los tres últimos importantes: James, Kroos y Courtois. Ninguno vale 100 millones pero todos son jugadores de primera linea que seguramente jugarían en cualquier equipo del mundo. Para mí, es mejor gastarse 300 en Kane, Sancho o Rusfield que en Vinicius, Rodrygo, Vallejo, Theo, Odriozola, Mariano o Jovic. Creo que te gastas casi lo mismo y arriesgas menos. Es como lo de Hazard. El Madrid no fichaba a un tío de esa edad desde Kaká. Precisamente por eso. Porque el fichaje de Kaká demostró que fichar jugadores de edad superior a los 28 por un dineral supone un riesgo importante de no retorno.
* Perdón por lo de ha, en vez de a.
El misterio, eso tan desconocido ahora, dónde todo se enseña.
Gran artículo. Muy bien escrito y muy bien fundamentado en la historia. Enhorabuena.
El nuevo estadio es una parte fundamental del futuro del club, y una manera de producir mayores ingresos. Pero siendo una deuda enorme, también una gran inversión, supone un crédito a pagar 30 millones al año. Con lo que habría dinero para hacer fichajes. El problema no sería el estadio, sino acertar con los jugadores.
Gran artículo, como todos los del sr. Valderrama. Pienso que la deuda del estadio solamente está influyendo en los fichajes por la situación sobrevenida de la pandemia. Si no hubiera habido pandemia, no influiría tanto.
Sobre la comunicación, es el gran debe de Florentino Pérez. No se entiende que no se estén utilizando las potentes redes sociales del club para combatir la desinformación y, lo que es peor, la manipulación de los datos, que tanto daño hacen a la imagen del club. Hablando de fichajes ¿qué tal un buen equipo de comunicación? Porque el que hay ahora, si es que lo hay, no está funcionando.
En la comunicación la directiva lo tiene claro :en el área deportiva, Butragueño perfil bajo y en el día a día con los medios Zidane perfil bajo. Ídem con la sección de fútbol femenino y baloncesto. En el área institucional Florentino. Y el que se quema es el socio/aficionado porque quiere.
Nivelazo. Texto e imágenes así lo atestiguan.
Es evidente la treta de The Tinglao, generalizando, al incluir al Real Madrid en la ecuación del "més que un club". Tanto en lo referente a los "àrbitres", como a la astronómica deuda. Al ya manido "los árbitros favorecen a los grandes", ahora hay que añadir la nueva versión de la deuda de los grandes. Y con esa generalizacióm ocultamos la realidad y eximimos de culpa y vergüenza a la secta nazional-culerista. Y con esto y un bizcocho, hasta mañana a las ocho. JASJASJASJAS. Sobre el "8" parece que hubo intentos por parte de la Consellería D'Ensenyament de la Generalitée para retirar tal número de los textos dirigidos a los niños catalanes ; "el futur de la nació". Para no traumatizarlos. Ya se barajó esa opción con el "13"...y , al parecer, prosperó la decisión más inteligente. Esperar, por si la catorce...
muy bien todo pero la remodelación del estadio no se iba a pagar en 30 años a 24 millones al año con un credito blando de intereses muy bajos?
Yo creo que Don Santiago habría visto con buenos ojos muchas de sus decisiones.
Venta de Cr7, nuevo estadio, Superliga, renovación de Ramos...
Pero la política de comunicación es un desastre.
Me parece que la NBA es un referente en este aspecto.
Hace una semana un periodista llamaba llorón a Lukita Doncic.
El dueño de los Mavs salió en defensa de su estrella rápidamente.
En nuestro hasta hace unos años Mediapro era la productora.
Y por ahora son los jugadores y el entrenador quienes se defienden.
Por contrastar.
Otra pega es la gestión de algunos jóvenes y veteranos.
Me es indiferente si creéis que los chavales tienen nivel o no.
Si no son válidos están mal fichados, si lo son, están mal cedidos/gestionados.
En cualquiera de los casos se ha hecho una inversión/apuesta.
Que degen a don florentino y directiva trabajar que saben lo que se hacen y lo que es mejor para el club y por ende para los madrinistas gracias por estar grande Don Florentino