Florentino, Ceferin y el chantaje inaceptable

“Lo reconozco, me cuesta ilusionarme con la Superliga. Veo vuestra alegría y la envidio, me siento un poco perdido, desubicado, como uno de esos adolescentes de los 60 que se quedaban en una esquina del guateque mirando la aguja del tocadiscos surcar el elepé, con la timidez en el rostro y ganas de pasar desapercibido. Y el caso es que la música me gusta, suena bien, y al frente, de disc-jockey internacional, repitiendo la canción con la que Bernabéu creo la Copa de Europa hace casi 70 años, se encuentra Florentino Pérez, posiblemente la figura más solvente y con más prestigio del fútbol mundial de las últimas dos décadas.

Yo quiero ilusionarme, pero no puedo, veo mucho que perder y poco que ganar. ¿Para qué vamos a arriesgar una posición privilegiada, tanto económica como deportiva, en un proyecto que, al menos a simple vista, necesitamos menos que nadie? ¿Para qué vamos a acabar con la competición que ha hecho que el Real Madrid sea el Real Madrid?

Mis pies siguen el ritmo, tengo ganas de salir a la pista, pero temo tropezar con mis propias piernas y hacer el ridículo. Y eso que el guateque está lleno de bellezones, lo más guapo de Europa”.

Y hasta aquí llegué, los acontecimientos se precipitaron, el castillo de naipes se vino (aparentemente) abajo y el artículo sobre las dudas con la Superliga que le había prometido a Jesús Bengoechea se quedó a medias, mudo, convertido en uno de esos múltiples borradores que al cabo del tiempo, cuando menos te lo esperas, aparecen en una esquina, como uno de esos calcetines desparejados de los que se alimentan las lavadoras o un pendiente sin su pareja.

Y ahí seguiría, en algún rincón del ordenador, si no fuese porque Tebas y Ceferin empezaron a comportarse como matones y me puse a rebuscarlo: una cosa es que a mí no me guste la Superliga, que no me gusta, no al menos como se ha planteado, y otra muy diferente que un par de gallitos envalentonados por las circunstancias y la demagogia reinante, insulten y menosprecien al presidente y al equipo que les da de comer. En ese momento, cuando la injuria se convierte en el único argumento para oponerse al proyecto y las actitudes propias del monopolio mafioso que tienen montado salen a la luz, la Superliga me ha empezado a parecer la mejor idea del mundo. Por muy cojo que naciese el proyecto, o por muy mal que se haya explicado, siempre será mejor que el estercolero en el que chapotean estos cínicos.

Ojo, Ceferin, no te equivoques, el Madrid no es ninguna de esas ovejas inglesas —por mucho que tú quieras hacer de pastor perdonavidas— que vaya a volver al redil. Piénsalo bien, no hagas como cientos de equipos a lo largo de la historia, no disfrutes de su derrota antes de que el árbitro pite el final del partido. Si cruzas las líneas, si expulsas al Real Madrid de la Champions por intentar precisamente eso, salvar la Champions y el fútbol de una situación agónica, más te vale estar dispuesto a jugar un duro y largo partido. Hay más de 500 millones de madridistas repartidos por el mundo y todos, del primero al último, saben, por experiencia propia, por historia, por carácter, por mil y una victorias conseguidas cuando todo estaba perdido, por Bernabéu, Di Stéfano, Pirri, Juanito, Modric, Ramos y Florentino Pérez, que “Hasta el final, vamos Real”.

Tebas, Ceferin, bravatas las justas, medid bien vuestras amenazas, estáis chantajeando a la institución equivocada. El Real Madrid no es un equipo más, es la recontraputísima historia del fútbol, cuando vosotros ni habíais nacido, Bernabéu ya había creado el torneo del que os alimentáis, cuando no sabíais ni contar con los dedos, el Real Madrid ya era leyenda. Si hay que jugar vamos a jugar. Todos. Y si hay que montar una campaña mundial para no ver ni un puñetero partido de la Champions del año que viene, para darse de baja de todos los operadores del mundo o para quedarnos retozando en la playa en lugar de ver la Eurocopa, lo vamos a hacer.

Tebas, Ceferin,  medid bien vuestras amenazas, estáis chantajeando a la institución equivocada. El Real Madrid no es un equipo más, es la recontraputísima historia del fútbol, cuando vosotros ni habíais nacido, Bernabéu ya había creado el torneo del que os alimentáis, cuando no sabíais ni contar con los dedos, el Real Madrid ya era leyenda

“Gánatelo en el campo”, esa idea regurgitada por algún desmemoriado es, posiblemente, la campaña más injusta y estúpida de la historia. Si hay un equipo que lo lleva haciendo más de un siglo, ese es el Real Madrid. Igual ha llegado el momento, cuando el chantaje de la UEFA está pidiendo a gritos esta batalla, de que el Real Madrid demuestre que, además de ganar dentro del campo, también, gracias a la fuerza de sus aficionados, puede hacerlo fuera.

El partido acaba de empezar.

Floren, llámame.