Fin de cualquier año

Reconozcamos de entrada que no hay quien escriba hoy el portanálisis, o mejor, que no hay quien escriba hoy un portanálisis, o aún mejor, que este que está ahora empezando a escribir el portanálisis no tiene ni la más remota idea de cómo va a escribir el portanálisis. Ya está. Ya lo hemos dicho. Y alivia haberlo dicho, aunque solo sea porque no vamos a hacer perder el tiempo leyendo estos balbuceos (¿se puede leer un balbuceo?) a aquellos que tengan que buscar algún tutorial sobre lazos de pajarita o nudos de corbata, a aquellos que aún duden entre cinturón o tirantes, a aquellos que se encarguen de pelar las uvas de toda la familia para que la ingesta sea menos engorrosa. Vayan a ello. No quisiéramos que por nuestra culpa lo importante quedara relegado. ¿Ya se han ido? Bien.

Ahora que nos hemos quedado solos, ya no habrá nadie que note la diferencia. Al menos una vez al año podemos descansar de este tormento y alejar de nosotros este caliz. Si Raphael aparece cada Nochebuena con el tamborilero, si todos los años las campanadas más sonadas son desde la Puerta del Sol, si allá que va Ramón García con su capa, si cada 1 de enero no es un día, sino aquel dolor de cabeza que es preciso pasar en el sofá hasta que llegue el día 2, este sí un día con todas las letras... Si todo esto se repite, ¿por qué no van a hacerlo las portadas dizque deportivas? Y si ellas se repiten, ¿a santo de qué vamos a estar nosotros escribiendo un portanálisis nuevo para algo que en realidad es igual a como fue hace exactamente 365 días? A santo de nada, que doce uvas son muchas uvas, tantas como Copas de Europa lleva el Madrid, y siempre hay un cuñado que corre serio peligro de atragantarse esta noche con ese número de uvas, con ese número de Copas de Europa.

Así que pasen y vean los que aquí se hayan quedado desoyendo nuestra recomendación (y hasta nuestra súplica). Les enlazamos el portanálisis del 31 de diciembre de 2016 y Santas Pascuas o blanca Navidad o Andrés Iniesta, que tanto montan, montan tanto. Vean si no, ya que estamos, la portada que hoy nos ofrece el nunca bien ponderado diario Sport, la misma portada que nos ofreció ya no solo el último día del año pasado, sino puede que también el último día del año antepasado y el pasado del antepasado y así hasta que Iniesta (de mi vida) volviera a ser ese niño de Albacete que entró en la Masía, trasunto futbolístisco de Oz o Wonderland.

Exclusiva Sport, reza una imitación de cuño para certificar unas declaraciones de aúpa, o de agárrate y no te menees: "Lo mejor está por llegar y esperamos cumplir con todos los retos que nos hemos marcado", dice Andrés. Que paren rotativas. Si aún están ahí, dejen ustedes de pelar uvas o de intentar nudos de corbata. Háganse el favor de leer semejante exclusiva y sepan por fin de qué hablar esta Nochevieja, una noche no tan vieja como las portadas de hoy, no tan vieja como las portadas de cada fin de año, máxima expresión y quintaesencia de lo viejas que son las portadas de cada día una vez que salen a la luz y ya no importan en absoluto y nada dicen salvo el hecho mismo de que nada digan y ya ese simple hecho tal vez sea cosa mayor.

Pero siempre hay excepciones. De vez en cuando aparecen documentos históricos que permanecerán en nuestra memoria como hitos de nuestro tiempo, como incunables, casi como testimonios de nuestro modo de vida. En una palabra, si hubiera que lanzar al espacio exterior un documento que trasladara cómo somos aquí en la Tierra a una eventual sociedad extraterrestre, nosotros mandaríamos la entrevista exclusiva de Mundo Deportivo a Thomas Vermaelen. No se puede decir más con menos, o mejor, no se puede decir menos con más, o aún mejor, no se puede decir menos con menos.

El resto ya lo tienen (si aquí siguen, repetimos) en el enlace anterior, donde las Ruth Beitia y Mireia Belmonte de ayer son los Saúl Craviotto y Julen Lopetegui de hoy. Así que no nos hagan escribir más por hoy, que tenemos doce uvas por comer, doce Copas de Europa que celebrar.

¿Celebrar? ¿Pero no ven estos de La Galerna lo mal que estamos este año? ¿Ya han olvidado cómo nos pintó la cara el Barcelona hace solo unos días? ¿No se dan cuenta de que esto va en caída libre sin delanteros, con una defensa atolondrada y con una planificación de plantilla digna del Atleti de Imperioso? Sí, lo hemos olvidado todo. Somos absolutamente imbéciles. No como aquellos que solo recuerdan lo último, el día de ayer, el resultado de la tarde anterior hasta que llegue el resultado de la tarde siguiente. Si 2016 fue un mierda de año para el Madrid, ríanse ustedes (¿pero no se había ido ya?) de 2017, siempre susceptible de empeorar en 2018, más o menos como vienen empeorando todos los años desde que el Madrid tuvo la mala fortuna de fundarse allá por 1902. Menudo siglo malo este. Y nosotros aquí bailando sobre nuestra propia tumba.

El Madrid es lo más viejo de la Nochevieja. Así que deprímanse a gusto esta noche, lloren por las esquinas, brinden con vino amargo, cenen una lata de sardinas en aceite de ricino y ni hablar de las doce uvas, no vaya a ser que el cuñado saque el tema de Benzema y haya que responderle con una media sonrisa como esta.