Ahora con las redes sociales, incluyendo plataformas como YouTube y Twitch, es frecuente observar cómo los aficionados y simpatizantes del Real Madrid recomiendan y sugieren cientos de nombres de fichajes al club blanco. Antes de que llegasen estas tecnologías, había personas que escribían cartas al cuadro merengue en las que aportaban sus conocimientos sobre jugadores para que el Real Madrid los tuviese en cuenta en su cartera de futuribles. En dos ocasiones, el equipo madridista hizo caso a estas misivas y dos futbolistas aterrizaron en la capital.
El caso más célebre y recordado se produjo en el verano de 1999 con la incorporación de Edwin Congo. Unos meses antes, un chaval madrileño de 16 años llamado Felipe Martín escribió a la entidad merengue recomendando al colombiano. El joven era muy aficionado a leer revistas internacionales, y en un ejemplar de marzo en El Gráfico descubrió al delantero tras un partido de la Libertadores entre su equipo, Once Caldas, y River Plate.
La secretaría técnica del Real Madrid se puso manos a la obra y envió a un ojeador para contemplar al futbolista colombiano en directo. Cuatro meses después, y tras convencer al cuadro blanco, el futbolista colombiano firmó por cuatro temporadas. El costo del fichaje se elevó a algo más de 800 millones de pesetas y muchos aficionados merengues pudieron seguir sus evoluciones en los meses de junio y julio en la Copa América que se disputó en Paraguay y emitió RTVE. Edwin Congo marcó un fabuloso gol de tacón ante Argentina que elevó el ‘hype’, pero su carrera como jugador madridista estuvo marcada por las cesiones y solo disputó encuentros amistosos. El día 22 de julio de 1999 informó ‘MARCA’ de un encuentro entre el futbolista y su descubridor donde el colombiano le agradeció su labor y le firmó una camiseta. El chico, Felipe Martín, trabajó años más tarde en Canal + como especialista en fútbol internacional, a los que se llamaba habitualmente ‘parabólicos’. El destino hizo que volviese a tener relación con el Real Madrid ya que en la actualidad se encuentra ocupando un puesto en el departamento de scouting que dirige Juni Calafat, que fue compañero en su época televisiva.
El otro fichaje es más anónimo y pertenece a otra época mucho más antigua. Se trata del escocés John Watson, que llegó a Madrid en 1948. En el diario ‘Pueblo’, el 10 de junio de aquel año, se publicó el interés del Real Madrid en Watson y George Robledo, un atacante anglochileno muy valorado en Inglaterra por su desempeño en el Barnsley y el Newcastle. Sin embargo, él no ficharía por los blancos debido a las altas pretensiones económicas de las urracas. En la nota del periódico que firmaba Josetín se informaba de que ambos jugadores venían avalados “por el informe de un aficionado chamberlero cuyo apellido sonó mucho en la época del viejo Racing madrileño”. En una carta recibida por un directivo madridista el informante indicaba que “Watson posee un juego de cabeza extraordinario, que vendrá muy bien de enseñanza en vuestro equipo. En este aspecto es un verdadero fenómeno”.
A finales del mes de julio, el mediocentro del Fulham fichó por el conjunto blanco tras las gestiones realizadas por el técnico Mister Keeping en su país. Un total de 8.000 libras esterlinas pagó el Real Madrid al equipo londinense por los servicios del escocés, que también podía desempeñarse como defensa central o interior.
A pesar de contar con el beneplácito del técnico, el paso del escocés por la casa blanca fue un fiasco. En su debut ante el Celta en la j. 23 de Liga fracasó de tal manera que no volvió a gozar de otras oportunidades en partidos oficiales y solo disputó algún amistoso contra el Real Ávila y el Racing de Santander el resto del curso. Su desempeño frente a los gallegos fue muy criticado en los medios y en MARCA se leyó que “no tuvo su tarde, sin control de la pelota dejaba pasar las oportunidades de ligar con Vidal”. Anteriormente, ya se había avisado de sus carencias en el periódico El Adelantado, que en la crónica de un amistoso en octubre de 1948 del Real Madrid frente al Hércules calificó al jugador como “muy duro” y que “solo sabe despejar por alto”.
Recomendable para combatir el pajiplantilleo y, sobre todo, el narcisismo de aquellos futboleros que "saben" más que todo el staff técnico del Real Madrid junto; incluido Carlo Ancelotti.
Un poquito de autocrítica no viene mal.