Dicen que los países tienen los gobiernos que merecen. Con las ligas de fútbol profesional pasa un poco lo mismo. España, que es el reino de la suciedad y de lo mezquino, tiene una liga de granjeros, que es como llaman en la furbosfera a las ligas supuestamente menores como la francesa o la portuguesa. Farmer League. La de aquí, la española, ahora de Tebas, era, antaño, La Liga de las estrellas. ¿Se acuerdan ustedes? Tanto se lo creyó el personal que hasta se convirtió en un eslogan, usado y repetido hasta la náusea.
De un país que consintió leyes absurdas en base a criterios científicos espurios dictados en nombre de comités inexistentes mientras el mundo estaba patas arriba con la pandemia y el gobierno aprovechaba para desviar ríos de millones hacia empresas opacas, ¿se puede esperar que su campeonato nacional de liga sea otra cosa que una bazofia corrompida hasta la médula? Al menos en las ligas de granjeros que dicen que tienen los franceses y los portugueses, el videoarbitraje se esfuerza por ser transparente, los árbitros no se conducen como gángsters en el campo, las organizaciones no toleran el racismo, la prensa deportiva, si es que existe, no jalea el acoso al hombre durante meses y sus federaciones no están siendo investigadas por fraude deportivo continuado. El sábado por la noche, en Mestalla, asistimos a la guinda de un vodevil que dura ya desde las ligas de Tenerife.
El sábado por la noche, en Mestalla, asistimos a la guinda de un vodevil que dura ya desde las ligas de Tenerife
Al Madrid, lo dije aquí, a poco que cediera un palmo de terreno, iban a despeñarlo con toda la fuerza de los rencorosos, que es uno de los motores de la Historia. Yo no soy partidario de la Superliga, de hecho no me gusta que esté concebida para transformar de raíz la Copa de Europa, que es uno de mis lugares felices, pero es obvio, manifiesto y claro como el agua que la liga española es un circo. Así no se puede seguir. ¿Cuál es la solución? Yo no lo sé pero como madridista y futbolero, la liga es una ofensa personal, un oprobio continuado, un insulto a la inteligencia de las personas.
El equipo de Ancelotti regaló la primera parte y el Valencia le metió dos goles. Luego jugó para remontar y en efecto lo hizo, pero el último gol, el que culminaba la remontada, fue anulado porque a Gil Manzano se le ocurrió pitar el final del partido cuando la pelota marchaba en pleno vuelo hacia la cabeza de Bellingham desde el pie de Brahim. Yo sólo había visto algo así una vez, precisamente al Valencia, en la Copa de Europa del año 2000: en un partido de liguilla frente al Bayern, en Múnich, un árbitro impidió que el Piojo López terminara un mano a mano con Oliver Khan pitando el final de manera escandalosa.
Aquello, que en la Champions fue una extravagancia, aquí en España es la estación final de un tren de la vergüenza. Menos mal que está grabado porque con la desfachatez con la que suele orearse aquí el personal al mando y los medios de comunicación, algún día habrá que jurar que esto sucedió realmente. Gil Manzano saltó al campo como empeñado en desmentir la fama de madridista que la prensa le había adjudicado a lo largo de la semana. Se empleó a fondo en la tarea y a fe que lo hizo. Ese pitazo final es la agresión más sucia al fútbol que desde las autoridades competentes se le ha realizado a este antaño bello juego, por incomprensible, por irracional. Fue un hachazo, una amputación, precisamente cuando el partido, que como todo juego es un organismo vivo, alcanzaba uno de esos clímax que se dan cuando un equipo está volcado sobre el área del adversario en busca del gol. ¡Además, en el último suspiro!
Ese pitazo final es la agresión más sucia al fútbol que desde las autoridades competentes se le ha realizado a este antaño bello juego, por incomprensible, por irracional
En España hemos visto de todo, desde al Barcelona, con Guardiola de capitán, negarse a jugar un partido de Copa, ser sancionado por ello y luego indultado (ahí está ya el precedente de los indultos a los golpistas del 1O, (¡toda la historia política de la Cataluña contemporánea tiene en el Barcelona una precuela!); el Camp Nou ser cerrado por el lanzamiento de botellas y una cabeza de cerdo, sanción jamás cumplida; equipos descendidos administrativamente a Segunda B y después readmitidos en una Primera División de 22 equipos…pero lo de Gil Manzano al Madrid en Mestalla es algo que por lo instantáneo y abrupto, provoca un rechazo primitivo, instintivo.
Cuando, hace unos años, la Premier validó un polémico gol que le metieron al Liverpool tras dar el balón en una pelota de playa arrojada desde la grada a los pies de Pepe Reina, castigó también al árbitro mandándolo a pitar a Segunda. ¿Qué va a pasar aquí con Gil Manzano? Ya se lo adelanto yo, querido lector: nada. Gil Manzano, según un amigo periodista, “reconoce su error” en lo íntimo, como cuando Aznar hablaba catalán. Pero “está tranquilo”, y tanto: ya no le van a dar la murga en la prensa, pues aquí en España es mejor pasar por mal profesional que por supuesto madridista, que es de lo que se le acusaba.
Gil Manzano reconoce su error pero “está tranquilo”, y tanto: ya no le van a dar la murga en la prensa, pues aquí en España es mejor pasar por mal profesional que por supuesto madridista, que es de lo que se le acusaba
Habría que hablar, también, de la persecución ad hominem al que los medios valencianos han sometido a Vinicius desde mayo del año pasado. Sin escrúpulos, sin vergüenza y sin honor, Superdeporte, ese panfleto que no vale ni para envolver pescado, también otros periodistas de medios generalistas, en fin, aquí en defensa del orgullito mugroso local se suma hasta el apuntador, se han encarnizado con un veinteañero brasileño cuyo delito es tener un talento fabuloso para jugar al fútbol y la desenvoltura tan poco hispánica de presumir de ello. Vinicius ofendió al país valenciano, fue una injuria imperdonable que conlleva inevitablemente la muerte civil: no se dejó denigrar por negro.
Valencia, que es la tierra de Sagunto, donde empezó la Segunda Guerra Púnica, o sea, la invasión de Polonia del mundo antiguo, y la tierra de las glorias de Jaime I, del Cid ganando batallas muerto sobre el caballo, de Sorolla…y resulta que se proyecta hacia el mundo como una Gotham llena de histéricos empeñados en jibarizar a un chaval al que en el resto del mundo lo adora como lo que es, una superestrella, un icono, la máxima expresión de la alegría y del éxito. ¡Qué pena más grande! El juicio a unos tipos que le gritaron cosas racistas se convirtió, de repente y como por milagro, en el juicio a Vinicius, no se sabe si por ser en efecto negro o por que le hirviera la sangre al oír esos insultos. Así es este país, el de la liga de las estrellas, el país donde a Luis Suárez, el tipo más marrullero que ha pisado un campo en España, nunca se le enseñó una tarjeta roja. El país donde a Bellingham se le expulsa implacablemente por mostrar su enfado al ver anulado un gol legal.
El juicio a unos tipos que le gritaron cosas racistas se convirtió, de repente y como por milagro, en el juicio a Vinicius, no se sabe si por ser en efecto negro o por que le hirviera la sangre al oír esos insultos
Era digno de ver el porte inequívocamente altivo de Gil Manzano, en el centro del campo, rodeado de los madridistas, que no podían entender nada, que sólo querían una explicación. ¡A buen sitio has llegado tú, Carletto, para pedir cuentas! Ancelotti, con las manos en los bolsillos de su abrigo, elegante, siempre discreto, pero firme, pretendía que el trencilla le explicara lo inexplicable. Para que Gil Manzano se hubiese hecho entender de Ancelotti y de Bellingham en esos momentos finales del partido en Mestalla, habría hecho falta que empezara retrotrayéndose al desembarco de los fenicios en las costas de Cádiz.
De la Farmer League española el Madrid pasa, en tres días, a la Champions League europea. Es como pasar de un planeta a otro, de una realidad ontológica a otra. Dice Mateu Lahoz, que no es precisamente sospechoso de ser adicto a la causa, que los árbitros españoles cada vez pitan más pensando en las reuniones de los viernes del Comité Técnico Arbitral que en cualquier otra cosa. En Europa los árbitros también tienen sus mierdas, por supuesto, ¿cómo olvidar a Obrevo y De Bleckeere? Pero las cosas, aún, tienen su procedimiento, lo obsceno canta y debe ser explicado. ¿Quién explica en España alguna cosa? Aquí te atropellan y encima no te quejes. La culpa la van a tener, después de dos décadas de adulteración arbitral en instrucción judicial, los vídeos de RMTV.
Aquí te atropellan y encima no te quejes. La culpa la van a tener, después de dos décadas de adulteración arbitral en instrucción judicial, los vídeos de RMTV
Este país minúsculo e irrelevante que hace tiempo abdicó de su proyección universal y de entender y amar el mundo más allá de los ridículos límites de la parcelita local vuelca sobre el Real Madrid todo el rencor profundo y animal que instintivamente el hombre siente hacia la alteridad. Un rencor basado fundamentalmente en el miedo, que aquí se trufa con la envidia. Un país degradado como España no merece otra cosa que una liga de granjeros cuyo crédito internacional hace más aguas que la virtud pública de José Luis Ábalos. Tampoco merece que, en la Copa de Europa, el Madrid cabalgue representándolo, pues al fin y al cabo todas las autoridades deportivas españolas llevan desde principios de los 90 trabajando por exiliarlo. En estas circunstancias se puede decir que el Madrid competirá contra el Leipzig en una orgullosa condición de apátrida.
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