Cuando Alphonso Davies hacía el gol del Bayern de Múnich, Raúl González Blanco —sentado en el estadio cerca de Manuel Jabois— le explicaba que era lo peor que podían haber hecho: "Estos no saben lo que acaban de hacer".
En pandemia, todo ser humano aficionado al deporte (y no aficionado) pudo gozar del maravilloso documental “The last dance”, donde entiendes por qué Michael Jordan es el mejor deportista de la historia. Cuando era retado por: un equipo, un rival, un entrenador, una afición o por sí mismo, habiéndose creado un reto a veces inexistente en su propia cabeza, su respuesta ante ese “desafío” era incontestable.
“Estos no saben lo que acaban de hacer".
Su último anillo fue gracias a una jugada que se inventó como réplica a su enemigo Karl Malone en los últimos segundos, con un pabellón en contra silbando y, lo que es peor, la presión de su propia mente diciéndole: “tienes que volver a hacerlo”. Y lo hizo, cerrando una carrera perfecta con un broche perfecto.
A lo largo de la historia, los magos más famosos del mundo fueron las estrellas de su show. Un espectáculo que llenó cuevas, plazas, teatros, ciudades y pueblos cada noche, y cada noche les debían volver a salir todos los trucos, no podían fallar jamás, y cada noche debían intentar algo novedoso, más difícil, algo prodigioso que no hubiese visto nadie aún.
Porque su carrera depende de que cada noche lo vuelvan a hacer, sin fallo, sin red.
“Estos no saben lo que acaban de hacer".
La magia creada por un mago es una combinación entre: destreza, técnica, labia, carisma y una “trampa” que jamás sabremos. He ahí ese truco final, ese prestigio, ese momento, ese misterio secreto es la clave de todo.
Los elegidos como Michael Jordan eran magos, pero no hacían trampas, simplemente hacían magia cuando hasta los contrarios lo esperaban, lo defendían, pero, sobre todo, lo temían.
“Estos no saben lo que acaban de hacer".
Brad Pitt en Troya reta a Héctor en medio de un sol de justicia, la arena ardiente y los dos ejércitos más fabulosos del mundo antiguo expectantes a cada movimiento de sus espadas.
Aquiles dicen que era inmortal; Héctor, el único ser humano que le podía mirar directamente a los ojos en una contienda; el mejor de los hombres contra un semidios. Pero Aquiles nació para ser un héroe del mundo antiguo, nació para ser el espejo de Alejandro Magno, nació para no perder nunca como él.
“Estos no saben lo que acaban de hacer".
El propio Alejandro, hijo del rey Filipo el Grande, es el único gran conquistador que no cayó jamás en una batalla. No perdió porque no solo era el mejor estratega de la historia antigua en el campo de batalla o el más valiente luchando en la vanguardia con sus macedonios. No perdió jamás porque había nacido para ganar, incluso cuando el rey Poros y su fabuloso ejército de elefantes le retó como nadie durante una contienda que casi le derrota en la batalla de Hidaspes.
“Estos no saben lo que acaban de hacer".
Contra el Bayern, nuestro Real casi cae en su Hidaspes, el ejercito germano les llevó al límite, estuvimos asomados al abismo, resistiendo las embestidas como los Espartanos en las Termópilas. Pero nuestro destino en la noche del Bayern no era caer, porque no luchábamos contra nuestro gran rival histórico en Europa, luchábamos contra la historia.
Porque este Real Madrid y esta generación ha superado ya a la de sus ancestros, espejos durante generaciones como Alejandro tuvo a Aquiles y Jordan a Julius Erving. Nuestros espejos de la antigüedad fueron don Alfredo Di Stéfano y Puskas.
Hoy, algunos jugadores de esta generación están a un paso de igualar el hasta ahora número extraordinario para un mortal de seis Copas de Europa levantas por don Francisco Gento, el cual da nombre a esta maravillosa “Galerna” donde escribimos.
"Porque los hombres se elevan y caen como el trigo en invierno, pero estos nombres nunca morirán". Como dijo Ulises, en La Ilíada.
En la noche del Bayern, los dioses auguraron algo grande:
Alfredo, Rial, Kopa, Gento, Puskas, Amancio y Juanito nunca desaparecieron, porque saltaron al campo de batalla junto a nuestros guerreros modernos, luchando codo a codo, espalda con espalda, sin bajar nunca el escudo ni perder pulso en la espada. Todos siendo uno, atacando y defendiendo a la vez, como un equipo, como una guarnición romana, como un tercio español, como el mejor equipo de la historia.
La noche del 8 de mayo del 2024 Alfredo fue Jude, Gento fue Vini, Amancio fue Brahim, Rial fue Rodrigo, Puskas fue Camavinga y Juanito, Joselu.
La noche del 8 de mayo del 2024 “la gloria coronó las acciones de aquellos que se expusieron al peligro”.
Por eso, ¡que digan que caminé con gigantes! Que vi galopar a Vinícius Junior. ¡Que digan que viví en el tiempo de Aquiles, el de los pies alados! En los de la rencarnación de un dios egipcio llamado Bellingham y un inmortal caballero teutón de armadura color plata y cabello rubio llamado Kroos. ¡Que digan que viví en la época de Héctor, domador de caballos!".
Hala Madrid.
Getty Images.
Gran columna, historia y Real Madrid con tintes épicos.
Sólo falta el catálogo de las negras naves de los aqueos ante Troya, la sala de trofeos del Real Madrid. Épica blanca.
Napoleón y el Ejército francés humillaron al pueblo español...
"tampoco sabían lo que acababan de hacer"
Napoleón:
En mis numerosas batallas, jamás ví nada igual. "Los españoles se comportaron como un solo hombre, todos a una"
Pues eso..!
Hala Madrid siempre!!!
Esta columnas son las que encantan. Se leen tan fácil y se disfrutan tanto. Hala Madrid y a por la 15