Estética y cosmética

A pesar de lo repetido de la frase, ninguno de nosotros ni de ustedes -eso esperamos- sabe a qué huele el napalm por la mañana, aunque bien puede valernos el ejemplo para una fresca mañana de domingo en que nos despertamos con el retrovisor a siete puntos del Barcelona. No está nada mal para un equipo, para un club, que vive apocalipsis cada diez minutos, que no para de autodestruirse sin que de hecho termine nunca de hacerlo y hasta parezca que no cese de crecer en autoridad y alcance.

Qué cosas tienen los muchachos de la prensa, gente sin duda clarividente capaz de ver más allá de las siempre engañosas apariencias de los goles, las victorias y los títulos. Nosotros, que no vemos más allá de nuestras narices, nos quedamos en la superficie inmaculada de tantos partidos consecutivos sin perder porque debemos ser imbéciles de solemnidad, no como los analistas y los expertos, todos ellos lúcidos y sobre todo bienintencionados. "Ya lo decía yo" o "se veía venir" son frases sapienciales que nos esperan ahí delante cuando al Madrid se le ocurra tan solo empatar. Pero hoy no. Hoy esas frases y tantas otras similares no tienen más remedio que esperar agazapadas tras la maleza, tal vez provocando úlceras en muchos que quisieran soltarlas ya, no sin bilis.

El diario As es uno de esos expertos y analistas. Su portada está deseando decir lo que solo puede decir a medias, que es la mejor manera de que se note que se muere por ser más explícito a voz en grito. El penalti que falló Cop ayer bajo la lluvia madrileña (que "arruinó el buen partido del Sporting", nada menos) se convierte en el verdadero protagonista, ya que, menuda lástima, de haberlo metido era una ocasión inmejorable para poder hacer hoy una portada de esas que tanto gustan a Relaño, de esas que tan bien saben hacer, de esas que los buenos resultados del Madrid de Zidane apenas les permiten hacer sin caer ya directamente en el delirio. El Madrid jugó mal, pero ganó, mecachis. El Sporting falló un penalti con el que tantos salivaban, caca culo pedo pis. Cristiano marcó dos goles y lleva cinco en una semana. Malos tiempos para el apocalipsis.

También parecen malos tiempos para la lírica. ¿Qué queda de ella cuando la prensa culé solo quiere, solo anhela, solo pide ganar hoy en Anoeta? Crespones negros en la aldea del Arce, caras lánguidas en la montaña de Heidi, seriedad suprema en los mundos de Yupi. El Barcelona ya no quiere jugar bien, ya no quiere saber lo que es el toque, la posesión, ni el balón. El Barcelona solo quiere ganar y punto. Estamos desolados. Su discurso de luz y de color era solo cosa de sofistas. Su estética era solo cosmética y su ética era solo manual de autoayuda. Desde aquí podemos escuchar llorar sin consuelo a todos los niños del mundo. Un gato muere súbitamente en el otro extremo del planeta. Lobo Carrasco se retira indispuesto a sus aposentos. Duele mucho esto, queridos galernautas.

Pero si hablamos de estética nos queda hoy la foto escogida para la portada de Marca. Si hablamos de ética también nos queda esa misma foto. El Madrid, ese club sin modelo ni estilo, ese club en descomposición desde el mismo día de su fundación, tal vez ejemplifique la fusión de ambas disciplinas, unidas por una épica que, como todas la épicas, pierde su potencia si no es también lírica.

La intensa lluvia de la foto, la camiseta pegada al cuerpo de la máxima estrella del equipo, ya exhausta tras su impecable hacer, señalan bien lo que desde antiguo ha sido el Madrid y hoy sigue siendo, sin trampa ni cartón, sin fachadas ni vacua propaganda: el esfuerzo, la fe, las ganas, la profesionalidad, el empuje, el no querer saber lo que es bajar los brazos, el haber ganado que dura tan solo hasta que viene otra oportunidad de seguir ganando... Creemos ver todo eso en la foto de Marca, así como creemos ver en ella a tantos históricos jugadores que, antes que Cristiano, protagonizaron esa misma foto, en blanco y negro o en color, siempre de blanco inmaculado.