Los que ya tenemos cierta edad nos acordamos perfectamente de lo que fue Kodak. El gigante fotográfico fabricó, por ejemplo, la película en la que se registró la primera visita del hombre a la luna y dominó su mercado durante un siglo. Era un imperio aparentemente invulnerable, pero no supo adaptarse a los cambios que trajo la revolución digital. Sus directivos, muchos de ellos verdaderas eminencias en técnicas de revelado o negativos, se negaron con profusión a adoptar un enfoque rupturista cuando el panorama de su sector estaba cambiando rápido y para siempre. Así, tras encadenar un error tras otro, Kodak acabó declarándose en bancarrota en 2012.
Sirva esta historia de auge y caída como analogía de lo que le puede suceder al fútbol. El gran entretenimiento mundial de buena parte del siglo pasado y de los primeros años del presente siempre ha sido reacio a introducir grandes cambios en cuanto a formatos o reglamentaciones. Y en una industria hiperprofesionalizada que ofrece evidentes síntomas de encontrarse ante un momento de mutación radical, hay en esta actitud inmovilista un peligro real de decadencia; especialmente en España, otrora referencia indiscutible y, desde hace años, huésped al que vampiriza la Premier League.
Se cataloga el fútbol como negocio como si esto tuviera connotaciones negativas. O solamente connotaciones negativas. En el momento en que una actividad adquiere una dimensión profesional, su sostenibilidad financiera se convierte en un fin esencial por una mera cuestión de supervivencia. Es curioso que gracias a lo que genera este deporte se lucren masivamente instituciones federativas, profesionales y, de forma indirecta, sectores como el de los medios de comunicación, mientras los clubes que ejercen como la patronal acumulan deudas o, en el mejor de los casos, caminan por la cuerda floja. Y todo por el absurdo empeño en no legislar para que el equilibrio financiero sea obligatorio y no el último tablón al que agarrarse cuando el agua ya está por encima de la barbilla y el naufragio es inevitable.
De no haber sido el presidente del Real Madrid la cabeza visible del proyecto de la Superliga, al menos en España se habría tratado la idea de otra manera
Cuando un equipo no paga sus cuotas de la Seguridad Social, aplaza sus pagos a Hacienda, solicita un expediente de regulación de empleo temporal o definitivo para sus empleados o consigue un rescate público en forma de patrocinio, convenio u otra ayuda más o menos visible, lo que hace es sustraer dinero de la cartera de todos. Es en ese momento cuando el fútbol se socializa de verdad, en el sentido que somos todos los ciudadanos los que pagamos la fiesta de unos pocos. Sostener con recursos públicos a entidades privadas que se han metido sin ayuda de nadie en el pozo de una deuda impagable es algo obsceno. Los clubes deben encontrar la forma de no costarnos dinero a los contribuyentes o asumir la desaparición; sin amenazas o dramas. Yo seguiré contribuyendo con mis cuotas a que el Madrid goce de buena salud. Y estaría dispuesto a ayudar más a la entidad si lo necesitara. Pero lo hago de forma voluntaria y me niego a que parte de mis impuestos se dediquen a salvar a ningún equipo. Que cada cual se apañe con los recursos que genera.
El fútbol español está en quiebra y muchos clubes van a tener que declarar próximamente concursos de acreedores para reestructurar sus cuantiosas deudas, acrecentadas por los efectos de la pandemia. Mientras, al que ha venido a proponer nuevos modelos de negocio, a explorar alternativas que puedan generar ingresos extra, se le ha lapidado. No sorprende. De no haber sido el presidente del Real Madrid la cabeza visible del proyecto de la Superliga, al menos en España se habría tratado la idea de otra manera. Tampoco hay quien proponga soluciones alternativas, más allá de mantener la maquinaria en marcha tal y como está, aunque sus engranajes se estén oxidando, desgastando o rompiéndose. En un negocio en ruinas, sólo los más fuertes van a sobrevivir. La previsible sangría se va a llevar por delante a muchos equipos, algunos de ellos de un tamaño considerable y con mucha historia a sus espaldas. Espero que en ese momento no se le pida generosidad (más) al Real Madrid. Y, en cambio, se exijan responsabilidades a aquellos que rigen los destinos del fútbol español, que tanto pelean por defender su cortijo y tan poco trabajan para reforzar su tambaleante estructura.
Por suerte, los románticos, los defensores de las esencias del balompié, siempre contarán con la posibilidad de acudir al verdadero fútbol del pueblo, al de las gradas de piedra (si las hay), el bocata de panceta y la escasa capacidad técnica o combinativa. El que se juega en los pueblos, en los barrios, en las divisiones más bajas. Curiosamente, esos campos estaban, están y probablemente estarán muy vacíos. Y es que rasgarse las vestiduras para defender el fútbol de la gente detrás de un micrófono o un teclado es una cosa, pero presentarse en un partido en el recinto que hay al final de la calle para ver un espectáculo cuestionable, pasar frío en invierno o mojarte cuando llueve, es otra cosa muy distinta.
Fotografías: Imago
Antonio no seamos catastrofistas. Obviamente el Covid ha pinchado la burbuja pero el fútbol no va a cambiar mucho en los proximos años. A una era alcista siempre le sobreviene un declive. Es así en todos los negocios. Es una forma de selección natural. El Madrid tendrá que adaptarse como todos. Si ya no podemos fichar a los mejores tendremos que fabricarlos o buscarlos más jóvenes. En ese sentido parece que los cambios en nuestra cantera van en esa dirección.
Es lo que vino a decir el presidente de Bayern....... Habrá que reducir costes.
Está bien, y cuándo el Madrid se adapte y sobreviva, ¿contra quién va a jugar?
En dos días has reducido significativamente tu nivel de participación, ¿ qué pasó, culeroide ?.
Aquí uno que nunca se esconde. Otro no puede decir lo mismo. Queremos que nos confirmes, otra vez, tu número de "sosi" culer.
Gran artículo
Seguro.
Los tiempos cambian y hay que modernizarse eso está claro pero no se puede seguir así que unos paguen la fiesta de otros y encima sean los malos de la película. Y otros pongan el cazo sin arriesgar nada y espriman a los jugadores que pagan los club esto tiene que cambiar o jugamos todos a lo mismo o se rompe la baraja pero aquí nadie juega con las cartas marcadas como son las federaciones que hacen lo que les da la gana y hay que decir hasta aquí hemos llegado.
De eso, el madridista disfrazado y que, por cierto, ha dejado de producir paridas con los apodos de Lucas y Johnatan, desde hace 2 días no dice ni mú. Nada que decir sobre que paguemos entre todos el rescate de su farça. Solo se le ocurre decir que el Madrid tendrá que adaptarse como todos. JOJOJOJO ( a lo Santa Claus ).
El presunto disfrazado es Lukas, no Lucas, un respeto
Te has dado por aludido y entrado al trapo. Por algo será. ¡ Aysss...esa inteligencia... y esas limitaciones !Resultado , autodelación. Con “d” , ¿ eh?. Salut, sosi.
Claro, claro...nos tendremos que adaptar a que en las competiciones existan equipos que jueguen con las cartas marcadas ( dopaje financiero) y a fabricar cracks en serie, como tornillos, y a ver como otros clubs tienen altos cargos en las organizaciones,pero claro, luego se nos llena la boca de palabras como, democracia, justicia e igualdad.
Esa nueva competición tan malvada, iba a dejar en manos de los propios clubs ( en decisión mayoritaria) el rumbo y las reglas de la competición. Pues a lo mejor hay gente que se empieza a cansar de este modelo mafioso y corrupto de competición, y en vez de adaptarse, empieza a alejarse....y ya sabemos, menos afición, menos dinero para este negocio llamado fútbol.
Verás, es que no siempre puedes romper la baraja. Hay veces que no hay otro remedio que jugar con las reglas de otros. Yo no digo que la Superliga no fuera una buena idea, digo que fue una buena idea mal planificada y peor explicada. A partir de ahí que quieres que haga Florentino, que retire al equipo de las competiciones?.
A mí con la idea de la Superliga me pasaba un poco como a Fred Gwayne: no me terminaba de convencer. Otra cosa es lo que dice Antonio Vázquez que es verdad incuestionable: "De no haber sido el presidente del Real Madrid la cabeza visible del proyecto de la Superliga, al menos en España se habría tratado la idea de otra manera."
Pero lo que sí es cierto es que la UEFA y la FILFA son vampiros que extraen los jugos que producen los grandes clubes, a los que consideran ovejitas de su redil, que no deben salirse del mismo so pena de castigos ejemplarizantes.
Así, para primar realmente el fútbol de élite, las grandes ligas deberían haberse reducido a un máximo de 16 equipos, y las competiciones de selecciones deberían ser sólo el torneo de naciones, de donde saldrían los clasificados para una Eurocopa reducida (8 equipos, como en 1984) y de ahí los 5 ó 6 primeros participar en un Mundial de un máximo de 16 equipos.
El fair play financiero debería ser inquebrantable, y el respeto a los clubes que alcanzan finales de torneos internacionales pulcro, en vez de esta desvergüenza en la que se reparten para sus chanchullos más de la mitad de las entradas entre los corruptos de innumerables federaciones.
D. Antonio Vasquez, la FIFA desarrolla un juego FIFAPLAY, con perfiles de los jugadores de los clubes, tiene ventas de millones de €, los jugadores y clubes reciben regalias de la ganancia de las ventas de este juego?