Vencer por agotamiento, esa puede ser la idea. Como un castigo mediático, esta tragicomedia parece que encara su segundo acto. El denominado Caso Mbappé, amenaza con ser otro hit del verano, otro clásico estival de intereses y bulos que no podremos rehuir, como la canícula o el sopor.
Entonces era distinto. Los veranos, que recuerdo clementes, eran nuestros. Alrededor de una vieja mesa de madera gastada, compartíamos refrescos y pipas en patios regados y frescos, donde un viejo casco de guerra servía de maceta. Entre trago y trago, hacíamos planes para la noche mientras afinábamos con desidia nuestra puntería contra una lata. En aquella época, la televisión era tan solo un electrodoméstico, un tragaluz que mostraba un mundo de villanos educados y pulcros, oliendo a perfume y alcanfor. Un mundo sin efectos especiales, sereno en su simpleza, en el que un apretón de manos o una servilleta garabateada eran un contrato. Un tiempo pretérito en el que sabíamos qué esperar, sin tácticas ni estrategias.
Por eso, aunque no solo por eso, admiro a Zidane sobre todas las cosas. Cómo no amarlo. Verle romperse ante el dolor lo humaniza, lo hace transparente, desnudo, sin broquel, cobrando a mis ojos especial valor como un ser extemporáneo en un mundo de plástico y cartón, que es el fútbol hoy. Por eso, también, Modric y Kroos son especiales, más allá de su forma especial de pintar el fútbol. Inimaginable es verlos fuera del perfil bajo mediático.
Se buscan héroes en el Nuevo Bernabéu, alguien a quien admirar. Se buscan héroes como Bellingham. Es improcedente enamorarse de él sin que haya jugado ni un amistoso. Pero este tipo tiene un aplomo admirable (su cabeza no es un loft vacío).
Me planteo si hacemos bien esperando a Godot. Nuestra búsqueda puede estar errada, tal vez esperamos por nada y aún no lo sabemos
Por eso me planteo si hacemos bien esperando a Godot. Nuestra búsqueda puede estar errada, tal vez esperamos por nada y aún no lo sabemos. Concha Espina ha visto demasiada grandeza como para no distinguirla entre miles. Posiblemente él no la muestre y la tenga, posiblemente no la tenga. Pasará a la historia, no cabe duda. Pero también, otros que le precedieron y que apenas recordamos hoy, transmutados en héroes pasajeros. La grandeza y la ética se rezuman pero solo si se tienen.
Su imagen no la marcará lo que decida sino cómo se emplee en hacerlo. Cuanto más absurda la espera, peor. La ocasión de mostrarse y demostrar vuelve a estar frente a él, cómodo ante el foco, observado por una multitud crecientemente ansiosa. Ya no espero nada, para mí llega tarde. Me alejé en el primer acto.
Posiblemente el reencuentro esté más allá de lo que ve por su ventana. Más allá, en un lugar donde lo consecuente se impone a lo consentido. Allí esperan Zidane, Modric, Kroos… y tal vez Jude.
Getty Images.
Coincido con el articulista en el hastío que nos produce Mbappé. Más aún, para mí no es que llegue tarde, es que no debería llegar. En enero de 2022 escribí al Real Madrid para pedirle a nuestro Presidente que renunciara a fichar a Mbappé como se rumoreaba. Todos sabemos lo que pasó después: Mbappé, que iba a firmar por el Real Madrid, se burló de todos y se comprometió con el PSG por una cantidad indecente de dinero. Por cierto, sin su concurso el equipo ganó la Supercopa de España, la Liga y la Copa de Europa esa temporada.
Hoy parece ser que la camiseta del 9 se le está reservando al jugador que hace un año nos traicionó. Sólo por esto sería inaceptable su contratación. Añádase que Mbappé no es un delantero centro puro, aunque sí destaca por su egocentrismo. Un fichaje así me parece contraproducente para la entidad.
¿Sería capaz Mbappé de subordinar su juego y actitud al bien superior del equipo? ¿Estaría su ambición a la altura de las exigencias del Real Madrid? Todo es posible y sólo así lograría redimirse ante la afición. Luego está el descomunal monto de una operación demasiado arriesgada que a muchos madridistas nos produce gran desconfianza y desasosiego.
Estoy de acuerdo. Más si renueva.