Recuerdo cuando a Marco Asensio le dio por no querer tirar del carro. Pasaba de responsabilidades, de cargar con peso alguno. Algunos, como yo, nos indignamos. Otros, tal vez menos pasionales o quizás más racionales, le dieron la razón aludiendo a su edad. Ya no es ningún niño Asensio y lleva el suficiente tiempo en el Real Madrid para saber qué significa nuestro escudo.
Después acabó una temporada nefasta y volvieron Zidane y la ilusión. Marco se lesionó antes de que empezara a rodar el balón en serio. Nos dolió, porque al final del día queremos a los nuestros, porque terminan siendo parte de nuestra familia y, por eso mismo, olvidamos rencillas y siempre volvemos a empezar de cero. Ahora, cada vez que lo vemos evolucionar poco a poco, nos alegramos por él y nos alegramos por nosotros.
Me acuerdo también de aquella asistencia a Cristiano Ronaldo en Múnich, que nos acercaba un poco más a otra Copa de Europa. Y de su golazo en el Campo Nuevo en la Supercopa de España en el partido de ida, así como del otro en el encuentro de vuelta, en un verano en el que veníamos de pasarnos el fútbol y la vida, siendo todo lo felices que el Real Madrid nos permite ser, que es más de lo que cualquiera puede soñar.
No es que lo echemos de menos de la manera en que podríamos estar lamentando la ausencia durante tantos meses de Sergio Ramos, Kroos o Benzema, pero lo queremos de vuelta. No nos acordamos de él en cada partido, pero podríamos necesitar en cualquier momento uno de sus pases mágicos o un gol postrero suyo en una final de Copa de Europa que engorde el marcador.
Cuando acabe su calvario y vuelva a entrar en una convocatoria, cuando le toque de nuevo calentar en la banda y se despoje del chándal antes de ingresar en el terreno de juego, el madridista se pondrá en pie y romperá sus manos ovacionándole. En ocasiones somos una afición lamentable, pero nunca hemos dejado de tener corazón y a los nuestros los queremos siempre, hasta que se van al Barcelona a ganar títulos o al Atleti porque han sido rojiblancos desde que no servían para el Madrid.
Nos vamos a volver a ilusionar con Asensio. Vamos a volver a darle ese poco tiempo que regala el madridismo para que intente de nuevo explotar. Porque Marco es muy bueno. Nos lo han dicho y lo hemos visto, pero nunca terminó de asentar su calidad, de dejar ese poso de genio del balón más de tres partidos seguidos.
Ojalá vuelva de su lesión tocado por una varita mágica, que no se frustre nunca tanto como para no querer tirar del carro, que traiga hambre y los cuchillos afilados. Que la cabeza le responda a las piernas y las piernas a su fútbol. Después sólo habrá que poner actitud y corazón y está listo uno para volver a salir donde haga falta a defender el escudo del Real Madrid, desde el Santiago Bernabéu al Allianz Arena.
Es lo suficientemente joven para hacer historia y lo suficientemente maduro para echarse el equipo a la espalda el día que haga falta.
Me apetece hacer un comentario imposible, si le diera por reconvertir su posición y jugar de lateral izquierdo podría ser la bomba, algo parecido a lo que se ha hecho con muchos jugadores, los casos más claros Alba y Juanfran. Eso sí, Mendy le podría enseñar el arte de defender.
Le veo físico para eso y para jugar de volante, al estilo de Valverde.
Pero lo dicho, es una fantasía mía, porque aunque le veo calidad, esa calidad brilla mucho más al espacio, y cuando tiene que aplicar su velocidad.
Yo seré impopular pero no creo Asensio triunfe de blanco, lo pensaba antes de la lesión , ahora creo es más probable un Jesé 2.0 que un Raúl o Higuaín con recuperaciones casi Totales tras la misma lesión
Asensio tiene calidad más que suficiente para jugar de titular y triunfar en el equipo que quisiera (por suerte eligió el Madrid). Ahora por muchísima calidad que se tenga, si no se tiene una mentalidad luchadora/triunfadora esa calidad queda diluida y es imposible brillar en un equipo.
Raúl o CR7, por ejemplo, son jugadores en los que esa mentalidad rebosa a borbotones, lo cual les ha hecho triunfar en el mejor club del mundo.
Personalmente creo que la mentalidad del jugador es casi más importante que la calidad que atesoren en sus botas (que algo deberán tener). Sus ganas insaciables de triunfar, de ser mejor cada día, de automotivarse, de intentarlo de nuevo aprendiendo de los errores sin verse afectado anímicamente por ellos, … Creo que en ese apartado psicológico es donde reside la gran diferencia entre los buenos jugadores y las grandes estrellas.