Siempre he sostenido la tesis de que España es madridista. Los aficionados del Atleti o del Barça, los del Sevilla o del Valencia, me lo afean, pero en mi tesis no existe el menor asomo de desprecio hacia los demás sino pura estadística. Sería complicado que el Real Madrid, que es el club de fútbol con más aficionados repartidos por todo el mundo, estuviera en minoría en su propia casa, que es España; en ese sentido, los números tampoco engañan: el Real Madrid también cuenta aquí con más seguidores que nadie, sin que eso suponga una falta de respeto hacia los seguidores de los demás, por supuesto. Durante muchos años a España se la conoció en el mundo, entre otras cosas, por los éxitos del Real Madrid, que paseaba con orgullo nuestra bandera, la rojigualda, por todos y cada uno de los campos de Europa. Tal y como cuenta Eduardo Galeano en El fútbol a sol y sombra, el equipo blanco llegó a salvar vidas: por ejemplo la de aquel español que, a punto de ser fusilado en un país extranjero, apeló a San Emilio Butragueño, que le rescató literalmente de entre los muertos; el jefe del pelotón le preguntó: "¿Butragueño? ¿Español? ¿Real Madrid?"... "Sí, sí, sí... Butragueño... Madridista", respondió el pobrecillo; y aquel hombre pronunció la palabra mágica: "Soltadle". Por mucho que lo intento no logro imaginarme a nadie liberando de la muerte a otro hombre porque, en el último momento, dijese, por ejemplo, "Martagón". No hay magia en Martagón pero sí en San Emilio Butragueño.
La prueba más reciente de que España es madridista la tenemos en lo dicho hace poco por el coadjutor de parroquia Vicente del Bosque en relación con los pitos a Piqué. El marqués de Rottenmeier redujo la polémica de los pitos al central culé al enfrentamiento entre el Real Madrid y el Barcelona, que es este club que viste de azulgrana y en cuyo campo piden siempre la independencia de España. Yo, ingenuo de mí, infeliz e inocente, pensé en un principio que no, que el coadjutor se equivocaba y que los pitos a Piqué, primero en León, que es plaza culé, y más tarde en Oviedo se debían exclusivamente a que muchos aficionados españoles estaban más que hartos de que Gerard no se definiera y no dijera de una vez por todas si él se sentía español, checo o polaco. El motivo de este artículo no es otro que pedirle perdón a Del Bosque: él tenía razón y yo estaba equivocado.
Ayer, mientras pitaban a Piqué en el campo del Sevilla, tuve una epifanía. Si hay un estadio especialmente hostil con el Real Madrid, a la altura del Camp Nou, Calderón o Mestalla, ese es sin duda el Sánchez Pizjuán. Oí a la afición sevillista pitar a Piqué cada vez que tocaba el balón y me dije a mí mismo: "Sí señor, el coadjutor tenía razón y España es tan madridista que incluso los aficionados sevillistas, hartos de tanta ocultación y secretismo, cansados de tragarse sus sentimientos merengues, salen al fin del armario para mostrar su inquina contra Piqué por la rivalidad del Barcelona con su auténtico equipo, el equipo de sus amores, el único equipo al que quieren, el Real Madrid, el equipo de España". Ardo en deseos de que llegue el Barça-Real Madrid en el Camp Nou. Ese partido supondrá la definitiva cuadratura del círculo y demostrará que la teoría de Vicente del Bosque, a la que desde ahora yo me sumo humildemente, es la cierta. Si los aficionados del Barcelona pitan ese día a Piqué, como sucedió el sábado con los sevillistas en el Pizjuán, se habrá constatado que mis expectativas se quedaron cortas y que la simple estadística no puede explicar esta ola madridista que inunda España. Gracias Del Bosque por tanta sapiencia. Y gracias también al periodista Héctor Fernández, que se la dejó botando al coadjutor: "¿No piensas, como yo, que los pitos se deben a la rivalidad con el Madrid?"... Aún resuena en mi cabeza la inteligentísima y breve respuesta de nuestro bienamado seleccionador: "Sí". Jamás hubo antes tanta belleza en un "sí", jamás volverá a haberla después. Ese "sí" ilumina desde entonces mi camino porque, tal y como yo decía, demuestra que España es madridista.
Jajaja, Juanma, yo pensé lo mismo cuando oí los pitos a Piqué. Lo que ya no he escuchado son las tertulias que analizan esos pitos, los periodistas que decían que se le pitaba por la rivalidad con el Real Madrid ¿dónde está esa legión de periodistas y tertulianos? pues siguen en sus potentes altavoces pero eso ya "no coment" jajaj que no toca porque lo que toca es lo que a ellos les da la gana y encima tenemos que aguantar que "es lo qu epiensa y debate la afición o la calle", ya.
Héctor Fernández, ese periodista que hace épicos esfuerzos por parecer equidistante y objetivo pero que, por desgracia, no llega a conseguirlo. Eso sí, en las entrevistas me recuerda a un perrito faldero. Otro elemento más a añadir al grupo de periodistas (?) que hacen que los programas deportivos de radio sean una picota donde ajustician noche tras noche al Real Madrid, a su presidente, entrenador y hasta a sus aficionados
Creí que estaba solo en el mundo o casi con mi madridismo, pero Janma me ha demostrado que hay más, aunque no lo sepan. Agradezco a los hados que alejen de mí esa sensación de soledad. En el fondo la soledad la alejo de mi gentes de el radio, la galerna, el primer palo y otros pocos más.
Nos honra usted con su sentirse acompañado por nosotros. Muchas gracias.
Yo creo que a Piqué se le pita, más que nada y consideraciones secesionistas aparte, porque es bastante maleducado (lapo traidor) y estúpido. Y un notas, que es lo que le pierde.
Respecto al marqués despechado, para mí es el tercer peor hijo del Real Madrid, siguiendo muy de cerca al Topor y a Valdanágoras. ¡Vaya tres patas para un banco, de la que nos hemos librado!
¿Y qué decir del ciudadano periodista Héctor Fernández, alias El Sonrisas? Fiel vasallo de Segurola y de Cappa, posiblemente el peor entrenador que ha pasado por España. Gracias a dios sólo lo conozco a través de El Radio de Richard Dees y ya tengo de sobra.