España enseña los dientes

Una de las mayores mentiras que se han contado sobre el fútbol moderno en los últimos años es esa que dice que la Selección española ha conseguido sus mayores logros en la época en que más importancia le ha dado a la posesión del balón. Más que una mentira, quizá, es una verdad a medias, pues aunque es cierto que su juego se fundamenta en esa zona, su mimo hacia el cuero y su constante afán por tener la pelota han sido fundamentales, no lo es menos el decir que sin la profundidad y la perpendicularidad mostradas en esta Euro y desterradas de citas pasadas, esa posesión se antoja tan insulsa como inservible.

Los porcentajes de posesión de España han sido asombrosos tanto en Sudáfrica como en Brasil, pero los resultados, por todos conocidos, no lo son siempre aunque el dominio del esférico así pueda parecerlo. La posesión del balón, siempre tan recurrente y en boca de la clase más casposa del periodismo español, no encuentra sentido si no produce peligro, si no encuentra una sexta marcha que acabe en ocasión manifiesta de gol, que genere superioridad real, que cree, en definitiva, un dolor de cabeza constante y permanente. Ayer, por segunda ocasión en este campeonato, España fue punzante, generó tantas ocasiones de cara a la puerta turca que sería difícil de enumerar. Por fin se vio, tras cuatro años de sequía, a un combinado nacional que asusta, que infunde temor a sus rivales, que mezcla y aúna la pausa del mejor FC Barcelona con la perpendicularidad  más asombrosa del mejor Real Madrid.

De nuevo con Ramos al frente de la zaga, con un Piqué implicadísimo y unos laterales actuando casi como extremos, la defensa de La Roja fue la mejor aliada de un De Gea que está teniendo más problemas fuera de los terrenos de juego que dentro de ellos. Sergio se ha encabezonado con que quiere el doble cetro europeo (Champions y Eurocopa) y estoy seguro de que puede conseguirlo este verano. Una vez más con un Busquets ordenado y con Iniesta y Silva insuflando aire permanentemente a los tres de arriba que, esta vez sí, consiguieron acorralar desde el primer momento a Turquía. Nolito y Morata se hincharon a recibir balones de todos sus compañeros y demostraron que, aunque David Villa no juega ya en este equipo, ellos pueden darle el gol que tanto hemos echado de menos. Mención especial requiere el ex del Real Madrid, ese chaval con tintes ‘higuainescos’ que, cuando está fino, puede ser de los delanteros más en forma del viejo continente. Morata es un Raúl en potencia, con más técnica que el siete blanco y el mismo pundonor en sus venas, quizá con menos instinto depredador pero con el mismo carisma; un tipo que pelea cada balón, que se deja la sangre en cada partido y que muere por el escudo de la camiseta que en ese momento lleva puesta. Hay veces que con eso un delantero se rentabiliza solo. De momento, Álvaro ya es pichichi de la Eurocopa y ha aumentado su caché en varias decenas de millones de euros, que no es moco de pavo.

El gran ‘pero’ volvió a ser la suplencia y la falta de minutos para Lucas Vázquez. Creo firmemente que las dos cosas se deben a que el canterano del Madrid será titular en el tercer partido contra Croacia, no me cabe en la cabeza otra explicación. Lucas tiene más desborde que Pedro, más gol que Silva y más ganas que cualquier otro jugador de esta España que maravilla y estoy seguro de que, tal y como ha demostrado en el Real Madrid este año, acabará siendo una pieza fundamental en la consecución de un título en que, cada día más, esta Selección es favorita. Ayer se goleó a una Turquía floja y desordenada, falta de calidad y alejada de la que antaño fue. Sin embargo, la Selección atemoriza y da la sensación de que podría hacer con cualquiera lo que ayer hizo con los turcos: conseguir que parezcan un equipo de barrio en vez de un combinado de verdad.