España se ha ido del Mundial de Qatar como lo hizo hace cuatro años en Rusia: llevando al extremo el ridículo el concepto de la posesión. Tener el balón se ha convertido en un dogma sin sentido cuando entrenadores como Luis Enrique Martínez lo convierten en la principal razón de ser.
La pregunta es ¿para qué quiere un equipo el balón? Se supone que la respuesta es sencilla: para atacar y tener más posibilidades de hacer gol al rival. Curiosamente, eso no sucede cuando de esta selección española se habla.
España ha caído eliminada del Mundial de Qatar tras no tirar prácticamente entre los tres palos en 130 minutos de juego y no ser capaz de hacer un gol ni tirando tres penaltis. Se dice pronto. Eso sí, hemos goleado en posesión y en capacidad de pasar el balón de forma horizontal durante dos horas largas de partido ante un rival de menor entidad como es Marruecos, pero hipermotivado y con buenas individualidades. Tiene mérito lo hecho por España. Como tiene mérito irte de un Mundial tras haber jugado contra una Alemania menor y, sobre todo, contra Costa Rica, Japón y Marruecos. Es, sencillamente, alucinante.
La roja ha retrocedido de golpe hasta la década de los años setenta del siglo XX, cuando fuimos incapaces de clasificarnos para los Mundiales de Brasil 70 y Alemania 74 y caer a las primeras de cambio en Argentina 78 y haciendo un ridículo glorioso en España 82. Desde entonces, hubo luces y sombras, pero de repente, tras el trueno del título levantado en Sudáfrica 2010, hemos encadenado una eliminación en grupos en Brasil 2014 y dos eliminaciones calamitosas en octavos en Rusia 2018 y Qatar 2022.
La Roja ha retrocedido de golpe hasta la década de los años setenta del siglo XX, cuando fuimos incapaces de clasificarnos para los Mundiales de Brasil 70 y Alemania 74 y caer a las primeras de cambio en Argentina 78 y haciendo un ridículo glorioso en España 82
Si he de ser sincero, no tenía ilusión ninguna con esta selección de Luis Enrique. Vi el partido ante Marruecos en la Cala del Moral, en Málaga, en casa de mi amigo Carlos, malaguista de pro y nada sospechoso de ser antiluisenriquista. En el descanso ya estábamos convencidos de que esta España no iba a ningún lado.
Luis Enrique se empeñó en hacer un equipo de autor, seleccionando futbolistas más allá de su titularidad o no en sus clubes, dejando en España a jugadores con mejores prestaciones y números que muchos de los convocados para Qatar.
El técnico asturiano ha apostado por dos conceptos fundamentalmente. Jugadores fieles a su idea de entender el fútbol y, a ser posible, que jueguen en el FC Barcelona. Laporta sacó pecho tras el 7-0 a Costa Rica y la cara, se la han terminado partiendo metafóricamente hablando.
Esta selección tenía a los dos laterales izquierdos del Barsa (Alba y Balde); el central (Eric García); el medio centro (Busquets) los dos ‘maradonas’ del momento (Pedri y Gavi); el extremo Ferrán Torres, yerno de Luis Enrique y suplente habitual en el Barsa, y Ansu Fati, recuperándose de una lesión eterna. No sé si me dejo alguno en el tintero.
Esta base de la selección es la misma que la del Barsa eliminada en la fase de grupos de la Champions League y que lleva dando pena, futbolísticamente hablando, en las últimas ediciones de la Copa de Europa. Con ellos, más Morata y Unai Simón, que tiene gravísimas dificultades para jugar con los pies como quiere Luis Enrique, queríamos ganar el Mundial. Luego nos dicen que los Reyes Magos son los padres y nos sorprendemos.
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