Escudo del Real Madrid. Es curioso rebuscar en la historia del Madrid, en los orígenes de la institución, por aquello de hacer caso al mármol que en Delfos les decía a todos los que iban a consultar el Oráculo que había que conocerse a uno mismo. La mejor manera de saber cuál es la naturaleza, digamos, esencial, de una entidad, es abrir de un tajo quirúrgico su Historia, y contemplarla ante la luz cierta de los acontecimientos. Los atributos externos del Real Madrid Club de Fútbol, entre los que se encuentran, qué duda cabe, el color de su camiseta, de su equipación, su escudo y su propio nombre completo, hablan de esta trayectoria azarosa a lo largo de los años. Aunque, cuando miramos desde nuestra olímpica tribuna cómodamente instalada en el presente, se nos aparezcan los clubes como creaciones ex profeso de nuestro tiempo, es imposible olvidar la huella indefectible del contexto en el que se desarrollaron los clubes deportivos españoles: es evidente que, como producto del entorno y del ambiente político y social de la España de finales del XIX y principios del XX, la génesis del Madrid está tan influida como la de cualquier otro club por la atmósfera coyuntural.
El Madrid, de definirse, sería burgués, hijo de la vanguardia intelectual y académica de la España del cambio de era; de los jóvenes españoles que a caballo entre el siglo viejo y el nuevo absorbían con la curiosidad inquieta de la vida que florece los cambios que iban produciéndose a tiempo real en el resto de Europa. En medio de un magma excitante y novedoso, de un bullir de conceptos e ideas cocidas en el trasiego comercial, ideológico y cultural entre la capital de España y Londres, París, Viena o Berlín, nace una institución que con el tiempo prevalecería entre las demás, en medio de una atmósfera hirviente donde el ejercicio físico al aire libre pasó, de súbito, a ser considerado como elemento imprescindible del nuevo estilo de vida moderno y, por tanto, del catálogo pedagógico con que instruir a los jóvenes españoles. Los rancios usos sociales, arterioescleróticos, dieron paso a un torrente de nuevas preocupaciones relacionadas con el cuerpo y el movimiento: de ahí la abrupta proliferación de nuevos clubes y sociedades deportivas. En la gestación del Madrid aparecen, como estrellas titilantes en el firmamento, nombres poderosos que evocan la brisa de renovación que invadía los principales centros urbanos españoles, expuestos al oleaje de las corrientes intelectuales que batían Europa: la Institución Libre de Enseñanza, el Liceo Francés de Madrid, la burguesía catalana, los ingenieros de minas, el Sky, los comerciantes británicos de la capital.
El Madrid, de definirse, sería burgués, hijo de la vanguardia intelectual y académica de la España del cambio de era; de los jóvenes españoles que a caballo entre el siglo viejo y el nuevo absorbían con la curiosidad inquieta de la vida que florece los cambios que iban produciéndose a tiempo real en el resto de Europa.
En 1876, un grupo de catedráticos díscolos y en abierta confrontación con la Universidad española a cuenta de la defensa de la libertad de cátedra, fundaron en Madrid la Institución Libre de Enseñanza, un rayo de Zeus que vino a iluminar, con efímero fulgor, la forma de enseñar a los niños y jóvenes en este país. Francisco Giner De los Ríos, Gumersindo de Azcárate, Nicolás Salmerón, Hermenegildo Giner, Augusto González de Linares y otros tantos eruditos de primer orden conformaron un centro de saber asimilable a la Casa de la Sabiduría de Bagdad en el siglo IX, o a la Escuela de Traductores de Toledo del siglo XIII: una academia alrededor de la cual germinaron varias generaciones de españoles nuevos, avezados en el cientifismo, en el institucionismo, influidos por las corrientes de pensamiento y filosofía centroeuropeas; alejados, en suma, del rigor supersticioso y del rictus confesional predominante en la escuela española del último tercio del siglo XIX. Sin la Institución Libre de Enseñanza y sus templos de erudición adyacentes, como el Centro de Estudios Históricos o la famosa Residencia de Estudiantes, el núcleo de lo que se dio en llamar Siglo de Plata de la cultura española no hubiera tenido lugar.
Emulando a la Institución, nace en 1884 el primer Liceo Francés de Madrid, otro centro de estudios estructurado en torno a la razón crítica, el pensamiento científico y los nuevos métodos procedentes de Europa. Estas dos escuelas serían importantes en el devenir del Madrid, pues de ellas saldrían sus precursores: los primeros directivos y los primeros futbolistas, y dos de los clubes que fueron fermento posteriormente del Madrid: la Sociedad de Foot-Ball (cuya identificación con el mítico Sky Foot Ball Club es puesta en duda muy seriamente por los autores Luis Javier Bravo Mayor y Víctor Martínez Patón en su trabajo La aguja del pajar: el origen del fútbol en Madrid), matriz madridista, y la Associaton Sportive Française, aparecida poco después, y que terminaría integrándose en el Madrid con el paso de los años, abandonando sus colores azules y verdes originales.
Esta es la atmósfera que pare al Madrid. Ya en 1879 se fundó en la ciudad una sociedad deportiva pionera: el Cricket y Foot-Ball Club de Madrid. Una década después, hacia 1889, la hornada de jóvenes profesores de la Institución Libre de Enseñanza (destacando el célebre Manuel Cossío) que habían perfeccionado su maestría en Oxford, Cambridge o Eton, transmiten a sus alumnos los modos de aquel extraño sport que causaba recelo y admiración entre las buenas gentes de Madrid. Maestros y chiquillos patean con brusquedad los primeros balones alrededor de los campos y praderas de la Puerta de Hierro y la vera del Manzanares; nadie sabe muy bien cómo funciona aquel juego caótico, y tienen que venir algunos súbditos de la Albión como sir Arthur Johnson -el primer entrenador del Madrid, quien fue de los primeros en recomendar a los delanteros que evitasen fumar junto a los guardametas rivales mientras esperaban a que les llegasen los balones en franquía- o el suizo, empleado de banca, Paul Heubi, para enseñarles a todos a organizarse sobre el albero. Creciendo conforme al cosmopolitismo de sus cercanos docentes -los paseos matutinos por el campo, las meriendas comunes, el desarrollo de la actividad física como complemento básico de la educación teórica de la juventud, eran preceptos absolutamente establecidos en la cultura pedagógica de la Institución- un grupo de aquellos alumnos, ya mozos y muchos de ellos estudiantes superiores o universitarios, fundaron La Sociedad de Foot-Ball. Era 1898 y los colores del patriarca del fútbol madrileño eran el rojo de la casaca y el azul oscuro de los calzones y las medias.
Esta Sociedad carecía de escudo. Un año después, un grupo de descontentos encabezados por Julián Palacios, casi todos procedentes de la Escuela de Ingenieros de Minas y del equipo del Association Sportive Française, se escinde formando la Nueva Sociedad de Foot-Ball. Muchos de aquellos jóvenes habían vivido algún tiempo en Inglaterra a expensas de sus familias, todas ellas burguesas y de buena posición. De eso conocían la fama del Corinthian de Londres, el equipo amateur más célebre de la Historia del fútbol británico. Los jugadores del Corinthian lucían una camiseta blanca de seda muy llamativa que era percibida como un venerable icono de pureza. Por esta influencia, y por la de sir Arthur Johnson, se decidió que la camiseta de la Nueva Sociedad fuese blanca. Esto disgustó a quienes aún permanecían fieles a la memoria de la vieja Sociedad (confundida en la mayoría de las fuentes con el Sky). Ambos grupos habían acordado reunirse en una taberna para unirse en una misma entidad. No se llegó a un acuerdo y los leales a la vieja Sociedad fundan el Sky Foot-Ball Club, cuyos colores continuaron siendo los mismos que los de la vieja Sociedad.
En octubre de 1901, el Sky languidece y muchos de sus futbolistas se unen a Julián Palacios y su Nueva Sociedad: deciden entonces darle un empaque diferente que resuelva todas las antiguas rencillas, y nace el Madrid Foot-Ball Club, sociedad convergente de aquellos esfuerzos pioneros, esporádicos y fragmentados. A pesar de ello, el Sky seguiría vivo, rebautizado tras el nacimiento del Madrid como New Foot-Ball Club. Su escudo se formó con las iniciales en acrónimo: NFC, entrelazadas. Probablemente inspirasen el primer escudo netamente madridista, que habría de esperar todavía unos meses. La actividad del Madrid no se regularía oficialmente hasta la fecha, ya imperecedera, del 6 de marzo de 1902, cuando se formalizó su primera Junta Directiva; y más adelante, el 22 de abril siguiente, cuando se levantó el acta fundacional y se celebró la primera reunión de la Junta. En ella se constataba el alquiler del primer terreno de juego (junto a la Plaza de Toros de Goya) y se disponía cómo había de ser la indumentaria del nuevo club:
“Pantalón y blusa blancos, medias negras con vueltas, y cinturón con los colores nacionales, completándose con un casquete azul oscuro”. La blusa está cruzada por una ancha banda morada, representativa del austero color de Castilla, en la que figura el escudo de Madrid bordado en colores.”
los tres elementos principales que marcarán la esencia del escudo del Madrid a largo plazo: el blanco, el escudo de Madrid y la franja morada.
Están aquí los tres elementos principales que marcarán la esencia del escudo del Madrid a largo plazo: el blanco, el escudo de Madrid y la franja morada. Se decidió que tres grandes letras, al uso del New Foot-Ball Club, lo compusieran: la C, la M de menor tamaño, y la F sobrepuesta entre la M. En las fotos de la época, ora aparecen las letras en azul oscuro sobre el pecho blanco de las camisetas, ora blancas insertas en un óvalo azul. Sea como fuere, hasta casi la tercera década del siglo XX, el escudo propio del Madrid hubo de alternarse con el oso y el madroño del distintivo de la Ciudad, ya que la normativa con que se regularon los primeros Concursos o Copas de la Coronación obligaba a los equipos madrileños a utilizar la heráldica local en los enfrentamientos contra equipos de otras ciudades. Estos partidos fueron desde el principio muy frecuentes, gracias a los primeros torneos organizados entre equipos de Madrid, Barcelona y Bilbao a los que empezaron a concurrir los cada vez más numerosos clubes de foot-ball españoles a partir de 1902.
Estos escudos de la ciudad de Madrid se enmarcaban dentro de un óvalo, de grueso borde, cuya circularidad puede entenderse como un antecedente del redondel que en 1908 escoltaría las iniciales de la institución en la pechera. Hay fotos de 1907 en las que el acrónimo inicial, en azul oscuro, ya estaba acompañado de un círculo oblongo, también de contorno azul aunque no circunscribía del todo la enorme letra M, con lo que los distintos elementos icónicos del blasón madridista surgían gradualmente conforme se asentaba la sociedad dentro del panorama deportivo nacional. Hasta 1929 hay constancia gráfica del uso del escudo municipal en la camiseta blanca, y la utilización del escudo propio como norma habitual en los partidos oficiales habría de aguardar hasta finales de la década de los 30.
En 1903, el New Foot-Ball Club desaparece definitivamente, y sus miembros integraron de modo automático las filas del Madrid, quien absorbió al año siguiente al heredero del viejo equipo del Liceo Francés: la Association Sportive Amicale, hijo del antiguo Sportive Française de donde procedía deportivamente otra figura de relieve en la génesis del Madrid: Pedro Parages. También en 1904, el Madrid completa su construcción fagocitando a uno de los clubes madrileños más punteros, surgidos de entre la volcánica actividad deportiva que sumergió el Madrid de primeros de siglo en un frenesí creador: el Moderno Foot-Ball Club, equipo integrado recientemente por el Iberia Foot-Ball Club y el Victoria Foot-Ball Club.
En 1908, se decide adelgazar el acrónimo CMF. Se encoge la C, siendo preponderante ya para siempre la gran M, abierta sobre la C y la diminuta F como un enorme murciélago. Se circunscribe el espacio con un redondel del mismo color de las letras, azul oscuro, y el Madrid pasa a tener ya de forma nítida la vértebra simbólica que lo identificará para siempre en todo el mundo.
Doce años después, en 1920, Alfonso XIII dota al club de una distinción muy notable: puede llamarse Real, como ya lo eran desde 1910 (un año después de su fundación) la Sociedad de Foot-Ball de San Sebastián, el Betis Foot-Ball Club desde 1914 o el Club Español de Foot-Ball de Barcelona, hecho Real en 1912.
La testa coronada del escudo, también en azul, permanecería hasta 1931. Este año se produjo en España un hecho muy notable: el advenimiento de la II República. Con el nuevo régimen, se eliminan por ley todos los símbolos monárquicos de instituciones, sociedades y asociaciones públicas y privadas. El Madrid adopta entonces, imbuido en el contexto general del amanecer republicano, la franja morada en el escudo. La atribución de este elemento heráldico a Castilla, por alusión a las Guerras de las Comunidades de Castilla del siglo XVI, es un error pertinaz. El mito del morado castellano como símbolo de una tierra indómita en lucha contra la opresión extranjera encarnada por los ministros y el séquito flamenco de Carlos I, se fundamenta en algo tan sencillo como la confusión del carmesí con el violeta: los famosos pendones de Castilla fueron, desde la noche de los tiempos, rojos, no morados, y sólo es posible achacar al desgaste cromático producido por el paso del tiempo el error en que se fundamenta la identificación del castellanismo con el morado. Por extensión, en 1931, el republicanismo español quiso extender la federalidad de la bandera del nuevo régimen político incluyendo el morado castellano como contraposición del rojo y gualda, comúnmente atribuidos a los reinos mediterráneos de la Corona de Aragón.
La testa coronada del escudo, también en azul, permanecería hasta 1931. Este año se produjo en España un hecho muy notable: el advenimiento de la II República. Con el nuevo régimen, se eliminan por ley todos los símbolos monárquicos
No obstante, como aparecía ya señalado en el artículo 18 del acta fundacional del Madrid, “La blusa está cruzada por una ancha banda morada, representativa del austero color de Castilla” con lo que, haciendo un juego de especulación anacrónica, puede encontrarse aquí el precedente original de la franja. A pesar de que la catarsis suscitada por el paso de la Monarquía a la República revolucionó estéticamente todos los órdenes de la vida cotidiana de los españoles, la banda morada no era, en 1931, un símbolo inherente al ideal republicano; más bien al contrario, eran los afectos al nuevo status quo quienes se empeñaron en incluirlo como una forma de mostrar, ante los sectores de la opinión pública más contrarios, la generosidad aglutinante de la nueva República, venida a España en actitud magnánima y conciliadora.
El escudo del Madrid quedó, pues, desmochado, hasta más allá de 1939. El Real Madrid Foot-Ball Club pasó a ser, solitario y austero como el ánimo castellano que pretendía invocarse desde el principio, el Madrid Foot-Ball Club, para terminar siendo el Madrid Club de Fútbol después de la Guerra Civil. Con el triunfo de Franco y el establecimiento del nacional-catolicismo, se tradujeron rauda y velozmente todos los nombres procedentes del inglés o del francés. La consiguiente nacionalización fervorosa de la vida de los españoles afectó, por supuesto, a todo: ya no se jugaba al Foot-Ball, sino al balompié o al fútbol; nadie iba a un match, sino a un choque, partido o enfrentamiento, y los equipiers o footballers eran, simplemente, señores jugadores de fútbol. El vigor de la nación había de demostrarse constantemente en el lenguaje cotidiano, y el uso de extranjerismos estaba mal visto ya que podía indicar la sospechosa presencia de un adicto a alguno de los considerados peligrosísimos males venidos de allende los Pirineos, tales como el liberalismo, la política de partidos, el socialismo, la masonería o cualquier otro espantajo propagandístico que le fuera útil esgrimir al régimen nacionalista español.
En 1941, no sin afanes de la nueva Junta Directiva, el escudo del Madrid recupera la corona pero, a pesar de todo, conserva la franja: señal inequívoca de que era considerada un elemento de castellanidad y no un accesorio estético de la derrotada República. El Madrid, a diferencia del Atlético de Aviación, el Fútbol Club Barcelona o el Atlético de Bilbao, era observado con desdén apenas disimulado por los nuevos amos de España, debido al legado cultural de libertad, cosmopolitismo y bonhomía que desde su fundación arrastraba el club, amén de las actividades a que había estado expuesto durante la Guerra Civil merced a su condición de sociedad incautada por el Frente Popular. El regreso de la corona al escudo coincidió con uno de los últimos retoques significativos del mismo: el azul oscuro del redondel, de las letras y de la corona, trocóse en dorado. Adquirió así el Madrid el definitivo matiz áureo que distingue su blasón en la actualidad.
El Madrid, a diferencia del Atlético de Aviación, el Fútbol Club Barcelona o el Atlético de Bilbao, era observado con desdén apenas disimulado por los nuevos amos de España, debido al legado cultural de libertad, cosmopolitismo y bonhomía que desde su fundación arrastraba el club
Hasta 1954, el Madrid mantendría la media negra, tal y como establecía su acta fundacional. Se guardan imágenes del mismo Di Stéfano jugando con ellas, pero desde la temporada 54-55, el Madrid saldría a los campos de España y luego, de Europa, con el hábito blanco nuclear que le sirvió para alcanzar la universalidad.
En 1998, tras la victoria sobre la Juventus de Turín en la final de la Copa de Europa de Amsterdam, el Madrid vuelve a ser vestido por Adidas, tras unos años con Kelme. Por cuestiones ornamentales y mercadotécnicas, se eligió entonces el azul como color preferente de la franja hasta entonces morada: Castilla desapareció del escudo, adoptándose en general un tono más suave y proporcionado en la ilustración de la corona. En 2001, la nueva dirección comunicativa emprendida por el Madrid transforma el escudo también en logotipo, para lo cual bordea de azul oscuro el contorno del redondel y de las letras, agrandándolas hasta apenas dejar espacio en blanco entre la M, la C y la F. Más adelante, en la temporada que terminó en este pasado mes de mayo de 2015, el Real jugó por primera vez con un escudo monocolor: el estampado que Adidas ha hecho tradicional en sus últimos diseños, y que ya estrenó el Chelsea hace siete u ocho temporadas. El Madrid parecía haberse resistido a esta modificación, cuyo efecto visual más inmediato es el de transparentar el escudo blanqueando sus contornos. De una forma o de otra, el escudo de la institución sigue reflejando el transcurrir del tiempo y de los usos estéticos y comerciales. Hay quienes argüyen que esto es una venta ignominiosa al mercantilismo sin escrúpulos. No obstante, desde la Edad de Piedra del deporte profesional, las costumbres mercadoténicas y las modas han determinado en mayor o menor medida la configuración de la indumentaria, así como las influencias de lo hecho en otros países de Europa y del mundo.
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Interesante artículo. Cuenta de un modo diferente y profundizando en detalles que suelen ser ignorados, la historia del origen y transformación del escudo del Madrid. Un dato curioso de otra transformación ocurrida recientemente, es el de eliminar la cruz de la corona del escudo en el logotipo del club, en los países del Medio Oriente donde el Madrid tiene intereses comerciales, para evitar disgusto o confrontación con la religión musulmana mayoritaria de esos países.
Maravillloso artículo didáctico. Me ha encantado conocer más profusamente la historia de nuestro escudo. De verdad, mi enhorabuena por este trabajo.
Sólo quiero darle las gracias por este artículo.
Su trabajo merece un reconocimiento por parte de todos los madridistas.
Buenos días y mis felicitaciones más sinceras por este artículo, que es un monumento a la verdad y a la razón, donde explica con una sencillez apabullante, nuestro origen, ligado a dos corrientes una política, ( nos guste o no)de orientación liberal, europeísta y democrática y otra cultural que esta en el reconocimiento inequívoco de nuestra identidad castellana.
Es el momento de hacer un alto en el camino, de mirar hacia atrás y reflexionar cuando perdimos el rumbo, por que esta absolutamente claro, que andamos perdidos, sin un anclaje cultural y sin una relación con nuestro entorno que nos vivifique y nos haga más fuertes.
Seamos humildes, reconozcamos que estemos en un camino que conduce a ninguna parte, demos un paso atrás - o los que hagan falta- para dar luego dos pasos adelante,- o los que hagan falta-, pero sobre bases solidas y reconocibles.
Por favor D. Antonio siga usted así, escribiendo artículos que son clases magistrales de historia y además fenomenalmente escritos, por que su labor es necesaria, como el aire que exigimos trece veces por minuto, - con permiso de D. Gabriel-. Asimismo me gustaría que si tiene alguna crítica u observación que hacerme, estaría encantado de leerla.
Saludos blancos y comuneros
[…] futbol amateur inglés: el Corinthian, quien también inspiró al equipo paulista. Sin embargo, su escudo ha sufrido varias modificaciones a lo largo de los […]
Un añadido más al momento en el que el escudo no lució la corona borbonica:
Apenas un par de semanas después de la sublevación militar sucedería uno de los hechos más relevantes de la historia institucional del Club: el 4 de agosto de 1936 el Madrid FC es incautado por el recién constituido Frente Popular a petición de sus socios. Se hacía cargo de la presidencia de la Junta Directiva Juan José Vallejo por el Comité de la Federación Deportiva Obrera, manteniéndose Hérnández Coronado como secretario general.
El diario El Liberal lo reflejaba así en su edición del 11 de agosto de 1936: “El Frente Popular regirá los destinos del Madrid FC y anuncia que el club ha acordado la celebración de un partido internacional con la Selección Soviética para recaudar fondos con destinos a la suscripción abierta a favor de las víctimas de las familias caídas en la lucha contra los faciosos”. En otro apartado decía: “El Madrid FC ha abierto una suscripción a favor de las víctimas del fascismo. Este club ha encabezado dicha suscripción con cinco mil pesetas que han entregado directamente al presidente del Consejo de Ministros, Sr. Giral. Todos los empleados y obreros del mismo han contribuido a dicha suscripción con un día de haber, importando en total 286,30 pesetas. Dentro de unos días les imitarán los jugadores, dejando un día de haber en su sueldo”.
Y el diario Informaciones decía al respecto: “Un club democrático como el Madrid, con un plantel de socios netamente republicanos de izquierda, no podía temer nada. La Deportiva Obrera, que tiene un gran concepto de los principios deportivos, encontró justos los razonamientos de algunos socios, y juntos concibieron un plan que ha sido puesto en práctica y aprobado sin excepción alguna, por todos los sectores deportivos de Madrid. Reunidos socios del Madrid y directivos de la Federación Obrera acordaron designar un Comité directivo que sustituya a la actual Junta directiva. El citado Comité, nombrado ya, está integrado por dos directivos pertenecientes a la Federación Deportiva Obrera. Uno de ellos es Juan José Vallejo”
Durante 1937 Vallejo es relevado en la presidencia por el coronel comunista Antonio Ortega, considerado como uno de los héroes populares en la lucha contra el fascismo.