Se acabó. Me extingo. La vacuna y la fortaleza del querido viejo han hecho su labor. Quien os escribe es el último resto de Covid en el cuerpo de Carlo Ancelotti, que acaba de pasar el postrero test de antígenos con éxito y puede volar a Londres para dirigir in situ el encuentro ante el Chelsea.
Pero no estoy conjugando bien el verbo. “Acabamos de pasar”, debí decir. “Podemos volar”, debí consignar. Aún, en mi insignificancia biológica, formo parte de la anatomía del veterano entrenador italiano. Me agoto, pero aún estoy aquí, mientras Carlo prepara la maleta. Podría trepar venas arriba hasta refugiarme en la ceja enhiesta para ser el último resto en perecer. Pero ya no tengo fuerzas para trepar. Mi existencia se difumina. Me cago en el anticuerpo.
En el cielo de los virus recordaré a Carlo con mucho cariño. Tuvimos una buena convivencia. Procuré no ser excesivamente lesivo para su salud. ¿Quién querría hacer daño a un tipo como él? Además soy madridista, como todo virus de bien. Cuando se me asignó el destino Carletto, lo tomé como un absoluto privilegio. No olvidéis que este señor a quien ponéis a parir en Twitter (no habéis tenido piedad ni cuando por mi culpa languidecía entre mocos y toses) está ahora mismo en disposición de convertirse en el primer entrenador que gana cuatro Champions y la Liga de cinco países distintos. Los negacionistas de Carlo me parecéis tan estultos como mis propios negacionistas.
Han sido en general días plácidos. Solo lo encontré nervioso cuando tuvo que conformarse (por mi culpa, ya lo sé, pero al menos le brindé inmunidad natural, ¿vosotros qué habéis hecho por él?) con ver el partido de Balaídos en la tele. Le tenía yo al pobre maltrecho y dolorido tirado en el sofá viendo las evoluciones —es un decir— de sus hombres. Os aseguro que aquel pico de fiebre en concreto no fue culpa mía. Qué partidito, madre mía. Ni probó los mentos. Todo el rato estuvo agarrado al teléfono dando instrucciones a Davide, que le escuchaba por el pinganillo. Tampoco es que le dijera muchas cosas. Nosotros mismos tenemos más variantes tácticas (Delta, Ómicron, etcétera) que toda la familia Ancelotti junta, lo sabemos. Tienen otras virtudes. Pero sí que hablaban. Traté de transmitir a Carlo, para que a su vez se lo transmitiera a Davide, lo que otros compañeros virus me han confiado, a saber, que hasta ellos encuentran dificultades para contagiar a Asensio por mor de la escasez de sangre. Traté de hacerle ver que debía sentarlo. Tardó en hacerme caso. En fin, el hecho es que vencimos, y esta vez no parece que pueda atribuirse a ningún comité de expertos. Si acaso el comité fue Modric, a quien vimos ejerciendo de entrenador en Vigo. Por fin ha llegado la autogestión que tantos éxitos nos deparó en el pasado, pensé para mis adentros víricos.
Nosotros mismos tenemos más variantes tácticas (Delta, Ómicron, etcétera) que toda la familia Ancelotti junta, lo sabemos
En los días que pasé con él, hallé un Carlo dubitativo. Tras atestiguar los sustos que nos propiciaba la presión alta, optó por el bloque bajo, y ahora parece que pretende volver a presionar arriba, con éxito bastante discutible. Es un grande con tribulaciones, y reconozco que yo no le he ayudado a resolverlas. Espero, ya que en aras de la salubridad debo desaparecer, que mi ausencia le brinde al menos la claridad mental suficiente para alinear a los once mejores esta noche. Sin mí se piensa mejor, quito tanta lucidez como olfato y gusto, incluido el futbolístico.
En el momento en que escribo estas notas agónicas, Carlo está ya en la puerta de embarque destino Heathrow. Noto cómo me voy diluyendo en sus arterias, y en un último estertor grito de vuestra parte el mensaje que espero tenga la fuerza suficiente para llegar a los oídos del amado viejo. Pon a Camavinga y a Valverde, carajo. Déjate de Asensio, por favor. No sé si mi voz, extremadamente débil ya a cuenta de mi inminente extinción, le llegará con suficiente potencia. Tampoco sé si, caso de oírme mientras se acomoda en su asiento del avión, me hará caso alguno. Solo soy el ultimo resto de un virus mortecino y el amado viejo es testarudo.
Me voy. Me extingo. Adiós, amigos. Hala Madrid, vamos con todo hoy. Me cago en el anticuerpo.
Getty Images.
Esperemos que le dejes aún algo de fiebre que le lleve a permitir jugar de inicio a Fede o a Edu.
A Fede y Edu a la vez lo descarto porque tus colegas tendrían que contagiar hasta la junta directiva.
Hasta los virus se erigen en entrenadores.¡Manda narices!.
Solo una pregunta si me lees, lo de jugar con falso 9 contra el Barcelona fue culpa tuya tambien o fue de otro virus?
Sea cual sea espero no vuelva...
Jajajjjajja ¡Muy bueno!!! Y los comentarios, también. ¡Hala Madrid!