La Galerna organiza una subasta. El objetivo es ayudar a ganarle al coronavirus, o más particularmente, a detener en lo posible el avance de sus funestas consecuencias a todos los niveles. Es decir, hay que defender la portería, una tan grande que dentro caben casi 50 millones de españoles. Y para defender se precisan buenos defensas. Por eso Nacho dona una camiseta. Nacho es tan buen zaguero que puede jugar en el centro, líder o de escudero; puede defender en los dos laterales, como un fuelle de forja, subiendo y bajando sin parar: es tan bueno que no sólo impide que nos metan goles, sino que además, incluso, a veces, los mete. Y no goles cualquiera, porque Nacho pertenece al linaje de los defensores clásicos, apegados fielmente al canon, que no suben por subir, sino que cuando aparecen por la azotea del área se preparan para ser fotografiados marcando goles que uno recordará de viejo y le contará a los nietos. Además, Nacho es guapo, bien parecido, fuerte, rápido, de esa escuela tan vieja como sabia que paría en La Fábrica canteranos callados, disciplinados, orgullosos y trabajadores, serios, de una fiabilidad alemana. Nacho es un canterano tal y como se los imaginaba Bernabéu, un soldadito del Madrid de los 70, de esos que todo lo sufren en cualquier asalto pero que no sufren que les hablen alto. Con barba cuidada en lugar del viril bigote, pero esa es cosa de la época, en eso no queda sino acomodarse. Así, pues, ¿por qué se puja cuando se puja por una camiseta de Nacho? Se puja por el pundonor, esa palabra tan vieja y llena de polvo que el madridismo supo convertir en valor en tiempos de carestía, pobreza y cambio. Se puja por la nobleza del gesto, por el sacrificio y por el sufrimiento. Cuando se puja por una camiseta de Nacho, se puja por aguantar el billete a una final de la Copa de Europa colgado del travesaño mientras unos bávaros vestidos de rojo llegan y llegan y no paran de llegar, pegando cañonazos desde la Castellana. La de Nacho es una camiseta-souvenir: el que se la ponga se hará más grande y dará más miedo, como dijo Camacho una vez cuando le preguntó un periodista que por qué parecía más pequeño y endeble visto de cerca y con ropa de calle. "Es la camiseta blanca", replicó.
Puja por la camiseta de Nacho
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