No es que al madridismo, puede que al galernarismo en particular, le haya salido una vena romántica como a los fustigadores del burgués de finales del XIX. Es que el romanticismo del Madrid es natural (y contundente como afirman sus títulos), aunque cabe la posibilidad de que en los últimos años, debido a la preponderancia y aburguesamiento del rival, se haya producido una exaltación del artista.
El Madrid es el epatante y el Barcelona el burgués. De ahí que a la expresión épater le bourgeois en este caso haya que añadirle la versión caprichosa de épater le culé, que significa "hacer caer abierto de piernas, por algún hecho o dicho asombrosos, al culé".
Yo he visto producirse eso, literalmente (con gran escándalo en la consecución de las dos últimas Copas de Europa logradas por el Madrid: rumores de asombro, gritos ahogados, desmayos y enaguas al descubierto, y sombreros y tocados y puros y sombrillas al aire) en grupos enteros de culés, aunque cualquiera puede verlo a diario en las declaraciones de sus portavoces o en las publicaciones de la prensa del Nou Periodismo.
El Portanálisis de La Galerna epata cada día aquí al burgués a fuerza de inmoralismo, del mismo modo que Jesús Bengoechea individualizaba ayer la burla en el culé de Toni Freixa en "[...] un trabajo beneficioso, un trabajo meritorio, y más en sociedades como la nuestra, llenas de prejuicios rancios y de preocupaciones arcaicas", decía Baroja. Freixa es un buen ejemplo, una buena metáfora de aquel burgués al que empezaron a despatarrar por su mediocridad los poetas como Baudelaire.
Porque este barcelonismo que amasa títulos como posesiones terrenales tiene una raíz industrial que quisiera ser romántica, pero no puede. Este barcelonismo, que en los últimos tiempos ha pasado, incluso pasa, por la mejor época de su historia, tiene la misma poesía que una planta metalúrgica y lo sabe, y quisiera ser Flaubert con sus atavíos extraños pero le resulta imposible soltar el bastón y destocarse de la chistera y quitarse de las falsas buenas costumbres. Así le hemos visto, le vemos, aferrarse a la mera provocación del niño Piqué como si en ella estuviese su humana salvación.
Al Madrid, en cambio, le hemos visto con el chaleco rojo de Gautier o con el sombrero de ala ancha de Gidé ganar la Copa de Europa casi desde la bohemia, pero una bohemia más rica y floreciente que la industrialización sobre la que se sustenta el burgués barcelonista. Un dandismo que deja turulato al culé que le pregunta al madridista, como Clarín a Unamuno: "¿Es empeño de ser inaudito, de épater le bourgeois? No, es que soy así".
Y no es sólo cosa madridista esta actitud sino producto de las humeantes fábricas barcelonesas con sus vapores malsanos y sus prensas que crean inconscientemente cada día Valle Inclanes y Villaespesas aunque quisieran crear hombres salvajes nacidos en una caverna. Ellos quisieran, y lo intentan, dejarse crecer la barba de Valle y llevar el paraguas rojo de Azorín, incluso aparecer en las tertulias vestidos con alquicel y babuchas igual que Villaespesa, pero eso es algo, todos lo saben, que sólo puede hacer el Madrid.
Bibliografía: Épater le bourgeois, de Gonzalo Sobejano. (Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes)
Qué maravilla !!!
Gracias, Paz.
Admirable! Gran estilo descriptivo y cierto.
En la época de Mou-Guardiola, dije una vez que el Madrid tenía un estilo romántico, y el Barcelona, racionalista. Esto del "romanticismo" en el fútbol se ha convertido en un término de significado confuso, pero cuya utilización está muy clara: es la contraseña de los equipos que "juegan bien al fútbol", o que "juegan al fútbol" a secas.
(Iba a decir que lo del "romanticismo" es un "shibboleth", pero no estaba seguro de recordar bien el significado de esta palabra, así que la busqué en wikipedia. Y encontré también esto:
«El Premio Nobel de Economía Paul Samuelson aplicó el término "shibboleth" [...] a una idea para la que "los medios [la posesión del balón, los pases] se vuelven los fines [marcar goles, ganar], y la letra de la ley adquiere preferencia sobre el espíritu". Samuelson admitió que "shibboleth" es un término imperfecto para este fenómeno, y usó a veces "fetiche" como sinónimo».
¡Exacto! ¡El fetichismo de la posesión y del "toque"! Es decir: creer que tener el balón y dar muchos pases es algo bueno (y bello) por sí mismo, y no un medio para competir y ganar. Es una desviación en la que nunca ha incurrido el propio Guardiola, que, casi como Marx —"si algo está claro, es que yo no soy marxista"—, ya dijo una vez: "yo odio el tiqui-taca").
Cualquier equipo al que elogien los mandarines del periodismo deportivo será considerado "romántico". Pero el Barcelona de Guardiola no basaba su juego en lo individual, sino en lo colectivo; y no en lo pasional, en el arrebato, sino en lo racional, en lo estratégico. Era un equipo frío, calculador, que administraba la posesión del balón con el mismo celo que si fuera dinero. Parecía entender los partidos como la demostración de un teorema. Y al contrario, era el Madrid del "especulador" Mourinho el que parecía un equipo más temperamental, a veces exultante, a veces huraño; era el equipo que no sabía 'dormir' los partidos, porque sólo era capaz de jugar a la máxima velocidad; era el equipo que parecía entender los partidos como una lucha: donde el Barcelona, como Descartes, sólo se veía a sí mismo y monologaba con el balón, el Madrid reconocía la existencia de un adversario y de una relación dialéctica con él.
No sé en qué medida siguen teniendo vigencia estas divagaciones. El Barcelona de Luis Enrique ya no es el de Guardiola, ni futbolística ni discursivamente. Y el Madrid de ZIdane me parece más pragmático que el de Mourinho. Pero de 2013 a hoy, han pasado la Décima y la Undécima. Creo que el Madrid ha recuperado su papel simbólico de "rey" del fútbol —que quizá nunca llegó a perder—, y mira el futuro con más confianza y menos angustia romántica.
Buenas tardes D. Mario, sólo se puede calificar de genial su intuición de clasificar al Barcelona
como burgués y al Madrid como epatante, siguiendo el hilo nos iríamos al campo de la filosofía
pudiendo encontrar al burgués Barcelona como apolíneo y al epatante Madrid como dionisiaco
huy, huy, huy......... que lejos podemos llegar si seguimos dándole cuerda a este extraordinario
artículo, brutal, sin más.
Saludos blancos , castellanos y comuneros
Mi duda es si muchos junta letras de muchos medios, serán capaces de entender semejante artículo.
Buenas noches y bien tirada.
Saludos,