Enya es del Barçético

Cada vez que hay un parón de selecciones muere un gatito en alguna parte del mundo. Cada vez que hay un parón de selecciones es la primera vez que hay un parón de selecciones, esa vez que se alarga hasta parecer eterna, esa vez que todo lo disuelve y lo absorbe cual agujero negro del que no hay quien pueda salir para respirar un poco. Intentémoslo al menos.

Pero, ¿cómo respirar con el paulocoelhismo que hoy nos trae la portada de Marca? "El futuro empieza hoy", dice su titular; "nuestro lema es luchar para soñar", cuenta Koke imbuido sin duda de cholismo new age. Así es bien difícil salir del agujero negro, queridos galernautas. Bien parece que en la redacción de Marca campan a sus anchas los libros de autoayuda, tal vez confeccionen sus portadas con mantras tibetanos en el hilo musical y hasta con la sola luz de unas pocas velas aromáticas de canela y vainilla. Todo muy chill, pero sobre todo muy out, que es donde preferimos estar si la situación se pone tal y como nos la ha puesto hoy el diario madrileño.

Ya nos disculparán si para exorcizarnos de Enya (¿dónde está?, por cierto) preferimos la máxima punk "No future" que creemos tan bien encarnada por el Madrid. Solo hay presente, aquí y ahora, esta ocasión de volver a ser grandes una y otra vez como modo de serlo para siempre. Además, eso de "luchar para soñar" que nos suelta el oráculo Koke nos parece demasiada alforja para tan poco viaje. Habrá que luchar para ganar, ¿no?, o si nos apuran, soñar para ganar, pero ya nos dirán ustedes qué ganamos luchando si lo que conseguimos es soñar. Que se lo digan por ejemplo a Calderón de la Barca, quien por cierto comparte nombre con el estadio rojiblanco, ese que no para de soñar y menos de ganar, dicho sea con perdón de Koke y de su maestro.

Pero ya puestos a ser punks y a escandalizar a Enya, que debe ser una señora muy escandalizable, no están nada mal las palabras de Messi que recoge la portada de As en su piso superior derecho: "Tocamos fondo. Hay que salir de esta mierda". Claro y directo el de Rosario en el verbo, todo lo contrario que en su juego contra Brasil el otro día, tal y como por cierto le suele ocurrir cada vez que va con su selección. No pueden entender en Argentina qué demonios le pasa al crack, no les entra en la cabeza que lleguen a sus ojos tantas fulgurantes imágenes de su compatriota vestido de azulgrana mientras ellos en directo solo ven el negativo en albiceleste.

Así no hay quien pida el Balón de Oro para Messi sin propiciar la carcajada, aunque ya se sabe que siempre hay un roto para un descosido, siempre hay un medio culé bien dispuesto a defender lo indefendible y, parafraseando a Leo, a tocar fondo y que salga el sol por Canaletas, que es por donde todo el mundo sabe que sale el sol, o se pone, o lo que quiera el entorno culé que haga el sol, que para eso lo dicen ellos, la reserva moral de occidente.

Una reserva que parece estar de compras en Portugal y en Brasil, que deben de ser dos regiones del Alto Ampurdán, porque es sabido que el Barcelona prima la cantera sobre el dispendio monetario de otros clubes menos espirituales. Así que no se engañen, Cancelo y Coutinho nacieron en Figueras o en Portbou, en Santa Leocadia de Algama o en Capmany, y sobre todo hablan catalán que da gusto, como Messi más o menos, quien, por otra parte, está "convencido de ir a Rusia", según dice un nuevo y como siempre esclarecedor CONFIDENCIAL de Sport.

Hombre, con su sueldo -¡renovación ya!, dicho sea de paso por justicia-, el argentino se puede permitir ir a Rusia cuando quiera, e incluso ir y volver sin bajarse del avión las veces que hagan falta para demostrar que puede permitírselo, pero no sabíamos de las artes adivinatorias de Messi, ya capaz de verse allí con su selección aún sin haber ganado los puntos necesarios para ello. Aunque también puede ser que el magno CONFIDENCIAL tenga más que ver con una declaración de intenciones que con la realidad tangible, puede ser en definitiva que Messi comparta con Koke aquello de "luchar para soñar" mientras no para Enya de sonar en su cabeza. Qué dolor de idem.