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En el nombre del fútbol

En el nombre del fútbol

Escrito por: Antonio Valderrama28 mayo, 2024
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El sábado por la noche el Madrid jugará por su decimoquinto título de campeón de Europa en Wembley. De las dieciocho finales que el Real ha disputado hasta ahora, tres han sido en las islas británicas: dos en Glasgow y una en Cardiff. En Wembley, sin embargo, sólo ha jugado una vez, contra el Tottenham, hace seis temporadas, en la fase de grupos. Es curioso porque Wembley, que es una de las grandes catedrales del fútbol, quizá la cuna, por ser el estadio mítico de Londres, es el campo que más finales de la Copa de Europa ha albergado en las sesenta y ocho, hasta hoy, ediciones disputadas. En el viejo Wembley se estrenó el Barcelona, que también, después, ganó otra en el nuevo. El equipo que más veces ha jugado el partido más grande de todos y la sede que más veces ha acogido este partido se van a conocer por fin ahora.

Wembley

El Madrid, que es por antonomasia parisino, junto al Sena ha ganado tres de sus catorce trofeos, cruza el canal como Julio César, en busca de la posteridad, del más allá. En el centésimo primer aniversario del estadio de fútbol del imperio británico, el Madrid se enfrentará al Borussia y al destino. A sí mismo y a los fantasmas de lo nuevo: nadie ha ganado nunca tanto, ni tantas veces. Nadie ha ganado jamás nueve finales sin perder ni una.

El equipo que más veces ha jugado el partido más grande de todos, el Madrid, y la sede que más veces ha acogido este partido, Wembley, se van a conocer por fin ahora

El Borussia de Dortmund ha estado en las dos copas más grandes de la era moderna. En la Séptima fueron el penúltimo escollo, los vigentes campeones que vieron caer porterías más allá de Orión. En la Décima fueron los rivales más duros, los demonios amarillos que casi descarrilan el ferrocarril de la Historia, que Ancelotti se había encargado de pintar de blanco. A veces todavía recuerdo el gol a puerta vacía que falló Mkhitaryan, uno de esos medios rapidísimos, bajitos e hipertécnicos que cultiva el Borussia desde que Klopp estableciera un patrón cultural allí. Desde entonces siempre son el mismo equipo ultrasónico, afilado y valiente, da igual quién juegue, un equipo tan capaz de golear como de ser goleado y que siempre deja las puertas abiertas para que corra el aire antiguo del fútbol, sin ese afán totalitario y kafkiano con que Guardiola pretende esclavizar un juego que, desde que lo inventaron los ingleses en el XIX, es un canto salvaje a lo imprevisible.

Mkhitaryan

Wembley es un estadio lleno de historias que nunca ha contado nada del Madrid. Es el estadio del gol de Puskas a Inglaterra, donde Best con el United de Busby derrotó a la muerte y al Benfica de Eusebio, y el estadio del gol fantasma con el que los ingleses le robaron un Mundial a los alemanes. Será el estadio que vea a Kroos jugar por última vez de blanco. Su década en el Madrid abarca un tiempo de prodigios y de regalos. Junto a un puñado de hombres extraordinarios, ha refundado el fútbol. Allí, en Wembley, Kroos ganó su primera Copa de Europa precisamente al Borussia de Klopp, con el Bayern. Quizá la posibilidad de cerrar el círculo de su carrera legendaria, la cábala de grandeza, haya determinado su decisión de cortarse la coleta después de la final: un tipo cuya especialidad era detener el curso de las cosas y alterar el orden natural de los acontecimientos cuando los volcanes entraban en erupción ya sólo puede moverse por impulsos de esa grandeza.

Kroos en la final de Wembley 2013

Kroos y Modric, los directores del mejor Real Madrid de todos los tiempos, compartirán escenario en Wembley por última vez ante nuestra mirada melancólica. Tendrán la posibilidad de cerrar el mundo de ayer ofreciendo al mañana el regalo extraordinario de un triunfo único, total, imperecedero. Su legado ya es inmortal, pase lo que pase el sábado. Pero la visión, que no se puede marchitar, de ellos dos, príncipes rubios al servicio de un deber innegociable, ordenando una noche más el caos del Universo alrededor del balón, será la herencia luminosa con la que crecerá otra generación de madridistas, embrión de sueños que no tendrán en Wembley su final, sino su comienzo.

Si el fútbol un día fue la posibilidad de ganar para los que pierden siempre, el Madrid lo encarna mejor que nadie

En Wembley los alemanes, durante el Blitz, tiraron más de nueve mil bombas. Los habitantes del barrio respondieron juntando dinero para levantar una pista de aterrizaje de Spitfires y ayudar a construir barcos con los que ganar la guerra. Ha sido el hogar de hazañas olímpicas y recreo de nostalgias imperiales. Wembley es el corazón de lo que siempre creímos que era Inglaterra, madre del juego más popular de la Tierra. El fútbol nos ha hecho soñar a generaciones enteras de individuos terráqueos con existencias ordinarias, alejadas remotamente de cualquier posibilidad de belleza o epicidad. Ha redimido infinidad de vidas anodinas y ha regalado a cientos y cientos de miembros de la working class people de todos los confines de la Humanidad ilusiones permanentes, esperanzas incondicionales y una forma de entender con pasión la vida.

El Real Madrid es la quintaesencia de esa invención británica llamada foot-ball. Su color blanco es el de la inquebrantable confianza que canta el poema, contiene toda la alegría. Sólo con alegría y con un amor ilimitado por el juego se puede ganar una Copa de Europa, que siempre es la primera, aunque vayan en el saco todo un ciento. Si el fútbol un día fue la posibilidad de ganar para los que pierden siempre, el Madrid lo encarna mejor que nadie. Una multitud sin número ni nombre de parias de la Tierra volverá a congregarse en torno a un televisor, un transistor o cualquier pantalla el sábado a las 9 de la noche. Todos vestirán una camiseta blanca cargada de electricidad. Jugarán los que son y todos los que fueron. La idea es darle algo hermoso a todos los que vendrán. En el nombre del fútbol.

 

Getty Images.

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Madridista de infantería. Practico el anarcomadridismo en mis horas de esparcimiento. Soy el central al que siempre mandan a rematar melones en los descuentos. En Twitter podrán encontrarme como @fantantonio

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🎂Cumple 33 años el hombre que le enseñó a Bellingham lo que significaba «chilena», el hombre tranquilo que no flaqueará jamás ante un penalti decisivo, el gran @Lucasvazquez91

¡Felicidades!

Lamine Yamal es muy joven.

Enormemente joven.

¿Y?

#portanálisis

👉👉👉 https://www.lagalerna.com/lamine-yamal-es-muy-joven-y/

En el hecho de que @AthosDumasE llame a la que muchos llaman "Selección Nacional" la "selección de la @rfef" encontraréis pistas de por qué no la apoya.

La explicación completa, aquí

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Tal día como hoy, pero de 1962, Amancio rubricaba su contrato como jugador del Real Madrid.

@albertocosin no estaba allí, pero te va a hacer sentir que tú sí estabas.

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