En el nombre de Zidane

Yo creía que Zidane se quedaba, aunque es posible que sólo lo quisiera y no lo creyera. Los subconscientes son así, como estos veranos de movimientos que empiezan y con ellos también se empiezan a poner a tono los sembradores de mentiras, de medias mentiras y, alguna vez, por supuesto, de verdades, como la de hoy. Como yo creía que Zidane se quedaba, o simplemente lo quería, no lo sé, voy a seguir sin hacer caso de Allegris, ni de Contes, ni mucho menos, Dios nos libre, de Lows, por ejemplo.

La vida continúa, también para el Madrid, como siempre lo ha hecho el Madrid y usted mismo; pero el Madrid sin Zidane, y más después de esta temporada casi gloriosa (sí, gloriosa en el infortunio y el sabotaje, con una Liga que es suya y se la han quitado metiendo la mano ¡y el pito!, y a un solo paso ¡minutos! de otra final de Copa de Europa donde el Madrid es el Madrid), es un Madrid sin nada. Yo no sé si creía que Zidane no se iba a ir o sólo quería que no se fuese.

No vamos a ponernos trágicos, pero desde luego es para ponerse. Porque no había que tomar ningún otro rumbo, que es lo que se suele aducir para cambiar de entrenador. El rumbo era el correcto a pesar de los vientos o de su ausencia y de la tripulación. Hay que traer nuevos tripulantes y licenciar a los viejos y a los cansados y a los desentendidos. Y había que decirle a Zidane (yo se lo hubiera dicho y no sé si lo han hecho) que se le quiere. No que se le necesita, sino que se le quiere.

A mí me pasa eso un poco. Yo no sé si creía que Zidane se iba a quedar o si solamente quería que se quedara, pero sí sé que le quiero. Que el Madrid es más grande que nada y que nadie, pero que, en estos malos tiempos para todos, la esperanza no solamente debe ser lo último que se pierde, sino lo último que se debe perder cuando ya se posee. ¿Qué mayor demostración de idoneidad y más allá puede dar un entrenador que consigue lo que ha conseguido este entrenador en tan contrarias y aberrantes condiciones?

Yo no sé si creía que Zidane se iba a quedar o si solamente quería que se quedara, pero sí sé que le quiero

Lo que puede hacer este entrenador en condiciones favorables ya lo sabemos. Así que tenían que haberle dicho que le querían, por lo que más quisieran, porque es lo mejor que tenía el Madrid. Zidane era el émulo ideal para este fútbol malvado y rijoso cuya sombra se eleva sobre el propio fútbol oscureciéndolo todo como en La Carretera de McCarthy. Yo me sentía un poco como el niño que vaga junto al padre por una tierra apocalíptica, en vez de tratando de sobrevivir, tratando de ganar, que es casi lo mismo.

Los buenos somos nosotros, le decía a su hijo aquel padre, y no hay ningún otro hoy que nos pueda decir, como le ha dicho y le ha demostrado Zidane al Madrid y al madridismo, que somos los buenos. Ahora hay que encontrar a otro que nos lo diga, que se lo diga a esos jugadores y es raro, cuando aquí teníamos a ese padre que siempre nos ha llevado hasta la playa.

Fotografías Imago.