Soy de los que aman los códigos del fútbol y piensan que todo lo que interfiera y altere su esencia, que se define por ser una batalla con balón, es contraproducente. Por tanto, no es raro que me oponga a los pasillos al campeón, una suerte de genuflexión o reconocimiento de los rivales al ganador de un título precedente.
La tradición, al menos en España, se remonta a 1970, en un partido de Copa entre el Athletic de Bilbao y su antigua sucursal madrileña, el Atlético de Madrid. Los vascos, que curiosamente habían sido segundos a un solo punto de los madrileños, inauguraron la práctica del pasillo antes del pitido inicial.
No discutiré su intención caballeresca inicial, pero ya sabemos las deficiencias de este país y el gesto no se ha librado de polémicas. En diciembre de 2017, el Barcelona le negó el pasillo a un Real Madrid campeón del Mundialito de Clubes, decisión que se explicó desde la Ciudad Condal aduciendo a que ellos no hacían pasillo a menos que participaran en la competición del ganador. Zidane, entrenador blanco esa campaña, tomó nota y tampoco su equipo hizo pasillo en mayo de 2018 cuando el Barça acaba de conquistar la Liga.
Cuatro años después, el Atlético de Madrid, por acuerdo entre club y aficionados, tampoco homenajeó a un Madrid recién coronado en el título doméstico. Para los rojiblancos, siempre con la mirada en Chamartín, aquello hubiera sido un sacrilegio. Mucho antes, en 1992, fue Javier Clemente quien se negó a seguir la tradición y honrar al Barcelona, que acababa de ganar su primera Copa de Europa: “Cruyff no se merece ni pasillo, ni escalones, ni felpudo. Es un maleducado. Esto es lo que opino de él como persona", soltó el entrenador vasco. Por tanto, ¿para qué añadir más polémicas y desplantes? ¿Qué necesidad de desviar la atención de lo importante?
El sano ardid competitivo se pierde en ceremonias previas al juego. Sucede con las entregas de premios a jugadores y con los pasillos al campeón. El fútbol carece de memoria, y quizás ese es uno de sus secretos
Cuentan sus protagonistas que, en las noches mágicas europeas, antes de las grandes remontadas ochenteras, el Madrid no salía ni a calentar con el objetivo de que toda la presión ambiental recayera sobre los visitantes y que el estadio rugiera con más fuerza cuando viera salir las camisetas blancas. Ese espíritu, ese sano ardid competitivo se pierde en ceremonias previas al juego. Sucede con las entregas de premios a jugadores y con los pasillos al campeón. El fútbol carece de memoria, y quizás ese es uno de sus secretos. Exige ganar sin importar lo que hubiera sucedido el domingo anterior.
Comprendo a los que estiman el reconocimiento público de los méritos, pero seguiré pensando que el pasillo realmente importante es el que acoge las vitrinas que contienen los trofeos. Y nada más.
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Lo que tenían que hacer los jugadores si les hiciesen el pasillo es pasar por detrás y se acaba el debate
Lo del pasillo siempre me ha parecido una chorrada pero la envidia del pateti contra el Madrid (que es el motivo por el que no lo hacen sobre todo cuando la liga de 2022) es notoria, igual que cuando la farsa se negó a hacérselo al Madrid con la excusa de que no lo hacía en una competición que no participaba como el mundialito de clubes (no participaste porque no ganaste los champions ese año, pero estabas en igualdad de condiciones para poder participar como el Madrid), luego Zidane al poco cuando dijo que el Madrid no lo hacía más de uno se le echó encima, es de risa, como si el día de mañana el Madrid dice que al patético no se lo hace si acaba de ganar un título, habrá algún colchonero que dirá "pero no eran el club señor y caballero como dice su himno" y alguna chorrada por el estilo.
Mejor que el pasillo, sería darles un (otro) baño
Pues nos hacemos un pasillo a nosotros mismos. Y luego uno a ellos... "No ha dicho mosca!!"