Cuando un equipo ha ganado todo lo imaginable, cuando un once se puede citar de memoria por todos los aficionados, cuando ese mismo equipo deja de vencer y toca reflotar el barco, ¿qué se puede hacer? No es fácil poner punto y final a ninguna historia exitosa. ¿Quién es el valiente que toma este tipo de decisiones impopulares? Hay que tener suficiente capacidad para adelantarse a un más que posible declive aparentemente indetectable.
A lo largo del deporte de élite rara vez hemos asistido al desmantelamiento consciente de una plantilla que viene de ganar tanto que tiene la panza llena de gloria. Un ejemplo notorio que en su día levantó una gran polémica lo encontramos en el mundo de la NBA. En vísperas de comenzar la temporada 1997/1998, Jerry Reinsdorf, propietario de los Chicago Bulls decidió junto con su gerente general Jerry Krause que debía hacer borrón y cuenta nueva, que la plantilla más ganadora del planeta baloncesto estaba completamente obsoleta y que la reconstrucción debía ser total empezando por el entrenador Phil Jackson. Es decir, el sexto anillo de aquellos mitiquísimos Chicago Bulls jamás hubiera existido. ¿Qué sucedió? Decidieron complacer a su estrella Michael Jordan que pidió un año más antes de poner punto y final a la plantilla más ganadora de la historia del club del estado de Illinois. Si bien pensaban que Jordan aún daba para más, creían firmemente en prescindir de estrellas como Scottie Pippen, Dennis Rodman, Horace Grant y Toni Kukoč. Aquella reconstrucción no renovó los laureles de gloria de los Chicago Bulls, pero quedó en la memoria de todos los aficionados como uno de esos vanos intentos de lucha contra el hecho biológico y la lógica del mercado.
En el mundo del fútbol encuentro dos célebres casos significativos. Cuenta el famoso periodista catalán y colaborador de La Galerna Tomás Guasch que durante el Mundial de Alemania en 2006 mantuvo una conversación bastante significativa con Sandro Rosell, por entonces exvicepresidente deportivo del F. C. Barcelona. El futuro presidente de la entidad le confesó que en el club blaugrana eran consciente de que ese verano de Mundial era el ideal para vender a su estrella Ronaldinho y sacar una gran tajada. Aquella temporada el crack brasileño había liderado al equipo entrenado por Frank Rijkaard en la consecución de la Champions League. A pesar del momento dulce, fuentes internas del club aconsejaban la venta del jugador, pues ya era vox populi que apuntaba a un más que evidente declive dada la vida disoluta de la que hacía gala. Aquella venta no se hizo y ya recordamos todos cómo acabó el gran Ronaldinho su etapa blaugrana. El segundo caso que quisiera destacar atañe a la Selección de fútbol de España dirigida por Vicente Del Bosque. Tras pegársela en el Mundial de Brasil de 2014, Del Bosque hablaba de una necesaria transición dulce. Usaba esta expresión con especial hincapié para referirse a la portería, pues un Iker Casillas en entredicho veía cómo el joven David De Gea le acechaba. La prensa afín parecía olvidarse de que tal vez esa archifamosa transición dulce debió producirse para el Mundial de Brasil, pero no. En aquella ocasión don Vicente prefirió homenajear a los campeones de todo que tanto nos habían dado. Por supuesto, le salió mal a Del Bosque y su etapa como seleccionador acabó peor que el rosario de la aurora.
El proceso de renovación debe seguir una estructura clara, una hoja de ruta. El Real Madrid inició ese nuevo ciclo en el verano de 2018. La renovación del propio Vinícius Junior, Rodrygo Goes, Valverde y Eduardo Camavinga confirman que tenemos talento asegurado para el futuro
Por ello, es tan importante renovar cada tanto un vestuario. El proceso de renovación debe seguir una estructura clara, una hoja de ruta. El Real Madrid inició ese nuevo ciclo en el verano de 2018. Justo al ganar la Decimotercera, su máxima estrella Cristiano Ronaldo anunciaba que dejaba el equipo. También se produjo la salida del técnico Zinedine Zidane. Lejos de volverse loco, el Madrid continuó con su hoja de ruta y presentó a un jovencísimo Vinícius Junior. Parece que la política de captar a las mejores promesas del fútbol mundial no ha ido mal tras dos ligas, una Copa del Rey, una Champions y otros supertítulos nacionales e internacionales. Así pues, las renovaciones del propio Vinícius Junior, Rodrygo Goes, Valverde y Eduardo Camavinga confirman que tenemos talento asegurado para el futuro.
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Una transición de seis años… menudo ejemplo. El Madrid no tuvo transición. Se fue Cristiano y vino Mariano. Tras una de las peores temporadas de nuestra historia reciente ficharon a Hazard para q hiciera olvidar a Ronaldo y fue un desastre. El equipo a partir de ese año ha fichado como mucho un par de jugadores, a veces ninguno. Eso no es una renovación. Sencillamente ha ido cambiando cromos muy despacio y con bastante acierto todo hay que decirlo. Hasta hace nada el bloque era casi el mismo que cuando se marchó el portugués. Y este año sin un 9. Para mi este madrid es de entre guerras, no hay nada que indique que vayamos a marcar un ciclo ganador. Tenemos buenos jugadores pero falta plantilla y un crack arriba. Sin eso habrá alegrías por supuesto, pero la irregularidad será la tónica general.
Yo creo que la transición en el centro del campo está siendo muy buena con lo difícil que es sustituir a la CMK, en la defensa aunque perdió a sus dos centrales titulares se rehizo bien con los fichajes y de hecho los títulos después de la marcha de Ramos y Varane ahí están, lo que si ha sido incapaz de conseguir ha sido un delantero goleador que marque las diferencias y si que ha dado ahí algunos petardazos muy caros como Jovic o Hazard, ese es el gran debe del Madrid de los últimos años respecto a la plantilla a grandes rasgos.