Cantaba Gustavo Cerati, líder y compositor de la reputada banda argentina Soda Stereo, en una de sus más celebradas canciones en su etapa solista que una gran espera le agotó y, con el corazón en la mano, he de decir que estos nueves días sin competición oficial me carcomieron. Afrontar todas las grandes citas tiene algo de larga espera. Si esa gran cita es futbolera y encima está en juego una eliminatoria de cuartos de final de la Champions, aún más. Una vez más, y ya van tres de forma consecutiva, nuestro emparejamiento es con el Manchester City en un duelo que definió bien Jorge Valdano: «el Real Madrid-City es un Clásico moderno, pero en realidad el moderno es el City, el que siempre está es el Real Madrid».
Fue larga la espera hasta el partido de ida de cuartos de final frente al Manchester City. Tiempo suficiente para la especulación y también para saborear cada momento. Una noche grande europea es un disfrute y prueba de ello es cómo cientos de miles de aficionados madridistas por todo el mundo mostraron su devoción en redes sociales horas antes del encuentro, en especial la oleada que supuso la convocatoria de ir todos de blanco al encuentro. Y tal vez el momento más eufórico fue la llegada del equipo al Santiago Bernabéu, con todo el público apiñado a lo largo de las calles adyacentes en la llamada busiana. El aspecto ambiental no solamente queda estéticamente sobresaliente, también influye. Ni qué decir tiene que el tifo que lució el público en el estadio nos puso a todos los pelos de punta.
Durante la semana previa se especulaba cómo iban a disponerse tácticamente las dos escuadras. Mientras el Manchester City viene de disputar encuentros con mucho desgaste como frente al Arsenal, Aston Villa o Crystal Palace, el Madrid ha tenido nueve días para preparar el encuentro. Esta diferencia no es cosa menor a estas alturas de temporada. Por ello, contábamos con un Real Madrid sin complejos y más en casa, pues como dijo Juanito, 90 minuti en el Bernabéu son molto longo.
Carlo Ancelotti decidió no inventar con el 11. Puso a los 11 mejores actualmente y por ello salimos con Aurélien Tchouaméni junto a Antonio Rüdiger en el eje de la defensa y con Eduardo Camavinga en el centro del campo. Por su parte, Guardiola optó por otro once conservador: Akanji para tratar de frenar a Vinícius, Grealish partiendo de titular en lugar de Kevin de Bruyne y Ortega Moreno por delante de Ederson. Con 4 centrales en el campo, pareciera que Guardiola renunciara a sus famosos postulados.
Sabor agridulce y con todo por decidir en la vuelta
El partido empezó raro. En menos de un minuto el árbitro François Letexier pitó una falta peligrosísima contra el Madrid y amonestó con amarilla a Tchouaméni. Dudosa decisión que acarrea suspensión y hará perderse al internacional francés la vuelta en Manchester. Bernardo Silva lanzó la falta y el disparo acabó en gol. Francamente, Andriy Lunin podría haber hecho algo más. Sin embargo, lejos de acobardarse, el Real Madrid se sobrepuso y un disparo de Camavinga desde la medular se envenenó al tocar en Rúben Dias y fue hacia dentro. A continuación, una contra de manual. Vinícius dio un pase espectacular a un Rodrygo que venía como un misil por la banda izquierda y supo templar, mandar y marcar con un toque propio de billar. En minuto y medio el Madrid había sido capaz de dar vuelta al resultado.
La segunda parte continuó como había acabado la primera mitad. El City sobando el balón y el Madrid haciendo daño a la contra. Pero un auténtico golazo por la escuadra de Phil Foden noqueó al Madrid que cinco minutos más tarde recibió un tercer mazazo con otro golazo desde fuera del área de Gvardiol. El City daba la vuelta al marcador. Con la entrada de Modric y Brahim volvimos a coger aire, y en un pase magistral de Vinícius Valverde hizo una volea de ensueño y el marcador volvió a igualarse. Sabor agridulce y con todo por decidir en la vuelta.
Después del envite europeo, de nuevo La Liga. Ahora toca resetear y pensar en el campeonato liguero. Tras un parón de semana y media, retomamos la competición doméstica y lo hacemos en Son Moix frente al Real Club Deportivo Mallorca. El conjunto balear llega a la cita algo tocado moralmente tras su derrota en la final de Copa y físicamente agotado. Es lógico que el equipo mallorquín pusiera toda su energía en la final y ahora le cueste aterrizar. Bien es cierto que con tan solo 31 puntos no puede dormirse en los laureles, pues únicamente le separan del descenso seis puntos. Con esa necesidad agónica debemos saber jugar.
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