Tanto en el fútbol como en la vida existen ciertos malentendidos. Y dentro del madridismo, aún más. Cierto sector de la afición reivindica el señorío y otro, el casticismo. En mi opinión, todo es válido porque sirve a un único fin: la continuidad de carácter de nuestro Madrid. Pues, como bien aprendimos con la tercera y, por ahora, última trilogía de Star Wars, luz y oscuridad deben unirse para hallar el estado perfecto del equilibrio en La Fuerza.
Hace ya algunos años que pego un brinco cada vez que un ultrasur urbano me espeta aquello del madridismo y el señorío. Por lo general, el radical de turno pertenece a un club que odia al Madrid y todo lo que representa. Para este entrañable sujeto el señorío es un señuelo: la trampa para chantajearte y que no oses reivindicar a tu club por encima de todo. A algunos aficionados de equipos españoles todo lo que sea blanco les produce urticaria. Muchos de estos jetas justifican cualquier tropelía del Fútbol Club Barcelona y aplauden con las orejas todo los favores estatales que disfrutan los simpatiquísimos inquilinos del Spotify Camp Nou. A todos estos hinchas les pediría que se quitaran la bufanda y que fueran objetivos con lo que está ocurriendo en el fútbol español. Ojalá dejasen de lado la inquina al merengue y tratasen de exigir a sus dirigentes la limpieza de la competición.
En 2010 llegué a Madrid con un proyecto en la piel y sin bufanda. En teoría, si vas a estudiar Periodismo en la Complutense deberías dejar tus colores a un lado pues has de ser objetivo en tu profesión. O, al menos, tratar de serlo. Admito que soy un ser humano y, por tanto, subjetivo. Pero, hombre, he de ser honesto. O, por lo menos, esforzarme por serlo. Yo no puedo justificar todo lo que hace mi Madrid, ¿no? Cuando soy aficionado, lo soy; ahora bien, si soy periodista la bufanda me la quito. Bien, esa era mi visión de las cosas en 2010 pero muy pronto me di cuenta de que en el mundo del periodismo deportivo todos van con bufanda, camiseta y carné. Al único que se le afea esa conducta es al periodista madridista. A ese se le prohíbe hasta respirar. ¿Exagero? Encienda usted la radio y oirá a los principales conductores de esos programas bramando como auténticos hooligans. ¿Exagero? Prenda usted cualquier canal deportivo de este país llamado España y luego me cuenta sus impresiones sobre la inmensa mayoría de exaltados que por esos platós pululan.
En el mundo del periodismo deportivo todos van con bufanda, camiseta y carné, pero al único que se le afea esa conducta es al periodista madridista
En un mundo ideal todo es perfecto. En un mundo ideal hasta el anarquismo bien entendido tiene cabida y es deseable. Pero, mis queridos amigos, no vivimos en un mundo ideal. En algún momento hay que madurar, ¿no? Está muy bien vivir en Nunca Jamás con Campanilla y los niños perdidos pero, tarde o temprano, el Capitán Garfio y sus hombres vienen a por ti y tú no eres Peter Pan. Por eso, el señorío del caballero que fue nuestro gran presidente Luis de Carlos es un modo de estar en la vida digno de reivindicar. Pero, compañeros lectores que me leen, en 2010 vino un señor de Setúbal y se ganó un lugar en mi corazón para siempre. Don José Mourinho llegó a la Casa Blanca como un señor con carácter lusitano y presencia imponente. Don José Mourinho llegó a nuestro Madrid como absoluto campeón de todo el año anterior con el Inter de Milán: Liga de Campeones de la UEFA, Serie A y Copa de Italia. Don José Mourinho vino a Madrid para recordarnos a todos los madridistas quiénes éramos. Don José Mourinho vino y se fue de Madrid como lo que es, un auténtico señor. Y algo más, una leyenda. Entre los madridistas de menos de 40 años, don José Mourinho es hoy día una figura de culto tan grande como Cristiano Ronaldo. Es así.
Así pues, la deportividad como el señorío se nos presupone a todos los madridistas. La honestidad a carta cabal, también. Pero cuando hablamos de fútbol profesional hablamos como lo que somos: profesionales. Porque de nada me sirve la deportividad mal entendida en un mundo de jetas y estafadores. Porque sí, porque José Mourinho tenía razón.
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Hombre, poner a José Mourinho, al que yo creo que la mayoría de madridistas admiramos, a la altura de Cristiano Ronaldo… me parece que te has pasado. Cristiano es junto con Di Estefano el mejor jugador de la historia del club. Nos podrá caer mejor o peor, pero yo en 40 años no he visto un jugador igual.
Mourinho era un buen entrenador y yo disfruté con muchos de sus partidos, pero, después de meterle a Tito Vilanova el dedo en el ojo, lo de ponerle como modelo de señorío me parece un dislate.
Toda la razón