En 2007 el Real Madrid venía de vivir los años del plomo. Tras el galacticidio, periodo de tiempo comprendido entre el final fatídico del Madrid de Los Galácticos y la vuelta a lo grande de Florentino Pérez, al Madrid le tocó un tiempo grisáceo. A los aficionados que teníamos la panza llena de títulos y flashes, aquel infierno lleno de jugadores mediocres como Pablo García o Diogo se nos antojaba como lo más hortera que jamás habíamos visto. Y además, el F.C. El Barcelona de Ronaldinho, Deco y Samuel Eto’o entrenado por Frank Rijkaard era mucho mejor.
Nosotros estábamos tratando de reconstruirnos a nivel nacional bajo el mandato de Ramón Calderón. Predrag Mijatović era el director deportivo. El de Montenegro había logrado cerrar buenos fichajes y, sobre todo, a don Fabio Capello. La llegada del entrenador italiano tuvo mucho impacto en mí. Legendaria era su figura y mis expectativas sobre sus ilimitados conocimientos eran totales. Poco más que un prócer, un sabio del asunto del balompié. Para Capello nada tenía misterio. Todo para él era fútbol. No en vano lo había ganado todo ya. Inclusive, era un tótem del AC Milán de Silvio Berlusconi. Capello había cogido las riendas del club rossoneri tras la marcha de Arrigo Sacchi y había, no solo salvado los muebles, acabado anotándose para su palmarés y para la historia del fútbol aquel 4-0 en la final de Atenas ante el FC Barcelona que le haría levantar la Liga de Campeones de 1994. Con todo, y pese a los vaivenes rarísimos de aquella temporada, el Madrid de Capello acabaría ganando contra todo pronóstico la Liga 2006/2007, popularmente llamada la Liga del Clavo Ardiendo.
Sin embargo, en Europa la cosa no marchaba. Y a nivel interno, el club tampoco. Tenía algo de improvisado y hortera aquel Madrid de entreguerras. En ese contexto, yo estaba algo alicaído como aficionado y la música y la literatura eran mi cobijo contra la tormenta. Para distraerme, como buen adolescente, necesitaba estímulos de todo tipo. En 2007 hallé uno grandísimo. En 2007 descubrí la música de un gran madridista, Quique González. En 2007 me enganché a Quique González y hasta hoy me dura el cuelgue. Siempre aparece un madridista de la nada para ayudarte a caminar por el desierto. Quique González fue mi bastón en aquel lejano 2007.
Descubrí a Quique González a través del músico Pancho Varona. El músico tenía un blog llamado Músico insurgente donde relataba sus experiencias y recuerdos de tantos años de carretera. Por aquel entonces, Varona estaba en plena gira con Sabina. Entre una entrada sobre los viajes del tour u otra sobre detalles técnicos del último concierto, Varona dedicaba alguna pieza sobre Quique González. En su opinión, González era el autor de canciones más dotado del panorama nacional. En aquellos meses preparaba el disco que habría de titularse Avería y redención.
Siempre aparece un madridista de la nada para ayudarte a caminar por el desierto
Avería y redención fue el álbum que me aficionó a Quique González. Me impactó tanto que no dudé en ir al concierto que ofreció en la sala Mucho Teatro de El Puerto de Santa María. Para mi sorpresa, y para los que iban conmigo, en mitad del bolo salió Enrique Bunbury para cantar la canción Backliners. Entre las sombras, emergió un Bunbury vestido de forma sobria con vaqueros negros y camiseta negra ajustada con la imagen del Bob Dylan de la época de Blonde on Blonde. El público enloqueció al ver salir al auténtico Héroe del Silencio. Tiene su miga porque Backliners es un medio tiempo dylaniano en el que priman los teclados que marcan el rumbo fijo de un tema en el que aparentemente no pasa nada pero sucede de todo. Por momentos pareciera la confesión de un músico de carretera harto de convivir con tonos menores. Por otro lado, la venganza cínica de un cantante que está harto de tener que fingir que le cae bien el dueño de las salas donde va a tocar o de tener que atender a las sobrinas del alcalde del pueblo de turno.
Con los años he vuelto a ver a Quique González muchas veces, entre ellas en la legendaria sala La Riviera de Madrid. Mayo de 2013 junto al junto al Manzanares. Presentaba Delantera mítica, álbum grabado en Nashville y totalmente madridista desde el título. El Real Madrid siempre se ha caracterizado por contar con una línea de ataque sin parangón. Kopa, Rial, Di Stéfano, Puskas y Gento es la delantera de nuestros abuelos, el del Madrid de Santiago Bernabéu que arrasaba en Europa sin piedad alguna. Luego, la del Madrid de los jerarcas de las 4 de 5 Champions: Karim Benzema, Gareth Bale y Cristiano Ronaldo. Estas dos líneas de ataque son las dos líneas más recordadas pues han escrito, cada una a su manera, negro sobre blanco su propia historia.
Quique González es tan buen madridista que, como todos nosotros, alguna vez fantaseaba con ser jugador profesional. Su amor por el club de su vida es tal que ha sabido cultivar la amistad de jugadores como Esteban Granero o Xabi Alonso. Tanta amistad y respeto les une que Quique González les llegó a dedicar su álbum Avería y redención. ¿Acaso hay mayor muestra de amistad entre madridistas?
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Buenas tardes, es cierto que el resultado oficial de la final de Atenas entre La Orga y el Milán dirigido por Capello fue 4-0 - pero en mi opinión debió ser de 5-0 porque al buen jugador milanista
llamado Marcel Desailly, le anularon un gol absoluta y totalmente legal, aunque ni siquiera así,( con ayuda arbitral ) pudieron competir con aquel gran Milán, no tiene importancia pero que conste el hecho.
Saludos blancos
Es obvio que soy seguidor de Quique Gonzalez, concretamente desde Salitre 48. Eso y su madridismo irredento suponen para mi una doble satisfacción.
De acuerdo contigo Daniel en que es uno de los mejores compositores -si no el mejor- del panorama musical patrio. En su haber, además, que fue uno de los primeros músicos de éxito que se auto editó un álbum, harto de las casas de discos de la epoca. Concretamente fue Kamikaces Enamorados. Y en eso, veo un paralelismo con nuestro Real Madrid, que intenta mantener su independencia de la Liga corrupta dirigida por Tebas.
Gracias Daniel por el artículo y espero que pronto podamos disfrutar en La Galerna de una entrevista con él.