El Madrid jugó su último partido oficial el 1 de junio de 2024. Prácticamente desde entonces hemos vividos inmersos en una Eurocopa que, aun habiéndola ganado España, no ha llegado a emocionarme como debería. En general el juego fue bastante escaso, no emergieron nuevos jugadores sorprendentes y, más allá del interés que generaba ver las chilenas de Jude, los últimos minutos de juego de Toni, el incansable liderazgo de Luka o las prometedoras carreras de Kylian, la realidad es que ningún partido me atraía lo suficiente como para condicionarme a la hora de hacer planes. De hecho, la final me pilló en un aeropuerto. No es un menosprecio hacía España y su Selección. Justa campeona. Con gran protagonismo además de Dani Carvajal y Nacho. Simplemente, hace tiempo, algo pasó que me desconectó afectivamente del que hace años sentía como mi equipo. Y me duele. Porque sé lo que es disfrutar un triunfo de este nivel y los sentimientos que despierta.
Lo que a mi juicio sucedió, entre otras cosas, es que se perpetró lo mismo que en su momento se hizo con el Barça, pero en sentido contrario. Es decir, si en su día se quiso potenciar la grandeza de una Cataluña independiente a través de un Barça campeón, alguien en el otro extremo quiso servirse de la Selección para traer de vuelta a esos catalanes (y vascos, ya de paso) haciéndoles sentir que “La Roja” era algo muy suyo. Para ello, era inevitable hacer ver que el Real Madrid era un elemento desestabilizador y por tanto, un ente que no encajaba bien en esa idea de “españolizar” a las ovejas descarriadas. Lo que no contaban era con la grandeza del Real Madrid, que sin duda era mayor que la de la Selección. Así que, como siempre pasa cuando se politiza el deporte, la idea salió mal, ya que lo que fundamentalmente lograron fue una desafección de una gran parte de seguidores.
Quizá el error fue no contar con el hecho de que, si a un aficionado blanco le das a elegir entre el Madrid o lo que llamaban “La Roja”, éste se quedará con su Madrid. Y así estamos muchos. Como diría Luis Aragonés, contentos, pero sin presumir. Y lo que debería ser una gran fiesta, se nos ha quedado en una mera mueca de satisfacción y la certeza de que, este año, si no es por el Real Madrid, no hubiéramos podido emocionarnos con nada. De hecho, no recuerdo nuevas películas, series o canciones que me hayan removido algo por dentro. Ni siquiera los toros este año han hecho sentir cosas especiales. Sólo el Madrid con sus eliminatorias de Champions, y su ritmo de apisonadora en la Liga, nos hizo gritar y saltar del asiento en lo que va de 2024.
La cuestión que traigo a colación es que nos hemos plantado a mediados de julio, que el Real Madrid lleva sin jugar un mes y pico y que ya ni siquiera tenemos el placebo de ver a algunos de los nuestros jugando con su selección. ¿Debe ser esto motivo para la desesperación? Rotundamente: no.
Sólo el Madrid con sus eliminatorias de Champions, y su ritmo de apisonadora en la Liga, nos hizo gritar y saltar del asiento en lo que va de 2024
Para empezar, el martes pasado tuvimos una perlita que seguro será recordada a lo largo de la historia. Fue la presentación de Mbappè. El deseado. Además, la de Endrick está por llegar. Por otro lado, aquellos que no han sido internacionales ya se están empezando a ejercitar con el club, lo cual es un claro estímulo para pensar que ya falta menos para el rock and roll. No nos entreguemos al desaliento, por tanto.
Si aun así alguien se siente tan vacío por dentro como para considerarse incapaz de soportar los pocos días que faltan para retomar los partidos oficiales, voy a proporcionarle una serie de ideas, a modo de “guía del ocio madridista”, que le harán ser consciente de lo omnipresente que está el Real Madrid, aunque parezca que está de vacaciones.
Para los que vivan en la capital o quieran desplazarse a ella, les sugiero un plan muy madridista, aunque no sea mainstream. Ahora que parece que aprieta el calor, les invito a que madruguen y se vayan a la calle Ortega y Gasset esquina con Velázquez, a la terraza de la Cafetería Cristina Oria, o la del VIPS si van más cortos de presupuesto, y desayunen disfrutando del fresquito mañanero de Madrid mientras tratan de imaginarse que allí, en el conocido como campo de Estrada, allá por el 1900 y antes de su oficialización en 1902, ya jugaba partidos el Madrid Football Club, germen de lo que es hoy nuestro club y en el que me gusta imaginar que, tal vez, un buen día pasara por allí un joven irlandés llamado Arthur Johnson, cuya historia hace tiempo contó La Galerna. Obviamente, lo recomendable sería disfrutar del café mientras se lee tan interesante artículo.
Una vez terminado el desayuno y antes de que el sol apriete de verdad, lo mejor sería acercarse al Santiago Bernabéu. El “Templo”. Observar la grandeza del nuevo estadio sin el bullicio de un día de partido puede ser una gran idea. Y también entrar en la tienda o el museo que ya vuelven a estar a pleno rendimiento. Después de darse un baño con la historia y el presente del club, se puede hacer lo que hacen muchos madrileños en verano: irse al Retiro. De camino al parque, antes de darse un paseíto en barca, debería parar en la calle Jericó y dejar un clavel blanco en la que fue casa de Don Santiago Bernabéu y, ya de paso, tratar de localizar la zona comprendida entre el inicio de la calle Ibiza y Menéndez Pelayo, en el que se ubicó otro de los campos en los que jugaban aquellos pioneros antes del celebrado año 1902. De hecho, es donde consta oficialmente que el 6 de octubre de 1901 aquel Madrid jugó su primer partido amistoso.
Si aun así el sofocante calor agobia, no quedaría otra que marchar a la sierra. En concreto a la villa de Navacerrada. Al Hotel Arcipreste de Hita, al igual que hacían Don Santiago y toda su tropa por esta época. Allí, además de un aire puro y mucho más fresco, puede respirar historia del Real Madrid gracias las fotos que aún adornan las paredes de este fabuloso hotel en el que el Real Madrid se concentraba durante las pretemporadas y antes de las grandes citas. Es otro templo madridista que merece mucho la pena visitar. Y que fue lugar de concentración hasta bien entrada la era de Ramón Mendoza.
Si con estas no se ha logrado matar el gusanillo, hay otras soluciones. Aunque requieren más kilometraje. Se puede ir uno a playa. Que es lo que pide el cuerpo cuando hay ola de calor. Un bonito lugar sería Santa Pola, en Alicante. Cuartel de “invierno” de Bernabéu en el que disfrutaba navegando con su barquito y en el que invirtió la poca riqueza que su austera y honrada gestión del club le proporcionó. De camino a Santa Pola y para completar la ruta de “Don Santiago”, se debe hacer parada obligada en Almansa (Albacete). Que además de presumir de un bonito castillo, es la cuna del gran presidente y en definitiva también cuna de lo que hoy en día es el Real Madrid.
Llegados a la playa, pues lo mejor es quedarse allí unos días. No queda otra que comerse un buen arroz y tomarse unas cervezas mientras uno se lee los mejores artículos de La Galerna, ojear un poco la prensa por si llega algún fichaje y celebrar que este año ha sido uno de los mejores de toda la historia blanca. Por lo que ha sucedido y por lo que se ha sembrado para un futuro prometedor.
Hay que recordar que en pocas fechas estamos ya trasnochando para ver los partidos del Real Madrid en la gira americana y que, por tanto, queda menos para poder volver a emocionarnos. Que falta nos hace. ¡Buen verano a todos!
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Don Pedro suscribo como mías todas y cada una de esas reflexiones que narracenbeste magnífico artículo enhorabuena...pienso y siento lo mismo q vd. solo que no se escribirlo tan bien..hala madrid
¿Y para los que estamos al otro lado del charco? ¿Que propuestas hay? ¿Como matamos ese gusanillo que no da paz? ¿Mos tendremos que conformar con el confetti time que ofrece Juan Lapuerta?
Bueno, en México hay una Cibeles...
Me parece digna de encomio la precisión con la que el autor describe lo que algunas mentes planificaron en relación a la selección española de fútbol. Les va a costar mucho reequilibrar la situación. Conmigo, desde luego, que no cuenten nunca . En este sentido, ¡Hala Madrid y nada más!