La primera edición del Premio Fernando Martín de La Galerna va a ir a parar el lunes 27 de marzo a las manos del gran Emiliano Rodríguez, el mejor jugador de baloncesto español en los años 60, y, a la sazón, Presidente de Honor de la sección de baloncesto del Real Madrid.
Agradecemos en primer lugar a la familia de nuestro siempre añorado Fernando Martín y, en especial, a su hermano Antonio -actual presidente de la Liga ACB-, que permita a La Galerna dar su nombre a este trofeo. Queremos que sirva para premiar en años venideros, empezando por este, a gigantescas leyendas madridistas (ya retiradas) del deporte de la canasta.
Emiliano Rodríguez fue el principal referente en el baloncesto español hasta su retirada en 1973, tras firmar una trayectoria impecable y con un palmarés glorioso: 12 ligas españolas, 7 Copas y 4 Copas de Europa (habiendo disputado 7 finales). Se dice pronto, pero ganar 12 ligas en una carrera de 13 años en el Real Madrid parece una hazaña de titanes vista desde el prisma actual.
Emiliano heredó la capitanía de Carlos Sevillano en 1969 y la mantuvo hasta 1973. Pero antes de ser el capitán ya era el líder absoluto del equipo, siempre bien escoltado por Clifford Luyk y por Wayne Brabender. Quién sabe cuántos triples hubiese anotado el alero leonés (nacido en San Feliz de Torio, minúsculo pueblo de apenas 200 habitantes) de haber existido los triples en su época. Era el tirador, el metepuntos por excelencia. Tiraba mucho porque sus compañeros le buscaban constantemente. En momentos decisivos nunca se escondía, pedía siempre el balón y solía ser infalible tanto desde las esquinas como desde la media distancia. Con un gran manejo de balón, solidario y aguerrido en defensa. Excelentes eran sus entradas a canasta, sus históricas bandejas, y su endiablada velocidad en los contraataques aprovechando la excepcional visión de juego de bases míticos como Lolo Sainz, Vicente Ramos, Carmelo Cabrera o el mismo Carlos Sevillano.
Imagen clásica suya era la de posar levantando copas sin parar. Y siempre sonriente. Buceando en internet hay cientos de fotos suyas, y raras son las imágenes en las que no está luciendo una amplia sonrisa. Y su caballerosidad dentro y fuera del campo de juego siempre fue proverbial, siendo un perfecto modelo a seguir. Amigo de sus amigos, tanto con sus compañeros de club como con rivales como su gran colega y base titular de la selección durante 15 años, Nino Buscató, otro de los grandes pioneros de este deporte en España.
Toda su carrera en el Real Madrid la efectuó bajo el mando de dos personas imprescindibles en su vida deportiva (además de su magnífica relación con el gran patriarca blanco, don Santiago Bernabéu), es decir Raimundo Saporta, auténtico padre de la sección de baloncesto madridista (y a quien todos los veteranos del equipo que coincidieron con él citan muy a menudo, siempre con admiración y sobre todo con cariño) y por supuesto Pedro Ferrándiz, entrenador del primer equipo durante 13 años en tres etapas diferentes, entre 1959 y 1975, y el más laureado en toda la historia del baloncesto español. Saporta y Ferrándiz, dos figuras imprescindibles en la esfera del deporte en España, sin los cuales no se entendería la evolución del baloncesto que se convirtió claramente en el segundo deporte más popular en nuestro país; y el gran Emiliano Rodríguez vivió toda su exitosa carrera de club bajo estos dos genios del deporte de la canasta.
Además de su sobresaliente carrera de club, Emiliano vistió la camiseta del equipo nacional en 175 ocasiones en 13 años (1958-1971) con lo que se puede afirmar sin temor a equivocarse que, hoy en día, por la cantidad de partidos amistosos y oficiales que se disputan, habría superado posiblemente los 253 entorchados de Juan Carlos Navarro. Un dato increíble a este respecto es que Emiliano jugó de forma consecutiva absolutamente todos los partidos de la Selección Española entre 1958 y 1969, no se perdió ni uno solo de ellos en ese amplio periodo.
Sus duelos míticos en Copa de Europa ante el TSSKA de Moscú, el Spartak de Brno (2 títulos ante los checos), el Ignis de Varese quedan grabados en los anales de la mejor competición continental, en la cual fue elegido 2 veces como lo que hoy denominamos MVP, en los años 1963 y 1964.
Curiosamente, al llegar su retirada, no se siguió dedicando (como si hicieron muchos de sus compañeros como Lolo Sainz, Clifford Luyk o Wayne Brabender) al baloncesto como técnico, ni siquiera en categorías formativas, exceptuando aquellos primeros campus veraniegos que organizó precisamente con Buscató. Sus grandes dotes de relaciones públicas le permitieron seguir cerca de su deporte favorito, ayudando con pasión a promocionarlo. Asimismo, hizo incursión en política, llegando a ocupar altos cargos municipales en su feudo de Pozuelo de Alarcón, en el que sus virtudes como deportista (honestidad, esfuerzo, liderazgo, caballerosidad) se reflejaron en su vida como político.
Su trayectoria sirvió de modelo a tantos y tantos compañeros de club que lo tuvieron de espejo (Rullán, Corbalán, Cristóbal, Paniagua, Nava, además de los anteriormente nombrados) y a las generaciones inmediatamente posteriores, que ya, bajo la batuta de Lolo Sainz, siguieron aportando tantos días de gloria a finales de los 70 (Walter, Coughran, Iturriaga, Joe Llorente, Romay…).
Enhorabuena, Emiliano Rodríguez, un más que merecido Premio Fernando Martín de La Galerna en su primera edición.
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