Buenos días, queridos niños. Ya saben, cuelguen los abrigos de las perchas y depongan los tirachinas, como todos los días. Ayer impartimos la lección de la coma del vocativo y les mandé unos ejercicios para fijar la enseñanza en sus atolondrados cerebros. Es hora de corregirlos.
—Reboredo, salga al encerado con sus deberes.
—Es que me los ha anulado el VAR, maestro.
—Peromata, ¿usted ha hecho la tarea o también tiene una excusa peregrina?
—Eh… Estrada Fernández me dijo que no seguía la línea al escribir y me anuló los renglones por fuera de juego.
—¡Pero esto es el colmo!
Esta situación puede parecer surrealista, pero no es ni más ni menos que el fútbol actual extrapolado al mundo de las aulas. La manera en la que interviene el VAR en los fueras de juego ha pervertido el espíritu de la norma. Actualmente hay un margen espacio-temporal durante el cual puede anularse o no un gol a conveniencia.
Atrás quedó aquello de “en caso de duda no es fuera de juego”, porque la ventaja obtenida es despreciable. Ahora se trazan líneas, con más o menos rectitud, porque hemos asistido a espectáculos grotescos con rayas que parecen trazadas a las 6 de la mañana en un after, y dependiendo del frame que se elija la jugada obtenida es legal o ilícita, como en el encuentro del Madrid ayer frente al conjunto ilicitano, con tres goles blancos anulados por el VAR por fuera de juego.
El frame elegido para discernir si Vinícius estaba fuera de juego en el primer gol anulado a Benzema parece mostrar que el brasileño está en posición incorrecta por media articulación de artrópodo artrítico. Mas si buscáramos, no nos extrañaría encontrar otra captura en la que Vini se encontrase en posición legal.
La imagen servida por su santidad el VAR para justificar el fuera de juego de Alaba en el segundo gol anulado de la noche es una tomadura de pelo. Atendiendo al espíritu de la norma, eso no puede ser fuera de juego nunca. En caso de que Alaba esté adelantado o atrasado sería por milímetros. Grotesco, nuevamente.
El tercer gol anulado despierta menos dudas, pero como todo el mundo comprenderá, a veces la gota que colma el vaso no es la más gorda.
Si obviamos el espectáculo lineal ofrecido por Estrada Fernández & Hill Apple Tree, el Madrid jugó a las mil maravillas, más aún si tenemos en cuenta las dificultades técnicas del VAR y el desempeño del Elche, rival que realizó un buen encuentro, lejos de lo que indica su último puesto en la tabla.
Benzema volvió por sus fueros, si es que algún día se había ido, porque tal vez, como idea loca, estaba recuperando la forma tras la lesión. El alemán de la escuadra y el cartabón ayer ejerció de Kroosemiro —como apunta de forma muy apropiada Andrés Torres en su crónica— con mucho acierto, y cuando el partido lo requirió, Ancelotti encomendó esa tarea al ayer suplente Tchouaméni, que nos deleitó con una nueva lección de fútbol, pase genial incluido a Rodrygo para iniciar la jugada del tercer gol. El francés relevó de sus tareas a Kroos, pero el sustituido fue Modric, muy aplaudido por la afición del Elche, club que también tuvo el bonito gesto de entregar una placa conmemorativa a Benzema por la obtención del Balón de Oro.
Mención aparte merecen Rodrygo y Valverde. El brasileño indetectable, tan indetectable que a veces se parece a Jon Secada, a veces a M. Night Shyamalan y otras a sí mismo, practica un fútbol glorioso que si se pudiese comprar se adquiriría en el Club del Gourmet. Con Valverde se agotan los adjetivos, es un portento. As acierta de pleno con su titular: “Cañón de Oro”.
Ayer Fede desprecintó el partido con un misil lanzado esta vez con la pierna izquierda y con el exterior. Valverde está por encima del bien y del mal, muestra una superioridad apabullante, parece un padre jugando entre niños de parvulario.
Y después del gol, a meditar, Fede se aisló literalmente de todo el mundo, porque el Madrid es seguido Across the universe, se abstrajo y sonó en su cabeza:
Words are flowing out like endless rain into a paper cup
They slither wildly as they slip away across the universe
Pools of sorrow, waves of joy are drifting through my opened mind
Possessing and caressing me
Jai guru deva, om
Nothing's gonna change my world
Nothing's gonna change my world
Nothing's gonna change my world
Nothing's gonna change my world
Esperamos que hayáis aprovechado esta desconexión del estrés del día para relajaros un poco porque seguimos.
Marca opta por la misma foto de Valverde en flor de loto y en su titular atisbamos un ápice de colmillo: “El líder, en su línea”. En su línea de VAR, entendemos. También destaca, con buen criterio, el buen partido de Lunin.
Dejamos la zona Champions y nos adentramos en terrenos más cercanos a la Europa League.
“Xavi cree”, dice Mundo Deportivo. “Yo era ateo, pero ahora creo”, dicen que han visto canturrear por las mañanas al técnico del Barça mientras riega el césped del campo de entrenamiento.
“Máxima exigencia”, es el titular de Sport. Parece un chiste, Xavi tiene peores números que sus despedidos predecesores, tampoco juega “mejor”, según el concepto anticompetitivo de jugar mejor que tienen, los culés siguen defendiéndolo —“Xavi necesita tiempo, no necesita lecciones”, Lluís Mascaró, arriba a la izquierda de la portada—, y vienen con el cuento de la máxima exigencia. Máxima exigencia, ¿dónde? A ver, que yo la vea.
Ayer volvió a quedar patente que el VAR tiene un objetivo marcado y camina recto hacia él, aunque en ocasiones recorra su camino por líneas sinuosas.
Según Santa Teresa de Jesús, Dios escribe derecho con renglones torcidos, suerte que en siglo XVI no había VAR, porque si no habría señalado fuera de juego a la providencia por no escribir en línea.
Pasad buen día.
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