Viene de El último carioca. (Primera parte)
Nos detenemos ahora en la summeriana 21-22, marcada por el deshoje de la margarita de la eterna promesa. En el Madrid en general, y entre mis amigos madridistas en particular, hay quien sueña un trueque KM-Vini, pero el club le garantiza su continuidad. Se va Zizou y llega Carletto, quien le da aún más confianza. Karim le ayuda a mejorar y él sigue creciendo, aprendiendo entre otras cosas que en el fútbol moderno nadie puede desentenderse de la transición defensiva. Empieza la temporada como un tiro, siendo la sensación del invierno, con golazos que ganan partidos. A eso le añade pasar cuando tiene que hacerlo, convirtiéndose en el máximo asistente de Europa con un Benzema al que se le caen los goles. Sentenciamos la Liga en la primera vuelta y toda la atención se concentra en la UCL tras un sorteo trucho. Ignorantes, nada inspira más al Madrid que desafiar a su propio destino.
Inauguramos las eliminatorias contra un PSG que nos barre a la ida en un partido nefasto de todos menos del marciano que ocupa la portería. La vuelta en el Bernabéu vuelve a ser un quiero y no puedo hasta que, de repente, Karim decide cambiar el rumbo de la historia con un hat-trick demoledor asistido por un Vini que despierta justo a tiempo. Sin lugar a dudas, el único equipo que fue superior al Madrid en esta Champions, con un KM imperial y ese viejo rockero que es Di María, al que su entrenador borró en Madrid por presiones no deportivas en lo que debería considerarse como la mayor eutanasia asistida de la última década. Tras París toca Londres, en una de las grandes noches de todo el equipo, aunque el foco se lo llevase KB9 por un nuevo hat-trick. En la vuelta, Vini va de menos a más, sacando fuerzas de flaqueza cuando todo está perdido y eclipsado por la figura de Courtois o Rodrygo. Se empieza a vislumbrar que el miedo escénico nos puede llevar en volandas de nuevo a París y que la pareja KB9-Vini es la mejor del mundo, por encima de Salah-Mané o MB-Messi.
La rueda de la fortuna apunta ahora a un multimillonario y artificial City. En Manchester Vini se viste de Neymar y Bale, aunando la genialidad de un menino da favela con una galopada descomunal. Ya no es como hace 2 años, ahora le cubren 2 o 3 en cada partido y, aun así, desequilibra y define. Pero el Madrid pierde y no luce tanto un golazo que, a la postre, resultará decisivo. Llega la vuelta y de nuevo le enciman dos o tres. Pep sabe que es la amenaza intangible y permanente, precisamente por ser un jugador imprevisible. Pero de nuevo aparecen las sombras cuando falla en el segundo palo un gol cantado antes del mazazo de Mahrez… El City hizo lo que no debía, transformar la remontada en imposible, despertando a la bestia que habita en ese estadio desde que Di Stefano cortase el paso al Balrog en las Minas de Moria. De su espíritu se valió Rodrygo para erigirse en el Cid Campeador y los soldados del jeque, cuales mercenarios que antepusieron dinero a gloria, descubrieron por qué la grandeza no se compra. Aún me estremezco al recordar que, en el 87, con 0-1, dije convencido: “se puede, sólo tenemos que marcar uno; uno y se vienen abajo”. Nunca sabré si era fe, anhelo o veteranía.
Tras el milagro de los milagros, todo sigue igual. Máximo asistente en la UCL, sus números mejoran los de Messi o Neymar a su edad y, aun así, sigue cuestionado y las RRSS se centran incomprensiblemente en el tema Mbappé. ¿Por qué? Si Vini lo había hecho todo…. Ya define mejor. Ya toma buenas decisiones. ¿Todo? ¿Seguro? No, todo no, aún le faltan dos cosas para consagrarse. Marcar un gol decisivo en una victoria épica y atacar bien el segundo palo. Parece increíble, ¿no? Pues no lo hace. Con su velocidad, con jugadores como Modric, Kroos, Fede, Camavinga, Ceballos, Karim o el propio Rodrygo, Vini no lo busca. ¿Por qué? No lo sé, pero no lo hace. Con su capacidad de desmarque se inflaría a meter goles, pero la realidad es tozuda. Y la única que tiene, clara, nítida, inenarrable, en la reanudación de la segunda parte en Madrid contra el City, para empatar la eliminatoria y grabar su nombre en la Historia, la falla estrepitosamente.
Vuelven los malicius. Vuelven los ficticius. Y en el Olimpo todos ríen menos Zeus, porque sólo él es conocedor del desenlace. Llega por fin la final, la gran cita, el día D, el desembarco en París para desenmascarar a las fuerzas corruptas de la UEFA y Qatar. Tenía que ser ese día, no otro, ése, cuando Vinicius Jr decide meter el gol -por ahora- de su vida y lo hace apareciendo en el segundo palo, logrando -esta vez sí- el GOL CLAVE QUE CULMINA LA CHAMPIONS MÁS INCREÍBLE QUE RECORDAREMOS. El tiempo se detiene. No hay palabras. Es el gol que no concibes de Vini, el que casi nunca busca, el que casi siempre falla, el desmarque que no intenta, el eterno pase que nunca encuentra rematador y se pierde en el limbo de los infortunios. Pero ante el todopoderoso Liverpool de Jürgen Klopp lo ve. Lo ve y lo marca. El antihéroe de esta tragicomedia griega vence a sus fantasmas y de Malicius sólo quedan ya las cenizas y la ingrata hemeroteca.
En ese momento rebusco en el laberinto de mi memoria y me acuerdo del 0-3, el día en el que vi no al Vini que era, sino al que podría ser y en el que se ha convertido. Casi todo se entrena, o se perfecciona, pero el carácter, la personalidad… eso es más difícil. Todos caemos, lo que nos diferencia es cómo decidimos levantarnos. Hay jugadores expertos en decidir partidos de basket cuando las patatas queman, o de fútbol que dan un 300% en la zona Cesarini, eso no es casualidad. Este año lo hemos visto cuando tres grandísimos equipos, de los mejores que se juntarán en este siglo, se hundieron en el Bernabéu cual Titanic en apenas unos minutos, esos minutos finales donde las pizarras se derriten y la realidad no entiende de razones por mucho que se hayan entrenado.
Dicho esto, Vini tiene por delante mucho margen de mejora. Para mí, pese a este artículo, “sólo” es un TOP10, pero ojo, que aún no ha tocado techo. Puede y debe mejorar, pero hoy por hoy tiene algo que pocos tienen: magia. No hay jugador actual que atesore más magia en el mundo. Y la magia llena estadios. Es la magia lo que hace soñar a los niños en una favela de Salvador de Bahía o en una barriada de Bangkok. Es la magia la que salvará este deporte cada vez más ahogado por eruditos de la táctica (cuánto daño han hecho los Pep de turno al fútbol creativo) que anteponen la rigidez al talento en lugar de hacerlos converger. Afortunadamente, no está sólo ni será el último, aunque hoy por hoy si es su mejor embajador.
Vini es un regalo. Disfrutémoslo.
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Vinicius , un excelente futbolista. El madridista solo puede que apoyarle y animarle a sabiendas de la presión que sigue soportando por parte de todo el antimadridismo, que sigue empeñado en ponerle todo tipo de trabas .Indudablemente , la 14 ha sido la orejona de nuestra vidas.
Los tiempos y sus signos cambian. Va a ser difícil mantenerse. Pero, hostias, estamos hablando del Real Madrid .
Real Madrid, la rebeldía constructiva.
Gran artículo y mi apoyo total a Vinicius. Aún cuando fallaba y le ponían a "parir", siempre le encontraba algo positivo.
Me parece un jugador con magia y un carácter que nos dará muchas satisfacciones. Va camino de ser un grandísimo jugador.
Como bien dice el artículo, Vinicius es magia, pura magia, un deleite para los ojos, un artista del fútbol, un jugador diferente, que no tiene miedo a fallar que se atreve a inventar que se divierte jugando..... ante tanto jugador correcto que busca el pase de seguridad , el no perder la posesión, aparece Vinicius como un alma libre, diferente, osado, políticamente incorrecto...
Larga vida a Vinicius