La visita del Real Madrid a Pamplona siempre ha sido una las más complicadas de la temporada. Ya sea en El Sadar o antes en el campo de San Juan, la batalla sobre el césped y la atmósfera en las gradas alcanzan cotas elevadísimas de tensión.
En 1956, los rojillos consiguieron su primer triunfo en casa, pero fue dos años después cuando la hostilidad tuvo su primer gran apogeo. El 5 de enero de 1958 se midieron Osasuna y Real Madrid en San Juan en un choque que estuvo cerca de suspenderse. El arbitraje de González Echevarría en la primera parte no gustó a la hinchada local, que se fue calentando con el paso de los minutos hasta que un energúmeno saltó desde las gradas y agredió al trencilla.
El agresor fue inmediatamente detenido, pero, a renglón seguido y en mitad del caos el defensor blanco Marquitos recibió un botellazo que lo dejó en el suelo. El colegiado llamó en primera instancia al delegado y a continuación tuvo una charla con el capitán de la Policía Armada, junto a los dos capitanes de ambos conjuntos. Después de varios minutos con el partido parado, se decidió continuar en medio de una gran bronca en todo el estadio. Ya en la segunda parte Marañón, en un libre indirecto que tocó en Atienza y despistó a Juan Alonso, hizo el gol de la victoria pamplonica.
En la década de los 50 y a principios de los 60 la relación entre los clubes era magnífica y estrecha como demostraron varias operaciones significativas de jugadores. Joaquín Goñi fue el primer osasunista que captó el Real Madrid en 1953, justo al mismo tiempo de la llegada de Di Stéfano. Sin embargo, el medio que había destacado en Segunda únicamente disputó amistosos con los merengues y tras un año y una cesión al Racing fue finalmente traspasado.
A partir de entonces los futbolistas aterrizados en la capital desde Pamplona acabaron haciendo historia con el Real Madrid. El primero fue Pachín, formidable defensa que ganó dos Copas de Europa y llegó en el verano de 1959, tras una sanción por duplicidad de derechos con Osasuna y Celta. En abril de 1961 el fichaje fue doble con el dúo formado por Zoco y Félix Ruiz. Los navarros hablaron con Raimundo Saporta y tras una pregunta directa del presidente osasunista Jacinto Saldise se decantaron por el Real Madrid en lugar de por el F.C. Barcelona. Esa operación que se cerró por 6 millones de pesetas también incluyó las cesiones a Osasuna de dos jugadores madridistas: el lateral Miche por un año y el prometedor extremo Serena por dos temporadas.
Los rojillos descendieron en 1963 y tuvieron un largo peregrinaje por distintas categorías del fútbol español hasta que regresaron a la élite en los 80. El recibimiento que desde entonces ha tenido el Real Madrid en tierras navarras ha sido siempre hostil.
En febrero de 1981, el Real Madrid disputó el primer partido de su historia en El Sadar, en un duelo en el que el colegiado Guruceta tuvo una labor complicada. Varios aficionados sentados a pie de campo no pararon de tirar naranjas, envases y hasta bolas de nieve al arquero merengue, García Remón. Tras estos incidentes, el árbitro paró durante unos minutos el encuentro y mandó a la policía desalojar a los aficionados autores de los lanzamientos, pero la tensión creció de tal modo que se decidió dejar a los hinchas donde estaban. Poco después a uno de los jueces de línea le cayó un objeto en una pierna. El choque pudo concluir con 1-2 en el electrónico.
Un año más tarde se produjo un hecho lamentable cuando un aficionado soltó un cerdo en el terreno de juego al que le habían puesto la camiseta con el dorsal 7 de Juanito. Aquel partido terminó 2-1, con Santillana expulsado por insultar al árbitro, un largo descuento en la segunda parte y la hinchada rojilla provocando distintos incidentes.
En octubre de 1986 los tristes protagonistas fueron Jorge Valdano y Ricardo Gallego, que fueron alcanzados por distintos objetos. Al argentino le cayó un tornillo en la cabeza mientras que al “Soso” le impactó una castaña en un ojo. El encuentro terminó con victoria por la mínima para los locales y ambas agresiones ocasionaron el cierre del estadio por un partido.
Apenas cuatro meses más tarde, el Real Madrid regresó a Pamplona para disputar los cuartos de final de la Copa del Rey. La tensión aumentó con declaraciones subidas de tono por jugadores de ambos conjuntos y la AFE quiso sellar la paz en una reunión con el capitán rojillo Lecumberri y el madridista Santillana.
El club navarro dobló la seguridad y los controles para evitar la entrada de objetos peligrosos al campo. Pero fue antes del encuentro cuando ocurrió la tragedia: el equipo arbitral tuvo un accidente de tráfico en la A2. El célebre Guruceta y su línea Eduardo Vidal fallecieron. La Federación no canceló el partido y Donato Pes Pérez fue el elegido para dirigirlo.
La paz en las gradas no continuó tras el minuto de silencio y Buyo, Hugo Sánchez o Michel fueron las víctimas preferidas desde la tribuna. El cuadro blanco venció por 1-2 y en el acta quedó reflejado el lanzamiento de objetos, que ambos líneas fueron empapados con vino y que un conejo tuvo que ser retirado del terreno de juego. El castigo fue otra vez el cierre del coliseo osasunista, pero unos días después el Comité de Apelación conmutó la pena.
El hecho más grave tuvo lugar en enero de 1989, cuando a Buyo le tiraron de manera incesante petardos y objetos que obligaron al árbitro, Socorro González, a detener el juego en dos ocasiones y a suspenderlo a la tercera. El equipo local vencía por 1-0 con tanto de Pizo Gómez a un minuto del descanso, pero la calma no llegó al fondo sur “que arrojó una lluvia de tornillos, naranjas, barras de hierro, etc.”, decía la crónica de ABC.
La zona mixta tras el duelo hirvió con declaraciones como la de Michel: “Le dije al árbitro que prefería perder el partido y no la vida” o la de Ripodas: “Gallego me llamó terrorista, asesino y que era igual que los que tiraban objetos”. Para echar más leña al fuego, el vicepresidente del Barcelona afirmó al respecto: “Sea cual sea el fallo del Comité de Competición, siempre favorecerá al Madrid”.
El Sadar fue clausurado durante tres partidos y al club navarro se le impuso una multa de 200.000 pesetas. El duelo se reanudó en el mes de mayo en La Romareda a puerta cerrada. Hugo Sánchez, con un disparó que entró y salió, le dio el empate al cuadro madridista, que mantuvo encauzado el título de Liga.
Entre tantos incidentes, percances o acontecimientos execrables, el Real Madrid también ha vivido algún momento glorioso en El Sadar. Allí Ruud Van Nistelrooy tuvo su mejor noche como blanco en noviembre de 2006. El neerlandés fichado el verano anterior cuajó una sensacional actuación marcando un póker de dianas a su excompañero Ricardo en la victoria merengue por 1-4. Además, hubo que lamentar que Iker Casillas se uniera a la larga lista de jugadores blancos agredidos en El Sadar al recibir el golpe de un mechero en la cabeza.
Pero fue el 4 de mayo de 2008 la fecha que recuerdan todos los madridistas. El equipo dirigido por Bernd Schuster viajó a Pamplona con la posibilidad de cantar el alirón. Sin embargo, el partido se torció con la expulsión de Cannavaro, y los blancos jugaron casi toda la segunda parte con un hombre menos. El penalti que convirtió Puñal en el minuto 83 alejaba del triunfo a los blancos que, espoleados por la dificultad y tirando de épica, dieron la vuelta al resultado en dos minutos para la historia.
Casi con nueve futbolistas en el verde por estar Heinze sangrando en la mano y recibiendo asistencia médica, primero Robben y después Higuaín perforaron la red rojilla y en el minuto 88 el Real Madrid ganaba por 1-2. Tras unos momentos de acoso local en el descuento, el colegiado, Medina Cantalejo, hizo sonar su silbato y la entidad madridista celebró su entorchado liguero número 31. Aquel triunfo agónico permitió además que tres días después el F.C. Barcelona realizara el típico pasillo a los campeones en el Santiago Bernabéu.
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