La portada del diario Sport de hoy muestra al técnico del Barcelona con una guitarra colgada al mismo modo que un mozo de cuerda o estibador portuario llevaría un bulto de formas incómodas. El titular, un dechado de imaginación: «Xavi marca el ritmo». Como guitarrista desde hace más de 30 años, considero perentorio realizar un análisis pormenorizado de cuanto ocurre en esa cabecera, que no es poco.
Un sabio me dijo una vez que las guitarras no hay que probarlas en un amplificador, sino ante un espejo, pues en el rock hay un mucho de visual. Xavi también lo sabe, y por ello adopta su libre interpretación de postura de Guitar Hero. Piernas abiertas, guitarra con la correa larga para que quede a la altura de los dídimos… impecable.
El instrumento en cuestión es una réplica barata de la Gibson Les Paul, modelo lanzado en 1952 conforme a las especificaciones del guitarrista así llamado, si bien su nombre real era Lester Polfus. La Les Paul ha sido la herramienta de trabajo de infinitos monstruos, denominación bajo la que incluimos a Jimmy Page de Led Zeppelin, Eric Clapton, Jeff Beck, Keith Richards, Gary Moore, Billy Gibbons, Kirk Hammett y James Hetfield de Metallica, Zakk Wylde, Neil Young, Duane Allman… es decir, es un trozo de madera con cuerdas que muy bien podríamos catalogar como mítico.
El último gran samurai de la Les Paul es Slash, guitarrista de Guns n’ Roses, que la emplea casi en exclusiva en sus discos y conciertos. De él copia Xavi la pose, si bien la enriquece con una ligera inclinación que pudiera indicar cierta afección de colon irritable. Este molestísimo mal también explicaría el habitual gesto adusto, guitarra en ristre o no, del inefable exjugador culé. No podemos, no obstante, descartar que se trate de un guiño al tradicional caganer navideño.
Xavi copia la pose de Slash, si bien la enriquece con una ligera inclinación que pudiera indicar cierta afección de colon irritable. No podemos, no obstante, descartar que se trate de un guiño al tradicional caganer navideño
Xavi ha sabido también adaptarse a las tendencias musicales más oscuras y modernas, pues no mira desafiante a una audiencia multitudinaria y entregada, sino que abraza la moda shoegazer, que se traduciría como “contemplazapatos”, propia de una música más intimista y oscura, atmosférica y a la vez ruidista, espacial e inmersiva cuyos máximos exponentes son My Bloody Valentine, The Jesus and Mary Chain, Ride o los mismísimos Cocteau Twins.
El cóctel visual denota un sublime sentido del espectáculo, comparable al entregado por mitos como Kiss, Pink Floyd, los Rolling Stones o U2. Xavi lo sabe y lo explota, de manera que su concepto del show business nos lleva a no considerar descabellado que, ampliando el plano, lo viéramos como guitarrista en un concierto de Tijeritas.
Trascendamos a la parte más técnica del asunto. La mano izquierda de Xavi, la “siniestra” la llamaría un pedante, parece estar articulando un armónico en el quinto traste en las dos primeras cuerdas. Los armónicos obtenidos en esa posición suelen sonar dos octavas por encima de la nota que da la cuerda al aire, lo que nos lleva a enfatizar que Hernández, más que punteos abrasadores, que sin duda podría hacer, busca crear atmósferas con su música. El personalísimo uso que hace del resto de cuerdas al aire muy bien podría indicar que gusta del empleo de acordes menores semidisminuidos, un sofisticado recurso para la consecución de peculiares tapices sonoros.
En cuanto a la mano derecha, Xavi no da puntada sin hilo, e intenta dar un punto de compromiso y reivindicación a su interpretación. Cómo si no se podría interpretar la posición en la que agarra la púa. Los teóricos popes nos dicen que el agarre adecuado se hace con los dedos índice y pulgar, con la muñeca recta. Reconocidísimos virtuosos tienen su propio método y técnica de mano derecha. Eddie Van Halen, George Lynch y Marty Friedman, este último más cercano casi a la ortopedia, cogen el plectro de una manera poco académica que no les ha impedido llegar al Olimpo de los guitarristas. Hernández empuña la púa con tres dedos, que posiciona de la misma manera que si estuviera empujando un trozo de embutido para cortarlo en lonchas finas, y, queridos amigos, ¿qué hay más catalán que la butifarra?
Hernández empuña la púa con tres dedos, que posiciona de la misma manera que si estuviera empujando un trozo de embutido para cortarlo en lonchas finas, y, queridos amigos, ¿qué hay más catalán que la butifarra?
Lamentablemente, la imagen no nos aporta información adicional acerca del resto de equipo que emplea. Sobre los pedales de efectos no me atrevería a pronunciarme, pero apostaría a que el amplificador que usa es de la marca Marçal.
Esperemos que en Sport regalen mañana un CD, cassette o microsurco de la sesión en la que Xavi mostró sólo una ínfima parte de su talento, si bien podemos adelantar que si es la guitarra la que marca el ritmo, como dice la portada, liberando así de tal labor a la batería o al bajo, los resultados pueden ser, como poco, curiosos.
Getty Images.
Por fortuna no me llevan los demonios porque no se lee bien la marca en el clavijero. Pero la próxima vez que se queje del césped, el sol o el aleteo de una mariposa le regalo para que practique la única LP digna de él: una "chibson".
A buen entendedor...