La esperada comparecencia del presidente del Barça, Joan Laporta, para dar explicaciones por el “Caso Negreira”, tras semanas de inaudito silencio, ha supuesto la confirmación definitiva de que el Barça se ha mimetizado perfectamente con el victimismo deletéreo que caracteriza al nacionalismo gobernante en Cataluña. Nada más conocerse el escándalo de que el Barça estuvo dos décadas pagando religiosamente millones de euros al vicepresidente del comité de árbitros, Enríquez Negreira, el aparato de propaganda del régimen nacionalista que gobierna Cataluña se puso en marcha para quitar hierro al asunto y atribuir las noticias a especies tan peregrinas como la “mano negra” de Florentino Pérez, la inquina de la UEFA contra el Barça o, en última instancia, la candidez de los sucesivos presidentes culés, tan esencialmente bondadosos como los políticos nacionalistas que llevan décadas esquilmando a los catalanes a base de tres por cientos, mientras repiten el mantra de que “España nos roba”.
La esperada comparecencia Laporta, para dar explicaciones por el “Caso Negreira”, tras semanas de inaudito silencio, ha supuesto la confirmación de que el Barça se ha mimetizado perfectamente con el victimismo deletéreo que caracteriza al nacionalismo gobernante en Cataluña
El problema para Laporta es que esta vez la cosa es tan impúdicamente autoevidente que su proverbial victimismo ya no cuela ni siquiera entre una parte —la menos fanatizada— de su parroquia, que aunque solo sea en la intimidad reconoce que la actuación del club es indefendible y que solo queda asumir responsabilidades, esperar a que amaine el temporal y que la sanción de la UEFA no sea demasiado severa. Aun así, el díscolo mandamás culé apareció ante la opinión pública para señalar al Real Madrid como “el equipo del régimen”, sin asumir ninguna responsabilidad ni dar explicación alguna sobre la asignación de Negreira. Su intervención resultó, sencillamente, grotesca para cualquiera que haya seguido el caso con un mínimo de sentido del rigor y respeto por la verdad, pero no es a ellos a quienes se dirigía Laporta, sino a la caverna de turiferarios que le rodean y toleran, impermeables a la evidencia, todos sus desmanes.
Laporta confía, evidentemente, en la fortaleza del régimen jalonado desde las más altas instancias del poder autonómico merced a un formidable aparato de agitación y propaganda volcado en la propagación de aquellas opiniones e ideas que —verdaderas o falsas— refuercen el credo nacionalista, incluida por supuesto la parte dedicada al Barça como único club digno del “buen catalán”: nacionalista, hispanófobo y culé. Motivos para confiar en la adhesión acrítica del poder político a sus turbios manejos no le faltan, y la última prueba de esa connivencia malsana entre el poder nacionalista y el club la vimos en la rueda de prensa de la portavoz del Gobierno de la Generalitat, Patrícia Plaja. Visiblemente afligida, la portavoz exigió al Real Madrid que retire y pida disculpas por el vídeo que el club blanco había lanzado como respuesta a las invectivas lastimeras de Laporta, un vídeo que desmonta en pocos minutos la faramalla antihistórica de la Cataluña oficial que presenta al Madrid como el “equipo del régimen” y al Barça como blanco de todas sus iras. Se trata de una mentira tan asumida en la Cataluña maniatada por el nacionalismo que casi nadie se atreve a discutirla en público, aunque cada vez más catalanes lo hagan en privado al calor de evidencias históricas como las que recoge el vídeo difundido por el club de Concha Espina.
Muchos ciudadanos —sobre todo catalanes hartos de la omnímoda hegemonía del nacionalismo en nuestra comunidad—, madridistas o no, celebramos que, por fin, una institución de la dimensión y prestigio del Real Madrid haya decidido responder al falseamiento sistemático de la historia que el nacionalismo ha impuesto en Cataluña
Muchos ciudadanos —sobre todo catalanes hartos de la omnímoda hegemonía del nacionalismo en nuestra comunidad—, madridistas o no, celebramos que, por fin, una institución de la dimensión y prestigio del Real Madrid haya decidido responder al falseamiento sistemático de la historia que el nacionalismo ha impuesto en Cataluña. Como todo régimen nacionalista, la Cataluña de los Pujol, Puigdemont, Junqueras y compañía ha pergeñado un credo con sus artículos de fe vedados al debate racional, su martirologio y sus enemigos internos y externos.
En la Cataluña nacionalista todo se explica con arreglo a ese credo, y discutirlo conlleva la excomunión e incluso la muerte civil del discrepante. De ahí la exigencia de la portavoz de la Generalitat, pero sobre todo de ahí la importancia de que el Real Madrid no retire el vídeo ni pida disculpas por decir la verdad.
Getty Images.
Quizás, es difícil que pase pero bueno, quizás la evidencia de que el FCB pagó durante 18 años a los responsables arbitrales para manipular la competición sirva para que algunos de los catalanes-barcelonista puedan empezar a dudar de los mensajes durante tanto tiempo difundidos en esa Comunidad Autónoma sobre el centralismo ejercido desde Madrid y puedan empezar a cuestionarse también otros asuntos sobre los que no son capaces de ver con claridad.
Ojalá que esta evidencia de la manipulación mediática y deportiva les pueda llevar a darse cuenta de que no se les ataca desde Madrid ni desde el resto de España, si no que al contrario, son una comunidad claramente favorecida históricamente, que además está en su mayoría esta compuesta por emigrantes o hijos de emigrantes del resto de comunidades autónomas de España, lo que claramente es una de sus mayores riquezas que lamentablemente no saben apreciar.
Las evidencias de manipulación las tienen desde hace décadas. Yebrita describió el otro día perfectamente a los culés: "fundamentalistas". Así, en general, la mayoría, son exactamente eso, seguidores del culto laportiano, dentro y fuera de cataluña. Ni ven, ni quieren ver, y como en la política, "prefiero que me roben los míos". Sería reconocer que su propia vida, la educación familiar y social que han recibido, es una mentira, y hay que ser muy fuerte para aceptar eso y enfrentarse a ello, y más fuerte aún para que su ego acepte que "me han engañado" o que en realidad no son más que unos miserables.
Tal cual. Se desmoronaría su existencia. Para el "buen catalán" no existe nada más trascendental que el club de sus amores y cochorrochocos (sic). Tótem y tabú , a partes iguales. El "més que un club" , la gran mentida.
Si el Madrit retira el vídeo, apaga y va monos...