El Real Madrid y la Superliga: de las palabras a los hechos

Imaginen que los beneficios de una compañía depende en un 50% de un producto; pero al mismo tiempo, el presidente de la misma no para de criticar ese producto y de poner trabas a su comercialización: no vela por sus ventas, lo transporta de mala manera, dificulta su distribución y su mantenimiento, lo relega a los peores estantes, escribe malas reseñas. ¿Le encuentran alguna lógica? Ahora sustituyan presidente por Tebas, compañía por La Liga, y producto por Real Madrid.

Imaginen que en una competición deportiva los jueces diferencian a la hora de señalar las infracciones, de sancionar determinados comportamientos, de castigar o no con una pena máxima, de dejar proseguir el juego para que sea revisado posteriormente o interrumpirlo, de definir criterios claros o criterios grises. Ahora recuerden que el Comité Técnico de Árbitros, cuyas designaciones siguen siendo a dedo, viene regulado por la Federación Española, cuyo vicepresidente Joan Gaspart ha presumido abiertamente, durante años, de desear todos los males habidos y por haber al Real Madrid

Ahora recuerden que el Comité Técnico de Árbitros, cuyas designaciones siguen siendo a dedo, viene regulado por la Federación Española, cuyo vicepresidente Joan Gaspart

Imaginen que en la retransmisión de un evento deportivo se hurtan imágenes clave para el devenir del juego, no se facilitan repeticiones de las jugadas polémicas que favorecen a un equipo, o se insiste hasta la saciedad en aquellas jugadas que pueden ser controvertidas o perjudicarlo. Supongan también que la manera de narrar el partido y de referir y comentar dichas jugadas se decanta sistemáticamente en contra de uno de los contendientes. Ahora piensen en Jaume Roures, Óscar Lago, o en las famosas trillizas de Movistar.

Imaginen que el tratamiento general de los medios, la manera de cubrir y de enfocar toda la información referente a un equipo, de ejercer la opinión y de practicar la crítica, de referirse y de dirigirse a la presidencia, cuerpo técnico y jugadores, difiere fuertemente, y no admite comparación entre unos equipos y otros. Ahora piensen en el antimadridismo militante de presentadores y comentaristas de las diferentes cadenas de radio, televisión y prensa españolas, en la manera de convertir cualquier polémica en una nimiedad y de transformar cualquier ridiculez en una polémica.

Ante semejante cúmulo de despropósitos y agravios, una gran mayoría de aficionados pide que el club cambie su política de comunicación, salte a la palestra y se defienda. Hierve en el ánimo de la afición cierta necesidad de justa mediática. Cunde por doquier un ardor guerrero que anhela que el club denuncie cada desliz informativo, cada tratamiento mendaz, cada afrenta infligida, y toda injusticia cometida contra él.

Ante semejante cúmulo de despropósitos y agravios, una gran mayoría de aficionados pide que el club cambie su política de comunicación, salte a la palestra y se defienda

Conviene subrayar debidamente que este conjunto de desigualdades no afecta únicamente al primer equipo de fútbol masculino. También resultan perjudicados el Castilla, el equipo de fútbol femenino y el equipo de baloncesto, que ha padecido arbitrajes en finales de Copa del Rey que ya forman parte de la historia de la infamia.

Se reclama que el señorío no es mantenerse callado. Una cosa son la corrección y la urbanidad, y otra bien distinta el mutismo resignado. Es necesario señalar la diferencia a la hora de adjudicar los horarios y de establecer los descansos, resaltar el escandaloso saldo arbitral en contra, protestar por las retransmisiones, y denunciar el trato cicatero y ruin de muchos periodistas. De ningún modo, se puede confundir la elegancia con el silencio; nada tiene que ver la caballerosidad con la pasividad y la indolencia. El club tiene que defenderse.

Sin embargo, mientras que la afición aboga por la frontalidad, la dirección del club ha optado por el pensamiento lateral y la visión estratégica. Frente a las reclamaciones y la impetuosidad de los aficionados, el Real Madrid ha decidido no exponerse a una continua batalla de desgaste en los medios y mantenerse al margen de polémicas. Frente a una espiral de quejas y lamentos probablemente estériles, el club se ha decidido por un camino más arduo pero más expeditivo.

La solución cuando uno juega una partida de cartas marcadas no radica en quejarse una y otra vez, ni en señalar recurrentemente las trampas, ni en pedir cada dos por tres una nueva baraja. Las opciones pasan por levantarse de la mesa y no jugar con semejantes contrincantes. Cuando no se compite en igualdad de condiciones, cuando se está al albur de otros y en una posición perdedora, no queda más remedio que cambiar el orden y la dinámica de las cosas.

Sin embargo, mientras que la afición aboga por la frontalidad, la dirección del club ha optado por el pensamiento lateral y la visión estratégica. Las opciones pasan por levantarse de la mesa y no jugar con semejantes contrincantes

En una política de confrontación, como la que desean los aficionados, el Real Madrid se convertiría en el blanco perfecto de unos periodistas experimentados en las artes de la agresión, la burla y el desprestigio, en el centro de una campaña permanente que correspondería a los intereses de la Liga y de la Federación.

El panorama actual de los mass media convierte cualquier reclamación, aunque sea justa y esté bien fundada, en mofa, desdén y escarnio, cuando no directamente en indignación contra el club. Se ha consagrado como dogma que el Real Madrid no puede quejarse nunca de nada porque es el equipo más beneficiado, aun cuando la realidad venga a desmentirlo con profusión de ejemplos.

Por consiguiente, mientras que la mayoría de aficionados están inmersos en el problema, la presidencia del club está centrada en la solución. Mientras que los hinchas viven con irritación el día a día, y piden un portavoz peleón, el club se proyecta hacia el futuro. En vez de desgastarse en escaramuzas que no van a ninguna parte, en enfrentamientos de resultado incierto, en contiendas en las que no se va a conseguir beneficio alguno, la estrategia del club se encamina a una serie de batallas que lo cambien todo. Esa gran guerra se llama Superliga, y confronta de manera firme y decidida los obstáculos y enemigos del Real Madrid.

Mientras que la mayoría de aficionados están inmersos en el problema, la presidencia del club está centrada en la solución

Se prescinde de los reyezuelos de vía estrecha que buscan perpetuarse y tratan de imponer sus criterios a costa de la igualdad de la competición. Se evita un sistema de designaciones arbitrales alejado de los méritos, capacidades y actuaciones de cada colegiado, y de un sistema de promoción y recompensas claramente viciado. Se esquivan los agravios comparativos a la hora de establecer horarios, viajes y descansos. Se escapa de una retransmisión televisiva parcial y sesgada en pro de una neutra y eficaz, igual para todos los participantes de la competición.

El maltrato que sufre el Real Madrid en las competiciones nacionales, probablemente no desaparecería, pero quedaría reducido a una mínima exposición. El club no renunciaría a jugar La Liga, ni a esa fuente de ingresos, pero sería una competición residual. Los forofos la seguiríamos como seguimos la Copa del Rey o la Segunda B. El interés se concentraría obviamente en una Superliga relevo de la Champions, y el contraste en organización, trato y equidad resultaría atronador y ominoso.

El interés se concentraría obviamente en una Superliga relevo de la Champions, y el contraste en organización, trato y equidad resultaría atronador y ominoso

Asimismo se combatirían algunos males presentes: El fútbol de selecciones ya no podría campar a sus anchas, como hace ahora, rapiñando jugadores e interrumpiendo vilmente las competiciones ligueras a cambio de una contraprestación ínfima. Se combatiría decididamente el dopaje financiero de los clubes estado o de los clubes región, garantizando que todos compitan con unas normas y sanciones definidas, no con simples amonestaciones o reconvenciones. Se evitaría la hiperinflación de salarios de los jugadores estableciendo un techo salarial, aunque habría que evitar aún las ventajas fiscales de cada país.

La crisis económica que ha generado el covid dibuja una coyuntura favorable para adelantar los plazos del proyecto. Todos los clubes han sufrido una enorme disminución de ingresos. En algunos casos las pérdidas son severas y la situación dramática. El camino, no obstante, no será sencillo ni la lucha fácil. Será complicado que tantos parásitos de los clubes renuncien a sus tajadas y coimas.

El camino, no obstante, no será sencillo ni la lucha fácil. Será complicado que tantos parásitos de los clubes renuncien a sus tajadas y coimas

Sin duda alguna, al principio se pagarán ciertos peajes. El hecho de ser la cabeza visible pasará facturas añadidas; pero su puesta en marcha y avance parece lo más conveniente para el Real Madrid, no ya sólo por el aumento de los beneficios y la mayor generación de recursos, sino para evitar la colección de agravios de las últimas décadas en los campeonatos nacionales y la tupida red de caciquismos domésticos.

En el proceso se hallarán soluciones de compromiso y habrá etapas intermedias, pero el objetivo final es manifiestamente subversivo: un cambio definitivo en la estructura de poder. Se pretende que el control pase de las Ligas y de las federaciones nacionales, de la UEFA y de la FIFA, a los clubes. Es una rebelión muy ambiciosa. Una senda para audaces. Una lucha prometeica. Y la lidera Florentino.

Fotografías: Getty Images.