Es un verano plácido, de los que se disfrutan con el deber cumplido y los recuerdos frescos. Ayer, sin apenas darme cuenta, esbocé un 14 en el salmorejo y levanté al aire una sandía como si fuese Marcelo en la Cibeles. Hay días, en la playa, en los que abro la mano, cojo un puñado de arena, cierro el puño y dejo que se escurra lentamente entre mis dedos, como el paso del tiempo en la prórroga contra el Manchester City o las (vanas) esperanzas de algunas aficiones rivales en la eliminación del Real Madrid. Entre baño y baño, paso del City al PSG, del exterior de Modric al talento de Benzema y del rugido del Bernabéu al gol de Vinicius. Mezclo el aperitivo al sol con las remontadas. La Decimocuarta, escrita con D mayúscula —privilegio que solo adquiere el club que la conquista por primera vez— trajo, además de un estío lleno de remembranzas y del majestuoso ritual de Florentino Pérez de colocar un nuevo diamante en la corona del Rey, una frase para la posteridad:
EL REAL MADRID SOLO SABE GANAR.
Esta sentencia, que resume en media docena de palabras 120 años de gloriosa historia, no la pronunció un madridista orgulloso de la única filosofía que mueve a este club: la de la victoria; ni un socio con la voz entrecortada, segundos después de que el árbitro pitase el final en el Stade de France, ni un jugador espoleado por la ingesta de un par de botellas de Champagne en la celebración de la Cibeles, no, la pronunció, o mejor dicho, la pronunciaron, porque fueron varios los que recurrieron, con más o menos matices, a la misma idea, muchos antimadridistas agotados, incapaces de asimilar lo que acababan de vivir. Y lo extraordinario, lo que realmente marca un antes y un después, lo que convierte a esta frase en la mayor rendición de la historia, es que no lo dijeron como un elogio, lo hicieron, primero pásmense y luego disfruten de esta entrega de armas, como un menosprecio. Ya saben, el Real Madrid es tan pobre que solo sabe ganar.
Ya no les quedaban cartuchos en la canana, habían gastado todo su arsenal con el PSG, el Chelsea, el City y el Liverpool. Ese maratón de remontadas había terminado con Franco, las ánforas, los árbitros, las flores, la suerte y ese VAR justiciero que había llegado para que el Real Madrid no ganase ningún título más. Habían sido testigos de la grandeza del fútbol y habían sido sepultados por ella. La Decimocuarta, más que ninguna otra Champions de la historia, había obrado el milagro de los milagros: el Real Madrid solo sabe ganar, dicho o escrito como un reproche, es la victoria final. El antimadridismo llegó a la cúspide y se despeñó extenuado. Sé que volverán, y ya lo están haciendo, a desempolvar antiguos argumentos: Franco resucitará de nuevo, los jardines, con la flores más fragantes del fútbol, volverán a crecer y el mundo volverá a rotar en el sentido correcto, el del madridismo y el antimadridismo unidos por un bien común: los triunfos del Real Madrid, pero ya nada será igual, será un teatrillo que esconderá, entre bambalinas, una verdad muy incómoda, un momento de debilidad que quedará marcado en su memoria como la yerra de una res.
Lo extraordinario, lo que realmente marca un antes y un después, lo que convierte a esta frase en la mayor rendición de la historia, es que no lo dijeron como un elogio, lo hicieron, primero pásmense y luego disfruten de esta entrega de armas, como un menosprecio. Ya saben, el Real Madrid es tan pobre que solo sabe ganar
“Ganar gana cualquiera” o “Algunos clubes se conforman con ganar, como sea que lo hagan” no son más que la vuelta al redil después de la capitulación final, frases vacías, vanas excusas que esconden una R y una M grabadas a fuego, rescoldos de una victoria que todavía humea.
Nos necesitan y los necesitamos. Nadie nos exige tanto como ellos. Dios los guarde.
Todavía no había sido colocada la Decimocuarta en la vitrina y Florentino Pérez ya estaba señalando, exactamente igual que el resto de los aficionados del Real Madrid, un nuevo reto, un nuevo camino hacia la victoria. El Real Madrid solo sabe ganar porque compite, aunque algunos no lo entiendan, exactamente para eso, para GANAR. Ese es el fin último, el destino que han perseguido desde el primer presidente del Club hasta el último jugador que ha vestido la zamarra blanca. Ser el mejor equipo de la historia implica caer, levantarse, caer, volverse a levantar, pero siempre persiguiendo la victoria. Se hace camino al ganar.
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Es la nueva cantinela que hay que escuchar todos los días. Ahora resulta que al fútbol profesional, se juega para divertirse, pasar el rato y demás. Para competir no, eso es malo
Ganar. Ganar. ¿Qué es ganar? ¿Y tú me lo preguntas? Ganar es Real Madrid.
Dudo que haya nigún aficionado del resto de equipos de fútbol que llegue a vivir la centésima parte de las alegrías y triunfos que viven los aficionados del Real Madrid. Y, especialmente, algo como los madridistas hemos vivido este año no lo van a vivir jamás. Si esas emociones se viven ganando, bendita sean las victorias.
Otros parece que viven esas emociones cuando sus jugadores rodean a los árbitros, cuando los aytekines les consiguen una remontada, cuando sus jugadores se tropiezan con la hierba y les conceden penalti, cuando hacen teatro para conseguir una tarjeta al adversario, cuando el equipo técnico pasa más tiempo midiendo el césped que haciendo jugar al equipo; pues, hala, que esos aficionados se vayan a canaletas o a donde les amarguen los peinos.
Nosotros, a lo nuestro.
“A nosotros solo nos vale ser campeones respetando unos valores éticos y estéticos “.
Esta frase que se me acaba de ocurrir le serviría a cualquier club, jugador o entrenador para justificar sus fracasos.
Es una frase “bella” pero falsa, porque lleva implícitas dos falsedades:
1. El que no gana respeta la ética y la estética.
2. El que gana no respeta ni la ética ni la estética.
La ética, la estética y, sobre todo, la peripatética: ir de acá para allá con el balón, sin objetivo alguno.
Caminante, son tus huellas el camino y nada más, Caminante no hay camino, Se hace camino al ganar... al ganar se hace el camino... gol a gol, verso a verso
¿Cómo explicar y contrarrestar los triunfos madridistas frente a la penuria culé en los dos deportes que interesan a todo el mundo, el fútbol y el baloncesto?
1.- La suerte, la flor, la casualidad (ya no pueden hablar del genocida del Pardo ni de los arbitrajes desde que se instauró el VAR y el instant replay)
2.- Ganar así no es aceptable. No se puede tirar a puerta si antes no se han dado tropecientos pases al balón. El portero no puede ser el jugador MVP del partido. "Nosotros" no habríamos aceptado el trofeo en esas circunstancias.
3.- "Tenemos" más copas de Europa que el Madrid (aunque si sumas los espectadores de las 11 copas de balonmano y las 25 de hockey sobre patines no lleguen a las de una sola copa de fútbol o baloncesto)
Lo repiten todos los días en el Carrusel Deportivo, en el Larguero y en el Què t'hi jugues, aunque ellos mismos no se lo creen. Pero muchos de sus oyentes sí y sacan pecho y se duermen tan felices de haberse conocido...
Están dolidos, pobrecillos....que será lo próximo?
No se vale tirar a "trallón" de cerca
Real Madrid, la rebeldía constructiva .
De los autores de “ Así,así,así gana el Madrid”,llega “El Real Madrid sólo sabe ganar”, nacidos del antimadridismo,convertidos en cánticos de las glorias madridistas.
¡ Gracias antimadridistas, cada vez nos hacéis más grandes!.