La grada vacía en la Champions provocó en los blancos el efecto contrario al de la Liga
Dejé de ver el partido del viernes tras el segundo error de Varane. Me sentí como un ínclito abonado del Bernabéu saliendo cinco minutos antes para no pillar cola en el Metro. Supongo que en este ramalazo hay algo de escepticismo de señor mayor, que es lo que voy siendo inexorablemente. Había algo en ese extraño ambiente vacío de colores pastel que invitaba muy tenuemente a quedarse después del gol de Benzema, pero era como la llama de una velita azotada por el viento. Bastaba un soplido para apagarla y esa ventolera, quién lo iba a decir, le dio a Varane, que se quedó tieso en medio de la noche gris a pesar de los atuendos de princesas.
Por momentos el partido parecía la casa del bosque donde las tres hadas escondían y cuidaban de la Bella Durmiente (antes de que durmiera), la tarde fatal en que decidieron desempolvar sus varitas para hacerle el vestido, y una de ellas lo quería azul y la otra rosa, mientras el color iba cambiando de uno a otro a varitazos. Yo vi, como el cuervo de la bruja, aquel humo extraño que salía de la chimenea de la casa del bosque, del Etihad. Como si allí no estuvieran ni el Madrid ni el City. Ni nadie. Allí no había nadie y lo que en la Liga pareció ser un secreto de la victoria, en Europa parecía ser un secreto de la derrota. Como si ese público copaeuropero produjera en el Madrid el efecto contrario al público liguero.
Al Madrid le faltó el Rattle & Hum
Fue como si Varane se hubiera encontrado solo de repente. Como si le atacase una soledad championera inédita en esa doble (o múltiple) obnubilación. Una pérdida de poderes como la de Sansón sin pelo o como la de Supermán y la kryptonita. El Madrid necesitaba al público de la Copa de Europa y no lo supimos ver. No supieron hasta bien avanzado el partido que les faltaba el Rattle & Hum. El Madrid sin público en Europa (al contrario que sin público en España) es como The Sundance Kid apuntando: que falla. Butch Cassidy lo miraba asombrado al verle errar el tiro, hasta que Kid se recompuso, enfundó el revólver y acertó al desenfundar, sin apuntar.
El Madrid se sentía tan extraño en ese sitio sin el traqueteo y el zumbido familiar que no pudo recomponerse. Por momentos parecía el Clark Kent sin poderes al que daba una paliza un camionero de Manchester en un bar de carretera. Y yo no lo quise ver, claro. Yo soy ya casi un señor mayor que se debate entre una suerte de escepticismo inevitable y la inevitable (y espantosa) influencia del ilustre abonado del Bernabéu que se marcha antes para no pillar atasco en las escaleras; aunque tampoco estoy preocupado porque siempre espero, y siempre voy a esperar, volver a ver a Sundance desenfundar como él sabe, o volver a ver a Supermán vestido de Clark, dispuesto a devolver, el Madrid siempre vuelve y devuelve, los golpes.
Fotografías Getty Images.
Necesita poner todo el material lease jugadores que tiene y no regalar nada y no me refiero a Varane si hazard está mal para que se tiene a Vinicius o a Valverde y no contar para nada con Bale y James durante toda la temporada es un lujo que se paga caro las cabezonerias de los entrenadores las paga el club
El partido de ida lo jugaron también ignorando a su público, no estoy tan seguro que fuera ese el motivo en esta ocasión.
Daba la horrible sensación de que nuestros jugadores sufrían el "síndrome de la misión cumplida", tras haber ganado la Liga.
En ningún momento dieron sensación de que realmente "quisieran" pasar la eliminatoria.
Yo creo que lo que faltó a este Madrid y le ha faltado en muchas fases de esta temporada es fútbol y detrás de eso, una reacción táctica desde el banquillo para apagar los fuegos que se van sucediendo durante el partido.
El City fue mejor y punto, a lamernos las heridas, aprender de los errores y volver más fuertes.