Una persona de importancia capital en el club, aún extenuado y emocionado, afirmaba anoche nada más concluir el encuentro que «el Real Madrid está hecho de un material desconocido», según ha desvelado hoy nuestro portanalista. Y la fantástica frase no deja de rebotar en la oquedad de mi cráneo como una bola de pinball.
El Madrid sobrevivió ayer al aplastamiento de una prensa hidráulica que lo intentó chafar durante 120 minutos ejerciendo una presión no inferior de 115 toneladas por milímetro cuadrado. ¿De qué material desconocido puede estar hecho el Real Madrid para aguantar semejante empuje sin hacerse añicos?
El Madrid sobrevivió ayer al aplastamiento de una prensa hidráulica que lo intentó chafar durante 120 minutos ejerciendo una presión no inferior de 115 toneladas por milímetro cuadrado
Nadie dudaba que la tarea de eliminar al Manchester City de Guardiola, de lograrse, iba a ser titánica, el conjunto hidrocarbúrico ha alcanzado un grado de funcionamiento de una precisión tal que a su lado enmudece el reloj atómico del Laboratorio Nacional de Física del Reino Unido, que tan solo varía un segundo cada 138 millones de años, más o menos el tiempo que el equipo blanco lleva dominando la Tierra. Lo que sucede es que ni el City —ni ningún otro equipo— están hechos del material desconocido que conforma al Real Madrid.
El partido empezó y, tras unos momentos de tanteo en los que ambos porteros fueron quienes tocaron más el balón, los de Ancelotti se adelantaron. El maldito Rodrygo volvía a poner en ventaja al maldito Real Madrid. Lo del brasileño con el City recuerda a historias de amor como la Santillana con el Inter de Milán de los años ochenta.
A partir de ese momento el Manchester puso en marcha su rodillo impenitente. Jugaron mucho y muy bien. Táctica y técnicamente. Son un equipo excelso. Al Madrid se le censuraba que se había echado atrás después del gol, pero quizá el responsable fuera el adversario, que asfixia y acogota a todos sus rivales con una coreografía ensayada durante años que termina por hacerlos recular sin remedio hasta que les clava el aguijón.
El equipo de Guardiola juega muy bien al fútbol, es innegable, pero lo más sorprendente es la excelente preparación física que lucen. Ayer, futbolistas cuya principal virtud no es el físico y con más de cien minutos en sus piernas, ganaron duelos con una facilidad pasmosa ante jugadores como Valverde o Camavinga. Exhibían una exuberancia física aplastante como lanzadoras de martillo de la extinta RDA. Los equipos de Pep son famosos por su estilo, su táctica y su técnica, pero quizá lo que realmente los hace diferenciales es una preparación física superior sin la cual las demás virtudes no se mostrarían tan decisivas.
El equipo de Guardiola juega muy bien al fútbol, es innegable, pero lo más sorprendente es la excelente preparación física que lucen
La tarea de sobrevivir al empuje parecía más difícil que barrer una escalera para arriba, según describió a la perfección el tuitero @Sanbou_keita, pero caían los minutos y el Madrid aguantaba.
Hago un inciso para recordar que el equipo blanco le marcó cuatro goles en la eliminatoria al rodillo del City, que parece que solo defendió. Prosigo.
Carvajal se aferraba a su marcador con el mismo ahínco que Shakira rentabiliza su ya lejana ruptura con Piqué. Primero tuvo que defender a Grealish (Carvajal, no Shakira), y acabó con él; después, al no menos venenoso Doku, e hizo lo propio. Salió victorioso de ambos duelos. Solo el límite físico humano consiguió enviarlo al banquillo. En los encuentros de gloria Carvajal se transmuta en un luchador que se sobrepone a rivales, ambiente, partido e incluso a sí mismo.
Mientras tanto, Lunin, el Terminator de hielo, blocó, despejó, repelió, palmeó, asestó puñetazos a cada balón que el ejército de natación sincronizada de Guardiola le arrojaba con ira. El City botó 18 córners, todos bien (deberían tomar nota el resto de equipos), y Lunin respondió al bombardeo de la RAF de manera impecable.
Rüdiger, el moái de corazón tan grande como su envergadura, su carácter y su aptitud para competir al más alto nivel, era un valladar electrificado contra el que se achicharraban los ataques azul celeste.
Daba la sensación de que como marcase el City, el tapón cedería y los goles comenzarían a caer como el agua de un grifo abierto. El tanto llegó, obra de De Bruyne, pero el Madrid consiguió absorber lo que se prometía como un caudal de goles y dejó a los de Guardiola más secos que las tuberías de las pirámides de Egipto. 1-1 al final de los 90 minutos.
Lunin, el Terminator de hielo, blocó, despejó, repelió, palmeó, asestó puñetazos a cada balón que el ejército de natación sincronizada de Guardiola le arrojaba con ira
Los hinchas citizens y demás simpatizantes de todo equipo que juegue contra el Madrid, se las prometían muy felices de cara a la prórroga. Los futbolistas del conjunto inglés apenas daban muestras de cansancio y los madridistas estaban exhaustos. Pero no. Los de Ancelotti aguantaron como campeones, nunca mejor dicho, y todo se decidiría en los penaltis.
Al igual que la eliminatoria con el gol de Bernardo, el Madrid comenzó abajo en los penaltis. Julián Álvarez anotó y Modric marró. Pero en la naturaleza del Madrid está remontar hasta en los penaltis. Allá se plantó Lunin hierático como un novio el día que conoce a la suegra. Enfrente, Bernardo, un jugadorazo. Batalla psicointelectual. Bernardo Silva pero Lunin no canta. El del City pensó que Andriy se vencería, pero el ucraniano, al igual que el resto de sus compatriotas, nunca se da por vencido y aguantó en pie. Agarró el balón con la facilidad con que se coge una aceituna del plato.
Después le paró otro penalti a Kovacic y ahí supimos todos, Guardiola el primero, que no había vuelta atrás. No descartemos que Pep, hastiado de hacer todo bien y aún así perder contra los de Ancelotti, abandone los banquillos, funde una peña en honor a Lucas Vázquez y recorra los campos de todo el mundo animando al Real Madrid ataviado con una bufanda blanca bordada con un escudo redondito.
Rüdiger refrendó el pase a semifinales de Champions con un penalti lanzado con la precisión del reloj atómico del Laboratorio Nacional de Física del Reino Unido, pero con algo que este carece: alma.
Antonio corrió hacia sus compañeros con los ojos fuera de sus órbitas y el otro Antonio, Kroos, lo abrazó con el gesto henchido de madridismo. Después lo sepultaron, como merecía la ocasión, el resto de compañeros y cuerpo técnico.
Lunin, mientras tanto, comenzó a andar, impasible, como si no hubiese sucedido nada. Quienes no corrieron a sepultar a Rüdi, acudieron raudos a abrazar a Andriy, que parecía hasta incómodo con las felicitaciones, como el niño que se zafa de sus tías cuando acude al pueblo y se lo comen a besos. Al fin y al cabo, él solo había hecho su trabajo.
Es digno de elogio no solo la calidad de este portero, sino su concentración, la sangre fría y la capacidad de abstraerse de la tragedia de la guerra que asola su país para concentrarse en realizar lo segundo mejor que sabe hacer: parar. Lo primero es casarse en chándal.
Lo de ayer es irrepetible, y a fuerza de repetir lo irrepetible una y otra vez, el Madrid hace que los mejores futbolistas quieran venir a jugar a este club, y gracias a ello suceden cosas irrepetibles como la de ayer una y otra vez
Es normal que el Madrid sea odiado por los antis, el mejor portero del mundo se destroza dos veces la rodilla y emerge un titán como Lunin.
Lo de ayer es irrepetible, y a fuerza de repetir lo irrepetible una y otra vez, el Madrid hace que los mejores futbolistas quieran venir a jugar a este club, y gracias a ello suceden cosas irrepetibles como la de ayer una y otra vez. ¿Qué fue antes, el huevo o la gallina? Esa es la paradoja del Madrid, que nada fue antes ni después, una cosa sucede gracias a la otra, pero, a la vez, ambas ocurren simultáneamente.
Volviendo a la pregunta que da título a este artículo: ¿El Real Madrid está hecho de un material desconocido?, con todo el cariño del mundo, lamento disentir con esa persona tan relevante de la entidad blanca, pero el Madrid no está hecho de un material desconocido, el Real Madrid está hecho de quienes lo conforman, y a su vez quienes lo conforman están hechos del Real Madrid.
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