Los que tengan hijos quizá ya lo hayan escuchado: el evento cultural de la música pop del momento es la tiraera bestial que el puertorriqueño ex Calle 13 Residente le hizo al colombiano J Balvin en un track de 8 minutos producido por Bizarrap, el productor del momento y el hombre cuyos lanzamientos son un sismo en las plataformas de redes sociales. No me crean a mí: ese video ya es el clip musical latino más visto en la historia de Youtube.
Residente –con una carrera prolongada y legendaria, al menos en estos breves tiempos digitales– se encara allí con una serie de rimas salvajes e inapelables, una interminable sucesión de 1-2 con gancho que destroza la imagen de Balvin, la estrella actual del reggaetón. Residente acusa y pega a Balvin por su falta de amor genuino por el arte, por sus versos perezosos que se pegan como chicle, por cantar con autotune y sin micrófono, por vivir del trabajo de los demás, por tratar a los colegas como mercancía, por blando, por pretencioso, por falto de calle y de huevos, por su pelo entintado y por unas 5 cosas más, mínimo.
Rara vez la narrativa de la música popular se cruza tanto con el fútbol de una forma tan perfecta y casi sincrónica: en momentos en los que ese track es tan popular que hasta la cuenta de Twitter del Madrid lo referenció la semana pasada, el nocaut que el Madrid al PSG durante el segundo tiempo en el Bernabéu me hizo recordar una y otra vez ese evento cultural.
Atónito comencé a creer recién en el segundo gol de Benzema, sintiendo la contundencia del golpazo propio de esas escenas de la saga Rocky en las que sabemos que entra la piña buena, la que cambia el partido. Luego de eso, el PSG se quedó atolondrado como tantos de los rivales de Balboa, el miedo y el olvido de la técnica y el oficio personificados en los pies de Marquinhos y en casi todos los signos vitales de Kimpembe, ese que hace un par de semanas quiso guapear a Rodrigo y se reía socarronamente y al que hoy el miedo escénico le puso zancos en las piernas. ‘Mucho delirio de grandeza, poca destreza’, soltaría Residente.
La piña de la eliminación del Madrid al PSG es la epopeya más significativa en lo simbólico desde la Copa del Rey de Mourinho en Valencia. En el tinglado de Ceferin y bajo la histeria propia de dos personas con evidentes carencias vinculares como los perdedores seriales pero también omnipotentes Al-Khelaifi y Leonardo, el Madrid le mostró al mundo qué cosas son las que no se pueden comprar, ni siquiera con una jaula de oro llena de los mejores renegados a sueldo del planeta fútbol.
La piña de la eliminación del Madrid al PSG es la epopeya más significativa en lo simbólico desde la Copa del Rey de Mourinho en Valencia
El Madrid no solo hizo el primer gol y el segundo, sino que hizo el tercero y siguió yéndose arriba del PSG para destrozarlo, inconsciente de lo que podía haber sucedido y corporizando exactamente lo que los aficionados queríamos, sin saberlo. Por un momento me horroricé: tácticamente parecía una locura. Cinco segundos más tarde, el Madrid se apoderó de mí de nuevo. Cuando se pega con bronca, se pega sin astucia pero con la épica a la vuelta de la esquina. Ayer fue más que suficiente porque el rival no tiene idea de lo que es eso ni de cómo invocarlo. El Madrid golpeó automático, con rabia y llevado en volandas por un estadio donde hasta las sillas anduvieron por los aires. Como cuando Rocky ejecutaba la embestida final. Como en ese track de Residente y Bizarrap en el que al minuto 7 se hace imposible no pedir que pare, que está destrozando al pobre Balvin. Como cuando Springsteen canta ‘No surrender’. El Madrid estaba muerto; acto seguido se levantó, destrozó la morgue y salió caminando una vez más.
‘Hay que hacer una limpieza’ suelta en un momento el boricua, antes de arremeter de nuevo. Como buen madridista no me reconozco como antinada pero desde hace años pienso que este PSG, que hoy no es más que un equipo artificial, hecho a medida de streamers y tiktokers con buenas acciones de marketing, ropa de Jordan Brand y muchas ganas de que todo venga fácil tiene un modelo mentiroso, dañino y caduco del cual seguramente el único (y entendible) aspecto que convenza a su afición sea el de la importación de estrellas. El fútbol se compra y vaya si lo sabremos aquí, pero esto es otra cosa y en parte, la fragilidad de ese equipo con un ataque que vale 350 millones de dólares lo dejó claro. El modelo del PSG quizá siga deambulando entre estertores como los de anoche hasta finalmente conseguir algún título relevante. Pero no este año, no en estas circunstancias y especialmente no si el ‘fútbol del pueblo’, ese que pregonaba el hombre con la billetera abierta de un petroestado, tiene el representante que realmente merece.
Getty Images.
Magnífico artículo y magnífica la comparación con Residente.
Al PSGh solo le queda probar con Guardioli de entrenador. Marchando otra carretilla de millones de euros...
Es momento de disfrutar y no de restregar nada, salvo a quien se lo merece, claro está. Así que lo que voy a decir no es zasca, sino que lo digo con pena: Por los prejubilados exculés me da un poco igual, pero me pregunto qué estaría pensando el hermano de René cuando asistió al vendaval. Seis palabras que le han arruinado el final de su carrera: "Planificad el pròximo año sin mí".
Abrazos madridistas
Curioso. A mí también se me vino a la mente el recuerdo de Rocky Balboa. Excelente artículo.
Yo también odiaría al Madrid si no fuera del Madrid. Tiene que ser absolutamente insoportable aguantar tantísima grandeza.
Estoy de acuerdo, las heroicas la tienen los equipos con alma, con pasado glorioso, con valores de ganador.
Fuimos, somos y seremos los más grandes. REAL MADRID.
Y también siguiendo la máxima del tema..
"Esto lo hago pa' divertirme, pa' divertirme.."
Para mi: "El Madrid es un monstruo, que algunas veces lo agarran dormido. Pero si se pone a lo suyo, pocos quedan vivos.."