Yo no sé bien qué fue el Madrid de Valdano, porque el Madrid de Valdano no duró lo suficiente como para saber bien qué fue. Lo que sí sé es que fue en el verano del 94 cuando yo me enamoraba por primera vez y el Madrid de Valdano, en un Trofeo Teresa Herrera, comenzaba a mostrar febriles maneras en plena coherencia con mi estado emocional. Porque una fiebre fue aquel verano y aquel Madrid, una fiebre lúcida, vertiginosa y exultante. Una chispa, una pompa de jabón al aire, los fuegos artificiales de los veranos de la adolescencia, cuando el Danny Zuko que nunca fui le pasaba el brazo por encima de los hombros a la Sandy Olsson que casi fuiste.
Los recuerdos, ya se sabe, no son recuerdos si no están mezclados con la ficción. La memoria, también se sabe, no es tal si no fabula, si no genera peculiares vueltas y bucles y asociaciones y relaciones entre hechos, ideas y sentires que siguen teniendo lugar precisamente porque son lugares queridos, porque siempre cabe la posibilidad de volver a casa. Y eso, volver a casa, es lo que hizo Jorge Valdano con la expresada intención de devolverle al Real Madrid lo que le había quitado durante sus fulgurantes días de entrenador del Tenerife. Mientras tanto, a la vez que le quitaba al Real Madrid, le daba al mundo del fútbol mucho de qué hablar en forma de 4-4-2, de defensa en zona, de reivindicación del juego frente al deporte, de liberación del protagonismo del futbolista, de más Platón y menos prozac, de más práctica virtuosa desde la pasión y el deleite que desde la táctica y el mero esfuerzo. Nada nuevo. El eterno (y maniqueo, y falaz) debate entre jugar bien y ganar que tanto gusta a los muchachos de la prensa para condenar a unos y santificar a otros según convenga al show business. Si antes fueron Menotti y Bilardo los enconados rivales, ahora lo eran Valdano y Clemente, y más tarde Guardiola y Mourinho, aunque sólo sea por aquello que decía Marx de que la historia se repite dos veces: la primera como tragedia, la segunda (y la tercera y la cuarta y...) como farsa.
Pero antes del eterno retorno de lo mismo en forma de hartazgo, en el punto exacto de inteligencia y fulgor, cuando sabíamos que queríamos no tener que elegir entre ganar y jugar bien, cuando simplemente (nada menos) sabíamos que podíamos aspirar a ganar bien y a jugar ganando, allí cuando éramos tan jóvenes en el mejor verano de nuestras vidas, llegó Valdano al Real Madrid para hablar bien y jugar mejor, para jugar bien y ganar mejor. Permitan que, aunque una golondrina no haga verano, valga un ejemplo para ir directos al estribillo de la mejor canción. Permitan que, contra toda lógica, un 7 de enero de 1995 sonara el Here comes the sun en el Bernabéu, pese a ser de noche y ser enero y ser invierno y lo que ustedes no quieran ver. Porque el día después de Reyes es verano y punto. Porque a veces basta centrar la atención en un solo punto para que todo lo demás se revele por sí solo.
Laudrup para Raúl, que entra en el área por el centro, la pelota sale tocada hacia la izquierda por un defensa azulgrana y allí la recoge Zamorano para lanzarla con violencia a los altos de la portería de Busquets. 1-0 y gol número 15 en Liga de Iván Zamorano, a la postre máximo goleador del campeonato con 28 goles y jugador que, a fuerza de no parar de querer, se ganó un puesto de privilegio en aquel equipo pese a la reticencias iniciales de su nuevo entrenador. Todo es posible en verano. Lo que pasa en verano se queda en verano. Y se queda para siempre. Bam bam.
Minuto 21 de la primera parte. A Amavisca le llega de regalo un mal saque de puerta de Busquets. Sobrepasando a la defensa en pase alto, le deja el balón a Zamorano, que acomoda el cuerpo de cara a la portería mientras se protege del acoso de un defensa y la toca suave y rasa a la izquierda del portero: 2-0. De sociedades hablaba a menudo Valdano durante aquel verano tan largo que aún (me) dura. Y la más férrea y virtuosa -y también la más inicialmente insospechada- fue la consolidada entre el delantero chileno y el interior cántabro, plena de pundonor y eficacia, en estado de ebullición constante, como si fueran ambos conscientes de que la fiesta podía acabarse en cualquier momento, de que casi ni siquiera habían sido invitados y de que, mientras tanto, era la mejor fiesta de sus vidas y ellos estaban allí para no perdérsela, para propiciarla y brindar, para que los que por allí rondábamos jamás olvidarámos que hubo una fiesta cuando éramos tan jóvenes y el champán era rosado y al día siguiente no había resacas.
Laudrup le pelea el balón a Bakero dentro del área como si le fuera la vida en ello, como si hace apenas unos meses hubiera tenido que salir del Barcelona para fichar por el Real Madrid, como si en esa pelea de balón hubiera mucho más que una pelea de balón, tal vez orgullo, despecho y reivindicación. El "aquí estoy yo" del danés se convierte en pase de la muerte para Zamorano y este, otra vez bam bam, vuelve a matar: hat-trick, 17 goles en Liga y 3-0 en el marcador del Bernabéu. Little darling, the smiles returning to the faces. Laudrup sale corriendo hacia su campo, brazo en alto. Laudrup sabe reconocer lo que es un verano porque es danés. Sabe bien cuándo salir a tomar el sol, cuándo ponerse la Ray-Ban, sonreír y pedir una copa, cuándo mirar a la grada mientras da un pase que sólo él, porque lleva gafas, pudo ver.
Pero la prueba definitiva de que era verano, de que el sol brillaba y éramos jóvenes, de que quedábamos en la playa todos los días después de comer, de que había guitarras y cervezas frías para todos, de que por aquellos años convivía el grunge de Nirvana, Pearl Jam y Soundgarden con el brit-pop de Oasis, Blur y Pulp, y también Ed Wood y Forrest Gump y Pulp Fiction, es que Luis Enrique estaba invitado a nuestra fiesta. Corría el minuto 23 de la segunda parte y Luis Enrique marcaba a puerta vacía tras recoger el rechace del palo a un tiro de Zamorano. Culminaba en delirio una larga jugada con Martín Vázquez como hacedor decisivo (porque los veteranos ya conocían de sobra lo que era el sol del Bernabéu) y Luis Enrique se estiraba la camiseta blanca en gesto celebratorio como si jamás fuéramos a ser más viejos, como si nunca fuéramos a separarnos, oh, Sandy.
Y llegó el quinto, porque la justicia o es poética o no es justicia. Y quién mejor que Amavisca para lograr que la rima del verso se complete, quién mejor para cuadrar el círculo, para cerrar la herida de la cadera de Alkorta infligida por Romario la temporada anterior, quién mejor para que el incuestionable estilo Cruyff encontrara la horma de su zapato, para que la fiebre fuera borrachera y la fiesta a la que Amavisca fue invitado a desgana y a última hora se convirtiera súbitamente en el verano del amor. If you're going to San Francisco be sure to wear some flowers in your hair.
Raúl estaba allí, en aquel partido, en aquel Madrid, en aquella fiesta. Al principio, agazapado bajo la mesa de las bebidas hasta que Valdano le dijo que ya podía probar un poco, que sus maneras, su templanza y sus virtudes pedían chaqué y copa alta. Con Valdano llegó Raúl, y Raúl nos llegó casi hasta ayer, de tan pronto que empezó a llegarnos y de tan dentro que acabó llegándonos. Ya se sabe que en verano la playa no hace distinciones de edad. Ya se sabe que en Verano azul (la Biblia de los veranos) Piraña convive con Pancho, porque en verano, en este verano que fuimos como promesa de siempre volver a poder serlo, todo es posible, amigos. El verano es el Hollywood de los que nunca hemos estado en Hollywood. El Madrid de Valdano es lo que Hollywood pudo haber filmado de fútbol si a Hollywood le importara un carajo el fútbol...
...Y el verano se acaba, que es la manera que tienen los veranos de durar para siempre. Y aquella Liga 94/95 del Madrid de Jorge Alberto Francisco Valdano Castellano, aquella Liga de Buyo y Cañizares, de Milla y (o) Redondo, de Quique Sánchez Flores y Nando, de Lasa y Sanchís, de Hierro y Míchel, de Alfonso y Dubovsky, de Butragueño y Dani... Aquella Liga gloriosa y espídica en la que fueron tan jóvenes incluso aquellos que, como los miembros de la Quinta, ya no lo eran, quedó atrás. Aquella cresta de la ola fue poco a poco apagándose al llegar a la playa de nuestro verano, progresivamente vacía su arena tras la impresionante y cautivadora y al fin triste puesta de sol. El Ajax en Champions vino en el curso siguiente a cerrar definitivamente el chiringuito por fin de temporada, como si el estilo Cruyff se vengara de la afrenta desde sus orígenes holandeses, ahora revitalizados por la libreta de Van Gaal y una generación plena de un talento y un vigor -los De Boer, Overmars, Van der Sar, Davids, Litmanen, etc.- que recorrería Europa en los años siguientes. Llegó septiembre, Maggie May, y volvimos al colegio.
El final del verano llegó y tú partirás. Yo no sé hasta cuándo este amor recordarás, cantaba el Dúo Dinámico. When the music's over, turn out the lights, decían los Doors. Cada cual ya en su casa, con la puerta cerrada, solo, con el cuerpo ensalitrado y recuerdos del mar. Valdano ya sólo volvió para recordarnos la única forma en la que queríamos que volviera, y al Madrid llegó primero Del Bosque en otra de sus interinidades, luego Arsenio Iglesias en particular sueño fuera de lugar, y finalmente Capello para que el Madrid fuera otro, tal vez no peor, puede que incluso mejor, pero otro. A lo lejos, el rumor para aquel que quiera dejarse mecer, para aquel que, ojalá, haya leído este artículo como quien se acicala para la mejor fiesta de su vida, siempre por-venir. En Madrid no hay playa, ni falta que le hace.
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Soy madridista hasta la médula. Creo que tengo algo de sangre blanca y además cuento ta con 73 años . Nací en el año 1947, es decir cuando se inauguró el Bernabéu en un partido, creo recordar contra el Os Belenenses portugués. Obviamente no pude asistir pero desde que tuve uso de razón el Bernabéu es mi segundo hogar.
Me fascinan los reportajes de La Galerna y en especial los dedicados al Madrid de.........,pues prácticamente he conocido y disfrutado de todos ellos.
Una pregunta? sería posible obtener una recopilación de todos los reportajes emitidos por los diferentes autores que plasman su pluma en la misma desde el momento de el comienzo de su publicación?.
Me encantaría leerlos todos y recopilarlos en un libro resumen de los mismos
Felicitarles por su acierto en las opiniones que nos transmiten a los que profesamos amor por nuestro Madrid día a día
Reciban un afectuoso saludo de un lector suyo
Gabriel
Hola, Gabriel
Gracias por sus palabras y amabilidad. Por supuesto que puede acceder a una recopilación de textos por autor. En el menú de la Galerna, hay una sección que se llama GALERNAUTA en la que, a su vez, existe una subsección, AUTORES, que es una galería de todas las personas que alguna vez han colaborado con La Galerna. Seleccionando el autor que desee podrá disponer de todos los textos que ha escrito.
En cualquier caso, aquí le pego un enlace directo:
https://www.lagalerna.com/listado-de-autores/
Un saludo
Pepe Kollins
Yo también estuve en ese Teresa Herrera, en la semifinal Real Madrid - Sampdoria
Recuerdo aquél 5-0 al Barça porque yo, que no voy mucho al Bernabeu, estuve allí, en el fondo Norte, escorado hacia el córner de Padre Damián. Qué gozo fué aquello. La sonrisa con la que salimos del estadio, y la risa anterior cuando un chaval detrás de mí, ya con el 5-0 empezó a gritar "Este partido, lo vamos a ganar" tan en boga entonces, y que comenzó a corear todo el mundo. Glorioso.
Muchisimas gracias por su deferencia y prontitud
Siempre asiduo lector suyo . Reciban un cordial saludo de
Gabriel
Y también salieron Álvaro, Guti, Rivera, Sandro ya que no había cartera había cantera
Creo que fue el último Madrid que vi jugar bien durante una temporada completa. Redondo. Milla. Laudrup. Martin Vazquez. Alfonso. Raul. Zamorano. Amavisca. Casi todos en su mejor versión y al servicio de un estilo innegociable. Es verdad que cuando tienes a un jugador como Redondo todo es más fácil pero se jugaron partidos realmente brillantes. El del 5 0 fue, obviamente, el más recordado, pero recuerdo el de Raul contra el Atletico en el Bernabeu o el 4 0 contra el Celta que fue absolutamente increíble. Incluso el 3 2 derrota contra el Zaragoza fue un partido primoroso. Se han ganado muchos títulos desde entonces pero no he visto jugar tan bien al futbol durante tantos partidos.