El Pearl Harbor de Laporta

Buenos días.

Laporta no lo tenía fácil, si despojamos de lo superfluo al asunto, se trataba de dar una explicación convincente de por qué el Barça había pagado millones de euros a los árbitros, no perdamos la perspectiva ni el fondo del asunto. Y decimos una explicación, porque justificación no era posible al tratarse de un hecho injustificable y constitutivo de delito en sí mismo.

Pero, como era previsible, Laporta no explicó nada. ¿Qué hizo Laporta entonces?

Laporta saltó al escenario para hablar del régimen. Y lo hizo luciendo un moreno que denotaba que le gusta ponerse cara al sol. Y una vez que uno se pone cara al sol, ya no hay Nivea ni aftersun que lo arregle.

Como un kamikaze que sabe que no tiene argumentos razonables ni decentes, Laporta optó por arremeter contra el Madrid con el habitual armamento del ejército desarmado de Cataluña, compuesto por mezquindad atómica, victimismo de racimo y calumnias de repetición.

Laporta volvió a utilizar el comodín de que el Madrid era el equipo del régimen, que ha sido favorecido por los árbitros históricamente y en la actualidad, ojo, por su proximidad al poder político y económico, que durante 70 años ha dirigido el CTA con exsocios, exjugadores y exdirectivos (o todo a la vez) y que es un ejercicio de cinismo sin precedentes que se sienta perjudicado porque el Barça haya pagado millones de euros a los árbitros.

Fue el Pearl Harbor de Laporta, un ataque miserable sin declaración previa de guerra al rival que más que de enemigo ejercía el papel de protector y conservante de un Barça en vías de descomposición. Un ataque que exhibe ante el mundo la catadura moral de Laporta y del club que preside.

El Pearl Harbor de Laporta fue el detonante para que el Madrid reaccionara. El Real, al igual que el presidente Roosevelt, prefería el diálogo y se mostraba reacio a entrar en combate, pero no se le deben tocar las pelotas al Madrid.

Por la noche, la cuenta oficial de Twitter del club de Concha Espina publicó un vídeo para que el mundo conozca de una vez la verdad. Un vídeo que muestra cómo el Barça saludaba brazo en alto al Caudillo, inauguraba el Camp Nou con todo el boato franquista de la época, condecoraba a Franco tres veces, era salvado de la quiebra por el dictador el mismo número de ocasiones y se lanzaba a ganar ligas y copas de España mientras el Madrid acababa la Guerra Civil diezmado, con apenas un puñado de futbolista supervivientes o no exiliados e iniciaba una travesía en el desierto de trofeos. Un Madrid que tardó lustros en recuperarse, no ganó una liga hasta quince años después; un Madrid que ayudó en la fundación de una Copa de Europa que Franco no quería que jugase, tal vez por eso el Barça rechazó la invitación a participar en la primera edición; un Madrid que ya en aquella época no tenía reparos en expulsar a Millán Astray del Bernabéu por no respetar a una mujer. Un Madrid, el de hoy, que lanza al mundo la pregunta retórica: ¿cuál es el equipo del régimen?

Nos enorgullece la respuesta de nuestro club, la aplaudimos y le animamos a que mantenga esta línea, no se puede ir a ningún lado de la mano de corruptos, mentirosos y desagradecidos.

Marca define bien en su portada el comportamiento de Laporta, de quien dice que se defiende atacando de modo infantil al Madrid.

Pero Marca es Marca y a pesar de publicar esta conclusión tan obvia, tiene interés, por lo que sea, en seguir atacando con todo al Madrid y para compensar la verdad de su portada, publica excrecencias propagandísticas antimadridistas y pro régimen culé del calibre del artículo que podéis leer pinchando aquí.

Tras la rueda de prensa de ayer, de lo que podríamos hablar realmente es del régimen de Laporta, lo cual no deja de ser irónico. El régimen de Laporta es un sistema de gestión de una entidad ¿deportiva? que consiste en:

• No explicar por qué se pagaron más de 7 millones de euros durante al menos 17 años al vicepresidente del Comité Técnico de Árbitros.
• No explicar por qué se dejó de pagar al vicepresidente cuando este cesó de su cargo en el CTA.
• Dejar claro que el periodo de pago a los árbitros fue mayor al confesar que cuando llegó en 2003 vio que se llevaba haciendo mucho tiempo y decidieron mantenerlo porque era importante y necesario.
• Confundir a la opinión pública haciendo pasar los informes de Javier Enríquez Romero (629 informes y 43 CD) por los verbales de su padre Enríquez Negreira (desvanecidos en la bruma del tiempo).
• No explicar por qué afirma que el prestador de servicios era el hijo de Negreira, no encausado, pero el receptor de la mayor parte de los emolumentos era el padre.
• No aclarar sin insultar a la inteligencia por qué se pagaban cantidades astrónomicas por grabar partidos de la selección española sub-21 y esto era tan necesario e importante.
• No ser capaz de aclarar por qué los inexistentes informes de Negreira y los del hijo, tras pagar millones de euros por ellos, no llegaban ni al entrenador ni a los jugadores del Barcelona si tan necesarios eran.
• Negar que pagar al juez de una competición sea corrupción.
• Victimizarse cuando se comete un delito envolviéndose en la bandera del nacionalismo.
• No entender que si corrompieron la competición pagando a los jueces de la misma, el Madrid, su principal rival en ella, se sienta perjudicado y se persone en la causa.
• Afirmar que el vicepresidente de los árbitros era un florero mientras la hemeroteca del propio Mundo Deportivo (ved este artículo de Fred Gwynne) y árbitros que lo vivieron, como Rafa Guerrero, demuestran lo contrario.
• Responsabilizar en último término al Madrid y a Franco del hecho de que el Barça "tuviera que" pagar millones de euros a los árbitros.

Este régimen no es nada saludable, Laporta.

En medio de todo este maremágnum de residuos orgánicos, asoma la verdad, la alegría, la ilusión. Asoma el Real Madrid, que esta noche a las 21 horas se juega en Stamford Bridge el pase a unas nuevas semifinales de Champions.

Madrid frente a Barça. Gloria deportiva frente a corrupción. Al final, a veces la vida pone a cada uno en su sitio.

El Madrid no se toca.

Pasad buen día.