Tengan ustedes muy buenos días. Estamos seguros de que sabrán perdonar nuestra pereza portanalítica este domingo prepartido y post-Piqué. Lo primero nos mantiene a la espera hasta mañana (sí, jugamos un lunes, qué desfachatez) y lo segundo nos deja fríos, bostezando, hablando de que parece haber refrescado con el vecino del quinto, mirando a esas dos o tres hormigas que han aparecido sobre la encimera sin saber de dónde habrán salido, pensando un segundo en que hace falta leche y jamón york, más o menos como un burro amarrado en la puerta de un baile, que cantaba El último de la fila.
El baile tuvo lugar anoche en el Spotify, ya que hablamos de canciones. El motivo fue el último partido de Geri con la camiseta azulgrana tras haber hecho pública su retirada a través de un vídeo que ríanse ustedes de las producciones más sensibleras de Disney y de los telefilms más vistos de las sobremesas dominicales. Se ve que Piqué quiere mucho a Piqué. El autobombo siempre fue muy cercano a su enhiesta figura. Así que cuadraba acabar con un publirreportaje donde el actor fuera también director y productor, aunque las normas no escritas de la humildad aconsejaran que fueran otros quienes, caso de así quererlo y de querer tanto a Geri, elaboraran ese vídeo para homenaje del amigo que se va.
Pero, ¿quién necesita amigos si se basta y se sobra para ser el mejor amigo de sí mismo? Se diría que esto no es posible, que la amistad y el cariño precisan de una distancia que propicie la reciprocidad al modo de un espejo donde mirarse y sentirse reconocido a la vez que uno mira al otro y lo reconoce. Pero un espejo es un espejo, se compra en cualquier parte, y Geri se ve guapo en el suyo, se mira y se recrea, bromea consigo mismo y se hace mucha gracia, practica chanzas, pantominas, saltitos pueriles y hasta sombras chinescas cuando la luz mengua. Qué gracioso es Piqué para Piqué, qué relación tan bonita tiene Piqué con Piqué.
La afición culé lo sabe y así parece quererle de tanto que se quiere él a sí mismo. Tal vez por eso haya habido en las gradas tantos teléfonos móviles inmortalizando el momento del adiós de Piqué, para que, al llegar a casa, sea posible repetir la escena y seguir mirando a Piqué como quien se mira el ombligo hasta que, tal vez, vuelva Piqué como presidente, según se adivina, según casi se anuncia oficialmente desde hace años y según se cantó ayer en el Spotify.
Sería lo suyo, nunca mejor dicho. Cuadraría el círculo del onanismo y la autoimagen. El mundo de luz y de color que es aquella tómbola consolidaría aun más su discurso y daría el paso definitivo hacia la plena interioridad de su saloncito y de su mesa camilla para ya nunca jamás salir, no vaya a ser que fuera haga frío, que no se rían tanto las gracias y que otros no quieran ser tus amigos. Nevermore. Bienvenidos a la república independiente de tu casa, cuyo patio, que es el más particular, jamás de moja como los demás.
Pasen ustedes un feliz domingo tras ver las portadas del día, que ponemos a continuación pidiendo perdón por el bostezo.
La Galerna trabaja por la higiene del foro de comentarios, pero no se hace responsable de los mismos